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m %. MAYO.<br />
vez á Roma, como á puorlo seguro <strong>de</strong> lafó, para ver si con<br />
la autoridad <strong>de</strong>l sumo ponlíüce y <strong>de</strong>l emperador Constante,<br />
que ya Constantino su hermano mayor era muerto, podia<br />
hallar algún mérito para <strong>de</strong>tener el ímpetu arrebatado y<br />
furioso do los herejes, y apagar el incendio que abrasaba<br />
á Alejandría, á Egipto y á todas las partes <strong>de</strong> Oriente.<br />
Fué san Atanasio muy bien recibido en Roma <strong>de</strong>l santo<br />
pontífice Julio y <strong>de</strong> toda la ciudad, como valeroso capitán<br />
<strong>de</strong>l Señor é invencible <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> su Iglesia. Celebróse<br />
otro concilio en Roma, y aprobóse su inocencia, y habiendo<br />
estado en ella tres años, al cuarto fué llamado <strong>de</strong>l emperador<br />
Constante á Milán, don<strong>de</strong> á la sazón estaba, y con<br />
autoridad <strong>de</strong>l papa y consentimiento <strong>de</strong> Constante se convocó<br />
un concilio ecuménico , general y universal en Sáidica,<br />
ciudad en los confines <strong>de</strong> Ilirico, y <strong>de</strong> Misia y <strong>de</strong> Tracia,<br />
que ahora, dicen, se llama «Triadice,» y es <strong>de</strong> turcos.<br />
En este concilio , que fué <strong>de</strong> trescientos obispos <strong>de</strong> todas<br />
las provincias <strong>de</strong> la Iglesia occi<strong>de</strong>ntal, y setenta y seis <strong>de</strong><br />
la oriental, aunque otros dicen ménos, y todos católicos<br />
(porque los obispos arríanos no quisieron venir á él, é hicieron<br />
su conciliábulo aparte, en Filípoli, y le vendieron<br />
y publicaron por el concilio sardicense), presidió Osio,<br />
español, obispo <strong>de</strong> Córdoba, como lo escribe el mismo san<br />
Atanasio, y Archidamo y Filoxeno, legados <strong>de</strong> la se<strong>de</strong><br />
apostólica, y en él se hallaron Pafnuncio, Serapion, Apolinio,<br />
Amonio, Paulo. Agatario, Espiridion, Trifiüo, Protasio,<br />
Maximino y otros santísimos obispos, y conocidos por<br />
tales en la Iglesia católica; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber examinado<br />
con gran cuidado la causa <strong>de</strong> Atanasio, <strong>de</strong>clararon que su<br />
fé era la sincera, verda<strong>de</strong>ra y católica, la <strong>de</strong> sus contrarios<br />
herética y reprobada; y privaron á Gregorio, usurpador<br />
<strong>de</strong> la ¡silla <strong>de</strong> Alejandría, <strong>de</strong>clarando que nunca habia<br />
sido obispo; y así lo escribieron en una carta á la Iglesia<br />
<strong>de</strong> Alejandría , para que no lo obe<strong>de</strong>ciesen por tal, y que<br />
recibiesen y reverenciasen á su verda<strong>de</strong>ro y santo obispo<br />
Atanasio, el cual, acabado el concilio, y llamado <strong>de</strong>l emperador<br />
Constante, fué á la ciudad <strong>de</strong> Aquileya, y <strong>de</strong> allí<br />
con él á Francia, y <strong>de</strong> Francia, pasando otra vez por Roma,<br />
vino á Anlioquía, don<strong>de</strong> estaba el emperador Constancio;<br />
porque su hermano Constante fué tan celoso <strong>de</strong> la fé católica,<br />
y tan imitador <strong>de</strong> la piedad <strong>de</strong> su padre el gran Constantino,<br />
que viendo lo mucho que Atanasio por ella pa<strong>de</strong>cía,<br />
le honró, favoreció y amparó en gran manera, y escribió<br />
á Constancio que le mandase volver á su Iglesia, y<br />
que si no lo hacia le baria guerra y vendría con eu ejército<br />
en persona á restituirle su silla. Y como Constante, polla<br />
muerte <strong>de</strong> su hermano Constantino, habia quedado po<strong>de</strong>roso<br />
y tenia las dos partes <strong>de</strong>l imperio, y era hombre<br />
<strong>de</strong>terminado, temió Constancio venir á rompimiento con él,<br />
y que estando á la sazón apretado <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> los persas,<br />
no podría llevar tan gran peso y resistir juntamente á<br />
dos enemigos tan po<strong>de</strong>rosos; consultando con los mismos<br />
obispos arríanos, escribió tres cartas á Atanasio, rogándole<br />
que le viniese á ver, y ofreciéndole su ayuda y favor, nó<br />
por religión y celo <strong>de</strong> la fe católica, sino por razón <strong>de</strong> estado<br />
; y por la misma le recibió humanamente y con alegre<br />
rostro, y no quiso que se tratasen, sino que se enterrasen<br />
las injurias pasadas, prometiéndole conjuramento que<br />
<strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante le habia <strong>de</strong> favorecer, y que no creería<br />
las acusaciones que contra él se dirigiesen, sin oírle. Y como<br />
el emperador mostrase tanto favor y gracia á Atanasio,<br />
