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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA 6.<br />

se opusiese á un león tan bravo y po<strong>de</strong>roso, armado <strong>de</strong> I<br />

crueldad y potencia. Muchos huían y se <strong>de</strong>slerrabau <strong>de</strong><br />

su patria, y <strong>de</strong>jando sus casas y haciendas se entraban<br />

por los <strong>de</strong>siertos y se escondían entre las cuevas y breñas,<br />

por no consentir en aquella impiedad: otros flacos y pusilánimes<br />

, por no per<strong>de</strong>r sus haciendas perdían sus almas y<br />

obe<strong>de</strong>cían al emperador: otros, aunque pocos, aftleponian<br />

el cíelo á la tierra, y el mandato <strong>de</strong> Dios al <strong>de</strong>l hombre<br />

, y ofrecían sus vidas al cuchillo, por no <strong>de</strong>samparar<br />

'a fe católica en que vivian. Estando, pues, las cosas en<br />

Pste lastimoso estado, y andando el emperador León Isáuríco<br />

á guisa <strong>de</strong> un león feroz, suelto y <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nado,<br />

dando bramidos contra Dios y <strong>de</strong>spedazando y tragando<br />

las ovejas mansas <strong>de</strong> su ganado, movió el sumo pastor á<br />

«uestro Juan Damasceno, para que como otro David, <strong>de</strong>fendiese<br />

su rebano y saliese al encuentro á este león, y<br />

se abrazase con él y le ahogase, y porque no podía vencerle<br />

con armas, tomó la pluma y escribió muchas cartas<br />

contra el emperador y contra sus impíos mandatos, tan<br />

graves, tan eruditas y tan llenas <strong>de</strong> celestial sabiduría,<br />

que mas parecían enviadas <strong>de</strong>l cielo, que escritas <strong>de</strong> hombre<br />

mortal. Estas cartas envió Damasceno á muchas parles,<br />

y procuró que se <strong>de</strong>rramasen y extendiesen <strong>de</strong> mano<br />

en mano, para que muchos las leyesen y no creyesen que<br />

lo que el emperador había mandado, era verdad, ni se<br />

<strong>de</strong>jasen llevar <strong>de</strong> sus espantos y amenazas. Fué tanto lo<br />

que el Señor <strong>de</strong>tuvo á la gente, para que no cayesen en<br />

el profundo <strong>de</strong> aquella maldad, con las cartas <strong>de</strong> Damasceno,<br />

que León entendió, que él era el que principalmente<br />

hacía resistencia; y viendo que no estaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su<br />

imperio, ni con armas le podia castigar , se <strong>de</strong>terminó<br />

vengarse <strong>de</strong> él con maña y artiíicio. Procuró con su diligencia<br />

haberalguna carta escrita <strong>de</strong> mano <strong>de</strong> Damasceno,<br />

y habida, dióla á algunos escrihicnles hábiles, para que<br />

la contrahiciesen, y ellos lo hicieron tan perfectamente,<br />

como si fuera <strong>de</strong> su misma y propia mano. Con este engaño<br />

y lalsedad, hizo escribir una carta fingida, en nombre<br />

<strong>de</strong> Juan Damasceno, para el mismo emperador León, en<br />

que en substancia le dice: que porque los dos eran cristianos<br />

y <strong>de</strong> una misma religión, y porque esperaba que<br />

algún día se lo gratificaría, le habia parecido suplicarle,<br />

que se compa<strong>de</strong>ciese fjp^ia ciudad <strong>de</strong> Damasco, que tenia<br />

poca gente <strong>de</strong> guarnición y con la paz estaba <strong>de</strong>scuidada,<br />

y fácilmente la podría haber á sus manos, si enviase alguna<br />

gente armada, secreta y disimuladamente ; porque<br />

el, que tenia tanta parte en aquella ciudad y en todo el<br />

reino, le ayudaría y serviría cu tan gloriosa y santa empresa.<br />

Esto conlenia la carta <strong>de</strong> Damasceno para el emperador;<br />

y él escribió otra <strong>de</strong> su mano al príncipe <strong>de</strong> Damasco<br />

, diciéndole, (pie si él no fuera tan amigo <strong>de</strong> paz y<br />

<strong>de</strong> guardar su palabra, ahora tenia buena ocasión para hacerle<br />

guerra; pero que nunca Dios quisiese que él quebrantase<br />

lo que con él tenia capitulado, aunque le pesaba<br />

que tuviese tan malos y <strong>de</strong>sleales criados, que le quisie-<br />

. sen ven<strong>de</strong>r y privar <strong>de</strong> su estado, como lo podia ver por<br />

una délas muchas cartas, que uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong> quien él<br />

mas fiaba, le habia escrito: la cual le enviaba, para que<br />

entendiese lo que tenía en él, y lo poco que se podía liar<br />

<strong>de</strong> quien tal hacia. Recibió estas cartas el príncipe <strong>de</strong> Damasco<br />

