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230 LA LEYENDA DE ORO. DIA 18,<br />
CP. la heroica caridad , con que amó y favoreció aquellos<br />
que 1c injuriaron y afrentaron, que IIKTOM muchos y <strong>de</strong><br />
todas clases. Porque como el siervo <strong>de</strong> Dios trabajó siempre<br />
en promover la reforma <strong>de</strong> costumbres, tanto en el<br />
clero como en el pueblo, y procuró con ardiente celo<br />
quitar los abusos y <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes, éimpedir cuanto le era<br />
posible las ofensas <strong>de</strong> Dios, acaeció á él lo que en todos<br />
los tiempos ha acaecido á los pastores celosos <strong>de</strong>l bonor<br />
y gloria <strong>de</strong> Dios, y déla salud <strong>de</strong> las almas; que es el<br />
haber sido maltratados, calumniados, perseguidos y contradichos<br />
<strong>de</strong> los malos, cuyo número siempre es gran<strong>de</strong>.<br />
<strong>Los</strong> mismos canónigos <strong>de</strong> sus iglesias, primero los<br />
do Bérgamo, y <strong>de</strong>spués los <strong>de</strong> Padua , le causaron gran<strong>de</strong>s<br />
disgustos y vejaciones, pretendiendo no estar sujetos<br />
á su visita pastoral, y rehusando obe<strong>de</strong>cer sus ór<strong>de</strong>nes<br />
y <strong>de</strong>cretos; y uno <strong>de</strong> ellos llegó hasta el arrojo<br />
<strong>de</strong> llenarle públicamente <strong>de</strong> afrentas c injurias. Hubo también<br />
un párroco, que osó esparcir y fijar en lugares<br />
públicos una sátira picante contra la fama <strong>de</strong>l sanio prelado<br />
; y omitiendo otros insultos que se hicieron á su<br />
dignidad, un caballero que estaba firmemente enojado<br />
contra 61, porque habia puesto en lugar seguro á su<br />
consorte, que corria peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida por su<br />
excesiva sevicia y brutalidad, llegó á tal exceso <strong>de</strong> furor,<br />
que lo embistió mientras volvia <strong>de</strong>l campo á la<br />
ciudad, y disparó contra su sagrada persona un pistoletazo<br />
, aunque por una particular provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l cielo<br />
erró el tiro, y no consiguió su malvado <strong>de</strong>signio. Mas el<br />
beato Gregorio, siempre inalterable, sufrió con admirable<br />
paciencia y mansedumbre lodo lo que sus enemigos<br />
maquinaron y atentaron contra él; y no solo les perdonó<br />
<strong>de</strong> todo corazón la ofensas é injurias que le hicieron,'<br />
sino que les correspondió con beneficios, y con sefu<strong>de</strong>s<br />
do sincero amor y benevolencia, <strong>de</strong> tal modo, que<br />
parecía no habia medio mejor para conseguir <strong>de</strong> él gracias<br />
y favores, como el haberle ofendido y ultrajado. En<br />
efecto, presentóse al santo car<strong>de</strong>nal cierto caballero para<br />
pedirle una gracia: al principio mostró alguna diíicultal<br />
en con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r á su súplica : entonces el caballero,<br />
para inducirle mas fácilmente á conce<strong>de</strong>rle lo que le<br />
pedia, le dijo , que le habia dispensado poco ántcs semejante<br />
favor á tal sujeto que le nombró: entonces le respondió<br />
el santo prelado: Esta persona que me nombráis<br />
me habia ofendido, como vos no ignoráis, así convino<br />
que usara con él <strong>de</strong> mayor con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. Al oir esto<br />
el caballero, acordóle que también él en olio liempo habia<br />
sido uno <strong>de</strong> sus enemigos y contrarios; bastó esto,<br />
para que le concediese lo que <strong>de</strong>seaba. Asimismo el<br />
cabatlero, que cometió el enorme atentado <strong>de</strong> querer<br />
quitarle la vida con un pistoletazo, fué libro <strong>de</strong> todo<br />
castigo, porque lejos el santo car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> mostrar algún<br />
resentimiento <strong>de</strong> tan sacrilego <strong>de</strong>lito, y <strong>de</strong> pensar<br />
en hacer castigar al <strong>de</strong>lincuente, prohibió rigurosamente<br />
á los domésticos que entonces se hallaban en su compañia,<br />
hablar á nadie sobrólo que habia acaecido, para<br />
que el <strong>de</strong>lito quedase oculto mieutras él viviese. Al párroco<br />
que habia compuesto y publicado con impru<strong>de</strong>ncia<br />
la sátira sobredicha, no pudiendo disimularle su culpa,<br />
parqm'era bastante notoria , no dió otro castigo, que el<br />
<strong>de</strong> obligarle á hacer algunos dias <strong>de</strong> ejercicios espirituales<br />
en su seminario, con el fin <strong>de</strong> que por este medio<br />
se reí'onociei a y arrepintiera, y obtuviera <strong>de</strong> Dios el<br />