por persuasión <strong>de</strong> los herejes, te dijo: que pues él oslaba<br />
TOMO ir.<br />
aparejado para hacerle aquel beneficio y restituirle á s<br />
Iglesia, que le hiciese placer <strong>de</strong> dar en Alejandría una<br />
iglesia á los que por fé <strong>de</strong> otra religión no qiienan comunicar<br />
con él. A esto respondió Atanasio, que lodo lo que el<br />
emperador mandara se había <strong>de</strong> hacer; mas que le suplicaba<br />
que mandase que allí en Antioquía diesen uua iglesia<br />
á los que profesaban lo que él, porque no tenían ninguna,<br />
para que sin temor pudiesen juntarse y celebrar los oficios<br />
divines. Con esta respuesta atajó al emperador; porque los<br />
herejes le aconsejaron que <strong>de</strong>jase así aquel negocio, juzgando<br />
que les estaba mejor no recibir la iglesia <strong>de</strong> mano ile<br />
Atanasio en Alejandría, que darla ellos en Anlioquía á los<br />
católicos. Fscribió Constancio cartas á la Iglesia <strong>de</strong> Alejandría<br />
para que recibiesen á Atanasio; porque todo esto saben<br />
hacer los príncipes cuando les viene á cuenta, y los<br />
herejes usar <strong>de</strong> la astucia <strong>de</strong> raposas cuando no pue<strong>de</strong>n<br />
valerse déla braveza <strong>de</strong>l león. Con las cartas <strong>de</strong> Constancio<br />
y las que el papa Julio escribía á la Iglesia, clero y<br />
pueblo <strong>de</strong> Alejandría, volvió el santo prelado á ella otra<br />
vez, pasando primero por Jerusalen , don<strong>de</strong> fué recibido<br />
<strong>de</strong>l santo pontífice Máximo con gran<strong>de</strong> amistad y benevoleiifia,<br />
y se celebró un concilio, en el cual se halló Atanasio,<br />
y fué alabada y ensalzada su fé. Cuando llegó á Alejandría,<br />
ya el falso obispo Gregorio, arriano, que con violencia<br />
y mano armada <strong>de</strong> los arríanos, como dijimos,<br />
habia usurpado la silla y sido privado <strong>de</strong> ella, y <strong>de</strong>clarado<br />
por obispo por el concilio Sardicense, diez meses <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> él acabado, había sido muerto por el mismo pueblo alejandrino,<br />
por no po<strong>de</strong>r sufrir sus <strong>de</strong>safueros.<br />
Fué recibido Atanasio como si viniera <strong>de</strong>l cielo, con incrcible<br />
alegría, aplauso y regocijo <strong>de</strong> todos los católicos,<br />
como el santo papa Julio en sus cartas se lo escribía por<br />
estas palabras: «Recibid, amados mios, á vuestro obispo<br />
Atanasio con entera gloria y alegría espiritual, y con él á<br />
todos los que han sido compañeros en sus gran<strong>de</strong>s y trabajosas<br />
persecuciones, y gózaos <strong>de</strong>l fruto <strong>de</strong> vuestras oraciones;<br />
pues con vuestros escritos saludables le habéis recreado<br />
y sustentado, y estando ausente <strong>de</strong> vos, y <strong>de</strong>scoso<br />
<strong>de</strong> veros constantes en la confesión <strong>de</strong> la fé, le habéis consolado,<br />
y con vuestra fi<strong>de</strong>lidad y sincera obediencia alentado<br />
en las calamida<strong>de</strong>s que ha pa<strong>de</strong>cido. Yo, cierto, tengo<br />
particular alegría cuando me pongo á pensar la que cada<br />
uno <strong>de</strong> vosotros ha <strong>de</strong> tener cuando llegue vuestro pastor<br />
á esa ciudad, como toda ella ha <strong>de</strong> salir á recibirle, y la<br />
fiesta que se ha <strong>de</strong> hacer. [ Qué dia tan regocijado será<br />
para vosotros cuando nuestro hermano vuelva á veros, y<br />
los males pasados tendrán lin, y el corazón <strong>de</strong> todos será<br />
uno! Porque uno será el gozo <strong>de</strong> todos, el cual en gran parle<br />
llega hasla nosotros, á quien Dios ha hecho merced <strong>de</strong><br />
darnos á conocer un varón tan santo y señalado.» Todo<br />
esto es <strong>de</strong>l papa Julio. Fué maravilloso el fruto que en las<br />
almas <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Alejandría causó la venida <strong>de</strong> Atanasio,<br />
<strong>de</strong> la cual él mismo dice estas palabras: «Gran<strong>de</strong> ha<br />
sido la alegría <strong>de</strong> lodos los pueblos con mi venida, exhortándose<br />
unos á otros á la virtud. ¿Cuántas doncellas ipie<br />
oslaban para casarse han consagrado á Cristo su virginidad?<br />
¿Cuántos mancebos, movidos <strong>de</strong>l ejemplo <strong>de</strong> otros<br />
sus compañeros, han abrazado la vida monástica? ¿Cuántos<br />
padres han rogado á sus hijos, y cuántos hijos á sus<br />
padres, que no les estorbasen ni los apartasen <strong>de</strong> la piedad<br />
que <strong>de</strong>ben á Cristo? ¿Cuánlos maridos persuadieron á sus<br />
mujeres, ycuántas mujeres acabaron con sus maridos, quo<br />
2<br />
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