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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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SANTA GxicEftiA, VIRGEN Y MÁRTIR.—Nalural <strong>de</strong> Roma,<br />

so hallaba en Heraclca cuando se publicaron los edictos<br />

dd emperador Antonino conlra los cristianos. Dentro <strong>de</strong><br />

un templo do Júpiter confesó públicamente á Jesucristo y<br />

cayó <strong>de</strong>rribada la estatua <strong>de</strong> aquel dios. Al momento fué<br />

hecha prisionera y con<strong>de</strong>nada á varios suplicios: la colgaron<br />

<strong>de</strong> los cabellos, la azotaron con varas<strong>de</strong> hierro, y <strong>de</strong>spués<br />

la encerraron en un calabozo, don<strong>de</strong> fué visitada por<br />

los ángeles, y habiéndola <strong>de</strong>spués metido en un horno encendido,<br />

salió sin recibir legión. Por fin la <strong>de</strong>gollaron en<br />

la misma ciudad <strong>de</strong> Ileraciea en Tracia, por los años 177,<br />

y se levantó en el mismo lugar <strong>de</strong>l martirio un templo á<br />

su memoria.<br />

LA CONMEMORACION DE UN GRAN NTJMERO DE SANTOS MÁR­<br />

TIRES.— La Iglesia honra hoy la memoria <strong>de</strong> estos santos,<br />

que fueron asesinados por los arríanos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la iglesia<br />

<strong>de</strong> Santo Tomás <strong>de</strong> Alejandría, en el año 372.<br />

DIA 14.<br />

SAN BONIFACIO, MÁRTIR.—En tiempo <strong>de</strong> los emperadores<br />

DioL'leciano y Maximiano Hercúleo, hubo en Roma una<br />

sefiora llamada Aglaes., muy noble, rica y hermosa, y<br />

emparentada con lo mas ilustre y principal <strong>de</strong> aquella<br />

ciudad: la cual como mujer y moza, usando mal <strong>de</strong> los<br />

dones <strong>de</strong> Dios, era mas <strong>de</strong>senvuelta y liviana <strong>de</strong> lo que á<br />

su persona y estado convenia. Tenia entre otros criados á<br />

un cindadano romano, por nombre Uonifaeio , procurador<br />

<strong>de</strong> sus negocios y hacienda. Aficionósele Aglaes por su<br />

gentil disposición, discreción y buena gracia; y como suelen<br />

semejantes aficiones comenzar por poco, crecer y acabar<br />

en mucho, vino á parar el amor en <strong>de</strong>masiada familiaridad<br />

y torpe amistad, con gran<strong>de</strong> infamia <strong>de</strong> Aglaes y sentimiento<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>udos, y escándalo <strong>de</strong>l pueblo. Bonifacio con<br />

el favor y regalos <strong>de</strong> su señora soltó la rienda á los vicios;<br />

y puesto caso que se daba á los gustos y entretenimientos,<br />

ño <strong>de</strong>jaba por eso <strong>de</strong> hacer algunas buenas obras. Era liberal,<br />

dadivoso y limosnero: hacia el bien quepodia á<br />

Jos pobres: enternecíase cuando veia algún afligido, y <strong>de</strong><br />

la manera quepodia le procuraba remediar. Duró aquel<br />

ruin trato y conversación algunos años, hasta que el Señor,<br />

apiadándose <strong>de</strong> la mujer flaca y <strong>de</strong>i hombre miserable,<br />

y usando con o líos <strong>de</strong> su acostumbrada é inmensa misericordia<br />

por algunas obras que hacían, les trocó el corazón<br />

para que viesen el abismo <strong>de</strong> miserias en que estabam<br />

la brevedad déla vida, las penas <strong>de</strong>l infierno sinfín, la<br />

fama perdida y el escándalo <strong>de</strong> toda la ciudad, y la propia<br />

conciencia que como cruel verdugo los atormentaba.<br />

Con este rayo <strong>de</strong> luz que enlró en ellos, se vieron y cono;<br />

ieion y lloraron, y <strong>de</strong>terminaron volverse á Dios: pero<br />

porque sabian que le tenian muy ofendido y enojado con<br />

sus graves pecados, parecióles buscar algunos intercesores<br />

y medianeros, para alcanzar <strong>de</strong>l Seíior por los<br />

merecimientos <strong>de</strong> ellos, lo que alcanzar <strong>de</strong> sí <strong>de</strong>sconíiaban.<br />

Duraba todavía la persecución horrible que los emperadores<br />

Diocleciano y Maximiano habían movido contra la<br />

Iglesia, especialmente en Oriente, don<strong>de</strong> ya Oalerio Maximiano<br />

imperaba, hombre fiero y bárbaro y enemigo <strong>de</strong><br />

ct islianos: porque aunque los emperadores ya dichos habían<br />

<strong>de</strong>jado el imperio, todavía sus crueles leyes se guardaban<br />

; aunque en Occi<strong>de</strong>nte don<strong>de</strong> Cunstaticio Cloro, pa L<br />

