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142 LA LEYENDA DE ORO/<br />
curado cou la sangre que estaba en un pedazo <strong>de</strong> lienzo;<br />
y era así verdad, que aquella reliquia do san Felipe era<br />
lo que estaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la nómina.<br />
Leonardo Rovelli, estando <strong>de</strong>sabuciado <strong>de</strong> los médicos,<br />
la noche ánles <strong>de</strong>l dia <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> san Felipe, se encomendó<br />
á él muy <strong>de</strong> veras: á la mañana, estando muy<br />
<strong>de</strong>spierto y con la luz encendida, vió al santo, que se le<br />
acercó junto á la cama. Con este favor, vertiendo muchas<br />
lágrimas, se tornó á encomendar á él: al cual dijo san Felipe:<br />
Yé en paz, hijo; y hallóse bueno y tan sano, que se<br />
levantó y se fué á oir misa á la capilla <strong>de</strong>l sanio. Felicia<br />
Sebastiani, estando preñada, cayó enferma <strong>de</strong> un dolor <strong>de</strong><br />
costado : los módicos la tenian ya por muerta; mas habiendo<br />
bebido <strong>de</strong>shechas en un poco <strong>de</strong> caldo unas reliquias<br />
<strong>de</strong>l sanio, oyó una voz que le llamaba; y volviendo la cabeza<br />
vió al siervo <strong>de</strong> Dios, vestido <strong>de</strong> sacerdote, que tenia<br />
una criatura en los brazos, el cual le dijo: No temas, que<br />
yo tengo cuidado <strong>de</strong> tí y <strong>de</strong> esta criatura; y <strong>de</strong>sapareció.<br />
La misma noche se le reventó el mal que tenia en el costado,<br />
y luego cobró salud y parió la criatura buena y sana.<br />
Queriendo un hijo <strong>de</strong> confesión <strong>de</strong> san Felipe comer <strong>de</strong><br />
una fruta que le habian presentado, en la cual habia ponzoña,<br />
apenas se la hubo puesto en la boca, cuando oyó la<br />
voz <strong>de</strong>l santo que le dijo claramente dos veces: Échala<br />
fuera; y así todo temblando la echó ; mas por haber tragado<br />
un poco <strong>de</strong> saliva comenzó á hincharse. Llamado el<br />
médico conoció que era veneno, y le dió muchas triacas<br />
contra él, diciendo que si hubiera comido algo, hubiera<br />
muerto al instante. A un mancebo llamado Esteban Calcinardi<br />
llamó una mujer lasciva, y le procuró para que pecase<br />
con ella ¡ y estando el mancebo vacilando, y poco<br />
fuerte contra aquella tentación , unas reliquias que traia<br />
consigo <strong>de</strong>l santo le dieron tales golpes como si fueran con<br />
un martillo. Api^tósele el corazón, y faltóle el aliento <strong>de</strong><br />
manera que cayó <strong>de</strong> su estado. Estando tendido en tierra,<br />
oyó una voz que conoció ser la <strong>de</strong> san Felipe, la cual le<br />
dijo: Mira lo que haces: véte <strong>de</strong> aquí: véte <strong>de</strong> aquí: huye<br />
el pecado. Volvió luego en sí, y fuese corriendo <strong>de</strong> la casa<br />
sin ofen<strong>de</strong>r á Dios.<br />
Ñero Neri, señor <strong>de</strong> Porsillano, fué tan <strong>de</strong>voto <strong>de</strong>l santo<br />
en vida, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto mas, que procuró que la<br />
hermana <strong>de</strong> san Felipe, llamada Isabel, y á la sazón tenia<br />
ochenta y cuatro años, que habia quedado sola en su familia,<br />
tuviese por bien que las casas <strong>de</strong> entrambos se juntasen<br />
, y pudiese él poner sus armas, que eran tres estrellas<br />
en campo azul, con las <strong>de</strong> la casa y familia <strong>de</strong> san<br />
Felipe: ella lo concedió con instrumento público. Este caballero<br />
era riquísimo, y hallándose sin hijo varón que le<br />
heredase, acudió con gran fé á la intercesión <strong>de</strong>l santo, el<br />
cual oyó á su <strong>de</strong>voto; porque al cabo <strong>de</strong> nueve meses puntualmente<br />
tuvo un hijo, y le puso por nombre Felipe, á<br />
<strong>de</strong>voción <strong>de</strong> su glorioso patrón. Quiso serle tan agra<strong>de</strong>cido<br />
que comenzó á edificarle con gran priesa una grandiosa<br />
capilla: teniéndola en buen estado, cayó el niño malo <strong>de</strong><br />
viruelas, y llegó á estarlo tanto, que perdió el habla y las<br />
fuerzas, que apenas podia respirar: ya <strong>de</strong>sahuciado <strong>de</strong> los<br />
médicos, esperaban por momentos su muerte: el padre no<br />
teniendo ánimo para ver morir á su hijo, se retiró á su<br />
aposento, y con el gran dolor vino á <strong>de</strong>cir: ¿Es posible,<br />
bienaventurado padre, que queráis que la primera acción<br />
que se haga en la capilla que yo os he hecho edificar, sea el<br />
entierro <strong>de</strong> mi hijo, y ese único? Apenas hubo dicho estas<br />
DIA 26.<br />
palabras, cuando el niño volvió en sf, y empezó á llamar<br />
