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n<br />
seRora, que no es posible que perezca un hijo comprado<br />
con tantas lágrimas como son esas vuestras; y con esta<br />
respuesta ella se consoló. Otra vez en sueños le reveló<br />
nuestro Señor que su hijo no se per<strong>de</strong>ría; porque le parecía<br />
que estando muy afligida y consumida <strong>de</strong> dolor en una<br />
regla <strong>de</strong> madre, vela cerca <strong>de</strong> sí un mancebo hermosísimo<br />
y resplan<strong>de</strong>ciente, que con rostro alegre y risueño le preguntaba<br />
la causa <strong>de</strong> su dolor; y como ella le respondiese<br />
que era la perdición <strong>de</strong> su hijo, dijole que no tuviese pena,<br />
sino que mirasey advirtiese bien, que don<strong>de</strong> estaba ella<br />
estaba también su hijo; y así mirándolo con atención vió<br />
que su hijo estaba en la misma regla en que estaba ella; y<br />
entendió que el Señor con aquella <strong>de</strong>mostración le dabaá<br />
enten<strong>de</strong>r que su hijo vendría á creer lo que ella creía, y á<br />
recibir la fé en que ella estaba. Vínole ganas á san Agustín<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar á Garlago, don<strong>de</strong> leía retórica, y pasar á Roma<br />
para valer mas. Procuró la sania madre estorbárselo<br />
con todos los medios que pudo; y en fin él la engañó y se<br />
fué á Roma, don<strong>de</strong> tuvo una grave y peligrosa enfermedad,<br />
<strong>de</strong> la cual nuestro Señor le libró por las oraciones <strong>de</strong><br />
su buena madre, para que no quedase atravesada perpeluamente<br />
<strong>de</strong> dolor viendo á su hijo muerto sin bautismo y<br />
en <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> nuestro Señor, como lo dice el mismo san<br />
Agustín por estas palabras: « Con mayor solicitud rae paria<br />
mi madre en espíritu, que me había parido en la carne:<br />
y no veo cómo se pudiera curar la llaga que le hiciera al<br />
verme morir <strong>de</strong> aquella manera , y <strong>de</strong> qué provecho hubieran<br />
sido aquellas oraciones tan continuas y tan fervorosas,<br />
que ella por mí á vos, Señor, hacia. ¿Pudiéra<strong>de</strong>s vos,<br />
que sois Dios <strong>de</strong> las misericordias, <strong>de</strong>spreciar el corazón<br />
contrito y humil<strong>de</strong> <strong>de</strong> una viuda casta y sobria, que hacia<br />
tantas limosnas y servia con tanto cuidado á vuestros siervos,<br />
y cada día os ofrecía ofrenda en vuestro altar; y la<br />
mañana y la tar<strong>de</strong> infaliblemente venia á la iglesia, nó<br />
para parlar, sino para oír vuestra palabra, y para ser oida<br />
<strong>de</strong> vos en sus oraciones? ¿Vos habia<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>de</strong>secharlas<br />
lágrimas déla que no os pedia oro y plata, ú otra cosa frágil<br />
y caduca, sino la salvación <strong>de</strong>l alma <strong>de</strong> su hijo?» Esto<br />
es <strong>de</strong> san Aguslin.<br />
Pero no se contentó santa Ménica con las oraciones y penitencias<br />
que continuamente hacia por su hijo, sino que se<br />
<strong>de</strong>terminó <strong>de</strong> venir á buscarle á Italia , y pasó el mar con<br />
gran<strong>de</strong> confianza y seguridad, animando á los otros pasajeros<br />
y marineros, que estaban atemorizados por la tormenta<br />
que les sobrevino, y halló ásu hijo en Milán, adon<strong>de</strong><br />
había sido enviado <strong>de</strong> Roma para enseñar la retórica; y<br />
con la comunicación y sermones <strong>de</strong> san Ambrosio estaba mas<br />
blando y no tan pertinaz como solia. Aquí en Milán tuvo<br />
mucha familiaridad con el santo, que á la sazón era obispo<br />
<strong>de</strong> ella; y le amaba y respetaba como á hn ángel <strong>de</strong>l cielo,<br />
así por sus admirables virtu<strong>de</strong>s, como porque esperaba<br />
que por su medio su hijo se habia <strong>de</strong> convertir y salir <strong>de</strong><br />
aquel abismo <strong>de</strong> errores en que estaba, como <strong>de</strong>spués sucedió.<br />
San Ambrosio estimaba y alababa á santa Ménica,<br />
como á tan gran sierva <strong>de</strong>l Señor, y quería bien á san<br />
Agustín , no tanto por su gran ingenio, como por ser hijo<br />
<strong>de</strong> tal madre, la cual vivia <strong>de</strong> oración , y era la primera<br />
que entraba en el templo y la postrera que salia <strong>de</strong> él, y<br />
la mas fervorosa en las vigilias que en aquel tiempo se<br />
hacían en Milán con gran <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> los católicos, contra<br />
la violencia y furor <strong>de</strong> Justina, madre <strong>de</strong>l emperador Valenliniano<br />
