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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 4&<br />

porador su cufiado, redujo lodas sus provincias al yugo<br />

<strong>de</strong> Cristo.<br />

Después <strong>de</strong> tan heroicas obras <strong>de</strong> virtud y muchas victorias<br />

que alcanzó san Enrique, como valeroso emperador,<br />

<strong>de</strong> sus enemigos saliendo siempre vencedor; tuvo una<br />

dichosa muerte: el cual viendo que llegaba su última ho-<br />

, llamó á todos los príncipes <strong>de</strong>l imperio, y tomando por<br />

la mano a su mujer santa Cunegunda, se la encomendó<br />

encarecidamente, <strong>de</strong>clarando como estaba virgen, y que<br />

¿1 nunca habia llegado á ella. Encomendóles también, que<br />

eligiesen por emperador <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte á Conrado<br />

duque <strong>de</strong> Suabia, príncipe muy valeroso y digno <strong>de</strong>l imperio.<br />

Murió san Enrique <strong>de</strong> cincuenta y dos años, habiendo<br />

sido los once emperador: fué sepultado en su iglesia<br />

<strong>de</strong> líamberga, don<strong>de</strong> nuestro Sefior le ilustró con muchos<br />

milagros; aunque no faltaron algunos que le fueron<br />

adversos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto: pero Dios nuestro Señor que<br />

mira la honra <strong>de</strong> los suyos, miró por la <strong>de</strong>l sanio emperador.<br />

Tratándose por ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l emperador Conrado en Roma<br />

<strong>de</strong> la canonización <strong>de</strong>l piadoso príncipe Enrique , su<br />

pre<strong>de</strong>cesor, habia un car<strong>de</strong>nal que lo resistía y esleí baba<br />

mucho alargándose á <strong>de</strong>cir mal <strong>de</strong>l santo. Pero erando<br />

ima vez murmurando <strong>de</strong> él, quedó <strong>de</strong> repente ciego: conoció<br />

ser castigo <strong>de</strong> Dios, y á voces lo piibíicaba, trocando<br />

en alabanzas las calunmias que antes habia dicho. Hizo<br />

penitencia <strong>de</strong> su pecado, y pidió perdón al santo emperador<br />

: por cuya intercesión tornó á cobrar la vista milag<br />

rosamente.<br />

Otro sacerdote <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> Bamberga comenzó á<br />

dudar <strong>de</strong> los milagros que hacia san Enrique, y á pesar-<br />

^ <strong>de</strong> la honra que le hacían todos, como á santo; y<br />

'üvo el mismo castigo <strong>de</strong>l cielo, perdiendo la vista <strong>de</strong><br />

^0s ojos. Cuando sintió esta plaga , tuvo gran pena, y hacia<br />

muchas oraciones i y rogativas á varios santos, para<br />

que le diesen vista. Un dia <strong>de</strong>spués do haber hecho muchas<br />

oraciones se quedó dormido; apareciósele luego<br />

sanUvoIfango,<strong>de</strong> quien era <strong>de</strong>votísimo, el cual dijo al sacerdote:<br />

Ora al santo confesor <strong>de</strong> Cristo, Enrique emperador<br />

y él te librará <strong>de</strong> tu aflicción; porque en castigo <strong>de</strong><br />

haber sentido mal <strong>de</strong> su santidad le sobrevino la ceguera<br />

que pa<strong>de</strong>ces. Despertó con esto el sacerdote: fuésc luego<br />

al sepulcro <strong>de</strong> san Enrique, á quien pidió perdón con<br />

muchas lágrimas, y juntamente la vista que habia perdido<br />

justísimamenle en el cuerpo; pues estaba tan ciego<br />

en el alma, que no veia la luz y resplandor <strong>de</strong> sus<br />

gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s. Oyóle el siervo <strong>de</strong>l Señor san Enrique,<br />

por cuyos merecimientos cobró luego la vista el alligido<br />

sacerdote; el cual quedó lan agra<strong>de</strong>cido al santo<br />

Por el beneficio recibido, que se hacia lenguas en loores<br />

Y alabanzas suyas.<br />

Tuvo san Enrique un hermano llamado Bruno que fué<br />

0bispo <strong>de</strong> Augusta, el cual por no ser muy hermano<br />

^el santo emperador en las costumbres, no lo era lampo-<br />

Co en el aféelo, teniendo envidia <strong>de</strong> la honra, á que habia<br />

subido, y á la que todos le hacían, por su excelentevi-<br />

J* J fechos. Después <strong>de</strong> muerlp su santo hermano, procu<strong>de</strong>shacer<br />

algunas cosas que en vida había dispuesto, es-<br />

Pecialtnonte el señorío y tierras que dióal obispo <strong>de</strong> Bamer8a;<br />

y así procuró con el emperador Conrado, que<br />

^cedió á san Enrique, que se <strong>de</strong>shiciese aquel obispado,<br />

andpsesus rentas á la reina <strong>de</strong> Hungría Gisila, mujer<br />

e san Estévan, reina y hermana <strong>de</strong>l sarflo emperador,<br />

TOMO ir.<br />

JULIO. 337<br />

á la cual <strong>de</strong>cia que pertenecía. Va estaban las cosas dispuestas<br />