LA LEYENDA DE ORO. DIA 14.<br />

dre <strong>de</strong>l gran Constantino, gobernaba, habia mas quietud<br />

por la gran<strong>de</strong> humildad <strong>de</strong> Constancio, que era enemigo<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>rramar sangre y aficionado á los cristianos. Determinaron,<br />

pues, Agíaes y Bonifacio buscar algunos cuerpos<br />

<strong>de</strong> santos mártires y honrarlos y reverenciarlos, para<br />

que por este servicio fuesen sus abogados <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l acatamiento<br />

<strong>de</strong>l Señor, y alcanzasen <strong>de</strong> él perdón <strong>de</strong> sus pecados.<br />

Supieron que en la provincia <strong>de</strong> Cilícia habia un<br />

presi<strong>de</strong>nte llamado Simpliciano, que era tan avaro como<br />

cruel, y que hacia carnicería <strong>de</strong> los santos mártires, matando<br />

innumerables <strong>de</strong> ellos con exquisitos y atroces tormentos,<br />

y <strong>de</strong>spués vendiendo sus cuerpos á los cristianos<br />

que los compraban con singular <strong>de</strong>voción, y los tenian y<br />

guardaban como un preciosísimo tesoro. Parecióle bien<br />

que Bonifacio fuése á aquella provincia, don<strong>de</strong> hallaría fácilmente<br />

y sin peligro lo que tanto <strong>de</strong>seaban. Dió Aglaes<br />

áBonifacio gran suma <strong>de</strong> oro para el gasto <strong>de</strong>l camino para<br />

dará pobres, y para comprar al codicioso tirano algunos<br />

cuerpos <strong>de</strong>. los gloriosos mártires y volver con ellos á<br />

Uoma. Dióle caballos y criados que le acompañasen, y lienzos<br />

regalados, ungüentos preciosos, perfumes y cosas olorosas<br />

en que envolviesen las reliquias <strong>de</strong> los santos mártires.<br />

Al partir, ó por burla ó inspirado <strong>de</strong> Dios, dijo Bonifacio<br />

á Aglaes: ¿Qué seria, señora, si yo no os trújese<br />

cuerpos <strong>de</strong> mártires, y oíros os trujesen mi cuerpo ? ¿Becibiría<strong>de</strong>sle<br />

por reliquia? Y ella respondió: No es este tiempo<br />

<strong>de</strong> gracias ni <strong>de</strong> burlas, ó Bonifacio; acuérdate que no<br />

somos dignos <strong>de</strong> tocar, ni aun <strong>de</strong> mirar las reliquias <strong>de</strong><br />

los santos mártires. Yive <strong>de</strong> manera que merezcas alcanzar<br />

loque yo tanto te encomiendo y <strong>de</strong>seo.<br />

Con esto se partió <strong>de</strong> Roma Bonifacio para esta piadosa<br />

jornada, y fué tan acepto al Señor este <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> honrar y<br />

buscar á los santos mártires, que le comenzó á abrir mas<br />

los ojos, para que se aborreciese y conociese por indigno<br />

<strong>de</strong>iraer y tocar las reliquias <strong>de</strong> los mártires, y á disponerse<br />

con linjosnas, ayunos y penitencias que hizo portodo<br />

el camino, para que nuestro Señor le hiciese la merced<br />

que <strong>de</strong>spués le hizo. Llegó á Tarso, ciudad principal <strong>de</strong><br />

Cilicia, en don<strong>de</strong> estaba el presi<strong>de</strong>nte Simpliciano ejecutando<br />

su maldad en los cristianos, y luego Bonifacio or<strong>de</strong>nó<br />

á los que iban con él, que buscasen posada acomodada<br />

para todos, porque entretanto quería dar una vuelta por<br />

toda la ciudad. Iba ya tan encendido y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong>l martirio,<br />

que se fué <strong>de</strong>recho á la plaza don<strong>de</strong> los santos mái tires<br />

eran atormentados, y al punto que llegó, halló que<br />

veinte <strong>de</strong> ellos estaban puestos á cuestión <strong>de</strong> tormento,<br />

cada uno <strong>de</strong> su forma y manera, y todos atrocísimameníe<br />

<strong>de</strong>spedazados. Puso luego los ojos don<strong>de</strong> tenía el corazón,<br />

y viendo la paciencia, fortaleza y conslañcía <strong>de</strong> los santos<br />

mártires, enternecióse sobremanera, é inflamóse mas en<br />

el amor <strong>de</strong>l Señor; y corriendo á ellos se- echó á sus piés,<br />

besando sus llagas y lavándolas con sus lágrimas, y ungiendo<br />

sus ojos con la sangre <strong>de</strong> ellos, comenzó á voces á<br />

<strong>de</strong>cirles: O bienaventurados mártires, ó amigos <strong>de</strong> Dios,<br />

tened fuerte: resistid con ánimo esforzadoá estos dolores;<br />

pues son tan breves, y por ellos se os ha <strong>de</strong> dar gozo y<br />

alegría sempiterna. Tió esto el impío juez Simpliciano:<br />

mandóle pren<strong>de</strong>r y traer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí. Pregúntale quién<br />

es y cómo se llama; y oyendo <strong>de</strong>cir que era cristiano, le<br />

hizo atormentar y abrir su cuerpo con uñas <strong>de</strong> hierro, hasla<br />

que <strong>de</strong>scubriesen los huesos: y no contento con este<br />

tormento, le hizo hincar cañas muy agudas por entre las

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