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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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496<br />

Oyeron los ministros <strong>de</strong> justicia estas palabras, y íi la<br />

voz <strong>de</strong> los tesoros, echaron mano <strong>de</strong> Lorenzo y prendiéronle.<br />

Dieron noticia <strong>de</strong> lo que hablan Qido al emperador,<br />

y él se holgó mucho con esta nueva, esperando hartar<br />

su codicia, y haber gran<strong>de</strong>s riquezas y tesoros <strong>de</strong> la Iglesia<br />

, y <strong>de</strong>spojar á san Lorenzo <strong>de</strong>l tesoro preciosísimo <strong>de</strong><br />

]a fé, haciéndole adorar sus dioses, y con su ejemplo mover<br />

á los <strong>de</strong>más. Dieron al santo en guarda á un caballero,<br />

llamado Hipólito , y él le echó en la cárcel con oíros<br />

muchos presos, entre los cuales habia uno, llamado Lucillo,<br />

que habia estado mucho tiempo en aquella cárcel, y<br />

llorado tanto su <strong>de</strong>sventura , que habia perdido la vista y<br />

<strong>de</strong>l todo quedado ciego. Persuadióle el santo diácono que<br />

creyese en Jesucristo; y él lo hizo, y so bautizó, y Dios<br />

le alumbró los ojos <strong>de</strong>l alma y <strong>de</strong>l cuerpo, y le resülnyó<br />

la vista. Divulgóse este milagro por la ciudad, y por la<br />

fama <strong>de</strong> él concurrieron muchos ciegos á la cárcel don<strong>de</strong><br />

estaba san Lorenzo, pidiendo remedio para su ceguedad,<br />

y él los sanó á lodos, haciendo sobre ellos la señal <strong>de</strong> la<br />

cruz. Ablandóse Hipólito con los milagros que veia obrar<br />

á san Lorenzo: comenzó á trabar pláticas con él, y á rogarle<br />

que le <strong>de</strong>scubriese los tesoros que tenia escondidos.<br />

De aquí lomó ocasión el santo para predicar á Jesucristo,<br />

y para <strong>de</strong>cirle: O Hipólito, si crees en Dios Padre<br />

todopo<strong>de</strong>roso, y en Jesucristo su Hijo, yo te prometo <strong>de</strong>mostrarte<br />

los tesoros, y lo que es mas, la vida eterna, <strong>de</strong><br />

la cual serás particionero: y poco á pocote fué dando<br />

mayor noticia <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong> nuestra santa fé, y <strong>de</strong> los<br />

tesoros inestimables que tiene Dios en el cielo para sus<br />

siervos: y entrando el rayo <strong>de</strong> la divina luz en Hipólito, se<br />

convirtió y recibió el bautismo él y toda su familia , que<br />

eran diez y nueve personas. Fué lanío lo que el Señor regaló<br />

á Hipólito, que afirmaba ver las ánimas <strong>de</strong> los que se<br />

bautizaban, muy alegres y hermosísimas. Mandó Valeriano<br />

traer al santo mártir á su audiencia : díjeselo Hipólito<br />

ya cristiano; y el santo respondió con gran<strong>de</strong> alegría: Varaos;<br />

que á tí y á mise nos apareja corona <strong>de</strong> gloria. Preguntóle<br />

el tirano por los tesoros déla Iglesia: y él con<br />

una sabiduría y sagacidad divina le respondió, que si tenia<br />

tanta ansia <strong>de</strong> los tesoros <strong>de</strong> la Iglesia, le diese dos ó<br />

tres dias <strong>de</strong> tiempo para recogerlos , que él se los traerla.<br />

Túvolo por bien Valeriano, y mandó á Hipólito que anduviese<br />

siempre á su lado, y no le perdiese <strong>de</strong> vista en aquellos<br />

tres dias: en los cuales san Lorenzo juntó todos los<br />

ciegos, cojos, mancos y pobres que pudo hallar, y poniéndolos<br />

(como dice Melafraste) en los camellos y carros que<br />

le hablan enviado para que trajese los tesoros, se vino con<br />

ellos al emperador, y díjole: Estos son los tesoros <strong>de</strong> la<br />

Iglesia. Porque (como dice san Ambrosio) verda<strong>de</strong>ramente<br />

son tesoros aquellos, en quienes mora Dios: aquellos<br />

que están adornados <strong>de</strong> la fé <strong>de</strong> Cristo: aquellos por cuyas<br />

manos nuestras limosnas suben al cielo, y alcanzamos<br />

los tesoros eternos. No se pue<strong>de</strong> fácilmente creer la<br />

safia que recibió el Urano, viéndose engañado <strong>de</strong> san Lorenzo<br />

y burladas sus esperanzas, y el furor con que mandó<br />

luego <strong>de</strong>snudar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí al santo levita, y rasgar<br />

sus carnes con escorpiones; y para mas espantarle, hizo<br />

traer lodos los instrumentos con que atormentaban á los<br />

mártires, para que entendiese que por lodos ellos habia<br />

<strong>de</strong> pasar si no se rendia á su voluntad. Mas el esforzado<br />

caballero <strong>de</strong> Cristo no se espantó por ver aquellos horriblos<br />

instrumentos; porque estaba su corazón tan encendido<br />

LA LEYENDA DE ORO. DÍA 10.<br />

en el amor <strong>de</strong> su Señor, quo todas las penas que le podian<br />

dar le parecían pocas, y mas blandas que las que él <strong>de</strong>seaba<br />

pa<strong>de</strong>cer; y así dijo al tirano: Hombre <strong>de</strong>sventurado,<br />

