Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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y oficio propio de las santas Juliana y Sempronlana, redactado
nuevamente por el ilustrado clero inatarones; y
hay fundadas esperanzas d« que lo conseguirá muy en
breve con general satisfacción de aquellos habitantes.
NOTA.. Todo cuanto acabamos de decir de las santas
Juliana y Setnproniana , vírgenes y mártires, está apoyado
en los documentos y memorias que se conservaban en
el relatado monasterio benedictino de San Cucufatc del
Valles, en la España sagrada de Florez, en los Martirologios
de Ferrari, y de Tamayo, en el testimonio de
los padres bolandislas y en las eruditas memorias que
recientemente han escrito varios hijos deMataró, singularmente
el ilustre canónigo lectoral de Barcelona don
Jaime Matas, y los reverendos presbíteros don Manuel Camin
y don José Rius.
LOS SANTOS HíiRMOLAO, IlEBMlPO Y ÜEIIMÓCRATES, MÁRTI­
RES.—El primero era presbítero de la iglesia de Nicomedia
y con su predicación y milagros convirtió á la
fé á san Panlaleon. Los otros dos eran también discípulos
suyos y unidos á él por los vínculos de la caridad,
siendo los tres degollados por órden del emperador Maximiano
en la misma ciudad de Nicomedia.
Los SANTOS FÉLIX , JULIA, Y JACÜNDA , MÁRTIRES*—Padecieron
martirio en Ñola, reinando el emperador Diocleciano,
y como se han perdido las actas de su martirio,
nada mas se sabe de ellos.
Los SANTOS MAURO, PANTALEMON Y SERGIO,MÁRTIRES. —
El primero era obispo de la ciudad de Biselli, en la Pulla,
y los otros dos discípulos suyos y sus compaflcros en
todos los trabajos. En tiempo del emperador Trajano, no
flUcriendo obedecer las órdenes imperiales, enlo que tenían
relación con el culto religioso , fueron presos, y después
(le ser probados con muchos tormentos, permaneciendo
constantes en la confesión de su fé, fueron degollados.
Los SANTOS AURELIO, JORGE, FÉLIX, NATALIA Y LILIOSA,
MÁRTIRES.—Nació Aurelio en la ciudad de Córdoba en
tiempo de la dominación de los árabes, de padre moro y
madre Cristiana, ambos ricos y principales. En su niñez
quedó Imérfano, y le educó una lia suya enseñándole la ley
de Jesucristo, y haciéndole practicar la virtud. Llegado
á la edad de tomar estado, casó con una doncella también
cristiana y virtuosa, llamada Natalia. Tenia Aurelio un
atmgo íntimo y pariente muy cercano llamado Félix, ol
cual con Liliosa su mujer, servia á Dios con fervor de
espíritu, después que por miedo con gran flaqueza, habia
dicho ante el juez que no era cristiano. De este yerro
Suyo, muy llorado ya, solia tratar Félix con Aurelio, y
^ttihos se encendían mutuamente en deseo de triunfar de
'a muerte y de los enemigos de Cristo. Acrecentaban este
^rvor las santas matronas Natalia y Liliosa, ofreciéndose
Sc8uirles en el combate sin apartarse de ellos en vida y en
^Uerte. Reinaba por aquel tiempo en Córdoba Abderra-
J^en ii) CUya ferocidad hacia gemir á aquella Iglesia bajo
3 ^as pesada tiranía. Un dia fué testigo Aurelio del
'^artirio dcun santo confesor, cuya serenidad y constancia
e 'nílamaron en deseos de participar de su gloria. Fuó-
86 Pues á su casa, y dijo á su esposa que ora preciso
Prepararse para recibir el martirio, y ambos esposos em-
P^aron desde aquel dia á multiplicar todas sus penitencias
todas sus obras de misericordia, para hacerse mas agradóles
á los ojos de Dios. Estando en esto tuvieron una
esl,al visión, en que se les anunciaba que dentro de poco
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alcanzarían la palma del martirio, en compañía de sus
amigos Félix y Liliosa y de un monge que Dios Ies asociaría.
Efectivamente, el santo mongo llamado Joije, del
monasterio de San Sabas, se les reunió como por milagro,
y estando los cinco juntos en casa de Aurelio, llegaron
los ministros del gobernador y los prendieron. Grande
fué su gozo al verse en el tribunal do los moros -.gn seguida
confesaron su fé y aseguraron su constuncia, y no
pudiendo el juez disuadirlos ni con promesas ni con amenazas,
los condenó áser degollados. Llegados al lugar
del suplicio, mostraron el mismo valor y perseverancia
y murieron por este órden : primero san Félix, luego san
Jorjey santa Liliosa, y últimamente san Aurelio y sania
Natalia, en la ciudad de Córdoba, el dia 27 de julio del
año 832. Los cadáveres estuvieron tres dias en el patíbulo,
hasta quo los recogieron ios cristianos y les dieron
sepultura.
S AN ETERIO , OHISPO Y CONFESOR. —Floreció en el siglo VI
y fué obispo de Auxerre por espacio de diez años y seis
meses. Administrador fiel de la casa del Señor, luz de
Israel, y honor del clero de su siglo, murió en sania
paz por los años de lili.
SANTA ANTÜSA, VIRGEN. —Créese que fué hija del emperador
Canstantino Coprónimo. Durante la persecución que
éste suscitó contra los adoradores de¡las santas imágenes,
fué la santa azotada, desterrada, y vivió por muchos
anos en el desierto, mortificando su cuerpo con todos los
rigores déla penitencia. Obró muchos milagros, y habiendo
muerto el emperador, volvió á Constanlinopla, cuya
ciudad ilustró también con multitud de porlentos,
basta que el cielo la llamó á sus eternos gozos el dia 27
de julio del año T73, según el cardenal Baronio y
otros.
DIA 28.
SAN NAZARIO Y SAN CELSO, MÁRTIRES.—El bienaventurado
san Nazario nació en Boma, y fué hijo de un caballero
africano y de una señora romana, los dos nobles
y muy ricos. Fué discípulo del apóstol san Pedro y
bautizado por Lino su coadjutor. Como iba creciendo en
mocedad, iba juntamente creciendo en virtudes, y llegó
á tanto la fama de su santidad, que muchos acudían á
ó] para pedirle consejo y remedie cu sus trabajos, y
resplandecía eu Roma como una estrella del firmamento.
Por inspiración del Señor determinó salir de ella : y habiendo
allegado de su hacienda alguna cantidad de dineros,
se puso encamino. Predicaba á Jesucristo á los
pueblos por donde pasaba, y hacía largas limosnas á los
pobres necesitados, juntando en uno la misericordia espirilual
y corporal. Vino á Placencía , y de allí á Milán,
donde fué preso por mandato del presidenti? Anolino. porque
predicaba á Cristo. Quiso persuadirlc.á que adorase
á sus falsos dioses, y no habiéndolo podido acabar con
él, le mandó dar en su venerable rostro muchas bofetadas
y echar de la ciudad. Tuvo Nazario esta afrenta por
mucha honra, por haberla padecido por Cristo. Salió
de Milán , y por divina revelación pasó á Francia , derramando
por todas partes los resplandores del Evangelio.
Estando en una ciudad de aquel reino, llamada Melia,
una mujer principal por nombre Marianila, le trajo un
niño suyo de pequeña eciad, y poniéndosele en las manos