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trabajado en la viña. No sabia lo que se <strong>de</strong>cia; porque se<br />
contentaba con sola aquella vista déla gloria <strong>de</strong>l cuerpo<br />
<strong>de</strong>l Seflor, y la tenia por suma bienaventuranza, no siendo<br />
mas que una gota <strong>de</strong> aquel rio que alegra la ciudad <strong>de</strong><br />
Dios, y como una gola <strong>de</strong> aquel vino precioso que embriaga<br />
los moradores <strong>de</strong>l cielo. Pero si esto dice Pedro no habiendo<br />
gustado mas que una gola <strong>de</strong> aquel vino celestial;<br />
¿qué hiciera si á boca llena bebiera <strong>de</strong> aquel impetuoso rio<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>leites, y <strong>de</strong>aquella abundantísima mesa <strong>de</strong> los que ven<br />
y gozan <strong>de</strong> Dios, cuyo pasto es el mismo Dios? Mas no es<br />
maravilla que Pedro no acertase á hablar; porque estaba<br />
turbado, estaba asombrado, absorto y fuera <strong>de</strong> sí: y en<br />
las cosas altas y divinas, y que tanto exce<strong>de</strong>n y sobrepujan<br />
nuestra flaqueza, no es mucho que los hombres no<br />
acierten á hablar. Mas es <strong>de</strong> maravillar que haya hombres,<br />
si hombres y nó bestias se <strong>de</strong>ben llamar, que <strong>de</strong> taj<br />
suerte están abrazados con las cosas caducas y frágiles<br />
<strong>de</strong> esta miserable vida, que tienen por rosas las espinas,<br />
y por <strong>de</strong>licias los abrojos, por miel la hiél, y la misma<br />
muerte por vida; y que si nó con las palabras, con las<br />
obras dicen ; Bien estamos aquí: y <strong>de</strong> grado, si les <strong>de</strong>jasen,<br />
estarían perpetuamente: contra los cuales dice el<br />
suavísimo Bernardo <strong>de</strong> esta manera: «¿Cómo es posible<br />
que sea bueno estar aquí? Antes es cosa molesta , grave<br />
y peligrosa; porque aquí hay mucha malicia y poca sabiduría,<br />
si hay alguna. Todas las cosas son pegadizas,<br />
llenas <strong>de</strong> resbakuleros, tinieblas y lazos <strong>de</strong> pecados, en<br />
don<strong>de</strong> peligran las almas, y el espíritu se aflige <strong>de</strong>bajo<br />
<strong>de</strong>l sol, y no se halla sino vanidad y aílixion <strong>de</strong> espíritu.))<br />
Esto es <strong>de</strong> san Bernardo. Pero volviendo á san Pedro , en<br />
una cosa acertó, en <strong>de</strong>cir: Si vis: Señor; si vos queréis:<br />
remitiéndose en todo á la divina voluntad.<br />
Pero estando san Pedro hablando , súbita y repentinamente<br />
vino una nube <strong>de</strong>l cielo, clara y resplan<strong>de</strong>ciente<br />
que le hizo sombra, y sonó en ella una voz que dijo: Este<br />
es mi Hijo muy amado, en el cual siempre me he agradado:<br />
oídle á él. Vino la nube: porque Dios suele mostrar<br />
su majestad en las nubes, como en cosa alta y superior,<br />
para <strong>de</strong>clararque el que habla ó se muestra en ella,<br />
es el Seflor soberano <strong>de</strong>l cielo y Dios verda<strong>de</strong>ro: y para<br />
queso entendiese, que aquella voz que sonaba en ella, era<br />
voz <strong>de</strong>l mismo Dios, y no <strong>de</strong> otro ; y para que los ojos<br />
<strong>de</strong> los apóstoles que eran flacos pudiesen mejor sufrir,<br />
sin cegarse, la inmensidad <strong>de</strong> aquel resplandor y luz divina.<br />
Y fuó muy conveniente que la nube fuese clarísima<br />
y nó oscura , ni caliginosa, como la que apareció en el<br />
nioiilc Sinaí, así porque no venia como aquella para espantar,<br />
sino para ensenar; como para que fuese proporcionada<br />
á la gloria <strong>de</strong> la transfiguración <strong>de</strong>l Señor, que<br />
allí se representaba. Oyóse <strong>de</strong> la nube la voz <strong>de</strong>l Padre<br />
eterno que dijo: Este es mi Hijo querido, en el cual me<br />
agrado; oidle: como si dijera: Este es mi Hijo natural,<br />
verda<strong>de</strong>ro, consustancial, en el cual me he agradado,y por<br />
quien me aplaco y reconcilio con el hombre, y todas las<br />
cosas que me agradan-, me agradan por él: á este habéis<br />
<strong>de</strong> oir: este es vuestro preceptor, vuestro maestro;<br />
cuyas palabras son palabras do vida, cuya doctrina es<br />
divina, y la obediencia <strong>de</strong> ella es bienaventuranza r á<br />
este habéis <strong>de</strong> oir y nó á Pedro; que en lo que ahora<br />
dice, no sabe lo que dice: ni á Moisés; porque es tarlamudo:<br />
ni á Elias; porque cierra con su lengua el cielo,<br />
j hace <strong>de</strong> él venir el fuego: este es el verda<strong>de</strong>ro legis-<br />
LA LEYENDA DE ORO. DÍA 6.<br />
lüdor, el fin <strong>de</strong> lodos los profetas, el camino y guia oel<br />
