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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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SAN JACIÍÍTO, CONFESOR. — El bienaventurado sanio fray<br />

Jacinto, espejo <strong>de</strong> religiosos, gloria <strong>de</strong> su patria y ornamento<br />

<strong>de</strong> la sagrada órdcn do los Predicadores, fué <strong>de</strong> nación<br />

polaco, y nació en el lugar llamado Saxe, <strong>de</strong> la nobilísima<br />

sangre <strong>de</strong> los con<strong>de</strong>s odrovansos, muy antigua é ilustre<br />

en aquel reino. Diéronle sus padres <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su niñez maestros<br />

virtuosos y letrados, para que aprendiese buenas cos-<br />

, lumbres y ciencias: y como tenia vivo ingenio y erabicH<br />

inclinado , en breve tiempo salió docto en letras humanas<br />

y en las artes liberales. Era enemigo <strong>de</strong> juegos, <strong>de</strong> parlorías<br />

y <strong>de</strong> las travesuras que suele traer consigo la poca<br />

edad. Bepartia el tiempo con Dios y con sus libros, olvidado<br />

<strong>de</strong> todo lo <strong>de</strong>más. Tuvo un lio, llamado Ibón, obispo<br />

<strong>de</strong> Cracovia (que es la mas principal ciudad y cabeza <strong>de</strong>l<br />

reino <strong>de</strong> Polonia), varón docto y gran siervo <strong>de</strong> Dios í el<br />

Cual proveyó á su sobrino <strong>de</strong> un canonicalo do su Iglesia,<br />

no por afecto <strong>de</strong> carne y sangre , sino <strong>de</strong> merecimientos;<br />

porque vió en él gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong> rara mo<strong>de</strong>stia y<br />

ciencia, y entendió cuánto podia ilustrar cualquier Iglesia<br />

con su persona, Después <strong>de</strong> canónigo, se aplicó nuestro<br />

Jacinto á la sagrada teología , y aprovechó tanto en ella,<br />

que podia competir con los mejores teólogos <strong>de</strong> su tiempo.<br />

Acabados sus esludios le envió á llamar el buen obispo<br />

para tenerle á su lado, y para que con su ejemplo y doctrina<br />

comenzase á aprovechar á su Iglesia; y así lo hizo,<br />

hasta que con cierta ocasión , partiéndose el obispo para<br />

Roma, le quiso llevar consigo. Llegó á aquella santa ciudad<br />

al tiempo que el gran patriarca santo Domingo habia<br />

alcanzado la confirmación <strong>de</strong> su sagrada feligion , y resplan<strong>de</strong>cía<br />

en ella con su vida , con su predicación y milagros,<br />

como un nuevo sol que Dios habia enviado para<br />

alumbrar al mundo. Enlre los otros milagros que el Señor<br />

obró por él, fué uno muy célebre y prodigwso, el haber<br />

resucitado á un caballero mozo llamado Neapoleon, sobrino<br />

<strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal Esteban , <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> infinita gente , como<br />

lo dijimos en su vida y por esto no lo repelimos aquí. Este<br />

milagro por haber sido tan insigne luego se extendió por<br />

toda la ciudad <strong>de</strong> Roma, y aun por toda la cristiandad , y<br />

ganó las volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> muchos, para que <strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante<br />

reverenciasen al santo patriarca y le mirasen como á hombre<br />

venido <strong>de</strong>l cielo. Entre estos muchos fué uno el obispo<br />

Ibón, que como era santo, cobró gran<strong>de</strong> estima <strong>de</strong> la santidad<br />

<strong>de</strong>l bienaventurado padre , y se aficionó á su religión<br />

por el fruto que en todas partes hacia: y <strong>de</strong>seando<br />

que se comunicase aquel bien á sus ovejas , le pidió instantemente<br />

que «nviasc á Polonia algunos <strong>de</strong> sus hijos para<br />

que la alumbrasen y cultivasen. Mas el sanio padre,<br />

como tenia pocos hijos á la sazón, y aquellos repartidos<br />

por muchas parles, no pudo conce<strong>de</strong>r lo que el obispo le<br />

pedia , hasta que nuestro Señor abrió camino, y movió h<br />

san Jacinto y á otros sus compañeros Ceslao y Hermanno,<br />

que venian con el obispo á lomar el hábito <strong>de</strong> santo Domingo,<br />

y ponerse en sus manos para ser enseñados en las<br />

cosas <strong>de</strong> la religión y encaminados á toda perfección. Eran<br />

Jacinto y Ceslao polacos y teólogos, y Hermanno era alemán<br />

y lego. El proceso <strong>de</strong> la canonización <strong>de</strong> san Jacirilo<br />

aña<strong>de</strong> á estos dos el tercer compañero, y dice que se llamó<br />

Enrique , y esto mismo afirman algunos historiadores<br />

<strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> Polonia (Matías Michoviense, lih. ni, capílulo<br />

