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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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6 LA LEYENDA DE ORO.<br />

fé católica <strong>de</strong> la herejía que Arrio había invenlado. Pero<br />

no hasló, para arrancarla <strong>de</strong> raíz: porque Arrio y algunos<br />

secuaces fingieron que estaban arrepentidos, como lo<br />

suelen hacer los herejes para engañar mas. Pasados<br />

cinco meses <strong>de</strong>l concilio murió san Alejandro, obispo, y<br />

fué elegido en su lugar san Atanasio, con gran consentimiento<br />

y aplauso <strong>de</strong> toda la ciudad <strong>de</strong> Alejandría; y por<br />

divina inspiración y revelación, san Alejandro, estando<br />

para morir, le nombró por su sucesor. Y porque Atanasio,<br />

temiendo esto, se había huido, el santo viejo Alejandro,<br />

como vió que habiéndole llamado por su nombre algunas<br />

veces, no le respondía, dijo: ¿Piensas huir, Atanasio? No<br />

podrás huir. Y <strong>de</strong> aquí es, que hablando san Gregorio<br />

Nazíanceno <strong>de</strong> esta elección <strong>de</strong> Atanasio, dice: « Por estas<br />

causas Atanasio, sucesor, no menos <strong>de</strong> la piedad <strong>de</strong> san<br />

Marees, (pie <strong>de</strong> su silla patriarcal, fué puesto en su trono,<br />

por común consentimiento <strong>de</strong> todo el pueblo : nó, como<br />

otros suelen, por ambición ni por violencia, sino apostólica<br />

y espiritualmente.»<br />

Gran<strong>de</strong> fué la alegría <strong>de</strong> todos los católicos, por ver á<br />

san Atanasio levantado á aquella dignidad <strong>de</strong> patriarca <strong>de</strong><br />

Alejandría ; pero no fué menor la tristeza y pena que<br />

tuvieron los herejes arríanos, que ya eran muchos, temiendo<br />

que contra (al capitán y valor no podrían contrastar,<br />

ni <strong>de</strong>sbaratar, como pretendían, los escuadrones<br />

invencibles <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong>l Señor. Veían la vida <strong>de</strong> san<br />

Atanasio ser irreprensible, la doctrina excelente, el ingenio<br />

raro, el zelo <strong>de</strong> la fé católica singular, el pecho constante,<br />

firme y mas fuerte que el hierro, que el acero y<br />

diamante para resistir á todas las fuerzas, máquinas y<br />

ardidos <strong>de</strong> sus contrarios. Pero no por eso <strong>de</strong>smayaron los<br />

herejes; antes se hicieron á una , para <strong>de</strong>rribarle y<br />

echarle, no solarntinle <strong>de</strong> la silla, en que Dios le bahía<br />

puesto, sino también <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Alejandría y <strong>de</strong>l<br />

Oriente, y aun <strong>de</strong> todo el mundo , si pudieran : que parece<br />

, como dice Rufino , que se podía bien <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> san<br />

Atanasio, lo que Cristo nuestro Señor dijo <strong>de</strong> san Pablo:<br />

«Yo le mostraré cuanto habrá <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer por mi nombre;»<br />

porque fueron tantas las acusaciones, calumnias y<br />

persecuciones, que se armaron contra él, que parecía<br />

que todo el mundo se habia conjurado contra Atanasio, y<br />

que los príncipes <strong>de</strong> la tierra, las gentes <strong>de</strong> los reinos y<br />

los ejércitos se habían confe<strong>de</strong>rado, para <strong>de</strong>struirle; y<br />

que él, estando armado <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>cía: «Si todo el mundo<br />

estuviere puesto en armas contra mí, y me cercare, Señor,<br />

no temerá mi corazón, teniéndoos á vos á mi lado.»<br />

Cuatro emperadores le persiguieron, Constantino Magno,<br />

Constancio su hijo, Juliano Apóstata y Tálente, aunque<br />

diferenlemenle; porque Constantino le persiguió con<br />

buen celo, pensando que acertaba; y los otros emperadores<br />

como enemigos <strong>de</strong> Dios. Acusaron los arríanos á Atanasio<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l emperador Constantino, al principio <strong>de</strong><br />

hombre codicioso, soberbio y enemigo suyo, y perturbador<br />

<strong>de</strong> la república. Añadieron <strong>de</strong>spués, que habia enviado<br />

gran suma <strong>de</strong> dineros á un Filomeno que se habia rebelado<br />

contra el emperador; pero llamando Constantino á Atanasio<br />

y averiguada la verdad, le mandó volver á su iglesia,<br />

y escribió una carta á la misma iglesia, reprendiendo<br />

á los enemigos <strong>de</strong> Atanasio, y alabándole á él por<br />

e»las palabras: «Yo he recibido á Atanasio, vuestro obispo,<br />

<strong>de</strong> buena gana, y le he hablado como á varón <strong>de</strong> Dios:<br />