cielo, el <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> toda santidad, la (igura <strong>de</strong> mi sustancia<br />
: á este habéis <strong>de</strong> seguir: á este habéis <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer<br />
é imitar, si queréis ^ser mis hijos adoptivos, como<br />
el es m¡ Hijo unigénito y natural. Oyendo esta voz gran<strong>de</strong><br />
y sonora, los apóstoles, <strong>de</strong>spavoridos y llenos <strong>de</strong> temor<br />
y estupor, cayeron sobre sus rostros en tierra, quedando<br />
como muertos y fuera <strong>de</strong> sí; porque la flaqueza humana no<br />
es capaz <strong>de</strong> cosas tan altas y divinas, si el Sefior que se<br />
las comunica, no la esfuerza y la levanta , como aquí lo<br />
hizo el Salvador : el cual se llegó á ellos y los locó con<br />
la mano, como lo solemos hacer con los que están <strong>de</strong>smayados<br />
y caídos, y les dijo que se levantasen y no temiesen:<br />
y bajando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l monte, les mandó que<br />
no <strong>de</strong>scubriesen ni dijesen anadíelo que hahian visto,<br />
hasta que él hubiese resucitado; y a>í lo callaron los<br />
apóstoles, como dice san Lucas. Con esto los <strong>de</strong>más apóstoles<br />
carecieron <strong>de</strong> la tentación do la envidia que pudieran<br />
tener, si lo supieran, y el pueblo <strong>de</strong>l escándalo que<br />
pa<strong>de</strong>cería, sí, habiendo oído <strong>de</strong>cir que en el monte había<br />
aparecido glorioso, <strong>de</strong>spués le viera morir en un ma<strong>de</strong>ro:<br />
teniéndolo por burlador y embustero, que con fingidas<br />
invenciones y malas artes se vendía por lo que no era,<br />
y se hacia Hijo <strong>de</strong> Dios; que por esto algunos <strong>de</strong> los<br />
que le vieron en la cruz, dijeron: Sí es Hijo <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>scienda<br />
<strong>de</strong> la cruz. Y juntamente nos enseñó el Señor (como<br />
dice santo Tomás) que los altos misterios, nó luego se<br />
<strong>de</strong>ben proponer á todos, sino primero á los mayores, y<br />
por ellos á su tiempo á los menores. Y, como dice san<br />
Juan Crisóslomo, por esto escogió á estos tres apósíoles,<br />
como á personas mas excelentes, para que leslificasen á<br />
los otros discípulos y á toda la Iglesia, con mas anloridad<br />
y fuerza, cuando ya estaban llenos <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />
Esta es la historia <strong>de</strong>l sagrado misterio la <strong>de</strong> transfiguración<br />
<strong>de</strong>l Señor, que hoy celebra la Iglesia, <strong>de</strong>clarando<br />
brevemente, para que los que no lo saben, sepan lo que<br />
celebran: porque fuó un misterio soberano, y una visión<br />
singular y divina para avivar nuestra fé, <strong>de</strong>spertar nuestra<br />
esperanza, encen<strong>de</strong>r nuestra caridad y engendrar<br />
en nuestros corazones un santo temor <strong>de</strong>l Señor. Aviva la<br />
fé <strong>de</strong> muchos artículos y misterios que creemos. El <strong>de</strong> la<br />
santísima Trinidad, en el Hijo, que se transfiguró, y en él la<br />
voz <strong>de</strong>l Padre, que se oyó, y en la nube resplan<strong>de</strong>ciente<br />
<strong>de</strong>l Espíritu Santo, que hizo sombra á los apóstoles: el<br />
misterio <strong>de</strong> la encarnación , en el Hijo querido, y en dárnosle<br />
por maestro y mandarnos que le oigamos y obe<strong>de</strong>zcamos:<br />
el misterio <strong>de</strong> la pasión y muerte <strong>de</strong>l Señor, en<br />
aquel exceso, <strong>de</strong>l cual hablan Moisés y Elias, y él había<br />
do cumplir en Jerusalen : el misterio <strong>de</strong> la resurrección<br />
y gloria no solo <strong>de</strong> Jesucristo, sino <strong>de</strong> todos sus miembros<br />
y verda<strong>de</strong>ros hijos, se nos representa en la misma Iransfiguracion:<br />
pues don<strong>de</strong> estuviera la cabeza, han <strong>de</strong> estar<br />
los miembros, y so transfiguró el Señor y se vistió do<br />
gloría, para que supiésemos que nuestros cuerpos habian<br />
<strong>de</strong> ser vestidos <strong>de</strong> aquella misma gloria y hermosura en<br />
el ciclo, y animarnos con esta esperanza á resis'.ir los<br />
apetitos y <strong>de</strong>leites <strong>de</strong> nuestra carne, que es la que t*)s<br />
hace guerra, y se ceba y entretiene en las ci íatm ¡is. A mas<br />
<strong>de</strong> esto, aquellas palabras que dijo el Padre eterno: Este<br />
es raí Hijo querido, en el cual me he complacido y agrado;<br />
oídle á él; nos enseñan que la ley vieja ya se acabó<br />
, y los profetas cesaron, y que el viejo Testamento tío