el Mozo.<br />
LA LEYENDA DE ORO.<br />
DIA 4,<br />
Esta emperatriz era hereje amana, y por favorecer y<br />
establecer su mala secta, perseguía á san Ambrosio, que<br />
se le oponiá, y á los otros católicos que le contra<strong>de</strong>cían;<br />
mas san Ambrosio, por animar á su pueblo y alegrarle con<br />
alguna consolación y alivio espiritual, para que no <strong>de</strong>smayasen<br />
por la fuerza y violencia <strong>de</strong> la persecución <strong>de</strong> la<br />
emperatriz, que era terrible, instituyó que se cantasen Ioshimnos<br />
y salmos, como se usaba en la Iglesia oriental, y<br />
<strong>de</strong>spués siguieron esta misma costumbre las otras Iglesias;<br />
<strong>de</strong> suerte que no tiene fundamento lo que algunos escriben,<br />
que san Ambrosio , por aviso <strong>de</strong> santa Ménica, quitó<br />
las vigilias eclesiásticas, porque se usaba mal <strong>de</strong> ellas;<br />
porque antes en su tiempo se frecuentaron y celebraron<br />
con mayor fervor por la ocasión que habemos dicho, como<br />
se saca <strong>de</strong>l mismo san Ambrosio y <strong>de</strong> san Agustín, y doctamente<br />
lo notó el car<strong>de</strong>nal Baronio. Finalmente, con el<br />
trato y familiaridad que tuvo Agustino con san Ambrosio,<br />
se convirtió y bautizó en Milán á los treinta y cuatro años<br />
<strong>de</strong> edad, y fué <strong>de</strong>spués tan gran santo y uno <strong>de</strong> los mas<br />
firmes pilares <strong>de</strong> la Iglesia católica, haciéndole Dios nuestro<br />
Señor á él, y á nosotros en él, tan gran merced por las<br />
oraciones y lágrimas <strong>de</strong> su bendita madre santa Mónica; y<br />
por esta causa celebra la santa Iglesia la conversión <strong>de</strong><br />
san Agustín á los 5 <strong>de</strong> mayo, en el cual dia se bautizó; y<br />
no hace esto por la conversión <strong>de</strong> ningún otro santo, sino<br />
por la <strong>de</strong> san Pablo.<br />
Volviendo, pues, santa Mónica muy consolada y alegre<br />
con su hijo san Agustín para África, y habiendo llegado á<br />
la ciudad <strong>de</strong> Ostia, que está como cuatro leguas <strong>de</strong> Roma,<br />
aguardando embarcación y tiempo para navegar, fué<br />
nuestro Señor servido que muriese allí. Habia'estado poco<br />
antes con su mismo hijo san Agustín, hablando á solas dulcísima<br />
y allísimamente <strong>de</strong>l menosprecio <strong>de</strong> todas las cosas<br />
visibles, <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> las celestiales y eternas, y<br />
díchole que ya no tenia para qué vivir, pues Dios nuestro<br />
Señor le había cumplido su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> verle cristiano y siervo<br />
suyo, y qáe allí moriría, y que enterrasen su cuerpo<br />
don<strong>de</strong> quisiesen: pues para Dios nuestro Señor ninguna<br />
cosa está léjos, y que en cualquiera lugar que estuviese<br />
conocería su cuerpo y le podría resucitar; que una sola<br />
cosa les rogaba, que dijesen misas por ella y se acordasen<br />
<strong>de</strong> su alma en el altar <strong>de</strong>l Señor; y á los nueve días <strong>de</strong> su<br />
enfermedad pasó la bienaventurada santa Mónica á la vida<br />
perdurable, siendo <strong>de</strong> cincuenta y seis anos. Quedó el<br />
santo hijo lastimado por la pérdida <strong>de</strong> tan santa madre, y<br />
enterró su cuerpo en la iglesia <strong>de</strong> Santa Aurea, en la misma<br />
ciudad <strong>de</strong> Ostia: <strong>de</strong> la cual, en el año trece <strong>de</strong>l pontificado<br />
<strong>de</strong>l papa Martino V, fué trasladado á Roma y colocado<br />
en la iglesia <strong>de</strong> San Agustín, á los 9 <strong>de</strong> abril.<br />
De su madre, dice san Agustín , que fué sierva <strong>de</strong> los<br />
siervos <strong>de</strong> Dios, y que cualquiera <strong>de</strong> ellos que la conocía y<br />
trataba, se movía á alabar, honrar y amar mucho al Señor,<br />
porque conocía que moraba en el corazón <strong>de</strong> ella, como<br />
lo testificaban las buenas obras, y el fruto <strong>de</strong> su santa<br />
conversión; y que habia sido mujer <strong>de</strong> un solo marido, y<br />
pagado a sus padres lo que les <strong>de</strong>bía por haberla engendrado<br />
; gobernado su casa con gran piedad, ejercitándose<br />
continuamente en loables obras; criado sus hijos en el temor<br />
<strong>de</strong> Dios, pariéndolos tantas veces cuantas ellos se<br />
apartaban <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> la virtud, y tenia tan gran cuidado<br />
<strong>de</strong> todos los que iban en su compañía, como si fuera madre<br />
<strong>de</strong> todos; y así los servia como si fuera hija <strong>de</strong> cada