¿piensas atemorizarme con tus tormentos? Pues quiero<br />

que entiendas, que para tí son tormentos, y para mí regalos;<br />

y que yo nunca he <strong>de</strong>seado sino comer áesta mesa<br />

y hartarme <strong>de</strong> estos manjares. De allí le llevaron cargado<br />

<strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas al palacio; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberle mandado<br />

el tirano dar los tesoros y sacrificar á los ídolos , y<br />

que no confiase con los tesoros que tenia escondidos, porque<br />

no le podrían librar <strong>de</strong> los lorraenlos que le estaban<br />

aparejados; respondió el santo con mucho sosiego y alegría<br />

<strong>de</strong> su alma: En los tesoros <strong>de</strong>l cielo confio yo, que<br />

son la misericordia y piedad <strong>de</strong> Dios con que me ha <strong>de</strong><br />

favorecer, para que mi alma que<strong>de</strong> libre, aunque el cuerpo<br />

sienta tus tormentos. Azotáronle cruelmente con varas:<br />

colgáronle en el aire, y quemáronle los costados con planchas<br />

<strong>de</strong> hierro encendidas; y el bendito mártir por<br />

una parte se reía <strong>de</strong>l tirano, diciendo que no sentía sus<br />

tormentos, y por otra daba gracias á Dios, y <strong>de</strong>cía: Señor<br />

mío Jesucristo, Dios verda<strong>de</strong>ro é Hijo <strong>de</strong> Dios ,.ten<br />

misericordia <strong>de</strong> tu siervo; pues siendo acusado no te negué,<br />

y siendo preguntado te confesé. Cuanta mayor paciencia<br />

y gozo mostraba el santo mártir, lanío mas se<br />

embravecía el tirano: y atribuyéndola gracia y favor <strong>de</strong>l<br />

ciclo á arto mágica , le dijo: Tú eres mago, y por arte<br />

mágica haces burla <strong>de</strong> mis tormentos. Pues yo te juro por<br />

mis dioses inmortales, quehas <strong>de</strong> sacrificar ó pa<strong>de</strong>cer tantas<br />

y tan graves penas, que ningún hombre hasta hoy las pa<strong>de</strong>ció.<br />

Respondió el santo con gran<strong>de</strong> seguridad y ánimo<br />

invencible: Tus tormentos se han <strong>de</strong> acabar; y en nombre<br />

<strong>de</strong> Jesucristo no los temo: haz lo que quisieresy no lo canses.<br />

Enojóse sobremanera el tirano, y mandóle <strong>de</strong> nuevo<br />

azotar con plomadas fuertemente, para que moliesen y<br />

magullasen sus carnes. Hizo oración san Lorenzo á Dios ,<br />

pidiéndole fuese servido <strong>de</strong> recibir su alma: oyóse <strong>de</strong>lcielo<br />

ijna voz que le dijo, que le quedaba mucho por pa<strong>de</strong>cer.<br />

Esta vozoyeron los que estaban presentes, y elmismojuez;<br />

y mas endurecido, dió voces diciendo: Varones romanos,<br />

¿novéis como los <strong>de</strong>monios favorecen á este sacrilego, que<br />

ni teme á los dioses ni á vuestros príncipes, ni tan crudos y<br />

exquisitos tormentos? Y ciego con el furor, mandó <strong>de</strong> nuevo<br />

que le extendiese en la catasta, y estirasen y <strong>de</strong>scoyuntasen<br />

sus miembros, y <strong>de</strong>spedazasen sus carnes con escorpiones<br />

y otros instrumentos: y el santo, constante mártir,<br />

con rostro alegre hacia gracias al Señor, y con corazón<br />

amoroso y confiado, le <strong>de</strong>cia: Bendito seáis vos, Señor mío<br />

y Padre <strong>de</strong> mi Señor Jesucrislo, que usáis <strong>de</strong> tanta misericordia<br />

con quien tan poco lo merece. Dadnos, Señor,<br />

por vuestra sola bondad vuestra gracia, para que lodos<br />

los circunstantes conozcan que no <strong>de</strong>samparáis á vuestros<br />

siervos; ánles los consoláis en el tiempo <strong>de</strong> la tribulación.<br />

Envió el Señor un ángel <strong>de</strong>l cielo para que refrescase<br />

á Lorenzo y le diese alivio en aquel suplicio, y con un<br />

lienzolimpiase el sudor <strong>de</strong>l rostro y fas llagas <strong>de</strong> su cuerpo.<br />

Yió un soldado que allí estaba, llamado Román, al ángel<br />

que ejercitaba este piadoso oficio, y alumbrado con la<br />

luz <strong>de</strong>l cielo, pidió <strong>de</strong>spués á san Lorenzo que le bautizase.-<br />

bautízóle; y fué mártir <strong>de</strong> Jesucristo. No se contentó el cruel<br />

tirano <strong>de</strong> haber atormentado tantas veces, y con tan atroces<br />

tormentos é san Lorenzo; ánles queriendo <strong>de</strong> nuevo<br />

ejercitar su saña y furor, <strong>de</strong>terminó gastar toda una noche

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