, para que en la primera junta que se hiciese, á<br />

la cual habia <strong>de</strong> asistir Bruno como el principal motor, so<br />

habia <strong>de</strong> poner luego en ejecución el <strong>de</strong>sposeer al obispo<br />

<strong>de</strong> Bamberga : la noche antes se apareció san Enrique á<br />

su hermano Bruno, con un rostro maltratado y la mitad <strong>de</strong><br />

la barba arrancada. Preguntóle Bruno : ¿Quién habia sido<br />

tan atrevido y temerario, que le hubiese puesto así ? Hespondióle<br />

el santo emperador: Tú eres el que me maltratas<br />

, que has procurado quitar á mf, y á los santos <strong>de</strong> Dios<br />

lo que yo les he dado : mira lo que haces, y <strong>de</strong>siste <strong>de</strong><br />

esos intentos; porque si no, serás castigado <strong>de</strong> Dios rigurosamenle.<br />

Despertó Bruno asombrado y temblando <strong>de</strong> lo<br />

que habia oído; <strong>de</strong>sistió luego <strong>de</strong> lo que habia pretendido,<br />

publicando lo que habia pasado, y confesando lo mal<br />

que habia hecho en intentarlo. Escribió la vida <strong>de</strong> san<br />

Enrique emperador, A<strong>de</strong>baldo obispo, y trae una muy fi<strong>de</strong>digna<br />

Enrique Canisio, y la refiere el car<strong>de</strong>nal Belarmino<br />

en su libro <strong>de</strong>l Príncipe cristiano. También ponen su<br />

vida los escritores délas vidas <strong>de</strong> los emperadores, y Francisco<br />

Haereo en las vidas <strong>de</strong> los santos que juntó,<br />

S vNmr.o, OBISPO Y CONFESOR.—La vida <strong>de</strong> Santiago,<br />

obispo <strong>de</strong> Nisibe , escribió Teodoreto, obispo <strong>de</strong> Ciro <strong>de</strong><br />

esta manera. Nisibe es una ciudad rica y populosa, en<br />

los confines <strong>de</strong>l imperio romano y <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Persia, en<br />

la cual nació este gran<strong>de</strong> y santísimo varón: dióse<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su mocedad á la virtud y al recogimiento, y<br />

retirándose á un <strong>de</strong>sierto hizo vida solitaria, áspera<br />

y penitente. En el verano vivia y dormía en el campo,<br />

en el invierno se recogía á una cueva estrecha, no comía<br />

sino yerbas que <strong>de</strong> suyo produce la tierra: vestíase<br />

<strong>de</strong> polos <strong>de</strong> cabras; afligía su cuerpo con ayunos y penitencias;<br />

y recreaba su alma con perpetua oración y<br />

contemplación <strong>de</strong>l sumo bien: y el Sefior le favorecía con<br />

varias y divinas ilustraciones, y le <strong>de</strong>claraba mucho ánles<br />

lo que <strong>de</strong>spués habia <strong>de</strong> venir. Pero como en su tiempo<br />

el <strong>de</strong>monio anduviese suelto, y mucha gente estuviese<br />

sepultada en las tinieblas <strong>de</strong> la idolatría, y el santo fuese<br />

muy zeloso <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios , y <strong>de</strong>l bien<br />

<strong>de</strong> aquellas almas, que el <strong>de</strong>monio en la sombra <strong>de</strong> la<br />

muerte tenía cautivas; vínole gana <strong>de</strong> entraren Persia, y<br />

probar si con su presencia y doctrina podía ayudar en<br />

algo á nuestra santa religión, y alumbrar á los ciegos<br />

gentiles <strong>de</strong> aquel reino.<br />

A la entrada, pues <strong>de</strong> un pueblo <strong>de</strong> Persia vió que<br />

estaban unas mujeres lavando cerca <strong>de</strong> una fuente, con<br />

poca mo<strong>de</strong>stia y recalo: las cuales, cuando le vieron,<br />

no solamente no le hicieron acatamiento, mas como eran<br />

idólatras y <strong>de</strong> poca vergüenza, comenzaron á mirarle<br />

<strong>de</strong>senvueltamente y como á hacer burla <strong>de</strong> él. El santo<br />

aunque por lo que áél tocaba, se holgaba <strong>de</strong> su menosprecio,<br />

todavía le pareció que para exaltación <strong>de</strong> nuestra<br />

santa fé, convenia hacer alguna <strong>de</strong>mostración y castigar<br />

aquel alrevimienlo: y movido <strong>de</strong>l Señor, mandóá la fuenle<br />

que se secase; y así luego se secó, y echó su maldídicíon<br />

á las mujeres que lavaban: las cuales súbitamente<br />

vieron sus cabezas llenas <strong>de</strong> canas, y que su cabello negro<br />

ó rubio, habia tomado otro color. Con esto conocieron<br />

que aquel era mas que hombre, y fueron corriendo<br />

á la ciudad avisando lo que habían visto, y como la fuente<br />

se habia <strong>de</strong>saparecido, y mostrando sus cabezas blancas.<br />

Salló el pueblo á honrar y reverenciar al santo, y<br />

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