Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

lé había (luiUulo ol demonio. Murió Job á los doscientos once
años de su edad, siendo sepultado su cuerpo cerca del
Jordán donde acudieron siempre multitud de gentes asi
de la antigua como de ía nueva ley, para encomendarse
á sus oraciones. No se sabe á punto fijo cuánto tiempo
duró la miseria con que permitió Dios fuese afligido
, pretendiendo unos durase siete años, y otros solamente
uno.
SAN ANTONINO.—Véase el dia 2 del corriente.
LüS SANTOS CALEPODIO PRESBÍTERO; PAI.MACIO, CÓNSUL,
CON SUMÜJKR É UIJOS Y OTROS CUARENTA Y DOS ; SIMPLICIO SE­
NADOR , Sü MUJER Y OTROS SESENTA Y OCHO ; Y FELIX Y BLAN­
DA , ESPOSOS, TODOS MÁRTIRES.—En el año 222 hubo en
Roma un grande incendio que consumió parte del Capitolio
y el templo de Júpiter que estaba en él. Los arúspices
y los sacerdotes se presentaron al emperador Alejandro,
y le dijeron que debían ser aplacados los dioses por medio
de sacrificios y libaciones; y como accediese el emperador
á la petición, empezóse laceremonia. Apenas se había
dado principio al sacrificio, un rayo milagroso mató á
cuatro de los sacriíicadores y destruyó el altar de las libaciones
, cubriéndose el cielo de tan tupida oscuridad , que
el pueblo romano se estremeció y muchos corrieron á salir
de la ciudad, para no ser víctimas de la catástrofe que se
temia. En la fuga, encontraron á unos cristianos en la otra
parte del Tiber, que dentro de una habitación se ocupaban
en cantar divinas alabanzas , cuya función presidia el
presbítero Calepodio. Palmacio, cónsul romano de aquel
año, se presentó al emperador y le comunicó que la desgracia
que se estaba sufriendo, era á motivo de la indignación
que causaba á los dioses la tolerancia que se usaba
con los cristianos, pues que en aquel mismo momento estaban
provocándola venganza del cielo, haciendo pública
ostentación de sus sacrilegios. Alejandro dióenlonces aquel
famoso edicto que condenaba á muerte á todos los que en
cualquiera parte del imperio, donde se hallasen, no quisiesen
adorar á los ídolos. En seguida se fué Palmacio á la
otra parle del Tíber, acompañado de una cohorte de soldados
, y entrando donde estaban los cristianos, quedaron
los paganos todos ciegos y Calepodio, anciano presbítero
, le dijo: Nuestro Dios os ha privado de la luz, convertios
á él, y sanará vuestra ceguera. Palmacio temió, y
marchándose donde estaba el emperador, le anunció lo
que le habia pasado; y se decretaron grandes sacrilicios
en el Capitolio para aplacar á los dioses. Mientras estos se
celebraban, acontecieron una serie de prodigios, que
mostraron á todos los romanos la ridiculez de sus dioses y
la grandeza del Dios de los cristianos. Palmacio se convirtió
á la verdad con toda su familia, y fué bautizado por
san Calixto: también abrazó la fé en Jesucristo Simplicio,
senador, con su mujer y sus hijos y los dos esposos Félix
y Blanda, con oíros muchos , los cuales fueron mandados
degollar juntos por el emperador Alejandro, el dia 10 de
mayo del sobredicho año de 222. El cuerpo de san Calepodio
y los de los demás compañeros suyos de martirio
fueron arrojados al Tíber ; pero recogidos luego por
san Calixto y otros fieles, fueron sepultados con gran veneración.
Los SANTOS ALFIO, FILADELFO Y CIRINO , MÍRTIRES.—Nacieron
en Calabria de noble familia , y fueron enviados á
Roma á instruirse en las ciencias. Allí conocieron á un tal
Onésimo, que les esplicó el Evangelio y las bellezas de la
LA LEYENDA DE ORO. DU 11.
religión de Jesucristo. Bautizados por el mismo Onésimo,
siguieron por algún tiempo practicándolas virludes crislianas,
hasta que en la persecución de Decio, fueron acusados
y degollados en la misma ciudad de Roma, á principios
del año 2ü0.
SAN CUARTO Y SAN QUINTO , MÁRTIRES.—Algunos autores
afirman que fueron obispos de Capua y otros que fueron
mártires en Roma durante el siglo III.
SAN DIOSCÓRIDES , MÁRTIR.—No se sabe sino que murió
en Esmirna, durante las persecuciones de los primeros
siglos.
SAN CATALDO , OBISPO Y CONFESOR.—Fué obispo de Tárenlo
en Italia, glorioso en milagros y esclarecido en toda
clase de virtudes. Ignórase la época de su muerte: su
cuerpo se guarda con gran veneración en la catedral dedicha
ciudad, de la cual es patrón, obrando el Señor muchos
prodigios junio á su sepulcro.
SAN NICOLÁS ALBERGATO , OBISPO Y CONFESOR.—Nació en
Bolonia en 1373 y estudió en la misma ciudad el derecho,
tomando después el hábito de los cartujos. Fué prior de la
Cartuja de Florencia, y su piedad y sabiduría le merecieron,
en 1417, ser elevado á la silla episcopal de Bolonia.
Reconcilió á sus diocesanos con el papa Marlino V; fué enviado
en l i22 á Francia en calidad de nuncio y se portó
tan biei> en este deslino, que la santa sede le recompensó
en 1426 , con el capelo de cardenal, que se vió obligado
á aceptar, á pesar de su repugnancia. El papa Martino V
le nombró legado á latere, y Eugenio IV lo mandó á
presidir en su nombre el concilio de Basilca, Desempeñó
otras varias comisiones importantes- en varias córtes de
Europa; presidió un concilio en Ferrara, y desempeñó la
penitenciaría de la Iglesia romana. Cuantos cargos se lo
confiaron, los desempeñó con suma brillantez, distinguiéndose
particularmente por su modestia, su elocuencia, su
celo y su vasto saber. El dia 9 de mayo del año 1 i hallándose
ensena, murió santamente, rodeado de sus amigos,
desús admiradores y de su servidumbre, en la quti
contaba entonces á Tomás de Sarzano y á Eneas Silvias,
que ocuparon después sucesivamente la cátedra de san
Pedro.
LA INVENCIÓN DE LOS SANTOS MÁRTIRES NAZAUIO Y CELSO.—
En memoria del dia en que san Ambrosio obispo de Milán
encontró el cuerpo de Nazario, bañado aun en sangre
fresca y lo trasladó á la iglesia de los Apóstoles, juntamente
con las reliquias del niño san Celso, á quien habia criado
san Nazario, instituyó la Iglesia una fiesta en conmemoración
de este hecho, y por esto recuerda hoy sus nombres
en el Martirologio. La festividad principal de estos dos
santos se celebra el dia 28 de julio , en que fué su glorioso
martirio.
DIA 11.
SAN MAYÓLO, ABAD.—Fué san Mayólo natural de Borgoña
de Francia, de una ciudad llamada Matisco, hijo de
padres ilustres y generosos, los cuales 1c enseñaron todas
las buenas costumbres y letras; porque llegó á merecer
que el obispo de dicha ciudad , á petición de toda la
clerecía y ciudadanos, le hiciese arcediano de la Iglesia,
dignidad que si rehusó humilde, ejercitó docta y santamente.
Iba muy continuamente al monasterio de Cluni,
donde enamorado de la sania vida monástica, vino á lo-