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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 18.<br />

oirás cosas que ¿míos y <strong>de</strong>spucs <strong>de</strong> su mucrlc habían <strong>de</strong><br />

suce<strong>de</strong>r como el mismo sanio las <strong>de</strong>claró. A Pedro Mongilio,<br />

<strong>de</strong>sahuciado <strong>de</strong> los médicos por una recia calentura,<br />

tomándole por la mano, le dijo: Estad <strong>de</strong> buen ánimo;<br />

que vos presto cobrareis la salud, y primero moriré yo.<br />

A Lucrecia Crescencia , próxima á la muerte por su indisposición,<br />

la dijo : No dudéis, hermana, que vos cobrareis<br />

la salud, y yo <strong>de</strong>ntro poco tiempo he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> este<br />

mundo: y asi fué; pues no convalecida <strong>de</strong>l todo la señora,<br />

ya Félix puso término á su vida. Otra vez pidiendo limosna<br />

al mayordomo <strong>de</strong> Alejandro Olgiato, el sanio varón la<br />

tomó y dijo : Hermano Juan, ya no volveré mas á pedirte;<br />

pero te encomiendo á mis hermanos los capuchinos , que<br />

los ames <strong>de</strong> corazón. No entendió por entonces el sentido<br />

<strong>de</strong> las palabras; pero <strong>de</strong>ntro pocos dias, oyendo <strong>de</strong>cir que<br />

era muerto, las entendió. Poco antes que enfermase el<br />

santo , le preguntó su guardián : ¿cómo se hallaba <strong>de</strong><br />

salud? Muy bien por ahora , le respondió; mas cuanto<br />

ántos pondré fin á esta mortal vida. Uno ó dos meses antes<br />

<strong>de</strong> su tránsito, hallándose en conversación san Félix con<br />

A'ejandro Pogio , su amigo, le dijo así: Alejandro , yo<br />

tengo que pedirle una cosa, y <strong>de</strong>seo que no me la niegues.<br />

Respondiólo Alejandro: Pí<strong>de</strong>la y cuéntala ya por tuya.<br />

San Félix prosiguió diciendo: Aunque la ofreces con tanta<br />

bberalidad, yo sé que no has <strong>de</strong> llevar bien mi <strong>de</strong>manda:<br />

PPro habrás do tomar paciencia. Volvió á <strong>de</strong>cir Alejandro:<br />

¿Qué dudas, Fr. Félix? Cualquiera cosa que sea lo que<br />

"to has <strong>de</strong> pedir, será para mí <strong>de</strong> mucho gusto. Díjole entonces<br />

ol varón <strong>de</strong> Dios : Tres cajas <strong>de</strong> mármol tienes aquí:<br />

Y0 be <strong>de</strong> menester la una; y entién<strong>de</strong>me bien , Alejandro:<br />

esta es (señalándola) la que he <strong>de</strong> menester: esta has <strong>de</strong><br />

ai"me- Detúvose Alejandro al oiile, y esluvo con algún<br />

rcparo porque la habia prometido á otro; pero al fin -se la<br />

prometióá Félix; y este, sonriéndose, aceptó la promesa<br />

y añadió : ¿No le dije yo que no hablas <strong>de</strong> llevar bien mi<br />

<strong>de</strong>manda? Pcioqucda gdzoso, que has hecho una gracia<br />

á tu amigo. Trató luego <strong>de</strong>que llevasen al convento la<br />

caja, ignorando el fin para que la quería, hasta que habiendo<br />

muerto el siervo <strong>de</strong> Dios, mas por divino que por<br />

bumano acuerdo, sirvió para su cuerpo <strong>de</strong> urna; y entonces<br />

entendió Alejandro el motivo para que pidió Félix<br />

Cantalicio la caja.<br />

Aproximándose el tiempo en que <strong>de</strong>bia congregarse el<br />

capítulo general <strong>de</strong> los padres capuchinos, mientras se<br />

bablaba <strong>de</strong> la elección veni<strong>de</strong>ra, san Félix que estaba presente,<br />

dijo : Yodaré una voz tan alta en esle capítulo, que<br />

se oirá por todas parles : y asi fué ; porque á los 30 <strong>de</strong><br />

abril fué sorprendido <strong>de</strong> calentura. Disimuló el mal algunos<br />

dias, en los cuales se <strong>de</strong>tuvo mas largamente en la<br />

•«tesia , procurando con lodo el aféelo posible unir mucho<br />

liniia8" (i*l)il"iU, con I)ios' Por med¡0 dc una oración conbdad<br />

<strong>de</strong> Vül osa 5 Per0 advirliendo el compañero la <strong>de</strong>bilo<br />

lleva<br />

en el santo' av's^ a^ en^ermer0 Para ^uc<br />

íiborr ^ 3 0nfermci'ía: y como el santo habia siempre<br />

no sol 0 t0da SUei'le ^ l'egal0 ptira SU prOpÍ0 CUerp0,<br />

lana 0 n0 ^*I,IB*1^ (IUC pusieran en su cama colchón <strong>de</strong><br />

• ' 81 ^en <strong>de</strong>clinando su calentura, se iba ála igle-<br />

* T í • hasta <strong>de</strong>stituido dc fuerzas, los enferméis<br />

ie hahian <strong>de</strong> volver á brazos en la enfermería, con órüe<br />

que no saliese <strong>de</strong> la celda, y <strong>de</strong>cia: Deje, hermano,<br />

mora T f"11016"^ en afluel lugar, don<strong>de</strong> mi Señor<br />

' ^ ,€ "aSa compañía. A los oíros religiosos que le<br />

MAYO. 95<br />

roprendian, porque no estaba á las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l médico y<br />

enfermeros, respondía : Deseo obe<strong>de</strong>cerlos; pero al mismo<br />

tiempo querría ser obediente á Dios que con suave violencia<br />

me lira á la iglesia, para que goce <strong>de</strong> su compañía.<br />

Observando esto los superiores, le mandaron estuviese<br />

sujeto enleramcnle á los enfermeros sin salir <strong>de</strong> la celda.<br />

