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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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l)iA 0.<br />

obluvo permiso <strong>de</strong> su sucesor para retirarse á la abadía<br />

<strong>de</strong> Vinchester, <strong>de</strong> cuyo monasterio fué nombrado abad.<br />

Ocupado en los ejercicios <strong>de</strong> penitencia y en el estudio <strong>de</strong><br />

las sagradas letras, a<strong>de</strong>lantaba cada dia mas en el camino<br />

<strong>de</strong> la perfección cristiana , y se preparaba para ser siempre<br />

mas digno á los ojos <strong>de</strong>l Señor. En su última enfermedad,<br />

á pesar <strong>de</strong> la <strong>de</strong>bilidad extrema que le aquejaba,<br />

quiso recibir <strong>de</strong> rodillas el sagrado viático, y encendió<br />

tanto su fervor y su caridad , que por espacio <strong>de</strong> tres dias<br />

no quiso ver á nadie mas que al monge que le asistia, a<br />

fin <strong>de</strong> que nada interrumpiese la intima unión <strong>de</strong> su alma<br />

con Dios. El cuarto dia, sintiendo que se acercaba su última<br />

hora, llamó á toda la comunidad, y entregó tranquilamente<br />

su espíritu al Criador, entre las oraciones y las<br />

lágrimas <strong>de</strong> sus hermanos. Su cuerpo fué enterrado con<br />

gran pompa, y <strong>de</strong> su sepulcro salió extraordinaria virtud<br />

contra (odas las enfermeda<strong>de</strong>s.<br />

<strong>Los</strong> SANTOS AQUIIA y PUISCILA, ESPOSOS.—Véase la vida<br />

<strong>de</strong> santa Pnscila en el dia 16 <strong>de</strong> enero.<br />

DIA 9.<br />

SANTA AXATOLIA, VÍUGEN Y MÁRTIR.—Fué <strong>de</strong> alta y noble<br />

sangre la gloriosa santa Anatolia; pero mas alta y noble<br />

en virtud. Estaba en su <strong>de</strong>stierro que pa<strong>de</strong>cía por la fé<br />

<strong>de</strong> Jesucristo, ocupada toda en ayunos y oraciones y penitencias,<br />

leyendo dia y noche, y meditando en las santas<br />

Escrituras, tan alegre como si estuviera en la gloria.<br />

Aconteció que un hijo <strong>de</strong> Diodoro (cónsul <strong>de</strong> la provincia<br />

f ¡cena, que es en la Italia, en la parte que llaman la Marca<br />

^ Ancona, junto al lago Velino, don<strong>de</strong> estaba la santa<br />

Vj'gen Anatolia), llamado Ananiano, atormentado y podido<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio^ comenzó á dar voces, diciendo : Señora<br />

Anatolia, tú me abrasas y quemas. Diodoro, que<br />

vió así pa<strong>de</strong>cer á su liijo, lo envió á las selvas y bosques<br />

vecinos como pagano al fin que era; porque allí tenían<br />

los gentiles sus templos. Llegó á una selva, cerca <strong>de</strong> la<br />

cual estaba la gloriosa Anatolia, pa<strong>de</strong>ciendo su <strong>de</strong>stierro<br />

y rompiendo las ca<strong>de</strong>nas con que venia atado, se arrojó<br />

á los piés <strong>de</strong> la santa virgen que estaba puesta en oración,<br />

y dijo : Tú eres la que me abrasas y quemas con las llamas<br />

<strong>de</strong> tus oraciones. La santa entonces, compa<strong>de</strong>cida<br />

<strong>de</strong>l mancebo, sopló en su rostro y dijo: Sal luego, bestia<br />

infernal, <strong>de</strong> oste hombre; y al instante salió el <strong>de</strong>monio.<br />

Volvió el mancebo á casa <strong>de</strong> su padre y le contó, como<br />

Anatolia le habia curado; y al instante el padre, acompañado<br />

<strong>de</strong> su mujer é hijos se fué á buscar á la santa virgen,<br />

y adorándola le ofreció infinitos dineros y riquezas.<br />

Porque habia sanado á su hijo. La santa gloriosa, sin<br />

querer recibir cosa alguna, le'dijo : Vé luego y dá esos<br />

omeros á los pobres cristianos y <strong>de</strong>más necesitados, y tú<br />

Cree on Jesucristo, y también tus hijos y mujer, y todos<br />

os salvaréis.<br />

^ la fama <strong>de</strong> este milagro corrió la opinión <strong>de</strong> sania<br />

"atolla por toda la provincia <strong>de</strong>l Piceno, y todos le trtrfan<br />

SUs <strong>de</strong>nnos, así en<strong>de</strong>moniados, como <strong>de</strong> otras cuales-<br />

(lu'0ra enfermeda<strong>de</strong>s, especiaímente aquellos que los<br />

, icos <strong>de</strong>sahuciaban Y <strong>de</strong>sesperaban <strong>de</strong> salud y vida,<br />

J 'i lodos los sanaba y convertía á Cristo. Viendo los sa-<br />

CC| dotes <strong>de</strong> los gentiles los inQnilos prodigios y milagros<br />

(llle Anatolia hacia, y cuantos por ella, <strong>de</strong>jada ía idolatría<br />

J c«lto <strong>de</strong> los falsos dioses, se convertían á la fé <strong>de</strong> Jesu-<br />

