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n*A 30. AGOSTO. G13<br />
do mosquitos á la ermita, especialmente <strong>de</strong> noehe; y aun-<br />
(¡uc estos animalejos son tan enojosos por las picaduras y<br />
ruido que hacen, con lodo eso , en entrando en la celda<br />
ninguno ie picaba ni hacia ruido, como si quisieran guardarla<br />
el dulce suefio <strong>de</strong> oración: y porque se viese que este<br />
(Omeditnenlo era respeto á la santa virgen, si entraba la<br />
madre ú olra persona en la celda, luego se les llenaba la<br />
cara y manos <strong>de</strong> mosquitos , y íes picaban y molestaban<br />
mucho. Admirábanse <strong>de</strong> ver que la virgen Rosa no tenia<br />
sefial alguna en la cara ni en las manos; y diciéndoselo<br />
un dia, respondió riéndose: Cuando yo me pasé á esta<br />
celda , hicimos concierto los mosquitos y yo , <strong>de</strong> que ni<br />
yo les molestarla á ellos, ni ellos me molestarian á mí:<br />
con que vivimos con tanta amistad, que ni me pican ni<br />
embarazan, antes con su zumbido me ayudan á alabar á<br />
Dios nuestro Sefior. Y así era ; porque al abrir por la mafuma<br />
la puerta y ventana <strong>de</strong> su retiro, <strong>de</strong>cia á los mosquitos<br />
que se habian quedado <strong>de</strong>ntro aquella noche: Ea,<br />
amigos mios, á alabará Dios nuestro Señor. Y luego como<br />
si tuvieran uso <strong>de</strong> razón , salían <strong>de</strong> la celda y en coros<br />
bacian una música apacible y concertada , hasta que los<br />
enviaba á buscar su comida; y entonces callaban y se<br />
iban. Volvían á prima noche, y <strong>de</strong>cíalos. Ea, amigos,<br />
antes <strong>de</strong> recogernos alabad conmigo al Señor; porque os<br />
ha sustentado hoy , y nos sustenta á todos: luego hacían<br />
su música semejante á la <strong>de</strong> la mañana, hasta que la santa<br />
los mandaba callar y recogerse. Vínola á visitar un dia<br />
sóror Catalina <strong>de</strong> Santa María , beata <strong>de</strong> la misma ór<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong> Santo Domingo : comenzaron los mosquitos á picarla,<br />
y ella mató á uno <strong>de</strong> ellos. Díjola la santa: ¿Qué haces,<br />
sóror mía? ¿ á mis compañeros malas? Y replicando ella,<br />
que mejor era llamarlos enemigos que compañeros, pues<br />
se cebaban en su sangre; dijo Rosa : ¿Qué mucho es que<br />
estos animalejos se sustenten <strong>de</strong> nuestra sangre, si su<br />
Criador nos sustenta con la suya? No me mates ninguno,<br />
que yo te prometo que tengan contigo la misma paz<br />
y amistad que conmigo. Y así fué ; porque yendo <strong>de</strong>spués<br />
muchas veces á ver á Rosa , nunca mas la molestó ni picó<br />
jnosquito alguno, como ni á otras personas á quienes mandaba<br />
la santa que no picasen. Fuéla á visitar un dia sóror<br />
Fráncbca <strong>de</strong> Monloya, beata también <strong>de</strong> la misma ór<strong>de</strong>n;<br />
lemia cntrnr en la'celda viendo tantos mosquitos; y la<br />
santa dijo: No temas, hermana, á los mosquitos; que solo<br />
tres te han <strong>de</strong> picar ahora en nombre <strong>de</strong> la santísima T; i-<br />
nidad; pero <strong>de</strong> hoy en a<strong>de</strong>lante te aseguro que no te picará<br />
ninguno. Y así sucedió, que aquella tar<strong>de</strong> la picaron tres;<br />
y en otras muchas veces que volvió á ver á lasanla no la picó<br />
ninguno. También las aves obe<strong>de</strong>cían á la santa, alabando á<br />
suCiiador, cuando ella las mandaba cantar: yálos árboles<br />
convidaba á alabar á Dios: y ellos se inclinaban hasta la<br />
l¡c;'ra, ó hiriendo uaas ramas con otras, hacían un apacible<br />
y consonante ruido, formando <strong>de</strong> la manera que podían<br />
una miisica suave: y lo mismo hacían las plantiis y<br />
llores.<br />
Una <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s que mas resplan<strong>de</strong>cieron en esta<br />
^anhi virgen , fué. la caridad y misericordia. Siendo pohre,daba<br />
toda la limosna que podía, á los pobres, y<br />
mas cielo que podio; pues le sucedió tal vez ayunar á<br />
Vm y agua ocho días , por socorrer con lo que ahorcaba<br />
do su comida, á una persona necesitada. Otra vez,<br />
dándola su madre treinta y seis varas <strong>de</strong> lienzo, para que<br />
dlspu$iesedfl ellas á su voluntad, las envió á dos personas<br />
