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C1G<br />
cibirle. A los principios, la dieron sus confesores licencia<br />
para comulgar dos veces en la semana: <strong>de</strong>spués, viendo<br />
la lan aprovechada , se la alargaron á Ires: luego le permitieron<br />
que comulgase los dias <strong>de</strong> flesta, aunque cayesen<br />
fuera <strong>de</strong> los Ires dias: <strong>de</strong>spués la concedieron que en<br />
las pascuas y solemnidad <strong>de</strong> Corpus comulgase todos los<br />
dias; pero nunca salla en esto, como en todo, <strong>de</strong> la obe<br />
diencia <strong>de</strong> sus confesores. Preparábase para cada comunión<br />
, como si hubiera <strong>de</strong> ser la última <strong>de</strong> su vida; ayunaba<br />
la víspera, y lomaba una sangrienta disciplina, y el<br />
dia <strong>de</strong> la comunión se confesaba siempre con muchas lágrimas,<br />
como si fuera la mayor pecadora <strong>de</strong>l mundo,<br />
siendo su vida inculpable é inocente; y finalmente, se<br />
disponía con fervorosísimos actos <strong>de</strong> todas las virtu<strong>de</strong>s<br />
para recibir al Autor déla santidad. Con esto le entraba lan<br />
en provecho e^le divino manjar, que, como ella misma <strong>de</strong>cía,<br />
no tenia palabras para esplicar los regalos, dulzuras<br />
y mudanzas que causaba en su alma. Y bien se manifes<br />
tabal) los afectos interiores <strong>de</strong>l alma, por los esleriores que<br />
causaba la comunión en el cuerpo, porque fué visto muchas<br />
veces su rostro lleno <strong>de</strong> resplandores, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber recibido la sagrada forma. Comunicábale lanías<br />
fuerzas y alientos este manjar, que muchas veces al irá<br />
comulgar, iba sin fuerzas ni aliento, por la mucha flaque<br />
za ocasionada <strong>de</strong> sus ayunos y penitencias; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
liaber comulgado, volvia á casa con tanta lijerezti, que<br />
Su madre no podia seguirla. Ocupábase con gran<strong>de</strong> gusto<br />
en labrar corporales y otras cosas que sirven para el santo<br />
sacrificio <strong>de</strong> la misa; y finalmente, <strong>de</strong>seó pa<strong>de</strong>cer martirio<br />
en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> este soberano sacramento.<br />
Mas no fueron todos regalos y consuelos que el Sefior la<br />
comunicó: bízola beber el cáliz amarguísimo <strong>de</strong> su pasión,<br />
y lo mas penoso <strong>de</strong> él y mas sensible para las almas<br />
amantes <strong>de</strong> Dios, que son los <strong>de</strong>svíos, <strong>de</strong>samparos, soleda<strong>de</strong>s<br />
y oscurida<strong>de</strong>s con que Dios suele probar á los suyos.<br />
Eran tales estos en la virgen Rosa , que no es fácil<br />
esplicarlos, porque ni ella lenia palabras para <strong>de</strong>clararlos<br />
como eran. Hallábase como en una cárcel oscura y tenebrosa<br />
, don<strong>de</strong> no entra ni un rayo <strong>de</strong> luz, cercada <strong>de</strong> tinieblas,<br />
<strong>de</strong>smayos y <strong>de</strong>sconsuelos. Parece que su memoria<br />
se habia olvidado <strong>de</strong> Dios, y su entendimiento no acortaba<br />
á discurrir en sus perfecciones, y su voluntad se<br />
hallaba como oprimida, sin po<strong>de</strong>r levantarse á ejercitar<br />
los afectos <strong>de</strong>l amor: y cuando mas se esforzaba á pensar<br />
en Dios, parece que se acordaba <strong>de</strong> él como <strong>de</strong> una cosa<br />
pasada y muy antigua, y que la miraba <strong>de</strong> lejos como<br />
entre unas nubes oscuras; y al querer acercarse á él, la<br />
ponía grillos para que no lo hiciese, no <strong>de</strong>jándola llegar,<br />
antes <strong>de</strong>spidiéndola y arrojándola <strong>de</strong> su presencia. Mientras<br />
duraron estos <strong>de</strong>sconsuelos y turbaciones, estuvo en<br />
un martirio lan penoso y cruel, cual nunca le inventaron<br />
los tiranos, y apenas podia <strong>de</strong>terminar si estaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
sí, ó fuera <strong>de</strong> sí; ó si estaba en esta vida, ó en el infierno<br />
ó purgatorio, y antes sufriera aquellas llamas <strong>de</strong> fuego<br />
q\\¿ estos <strong>de</strong>samparos <strong>de</strong> Dios. En su mayor aflicción, le<br />
<strong>de</strong>cia á Cristo, lo que Cristo á su Padre: Dios mío , Dios<br />
mió, ¿por qué me has <strong>de</strong>samparado? Pero nadie la respondía<br />
, ni aun parecía haber quien oyese sus quejas; solamente<br />
veia algunas veces una confusa luz <strong>de</strong> esperanza<br />
<strong>de</strong> que tendría fin su tormento, y suce<strong>de</strong>ría algún consuelo<br />