JULIO. 323<br />

cristo, la acusaron ante el emperador Decio: el cual envió<br />

ór<strong>de</strong>n "para que, sí no quería sacrificar á los dioses, le<br />

quitasen la vida. Tuvo esta or<strong>de</strong>n Fausliniano; y así la hizo<br />

llevar á la ciudad Turiense, ó Tora, que está en la misma<br />

provincia <strong>de</strong>l Piceno, y allí la hizo atormentar cruelísímamente<br />

con variedad <strong>de</strong> tormentos : <strong>de</strong>spués la hizo<br />

colgar <strong>de</strong>l ecúieo, ó potro y ponerle fuego <strong>de</strong>bajo. Preguntábale<br />

algunas veces, mientras la abrasaba el fuego,<br />

si quería ofrecer incienso á los dioses, y la <strong>de</strong>jaría ir<br />

libremente adon<strong>de</strong> quisiese; á que ella respondió: Mísero<br />

y <strong>de</strong>sdichado, si no le apartas <strong>de</strong>l culto <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios,<br />

serás con ellos puesto en el fuego cierno. Entonces<br />

Fausliniano hizo llamar un gran<strong>de</strong> mago y encantador,<br />

llamado Marco, y le dijo : Yo mudaré encerrar á<br />

esta mujer en un aposento : tú cuidarás <strong>de</strong> echarle cantidad<br />

<strong>de</strong> serpientes que se la coman; y silo haces, te daré<br />

gran<strong>de</strong>s premios y riquezas, y serás uno <strong>de</strong> mis mayores<br />

amigos.<br />

Marco, que también se llamaba üíiJírj'ó Atrevido, respondió<br />

: Tú dices que le echo muchas serpientes; peto<br />

yo solo le echaré una que al instante la hará pedazos, y<br />

se la comerá. Entraron, pues, á Anatolia, en mi estrecho<br />

aposento, y Marco le echó <strong>de</strong>ntro una gran<strong>de</strong> y (¡era serpiente,<br />

que solo mirarla causaba horror y espanto. La santa<br />

gloriosa, sin hacer caso <strong>de</strong>l monstruo venenoso, estuvo<br />

toda la noche en oración, ya mental, ya vocal, cantando<br />

himnos y salmos, con que amansó el furor <strong>de</strong> aquella<br />

fiera y la hizo se postrase á sus piés, y se <strong>de</strong>jase tomar<br />

<strong>de</strong>sús manos como si fuera una simple paloma. Por la<br />

mafiana Marco, invocando a Mercurio y Minerva, abrió el<br />

aposento, y la sierpe al instante volando sobre él, le ro<strong>de</strong>ó<br />

la garganta, para <strong>de</strong>spedazarlo y comérselo : lo cual<br />

visto por Anatolia, se fué á él, y tomando con su mano la<br />

sierpe, se la quitó <strong>de</strong>l pescuezo sin que le hiciese mal alguno,<br />

y la mandó que se fuése al <strong>de</strong>sierto y lugar suyo<br />

en el nombre <strong>de</strong> Jesucristo : lo cual hizo la venenosa fiera,<br />

obe<strong>de</strong>ciendo con toda mansedumbre y humildad. Entonces<br />

Marco, tocado ya <strong>de</strong> divina luz á vista <strong>de</strong> tan gran<br />

milagro, se arrojó á los piés <strong>de</strong> Anatolia y la adoró diciendo<br />

: Cristo es Dios verda<strong>de</strong>ro: Luego que Fausliniano<br />

supo que Marco Audax confesaba á Crisío, lo hizo llamar,<br />

y puesto en su presencia, le dijo : Si aquella encantadora<br />

con su arte mágica echó <strong>de</strong> sí la serpiente ; ¿por qué tú,<br />

en menosprecio <strong>de</strong> los dioses, has creído éri Cristo? ¿Así<br />

se <strong>de</strong>ja engañar un hombre tan sabio como lú ? Audax entonces,<br />

verda<strong>de</strong>ramente audaz, respondió: Yo creo en<br />

Cristo verda<strong>de</strong>ro Dios, al cual invocando santa Anatolia,<br />

me quitó aquella lierísima y cruel sierpe <strong>de</strong> mí garganta<br />

con su propia mano, Fausliniano dijo : i O miserable y<br />

<strong>de</strong>sdichado! ¿Tienes infinito oro y piala : tienes gran<br />

familia: tienes mujer é hijos; y menospreeiando todas<br />

estas cosas, no temes morir ? Audax Marco respondió:<br />

Yo sé y conozco muy bien la virtud <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> Cristo,<br />

por lo cual no temo morir. ¿ No adviertes que solo la invocación<br />

<strong>de</strong> su santísimo nombre, bastó á quitarme un tan<br />

horrendo y venenoso monstruo ?<br />

Fausliniano le dijo entonces : Ilaráse <strong>de</strong> tí relación ; y<br />

con ella serás sentenciado á morir con los <strong>de</strong>más cristianos.<br />

Mandóle poner en la cárcel, mientras iba la relación<br />

al emperador, y veníala respuesta. Entretanto por ór<strong>de</strong>n<br />

y cuidado do santa Anatolia, fué totalmente instruido on<br />

las cosas <strong>de</strong> nuestra santa fé. y al fin fué sentenciado á

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