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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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4G2 LA LEYENDA DE ORO. DIA 3.<br />

lierodad suya, como veinte miüas <strong>de</strong> Jerusalen: y qíic en<br />

otro lucillo y sepulcro estaba el cuerpo <strong>de</strong> Nicotlemus: al<br />

cual por haberse bautizado, y ser discípulo <strong>de</strong> Cristo, los<br />

judíos le habian anatemizado y <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong> la ciudad;<br />

y élle bahía recogido en su casa, y dado lo que había<br />

menester, todo el tiempo que vivió, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto<br />

lo sepultó bonoríficamente junto á san Esteban: y que en<br />

el tercer lucilJo estaba un hijo suyo, llamadoAbibon: el<br />

cual habia recibido el bautismo con su mismo padre, y<br />

acabado el curso <strong>de</strong> su peregrinación , siendo <strong>de</strong> edad <strong>de</strong><br />

veinte anos falleció; y él le habia sepultado en aquel tercer<br />

lucillo que estaba mas alto que los otros , en don<strong>de</strong>,<br />

siendo difunto, habia mandado que pusiesen su cuerpo.<br />

Preguntóle mas Luciano el paraje, don<strong>de</strong> estaban los<br />

santos cuerpos: y habiéndoselo enseñado , <strong>de</strong>sapareció<br />

aquella visión. Despertó Luciano, y temiendo que aquella<br />

fuese alguna ilusión, suplicó á Dios que si era revelación<br />

suya, se la tornase á mostrar segunda y tercera<br />

vez: y para que Dios se la otorgase, ayunó toda aquella<br />

semana bástala noche <strong>de</strong>l viernes siguiente, en que <strong>de</strong><br />

nuevo lo apareció el mismo Gamaliel, en la propia flgura<br />

y traje con que antes le habia aparecido, y le reprendió<br />

porque no habia cumplido lo que le habia mandado.<br />

No se aseguró aun Luciano con esta segunda visión;<br />

antes aguardó la tercera, ayunando y orando siempre,<br />

y pidiendo al Señor que no le <strong>de</strong>jase engañar: y finalmente<br />

al tercer viernes le tornó á aparecer Gamaliel, mostrándose<br />

enojado por el poco crédito que Luciano habia<br />

dado á sus palabras, y mandádole que hiciese lo que habia<br />

dicho: y añadió, que tuviese por gracia singular <strong>de</strong> Dios,<br />

el haberle escogido á él por instrumento para una cosa<br />

tan gran<strong>de</strong> , <strong>de</strong>jando á tantos otros varones mejores que<br />

él, que le pudieran servir en aquel ministerio. Confirmado,<br />

pues, Luciano en aquella revelación, y atemorizado<br />

con las palabras y señas <strong>de</strong>l santo viejo Gamaliel, luego<br />

que vino el dia, fué á Jerusalen, y habló con el obispo<br />

Juan, y le dió cuenta <strong>de</strong> todo cuanto habia visto. El obispo,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho gracias á nuestro Señor, <strong>de</strong>rramando<br />

muchas Lágrimas por aquel señalado beneficio<br />

que hacia á su Iglesia, dió or<strong>de</strong>n que se ejecutase lo que<br />

Gamaliel Inbia revelado á Luciano: y habiéndose cavado<br />

en un campo, y i abe un montón <strong>de</strong> piedras que estaba en<br />

él, y no hallado loque buscaban; el njismoGamaliel apareció<br />

á un monge, llamado Nugecio ó Nigecio, y le señaló<br />

el lugar don<strong>de</strong> estaban los cuerpos, y cavando en él hallaron<br />

tres sepulcros y lucillos, cubiertos con tres piedras,<br />

y en ellas escritos tres nombres, Celiel, que se interpreta<br />

«siervo,» y Apaandardan,qae quiere <strong>de</strong>cir Nico<strong>de</strong>mus, y<br />

Gamaliel. Vino el obispo Juan, acompañado <strong>de</strong> Eleuterio,<br />

obispo <strong>de</strong> Sebaste, y otro Eleuterio, obispo <strong>de</strong> Jcricó,<br />

y <strong>de</strong>l clero y gran número <strong>de</strong> gente: y abriendo la<br />

arca, don<strong>de</strong> estaba el cuerpo <strong>de</strong>l glorioso san Esteban,<br />

comenzó á lemblai'la tierra, y salir un suavísimo olor y<br />

fragrancia celestial <strong>de</strong> aquel sagrado cuerpo tan extremada,<br />

que á los que estaban presentes, les parecía estar<br />

en el paraiso. Habían concurrido á este espectáculo muchos<br />

enfermos y en<strong>de</strong>moniados; y solamente con el olor<br />

que salió <strong>de</strong> aquellas preciosas reliquias sanaron setenta<br />

y tres, <strong>de</strong> lodo género <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s , y los <strong>de</strong>monios,<br />

ahuyentados por la virtud <strong>de</strong>l santo mártir, <strong>de</strong>jaron libres<br />

á !os qiid ántes atormentaban. Fueron los santos cuerpos<br />

trasladados á otros lugares mas <strong>de</strong>centes, y el <strong>de</strong> san<br />