á tanto <strong>de</strong>sconsuelo. Pa<strong>de</strong>ció este martirio por espacio <strong>de</strong><br />
quince aflos continuos, todos los días una hora, y á veces<br />
LA LEYENDA DE ORO.<br />
DIA 30.<br />
mas, queriendo Dios nuestro Señor dar estas treguas á<br />
sus penas, para que no la quitase la vida el dolor. Si quería<br />
<strong>de</strong>clarar á su confesor loque pa<strong>de</strong>cía para que la diese<br />
remedio, no hallaba palabras con que esplícarlo, ni ellos<br />
la entendían, aunque consultó muchos varones doctos y<br />
espirituales. Participaba el cuerpo <strong>de</strong> las penas <strong>de</strong>l alma,<br />
y por lo <strong>de</strong>sfigurado <strong>de</strong>l rostro, conoció su madre que<br />
Rosa estaba enferma: llamó á los médicos, hicieron<br />
varios remedios para curarla; aunque ella <strong>de</strong>cía que<br />
eran sin provecho , porque su enfermedad no estaba en<br />
el cuerpo, sino en el espíritu. Un dia dijo á su madre,<br />
que pa<strong>de</strong>cía un fuego tan voraz, que ningún fuego <strong>de</strong><br />
acá se podia comparar con él, y que las penas que pa<strong>de</strong>cía,<br />
no se podían esplicar con palabras, y que no las<br />
pa<strong>de</strong>cía en el cuerpo, sino en el alma, y eran bastantes<br />
á quitarle la vida, si Dios misericordiosamente no<br />
se la conservara. Viendo, pues, Rosa, que solo el médico<br />
que la habia herido la podía sanar, le pidió con gran<strong>de</strong><br />
instancia que no la tuviese crucificada en tan penosa<br />
cruz, ni la hiciese beber cáliz tan amargo. Entendió luego<br />
que gustaba Dios <strong>de</strong> que le bebiese; ya no le trocara por<br />
todos los regalos que la habia hecho en toda su vida , y<br />
<strong>de</strong>seaba tanto que llegase la hora <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer, como ántes<br />
la temía, diciéndole á Dios con ánimo varonil y esforzado:<br />
No se haga, Sefior, mí voluntad, sino la tuya. Después que<br />
estuvo mas cursada en estos <strong>de</strong>samparos, <strong>de</strong>cia, que al<br />
tenerlos le parecía ver á Cristo nuestro Señor, riguroso juex<br />
con un roslro airado, <strong>de</strong>cir aquellas palabras: Id, malditos,<br />
al fuego eterno: y que temblaba y se afligía, como si á<br />
ella sola las dijera, y como sí estuviera pa<strong>de</strong>ciendo entre<br />
los con<strong>de</strong>nados <strong>de</strong>l infierno. Después <strong>de</strong> la hora ó tiempo<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sconsuelo, se hallaba do reponte como en otra región<br />
, llena <strong>de</strong> claridad y gozos inexplicables, en que so<br />
anegaba el alma unida con Dios , sin po<strong>de</strong>r acordarse ni<br />
pensar, ni amar mas que á Dios, como sí en un punto la<br />
hubiera sacado <strong>de</strong>l infierno <strong>de</strong> entre los con<strong>de</strong>nados, y llevádola<br />
al cíelo entre los bienaventurados.<br />
De María santísima, fué Rosa muy regalada y visitada.<br />
Pa<strong>de</strong>ciendo un tiempo p&r las mañanas grandísimo sueño,<br />
y sintiéndolo mucho, porque la embarazaba su oración,<br />
pidió remedio á la Reina <strong>de</strong> los ángeles; y esta Sefiora<br />
venia todas las mañanas á dispertarla, y la <strong>de</strong>cia: Levántate<br />
á la oración, hija mía, que ya 9s hora. Una mañana<br />
respondió Rosa: Ya me levanto. Señora: y agravada <strong>de</strong>l<br />
sueño, se volvió á caer sobre la cama; y María volvió scunda<br />
vez, y la dijo : Ea , hija, no estés perezosa , pues<br />
vengo á llamarte para lu oración : levántate, (pie ya es<br />
hora. ¿Qué mayor favor y regalo pue<strong>de</strong> ser, que este?<br />
Pero merecía estos favores Rosa, por el entrañable amor<br />
que tenia á esta Señora, porque no sabía hablar <strong>de</strong> ella<br />
sin lágrimas; persuadía á todos su <strong>de</strong>voción , Iraia siempre<br />
en la mano su rosario, y no se hallaba sin él, y le rezaba<br />
todos los dias, como dijimos, fuera <strong>de</strong> otras <strong>de</strong>vociones<br />
y servicios que la hacia. Fué Rosa <strong>de</strong>votísima <strong>de</strong>l ángel<br />
<strong>de</strong> su guarda, con el cual comunicaba sus penas y<br />
consultaba sus dudas. Acometióle una noche un dolor <strong>de</strong><br />
estómago tan fuerte, que temió per<strong>de</strong>r la vida; consultó<br />
con su ángel <strong>de</strong> la guarda, qué remedio haria, y la resolvieon<br />
que fuese el ángel á casa <strong>de</strong> don Gonzalo <strong>de</strong> Maza, <strong>de</strong><br />
cuya casa eran muchos los padres <strong>de</strong> Rosa, y trajese un<br />
poco <strong>de</strong> chocolate. Dentro <strong>de</strong>l tiempo que bastaba para<br />
hacerle, vino un negro <strong>de</strong> don Gonzalo, que traía un poco