, y leídas, Hateó á su gobernador Juan: mostróselas,<br />

y preguntóle sí aquella letra era suya: y él respondióla<br />

verdad, que la letra y mano parecía suya, mas que<br />

MAY 0. 31<br />

no lo era ;.y el príncipe bárbaro, sin replicar, le mandó<br />

cortar la mano <strong>de</strong>recha y fijarla en un palo en la plaza; y<br />

así se hizo. Bien entendió san Juan <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> venia el daño<br />

y que el león que no podia echarle la garra , y <strong>de</strong>splacer<br />

con fuerza, se habia convertido en raposa, para per<strong>de</strong>rle<br />

por maña; y confiando en Dios nuestro Señor que le<br />

restituiría la mano, que primero con tinta y <strong>de</strong>spués con<br />

sangre había <strong>de</strong>fendido su fó y el culto <strong>de</strong> las santas imágenes.<br />

Entendió que el príncipe estaba algo mas aplacado;<br />

le envió á suplicar que mandase quitar su mano <strong>de</strong>recha<br />

<strong>de</strong>l lugar público, en don<strong>de</strong> estaba , y restituírsela, para<br />

quehaciéndola enterrar, tuviese algún alivio en los dolores<br />

gravísimos, é ignominia que pa<strong>de</strong>cía. Túvolo por bien<br />

el príncipe, y mandó volver su mano á Damasceno, y él<br />

con ella se entró aquella noche en su oratorio, y postrado<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>unairaágen <strong>de</strong> la Virgen María, nuestra Señora,<br />

con gran<strong>de</strong> afecto y muchas lágrimas, juntando la<br />

mano cortada con su brazo, le comenzó á suplicar que se<br />

la restituyese y consolidase; pues tan bien sabia que se<br />

la habían cortado, por querer él <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r sus imágenes y<br />

las <strong>de</strong> su bendito Hijo, que era la diestra <strong>de</strong>l Padre eterno<br />

, y tan fácilmente se la podia restituir y consolidar; y<br />

él no lo <strong>de</strong>seaba, sino para servir mas á Hijo y Madre, y<br />

predicar sus alabanzas con himnos, cánticos y acrecentar<br />

la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> los fieles. Hecha esta oración, Damasceno<br />

quedó dormido; y apareciéndosele nuestra Señora, dijole:<br />

Yaestássano: componme himnos, escribe mis honores y<br />

cumple lo que has prometido. Despertó el santo, hallóse<br />

sano, y con la mano tan pegada y tan fuerte, como si<br />

nunca hubiera sido corlada: y lleno <strong>de</strong> júbilo y <strong>de</strong> in<strong>de</strong>cible<br />

gozo y alegría, comenzó á alabar aquella Señora, que<br />

siempre oye y consuela á los que confían en ella; y esto<br />

con tales voces y regocijo, que los vecinos sarracenos le<br />

oyeron cantar, y sabiendo la causa, porque no se pudo<br />

encubrir, luego á la mañana le acusaron á su príncipe,<br />

dándole á enten<strong>de</strong>r que había sido engañado <strong>de</strong> sus ministros<br />

<strong>de</strong> justicia, los cuales no habían ejecutado en Juan<br />

su justa sentencia, y que aquella mano que se habia cortado<br />

y colgado en la plaza no era suya, sino <strong>de</strong> algún<br />

otro criado ó esclavo suyo, que por su interés ó libertad,<br />

habia consentido que se la cortasen , por librar <strong>de</strong> aquel<br />

tormento y afrenta á su señor. Para averiguar la verdad,<br />

mandó el príncipe llamar á Juan, y que mostrase su brazo<br />

y mano cortada. Mostróla Juan, y por una <strong>de</strong>lgada señal,<br />

que para testificación <strong>de</strong>l milagro y confusión <strong>de</strong> los<br />

infieles, habia nuestro Señor querido quedase en la juntura,<br />

en que la mano se unió con el brazo, se vió claramente<br />

que la mano habia sido cortada, y ejecutádose<br />

contra Juan, loque el bárbaro príncipe había mandado. Y<br />

queri -ndo saber cómo aquello se habia hecho, entendió<br />

<strong>de</strong> Juan, que Cristo su Señor le habia hecho aquella merced<br />

, y restítuídole la mano, como Dios todopo<strong>de</strong>roso: porque<br />

era inocente y sin culpa <strong>de</strong> lo que le habia impuesto.<br />

Quedó tan satisfecho el príncipe, que le pidió perdón y lo<br />

rogó que volviese á su gobierno, y fuese el primero y<br />

principal <strong>de</strong> su consejo y la segunda persona <strong>de</strong> su reino.<br />

Mas Juan, herido <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> emplearse<br />

todo en su servicio y en alabar á la santísima Virgen,<br />

como se lo había prometido, le pidió que no le embarazase,<br />

ni ocupase, sino que le diese licencia para retirarse y<br />

aten<strong>de</strong>r solo á servir á aquel Señor que tanto bien le habia<br />

hecho. Hubo muchas dificulta<strong>de</strong>s y contiendas en esto;

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