Esteban fué traspasado á la santa iglesia <strong>de</strong> Síon, don<strong>de</strong><br />

antes habia sido or<strong>de</strong>nado <strong>de</strong> diácono. Todo esto dice<br />

Luciano en su epístola: y aña<strong>de</strong> , que él lomó algunos<br />

huesos pequeños <strong>de</strong> los artejos <strong>de</strong> tas manos <strong>de</strong> san Esteban<br />

: los cuales (aunque eran pequeños) eran gran<strong>de</strong>s y<br />

<strong>de</strong> gran<strong>de</strong> estima , por ser huesos <strong>de</strong> aquel valeroso caudillo<br />

y soldado <strong>de</strong>l Señor, que tan bien supo pelear por<br />

él y abrir camino los otros con su ejemplo, para con la<br />

muerte alcanzar la vida. También dice Luciano, que tomó<br />

délos polvos en que las carnes <strong>de</strong> san Esteban se habían<br />

resuello, y que envió estas reliquias á Avilo, presbítero,<br />

y que esta traslación se hizo en 2G <strong>de</strong> diciembre, y que<br />

en aquel tiempo la tierra estaba muy seca, por no haber<br />

llovido, y quo en la misma hora cayó tanta agua <strong>de</strong>l<br />

cíelo, y regó la tierra con tanta abundancia, que toda<br />

la gente quedó admirada, alabando y glorificando al<br />

Señor.<br />

Por este tiempo, en que Dios <strong>de</strong>scubrió á su Iglesia un<br />

tesoro tan gran<strong>de</strong>, Paulo <strong>Oro</strong>sio, nuestro español, fué á<br />

África para visitar al glorioso doctor san Agustín y apren<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> él algunas cosas, en que tenia dificultad: y <strong>de</strong>spués<br />

que el santo padre le enseñó lo que sabia acerca <strong>de</strong><br />

las que le habia propuesto, le envió á Jerusalen, para quo<br />

confiriese coa san Gerónimo otras dudas que tenia , especialmente<br />

<strong>de</strong>l principio y origen <strong>de</strong>l alma racional, y como<br />

<strong>de</strong> varón tan docto y ejercitado en las divinas letras,<br />

alcánzaselo que él no le podía dar: tanta era la humildad<br />

y mo<strong>de</strong>stia <strong>de</strong> san Agustín. Paulo <strong>Oro</strong>sio hizo su jornada:<br />

y volviendo <strong>de</strong> Jerusalen, Fué el primero que trajo<br />

á las partes <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte las reliquias <strong>de</strong>l protomártir san<br />

Esteban, que poco antes se habían hallado, y con ellas<br />

enriquecido la provincia <strong>de</strong> África, don<strong>de</strong> Dios nnesfro<br />

Señor Obró innumerables y grandísimos milagros por la<br />

intercesión <strong>de</strong> su santo mártir, y 'por esta causa fueron<br />

edificados muchos templos, como se ve en muchos<br />

lugares <strong>de</strong> san Agustín. Y Evodio, obispo uzalense (que<br />

fué el primero que edificó en África iglesia á san Esiéban),<br />

por ocasión <strong>de</strong> las reliquias escribió dos libros <strong>de</strong><br />

milagros admirables é innumerables , que Dios obró p»1*'<br />

ellas. Y no solamente África gozó <strong>de</strong> este tesoro, sino también<br />

España, adon<strong>de</strong> las trajo el mismo Paulo <strong>Oro</strong>sio: el<br />

cual, pasando por la isla <strong>de</strong> Menorca, las puso en ella, y<br />

fueron tantos los prodigios y milagros que el Señor hizo por<br />

ellas, que todos los judíos que había en aquella isla ss<br />

convirtieron y recibieron la fé <strong>de</strong> Cristo , como lo escribió<br />

Severo, obispo do la misma isla <strong>de</strong> Menorca, y el<br />

dicho Evodio, obispo uzalense, libro i, capítulo 2: yá<br />

Francia asimismo fueron llevadas las reliquias <strong>de</strong> este<br />

gloriosísimo mártir: yaití también resplan<strong>de</strong>cieron con<br />

muchos milagros, como se ve en Gregorio Turonense. Pero<br />

lo que mas se <strong>de</strong>be notar, es un milagro perpetuo, que<br />

hasta hoy día dura, <strong>de</strong> las reliquias <strong>de</strong> san Esteban : porque<br />

en el tiempo que los vándalos <strong>de</strong>struyeron y asolaron<br />

la provincia <strong>de</strong> África, san Gaudioso, obispo, trajo<br />

<strong>de</strong> ella á Ñapóles una redorna <strong>de</strong> vidrio llena <strong>de</strong>sangre<br />

cuajada dssan Estéban, la cual hoy se guarda con gran<br />

<strong>de</strong>voción en la iglesia <strong>de</strong> San Gaudioso, <strong>de</strong> la misma ciudad<br />

<strong>de</strong> Ñápeles; y es cosa maravillosa , que poniendo la<br />

dicha redoma sobreeí altar, al tiempo que se dice la misa<br />

, la sangre cuajada se <strong>de</strong>rrite y se pone tan líquida,<br />

como si acabara <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> las venas. Antes <strong>de</strong> esto se<br />

había traído á la ciudad <strong>de</strong> Ancoua, en Italia, una piedra

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