pobres y virtuosas, quedándose ella sin nada. Riñóla<br />
marlre porque no habia guardado siquiera parte <strong>de</strong> lienzo<br />
para sí, pues lo habría menester si la viniese alguna enfermedad<br />
, respondió: Señora, esa es necesidad contíngenfo,<br />
esa otra es cierta : y cuando llegue este caso confio en<br />
Dios que no me faltará. Supo que una pobre y virtuosa<br />
doncella no iba á misa por falta <strong>de</strong> manto, y envióla uno<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sque tenia su madre, y echando esta juicios <strong>de</strong> quién<br />
la habría quitado el manto, confesó Rosa el hurto y la causa<br />
; y conformándose la madre, la envió Dios <strong>de</strong>spués otro<br />
mantoy algunos buenos socorros <strong>de</strong> don<strong>de</strong> no podía esperarlos.<br />
Mas mostró su caridad en otro caso. Supo queumt<br />
mujer principal, pobre y virtuosa, pa<strong>de</strong>cía gran necesidad<br />
y tenia un cáncer <strong>de</strong>bajo do un pecho, sin po<strong>de</strong>r llevar<br />
á su casa los médicos y cirujanos, por ser tan pobre y vivir<br />
muy distante <strong>de</strong>l comercio déla ciudad. Fuése á su casa<br />
Rosa, y díjola, como su madre tenia un cuarto que alquilar,<br />
y le concertase y tomase y no cuidase <strong>de</strong>l precio;<br />
porque ella le pagaría, y también á los médicos y cirujanos,<br />
y que la proveería <strong>de</strong> medicinas y lodo lo necesapio.<br />
Tomó el cuarto aquella señora: estuvo en él cuatro<br />
meses, hasta que sanó; y en este tiempo la santa virgen<br />
buscaba limosna con lodo secreto para pagar el cuarto<br />
cada mes, y para las medicinas, regalo <strong>de</strong> la enferma y<br />
todo lo <strong>de</strong>más necesario. Después la rogó que en pago <strong>de</strong><br />
esta buena obra no la <strong>de</strong>scubriese á nadie. Cuantos podía,<br />
los traia á curar á su casa: y dicíéndola su madre que mirase<br />
por sí porque se le podía pegar la enfermedad y morirse;<br />
respondía, que no era tan venturosa que mereciese<br />
que la matase la caridad, y que mirando por los pobres<br />
miraba por sí, porque miraba por Cristo á quien servían<br />
ellos. A los enfermos vecinos á su casa, servia y consolaba,<br />
y á cuantos pobres llegaban á su puerta, socorría según<br />
su posibilidad i á los llagados curaba sus llagas, á<br />
los que veia rotos remendaba los vestidos, á otros lavaba<br />
los piés, y á todos consolaba con sus palabras. Habiendo<br />
curado un dia á una enferma llagada y leprosa, se le pegó<br />
al hábito un poco <strong>de</strong> materia tan pestilente, que entrando<br />
en su casa la sintió su madre, y la reprendió porque traia<br />
á su casa tan malos olores, y respondió ella: Cuando servimos<br />
á los enfermos somos buen olor <strong>de</strong> Cristo nuestro<br />
Señor. Asistiendo á olra enferma, la mandó el médico sangrar,<br />
y-que guardasen la sangre hasta que él viniese: lardó<br />
dos dias en venir, y la sangre se convirtió en podre asquerosísima<br />
y pestilente: causóte gran<strong>de</strong> asco á Rosa solo<br />
el mirarla, y comenzó á inquietarse el estómago, y^dar arcadas;<br />
mas ella corrida <strong>de</strong> sí misma, pareciéndola quo<br />
aquello era contra la caridad se bebió toda la escudilla <strong>de</strong><br />
podre y alcanzó <strong>de</strong> sí una gloriosa victoria.<br />
De quien mas se compa<strong>de</strong>cía era <strong>de</strong> los que estaban en<br />
pecado moría!; por conocer con la luz que Dios la comunicaba,<br />
cuán miserable era su estado. Lloraba continuamente<br />
su miseria, y rogaba á Dios que convirtiese á todos<br />
los pecadores: y aun <strong>de</strong>cia, que pa<strong>de</strong>cería ella sola lodos,<br />
los tormentos <strong>de</strong>l infierno, como ftiese sin culpa, porque<br />
ninguno se con<strong>de</strong>nase. Por esto <strong>de</strong>seaba mucho que se<br />
predícase el Evangelio á los infieles y la penitencia á los<br />
pecadores. Ofrecióse á un confesor suyo ir á misiones, temía<br />
el viaje por los peligros que habia en él: consultólo<br />
con la santa; y ella le dijo: Vaya, padre mío, y no tema;<br />
vaya á convertir esos ínfleles, y mire que el mayor'servicio<br />
que pue<strong>de</strong>n los hombres hacer á Dios, es convertirle