Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

4 20 LA LEYENDA DE ORO.
DIA 25.
denas. El santo confesor sufrió con constancia y alegría
los azotes mas crueles, y otros tormentos inhumanos, y
consumó su martirio con el fuego en 24 de mayo.
SAN ROBUSTIANO, MÁBTIR,—Solo se sabe que derramó su
sangre pomo querer adonir á los ídolos en Milán, durante
los primeros años de la persecución del emperador
Diocleciano.
de Jesucristo y de su cruz, y procuraban arrancar de raiz
la religión cristiana. Tuvo Urbano cinco veces órdenes en
el mes de diciembre; hizo en ellas nueve sacerdotes, cinco
diáconos y ocho obispos. Do san Urbano escribió san
Dámaso papa, y los demás autores de las vidas de los sumos
pontífices: y hacen mención los Martirologios romano
de Beda, Usuardo , Adon y el cardenal Baronio en las
anotaciones del Martirologio y en el segundo tomo de sus
DIA 23.
Anales, página 356.
SAN CENOBIO, ARZOBISPO DE FLORENCIA Y CONFESOR.—La
SAN URBANO, PAPA Y MÁRTIR.—San Urbano papa y mártir
fué romano, bijo de Ponciano. Sucedió á Calixto en la
cátedra de san Pedro. Fué varón santísimo y de muy
amable y dulce conversación, y con el ejemplo de su vida
vida de san Cenobio, arzobispo de Florencia, varón santísimo,
y gran defensor de la religión católica contra los
arríanos, escribió Juan,,arcipreste de Arezo enToscana, y
la trae el P. Fr. Lorenzo Surio en su tercer tomo, y san Antonino
y predicación apostólica convirtió en Roma á nuestra
arzobispo de Florencia, asimismo la refiere en la se­
santa fé gran número de ciudadanos y caballeros, y entre
ellos fueron Valeriano esposo de santa Cecilia, y Tiburcio
su hermano, á los cuales el santo ponlíQce bautizó, y animó
para que constantemente muriesen por Jesucristo : á
cuya honra y veneración el santo pontífice consagró la casa
gunda parte de su historia, de esta manera. Nació san Cenobio
en Florencia el año del Señor de 333, de nobles padres
aunque gentiles. Su padre se llamó Lucio y su madre Sofía.
Bióse desde niño á la virtud y era muy vergonzoso, callado
y modesto, en tanto grado, que no le vieron reír ja­
de santa Cecilia y la hizo templo. Escribió una más descompuestamente. Estudió las buenas letras, y
epístola llena de admirable doctrina , de que se coligen
aprovechó mucho en ellas por la fecundidad de su inge­
algunos decretos. Daban en aquel tiempo los nio y por su diligencia y cuidado. Siendo ya de veinte
fieles sus heredades y posesiones á la Iglesia para el
culto divino y sustento de los ministros de ella y de los
pobres. Mandó Urbano que los tales bienes no se pudiesen
gastar en otros usos, añadiendo graves penas contra los
que usurpasen las cosas eclesiásticas: porque son, dice,
ofrenda de los fieles y rescate de pecados y patrimonio de
los pobres. Y porque algunas veces las mismas heredades,
bienes y raices se vendían para socorrer á las necesidades
de los pobres, ordenó que de allí adelante no se vendiesen,
sino que con las rentas se proveyese lo que los ministros
de la Iglesia y los pobres hubiesen menester, quedando
siempre en pié la raiz y la fuente de donde se pudiesen
remediar semejantes necesidades. Mandó asimismo evitar
al excomulgado por el obispo, aunque no fuese de todo
punto la sentencia justa , y que de mano del mismo obispo
años, sus padres trataron de casarle con una doncella noble,
rica y hermosa y digna de tal esposo. Pero él deseando
servir á nuestro Señor en mas perfecto estado y consagrarle
la pureza de su alma, rogó á Teodoro , que á la
sazón era obispo de Florencia, que le amparase, y le diese
la mano y librase de aquella servidumbre y perplejidad:
y el obispo lo hizo, y sus padres se enojaron terriblemente
contra él, y vinieron con gente armada y deudos y amigos
suyos á reñir aquella pendencia con el obispo, y con
su hijo, el cual alumbrado con la luz del cielo ó inflamado
del amor divino, do tal manera les habló que quedaron
blandos y sosegados, y persuadidos á dejar los errores de
los gentiles, y recibir el santo bautismo, como su hijo le
había recibidp. No se contentó Cenobio con esta victoria,
sino que quiso alcanzar otra mayor del mundo desprecian­
recibiesen los fieles el sacramento de la confirmación do sus vanidades y locuras, y dedicarse lolalmente al ser­
después del bautismo. Fué el primero que usó patenas y
cálices y vasos de plata para uso de la iglesia y ministerio
del santo sacrificio de la misa. Y no solo cálices y vasos
de plata , mas de oro y de piedras preciosas, usaron los
santos en el servicio de la iglesia, y los fieles las ofi ecian
al Señor, mostrando en esto su piedad y devoción , reconociendo
que lo que los hombres tienen por mas precioso
debe servir al Señor de lodo lo criado, que se lo dió y
cuyo es. Vivió el santo pontífice Urbano en la silla de san
Pedro seis afios, siete meses y cuatro dias: y habiendo
padecido y trabajado mucho por la Iglesia del Señor, fué
preso del prefecto Almaquio; y después de haber sido azotado
crueimenle con plomadas, fué degollado por su
mandado, y su cuerpo echado á las aves y bestias, pero
una santa matrona llamada Maimenia y su hija Lucína, le
recogieron y sepultaron en el cementerio de Pretéxtalo, en
la vía Apia. Su martirio fué á los 2S de mayo del afio del
Señor de 233 y en el décimo de Alejandro severo: porque
aunque este emperador no fué enemigo de cristianos,
ni movió persecución alguna contra la Iglesia, antes tuvo
la imagen de Cristo nuestro Redentor en un oratorio suyo
entre las de sus dioses; todavía algunos de sus ministros'
de quienes éí mucho se fiaba, fueron grandísimos enemigos
vicio del Señor, Para esto se hizo clérigo: después fué canónigo
y arcediano de la iglesia catedral, y espejo de virtud
y ejemplo de santidad. Eramuy dado á la oración, muy
caritativo y liberal para los pobres , y fuerte y constante
predicador contra los herejes. Pasó en este tiempo por Florencia,
yendo á Roma, el gran doctor de la Iglesia san
Ambrosio, y conociendo las grandes partes de santidad y
doctrina de Cenobio, trabó con él muy estrecha amistad,
y llegando á Roma, dió parte á San Dámaso, sumo pontífice,
de la persona y calidades de Cenobio, y el papa 1c
mandó llamar, y le hizo diácono de la santa Iglesia romana,
y le ordenó que residiese en Roma. Un día acompañando
á San Dámaso á la iglesia de Santa María Trans-
Tiberim, habiéndole traido un hijodel prefecto déla ciudad,
que estaba paralítico, san Cenobio con su oración le sanó.
Después habiéndose ofrecido á San Dámaso algunos negocios
eclesiásticos é importantes, envió á Constantínopla á
Cenobio, para que los tratase con el emperador; y él lo
hizo con maravillosa prudencia y diligencia, confundiendo
á los herejes que eran muchos, y consolando y animando
á los católicos, y confirmando su doctrina con milagros, y
con echarlos demonios de los hombres, que de ellos eran
atormentados.