perdón <strong>de</strong> su pecado. Este era el modo <strong>de</strong> que usaba<br />
regularmente para castigar los <strong>de</strong>fectos y culpas <strong>de</strong> sus<br />
eclesiásticos; pues su gran<strong>de</strong> caridad hacia ellos , no le<br />
permitía <strong>de</strong>sear otra cosa mas, que ganarlos para Dios,<br />
con la mudanza <strong>de</strong> vida, y con la enmienda <strong>de</strong> sus<br />
costumbres.<br />
Uno <strong>de</strong> los principales cuidados <strong>de</strong> la pastoral solicitud<br />
y caridad <strong>de</strong>l beato Gregorio, fué siempre el velar<br />
sóbrelos monasterios <strong>de</strong> las víi'genesconsagradas á Dios,<br />
á fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>sterrar <strong>de</strong> ellos cualesquiera abusos , por mas<br />
envejecidos que fuesen, y para hacer reinar en ellos<br />
aquella verda<strong>de</strong>ra piedad y <strong>de</strong>voción, que correspon<strong>de</strong><br />
á las Esposas <strong>de</strong> Jesucristo. Gran<strong>de</strong>s y muchas fueron<br />
las fatigas, disgustos y pesares que tuvo que sufrir,<br />
ya <strong>de</strong> paite <strong>de</strong> algunas monjas, que querian obstinadamente<br />
perseveraren sus <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes, que cubrían<br />
con el especioso nombre <strong>de</strong> antiguas costumbres, por<br />
mas que fuesen envejecidas corruptelas: ya también<br />
por parte <strong>de</strong> algunas personas extrañas, que, ó para dar<br />
que sentir al beato car<strong>de</strong>nal, ó por otros fines particulares,<br />
se oponían con toda suerte <strong>de</strong> máquinas y artificios<br />
á sus mas santas intenciones. Mas su constancia<br />
y santa intrepi<strong>de</strong>z, acompañada <strong>de</strong> mucha dulzura y<br />
benignidad hácia las monjas renitentes, venció lodos los<br />
obstáculos y superó lodas las diliculta<strong>de</strong>s; <strong>de</strong> modo , quo<br />
con el favor <strong>de</strong>l cielo llevó felizmente la empresa á su<br />
término, 6 introdujo y estableció en todos los monasterios<br />
<strong>de</strong> la ciudad y <strong>de</strong> la diócesis una exacta disciplina,<br />
y una puntual observancia <strong>de</strong> sus reglas. Valióse principalmente<br />
<strong>de</strong> dos medios para conseguir sus <strong>de</strong>signios: el<br />
primero, fué impedir la frecuente concurrencia al locutorio<br />
<strong>de</strong> personas <strong>de</strong> uno y otro sexo: y el segundo, el instrui r<br />
por sí mismo con paternales y fervorosas exhortaciones á<br />
las religiosas1 sobre las obligaciones <strong>de</strong> su estado, y el<br />
hacerlas también instruir frecuentemente por eoiesiásti<br />
eos doctos y virtuosos, y el franquearlas á mas <strong>de</strong> esto<br />
buenos libros espirituales, para que con su lectura se abmibrasen<br />
coíí nuevas luces [sus entendimientos , y se<br />
inflamase su voluntad cu el amor <strong>de</strong> Dios , y en mi<br />
sincero <strong>de</strong>seo déla perfección religiosa. Prohibió en las<br />
iglesias <strong>de</strong> monjas toda suerte <strong>de</strong> conciertos músicos , ya<br />
porque no se cargasen los monasterios <strong>de</strong> expensas inútiles<br />
y superfinas, ya también para impedir el concurso<br />
y tumulto <strong>de</strong> las gentes, <strong>de</strong> que suele nacer la disipación<br />
<strong>de</strong> espíritu en las mismas religiosas. Aunque en<br />
todos tiempos velaba con el mayor cuidado en la guarda<br />
<strong>de</strong> estos jardines <strong>de</strong> la sania Iglesia , sin embargo<br />
redoblaba su cuidado y diligencia en el tiempo <strong>de</strong> carnaval,<br />
para que <strong>de</strong> ningún modo entrase en aquellos santos<br />
retiros alguna <strong>de</strong> tantas profanida<strong>de</strong>s, como roin;:bau<br />
en el siglo, en aquel tiempo, en <strong>de</strong>shonor <strong>de</strong>l hombre<br />
cristiano; por lo que quería que en los dias <strong>de</strong> carnaval<br />
estuviesen cerrados los locutorios, se guardasen mas<br />
diligentemente los tornos, y se tomasen todas las canlelas<br />
posibles para alejar <strong>de</strong> los monasterios cualquiera<br />
pasatiempo ó divertimiento, que tuviera el menor resa<br />
bio <strong>de</strong> carnaval. «Si en algún tiempo, <strong>de</strong>cía el bcalo<br />
(iregorio, conviene á las personas consagradas á Dios,<br />
aten<strong>de</strong>r con mayor fervor á la oración, á la penitencia<br />
y á la nioilílitación, es sin duda el tiempo <strong>de</strong>l carnaval<br />
, en el cual nuestro celestial Padre es ofendido mas<br />
que en olio tiempo <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> los cristianos, y en que