á su padre que vino luego: En viéndole el niño, dijo: Padre,<br />
yo estoy bueno, y me ha sanado el abuelo; llamaba<br />
así á san Felipe, porque le enseñaban <strong>de</strong> ordinario un retrato<br />
suyo, y <strong>de</strong>cían que aquel era el abuelo; y así mostrándole<br />
una imágen <strong>de</strong>l santo, dijo que aquél era el que le<br />
habia curado. Preguntándolo el modo , se tocaba el niño<br />
la cabeza, dando á enten<strong>de</strong>r que con tocarle. Con este favor<br />
quedó el padre mas agra<strong>de</strong>cido, y tan <strong>de</strong>voto <strong>de</strong> san<br />
Felipe, que prosiguió su capilla sin perdonar costa ni gasto,<br />
no atendiendo á otra cosa sino á hacerla mas suntuosa<br />
y rica. Hizo todas las pare<strong>de</strong>s cubiertas <strong>de</strong> riquísimos diaspros,<br />
ágatas y otras ricas piedras, que estaban engastadas<br />
en ellas: el cimborio, sustentado <strong>de</strong> cuatro columnas <strong>de</strong><br />
alabastro, está cubierto <strong>de</strong> unos florones hechos <strong>de</strong> madreperla<br />
ó nácar, con perfiles <strong>de</strong> oro al re<strong>de</strong>dor: el suelo<br />
está al modo <strong>de</strong>l cimborio; pero los florones que tiene,<br />
son rosas <strong>de</strong> alabastro y otras piedras, en medio <strong>de</strong> las<br />
cuales hay irndiasprooriental ver<strong>de</strong>, <strong>de</strong> notable gran<strong>de</strong>za,<br />
con otros diaspres menores, que ricamente lo acompañan.<br />
En esta capilla se puso el cuerpo <strong>de</strong>l santo, don<strong>de</strong> es reverenciado<br />
<strong>de</strong> todos, y el Señor ha hecho por él innumerables<br />
milagros: por los cuales y por las heroicas virtu<strong>de</strong>s y<br />
obras <strong>de</strong> san Felipe, el papa Paulo V le beatificó, y <strong>de</strong>spués<br />
Gregorio XV, á 12 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> 1 622, con<br />
gran solemnidad y pompa le canonizó juntamente con san<br />
Isidro <strong>de</strong> Madrid, san Ignacio <strong>de</strong> Loyola, fundador <strong>de</strong> la<br />
Compañía <strong>de</strong> Jesús, san Francisco Javier déla misma Compañía<br />
y apóstol <strong>de</strong> las Indias, y santa Teresa <strong>de</strong> Jesús fundadora<br />
<strong>de</strong> los carmelitas <strong>de</strong>scalzos. Escribieron la vida do<br />
san Felipe Neri, Antonio Guilloni, Pedro Jacomo Bacci y el<br />
P.Fr. Luis Marco; y también Agustín Marno en su historia<br />
sexta hace gran<strong>de</strong> mención <strong>de</strong> este santo.<br />
SAN ELEUTERIO , PAPA Y MUTIH.—Pasados veinte (Has<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l santo papa Soler, fué elegido en<br />
su lugar Eleuterio, natural <strong>de</strong> Nicópoli, ciudad <strong>de</strong> Grecia,<br />
y diácono y discípulo <strong>de</strong>l santo pontífice Aniceto. Tuvo en<br />
su tiempo alguna paz y tranquilidad la iglesia: la cual<br />
con el escuadrón invencible <strong>de</strong> sus valerosos guerreros y<br />
gloriosos mártires habia conquistado y rendido los corazones<br />
<strong>de</strong> muchos gentiles; y la vida ejemplar y doctrina<br />
celestial <strong>de</strong> los santos pontífices, acompañada con los milagros<br />
que Dios obraba en todas partes, en testimonio <strong>de</strong> la<br />
verdad <strong>de</strong> la religión cristiana, habia tenido mas fuerzas<br />
para plantarla y exten<strong>de</strong>rla por el mundo, que la rabia y<br />
furor <strong>de</strong> los tiranos para <strong>de</strong>rribarla y oprimirla. Con esta<br />
quietud se iba multiplicando la Iglesia <strong>de</strong>l Señor maravillosamente<br />
: y en Roma muchos caballeros y señores, cansados<br />
ya <strong>de</strong> la superstición <strong>de</strong> sus vanos dioses , y <strong>de</strong> la<br />
crueldad y abominaciones <strong>de</strong> sus emperadores, por la doctrina<br />
y predicación <strong>de</strong>l santo pontífice Eleuterio recibían<br />
la luz <strong>de</strong>l Evangelio, y se convertían al Señor. Y no menos<br />
en las otras provincias y reinos <strong>de</strong>scubría sus claros rayos<br />
y rcsplendores nuestra santa religión; particularmente se<br />
vió en Britania (es la que ahora llamamos Inglaterra), porque<br />
Lucio, su rey, habia entendido la santa vida y milagros<br />
<strong>de</strong> los cristianos, y que poco antes Marco Aurelio,<br />
emperador, habia alcanzado por oración <strong>de</strong> ellos una<br />
gran victoria céntralos marcomanos, y que por esta causa<br />
los trataba bien, y permitía que viviesen en su ley, y que<br />
algunos caballeros y senadores romanos se habian bautizado<br />
y seguido el estandarte <strong>de</strong> Cristo; movido <strong>de</strong>l mismo