Rindióse el siervo <strong>de</strong> Dios al precepto, aunque sintió no<br />

poca pena en aquel leve <strong>de</strong>scanso, que en el fin <strong>de</strong> la vida<br />

empezaba dar á su cuerpo. Agravósele por instantes la<br />

enfermedad : y avisado <strong>de</strong>l médico <strong>de</strong> que le quedaban<br />

pocas horas <strong>de</strong> vida, cosa que por-divina revelación ya<br />

sabia, dió señales <strong>de</strong> extraordinario júbilo, prorumpiendo<br />

en sus acostumbradas palabras : Deo gralias, Deo (palias:<br />

y su mente quedó <strong>de</strong> tal manera elevada en Dios, que viniéndole<br />

á visitar un paje <strong>de</strong>l embajador <strong>de</strong> España, ai<br />

<strong>de</strong>spedirse, oyóle que <strong>de</strong>cia: Jesús, Jesús Jesús, tomad<br />

mí corazón, sin que jamás vuelva á mi posesión.<br />

Acercándose mas á su fin, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse confesado<br />

<strong>de</strong>votamente, <strong>de</strong>rramando copiosas lágrimas, y dando<br />

señales <strong>de</strong> vehementísimo dolor, como si fuese uno <strong>de</strong> los<br />

mayores pecadores, pidió que le trajesen el Yiálico : y<br />

habiendo ánlespedido perdón á los religiosos <strong>de</strong>l mal ejemplo<br />

y molestia que les habia dado, recibió con extraordinaria<br />

<strong>de</strong>voción el Pan <strong>de</strong> los ángeles. Rogó luego á los<br />

circunslanlos que le ayudasen á dar gracias á Dios por los<br />

beneficios recibidos <strong>de</strong> la divina clemencia, y en especial<br />

por el <strong>de</strong> la vocación y perseverancia en la religión; y<br />

levantando los ojos y manos al cielo, exclamó con estas<br />

letras 0, 0., O ; dando á enten<strong>de</strong>r que le regocijaba la<br />

vista agradable <strong>de</strong> alguna persona: y perseverando algún<br />

raleen esta forma, Fr. Urbano <strong>de</strong> Prado, que cuidaba <strong>de</strong><br />

él en la enfermedad, se hincó <strong>de</strong> rodillas y le preguntó:<br />

¿ qué era lo que miraba? Y el santo le respondió: Veo á la<br />

santísima Virgen, acompañada <strong>de</strong> innumerables ángeles;<br />

y peco <strong>de</strong>spués volviendo á repetir las mismas letras, dijo<br />

al mismo religioso que saliese un breve rato déla celda.<br />

Obe<strong>de</strong>oió, <strong>de</strong>jándole en soledad para ref-ibir las influencias<br />

<strong>de</strong>l cielo. Cuáles fuesen los aféelos <strong>de</strong> su corazón, y los<br />

<strong>de</strong>votos coloquios que tuvo con la santísima Yírgen María<br />

en esta hora, se <strong>de</strong>jan á la pía consi<strong>de</strong>ración dolos lectores;<br />

pues yo solamente digo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces hasta que<br />

murió, cantó en voz baja alabanzas <strong>de</strong> esta Señora; y viniendo<br />

áper<strong>de</strong>r sus fuerzas, absorto lodo en Dios, cerró<br />

los ojos y ofreció su alma al Señor, dia 18 <strong>de</strong> mayo, á las<br />

once <strong>de</strong> la noche, y á los setenta y cuatro años <strong>de</strong> su edad,<br />

siendo pontífice sumo Sixto V, trocando una vida miserable<br />

con otra sempiterna.-<br />

Al punto que expiró, su cuerpo, que por la edad, por<br />

las fatigas y penitencias estaba <strong>de</strong>scolorido , se volvió <strong>de</strong><br />

repcnlc blanco y tratable; y los pife, que con el lodo, <strong>de</strong>sabrigo<br />

y frío se habían endurecido , y esfahan llenos <strong>de</strong><br />

grietas, adquirieron una maravillosa blandura, sin algún<br />

vestigio <strong>de</strong> cicatriz : argumento gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> la bienavcnluranzu<br />

que el alma poseía. Fué san Félix bajo <strong>de</strong> cuerpo,<br />

pero robusto: su frente espaciosa, la cabeza algo gran<strong>de</strong>,<br />

los ojos vivos, la boca no afeminada, sino grave, el rostro<br />

alegre y la barba no larga.<br />

Apenas se divulgó por la ciudad <strong>de</strong> Roma la muerte <strong>de</strong>l<br />

sanio, acudieron al convenio muchos príncipes y caballeros<br />

ilustres que había en ella, y entre los <strong>de</strong>más el maestre<br />

<strong>de</strong> campo Colona : entraron en su celda, la <strong>de</strong>spojaron<br />

tomando lo que encontraron; que fué una manía rola, las

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