32 , y Juan Herbuto, lib. vi); y que era natural <strong>de</strong><br />

Moravia. Gran<strong>de</strong> alegría tuvo el obispo Ibón cuando supo<br />

la <strong>de</strong>terminación que hablan tomado aquellos cuatro fa-<br />

LA LEYENDA DE ORO. DIA 10,<br />

miliares suyos, y mucho mayor el glorioso patriarca, por<br />

la puerta que Dios le abria para un reino tan extendido y<br />

tan necesitado: y así en el mismo año <strong>de</strong> la confirmación<br />

<strong>de</strong> su religión, que fué el <strong>de</strong> 1216, siendo sumo pontifico<br />

Honorio III, en el convento <strong>de</strong> Santa Sabina, los admitió<br />

á su santa compañía, y les dió el hábito <strong>de</strong> su religión y<br />

su bendición : y con ella, en vistiéndose san Jacintoel hábito,<br />

se vistió <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> su glorioso padre y fundador<br />

sanio Domingo, y nuestro Señor le infundió un vivo y encendido<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> imitarle, como lo hizo por toda la vida.<br />

Era limpio por extremo en el cuerpo , y mucho mas en el<br />

alma: toda la vida virgen , como su santo padre: blando<br />

<strong>de</strong> corazón, puro en su conciencia, humil<strong>de</strong> en su persona<br />

, suave, amoroso y benigno, lleno <strong>de</strong> amor <strong>de</strong> Dios, y<br />

misericordioso sobremanera, y naturalmente compasivo.<br />

Así lloraba los trabajos ajenos como los propios, y tan <strong>de</strong><br />

veras rogaba á Dios por los afligidos , como si hubieran<br />

nacido <strong>de</strong> sus entrañas. Visilaha <strong>de</strong> buena gana los enfermos<br />

, consolaba los tristes , animaba á los encarcelados<br />

; y en lodo lo que podia socoi ria á los pobres y necesitados<br />

, y como otro Job , era ojos para el ciego y piés<br />

para el cojo, salud para el enfermo y consuelo para el<br />

<strong>de</strong>sconsolado : y como traia en su alma estampada la vida<br />

<strong>de</strong> santo Domingo, procuraba retratarle y representarle al<br />

vivo en la suya; y así tenia la iglesia por celda , la tierra<br />

por cama, y la disciplina cada noche con cuerdas y do<br />

muchos nudos por <strong>de</strong>scanso. Era templadísimo en el comer,<br />

y sobre las ordinarias abstinencias <strong>de</strong> la ór<strong>de</strong>n tenia<br />

diputados muchos dias para ayunarlos , y comiendo un<br />

pedazo <strong>de</strong> pan á secas, y bebiendo un jarro <strong>de</strong> agua. Ocupaba<br />

el tiempo <strong>de</strong> manera, que <strong>de</strong> esto solo andaba necesitado<br />

, y la mayor parte <strong>de</strong> la noche gaslaba en oración<br />

en la iglesia; y cuando lo fatigaba mucho el sueño, por un<br />

breve tiempo dormia sobre el suelo. Esta vida comenzó<br />

san Jacinto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que lomó el hálalo, y la prosiguió hasta<br />

la muerte. Mas como hubiese ya bocho profesión y esluvjese<br />

bien instruido en las sagradas ceremonias <strong>de</strong> la religión,<br />

y en el modo <strong>de</strong> predicar el Evangelio: el glorioso<br />

padre sanio Domingo que también conocía el tesoro <strong>de</strong> los<br />

divinos dones y gracias que el Señor habia encerrado en<br />

Jacinto, le mandó que fuese á predicará Polonia con sus<br />

tres compañeros Fr. Ceslao, Fr. Hermanno y Fr. Enrice,<br />

dándole la ór<strong>de</strong>n que habia <strong>de</strong> lener en plantar la religión<br />

en aquel reino, y en fundar los conventos que á su nueva<br />

ór<strong>de</strong>n se ofreciesen, y lodo lo <strong>de</strong>más que le pareció convenir<br />

para que aquella misión fuese para gloria <strong>de</strong> Dios<br />

nuestro Señor y provecho <strong>de</strong> las almas, y estahlecimienlo<br />

y propagación <strong>de</strong> su familia : y dándoles su santa bendición,<br />

los <strong>de</strong>spidió, por una parte tristes, por <strong>de</strong>jar su bienaventurado<br />

padre , y por otra muy alegres, porque e!<br />

misino padre los enviaba á trabajar y á pa<strong>de</strong>cer en la viña<br />

<strong>de</strong>l Señor. Partiéronse pues , y siguiendo su camino,<br />

pasaron los montes que llaman Alpes, y entrando por Cariniia<br />

llegaron á una ciudad llamada Friésach, en la cual<br />

por ruegos délos ciudadanos se enlrctuvieion predicando<br />

algunos dias. Allí comenzó san Jacinto á enten<strong>de</strong>r en su<br />

labor, y á sembrar en aquella tierra la semilla divina que<br />

consigo traia,. y el Señor con la lluvia <strong>de</strong>l cielo la regó <strong>de</strong><br />

tal manera, que en medio año que estuvo allí el sanio,<br />

muchos se convinieron á verda<strong>de</strong>ra penitencia y renovaron<br />

sus vidas; y otros pasando aun mas a<strong>de</strong>lante, hicieron<br />

divorcio con el mundo y lo pidieron el hábito <strong>de</strong> su reh-

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