pero á vosotros toca el juzgar oslo y nó á mí. Pero por lo<br />

DIA 2.<br />

que yo he echado <strong>de</strong> ver en los razonamientos que habernos<br />

tenida, él es hombre suficiente y necesario para ser<br />

vuestro prelado, porque su diligencia en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la verdad<br />

es gran<strong>de</strong>, y muy á propósito para conservar nuestra<br />

religión, que es pacífica y quieta, y siempre abraza las<br />

sentencias saludables y coaformes á la razón.» Pero con<br />

haber escrito el emperador eala carta, y vuelto Atanasio<br />

con ella a Alejandría con gran<strong>de</strong> contento <strong>de</strong> los católicos,<br />

los herejes se turbaron y embravecieron, y pegaron fuego<br />

por tantas parles y con tanta vehemencia, que en muchos<br />

años no se pudo apagar. Engañaron al mismo emperador<br />

con nuevas y falsas acusaciones contra Atanasio. Suplicárouleque<br />

mandase formar un concilio en que se <strong>de</strong>terminase<br />

aquella causa, y que pareciese Atanasio <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los obispos,que<br />

eran sus jueces, y diese razón <strong>de</strong> sí. Ycomo el emperador<br />

era humano y fácil, y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> paz y quietud, y<br />

los que esto le proponían eran obispos que cxleriormente<br />

mostraban ser católicos y obe<strong>de</strong>cer al concilio Niceno, é<br />

interiormenle eran herejes y favorecedores <strong>de</strong> Arrio; engañado<br />

<strong>de</strong> ellos, mandó juntar el concilio <strong>de</strong> Tiro, poniendo<br />

la mano en lo que no le tocaba, y dando ánimo á los<br />

enemigos <strong>de</strong> la verdad, pensando falsamente que por<br />

aquel camino saldría la luz y seria mas conocida: para<br />

que entendamos las astucias <strong>de</strong> los herejes, y que <strong>de</strong> una<br />

pequeña centella, si no se ataja, se levanta un gran<strong>de</strong> incendio,<br />

y el recato con que <strong>de</strong>ben proce<strong>de</strong>r los príncipes<br />

en materia <strong>de</strong> religión, y la firmeza y constancia en lo que<br />

una vez maduramente hubieren <strong>de</strong>terminado, porque en<br />

aquel conciliábulo que se congregó en la ciudad <strong>de</strong> Tiro,<br />

se hallaron muchos obispos, los mas <strong>de</strong> ellos herejes arríanos<br />

y enemigos <strong>de</strong> la fé católica y <strong>de</strong> Atanasio, los cuales<br />

habían <strong>de</strong> ser los testigos contra él y los jueces, y por<br />

esto habían procurado con (antas veras que se hiciese<br />

aquella perversa junta, y quedaron muy contentos <strong>de</strong>. verse<br />

en ella; porque podian hacer y <strong>de</strong>shacer á su voluntad,<br />

absolver al culpado y con<strong>de</strong>nar al inocente. El que allí<br />

presidia era ^usebío obispo <strong>de</strong> Cesárea, arriano; el con<strong>de</strong><br />

que envió el emperador para que asistiese á ella, estaba<br />

ya pervertido ; y habia muchos soldados y ruidos <strong>de</strong> armas<br />

para espantar á Atanasio, y hacer por fuerza lo quo<br />

por justicia no pudiesen. Vino Atanasio acompañado <strong>de</strong><br />

los obispos <strong>de</strong> Egipto: entró en el concilio, y no le dieron<br />

lugar en que se sentase; <strong>de</strong>biendo él, como patriarca <strong>de</strong><br />

Alejandría y cabeza, presidir en él: lo cual como viese<br />

san Potamon, obispo <strong>de</strong> Heraclea, varón esclarecido é<br />

ilustre confesor <strong>de</strong> Cristo, no lo pudo sufrir; y levantándose<br />

<strong>de</strong>l lugar en que estaba, con muchas lágrimas y sollozos,<br />

dijo á Ensebio Cesariense que presidía: ¿Tú estás<br />

sentado y Atanasio en pié? ¿Él como reo, y tú como juez?<br />

¿Quién lo pue<strong>de</strong> sufrir? ¿No te acuerdas, que yo y tú estuvimos<br />

juntos presos por la fé? Yo perdí este ojo por confesarla;<br />

y tú saliste libre y sano, porque hiciste lo que<br />

los gentiles te pidieron, ó lo prometiste hacer. Pero ninguna<br />

cosa bastó, para que la acusación no fuese a<strong>de</strong>lante:<br />

en la cual, aunque hubo otros cargos, dos fueron los principales.<br />

El primero <strong>de</strong> una mujercilla liviana y <strong>de</strong>shonesta,<br />

que por persuasión délos arríanos y dineros que le<br />

dieron, exclamó allí en el concilio contra Atanasio, diciendo,<br />

que habiéndole hospedado en su casa, la habia violado<br />

y quitado por fuerza su "virginidad ¡ pero luego se conoció<br />

la <strong>de</strong>svergüenza <strong>de</strong> la mala hembra, y el artificio y<br />

embuste <strong>de</strong> los herejes; porque Timoteo, presbítero <strong>de</strong>

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