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102 LA LEYENDA DE 0110.<br />
ciendas que habían tenido sus padres, y para esto buscaron<br />
un gran letrado y excelente orador, y le rogaron que<br />
se encargase <strong>de</strong> aquella causa, y que con sus razones y<br />
elocuencia, persuadiesen á san Dunstano, que les restituyeselos<br />
bienes quo hablan sido <strong>de</strong> sus padres. Propuso el<br />
orador n)uy elegantemente sus razones á Dunstano, y el<br />
santo con semblante sereno y grave, respondió: Ya sabéis,<br />
que esta causa está <strong>de</strong>cisa y acabada, muchos dias ha por<br />
sentencia <strong>de</strong> Dios: yo hasta ahora he procurado ayudar á<br />
la Iglesia <strong>de</strong>l Señor con mis flacas fuerzas; ahora con la<br />
edad y con los trabajos, ya estoy exhausto, y con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />
pasar los pocos dias <strong>de</strong> la vida que me quedan, en paz y<br />
quietud, no estoy para pleitos ni para nuevos trabajos t al<br />
Señor encomiendo su Iglesia, para que él la <strong>de</strong>fienda. En<br />
acabando <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir estas palabras, el suelo <strong>de</strong>l aposento, en<br />
que estaba el abogado y los hijos <strong>de</strong> los clérigos, se hundió,<br />
y los maltrató, quedando la parte <strong>de</strong> él en que estaba<br />
san Dunstano, y los suyos, entera. Con esta <strong>de</strong>mostración<br />
<strong>de</strong> Dios cesó aquella porfía, fundada en codicia, y todos<br />
entendieron que el Señor aprobaba lo que estaba hecho: y<br />
fueron tantos los que se aplicaron á la religión, y hábito<br />
<strong>de</strong> los monges, que se fundaron en Inglaterra en aquella<br />
ocasión cuarenta y ocho monasterios. En otra cosa también<br />
mostró el santo zelo que tenia <strong>de</strong> la justicia, y que los<br />
malos se <strong>de</strong>sarraigasen do la tierra. Fueron presos y condonados<br />
á muerte tres hombres, por haber hecho moneda<br />
falsa; y habiéndose dilatado la ejecución <strong>de</strong> la sentencia,<br />
un dia, por ser pascua <strong>de</strong>l Espíritu Santo, no quiso el santo<br />
prelado <strong>de</strong>cir misa en él, hasta que se hubiese ejecutado<br />
la justicia : y puesto caso, que á algunos les pareció<br />
<strong>de</strong>masiado rigor, y cierta manera <strong>de</strong> inhumanidad la <strong>de</strong><br />
Dunstano, Dios nuestro Señor <strong>de</strong>l cielo, mostró que no habla<br />
sido sino zelo <strong>de</strong> justicia, y <strong>de</strong>l bien <strong>de</strong> la república;<br />
porque en acabando <strong>de</strong> hacerla <strong>de</strong> aquellos hombres <strong>de</strong>sventurados,<br />
se puso á <strong>de</strong>cir misa el santo, y bajó una paloma<br />
<strong>de</strong>l cielo blanca como una nieve, y se puso y estuvo<br />
sobre su cabeza, hasta que acabó aquel santo sacriticio,<br />
con extraordinaria ternura, <strong>de</strong>voción y lágrimas; para que<br />
so estendiese, cuán agradable habia sido á Dios aquel<br />
afecto do su siervo, y que no era severidad sino zelo <strong>de</strong> la<br />
justicia, sin la cual no se pue<strong>de</strong>n conservar los reinos. Regalóle<br />
mucho el Señor con gran<strong>de</strong>s visiones, revelaciones<br />
y favores <strong>de</strong>l cielo; y el <strong>de</strong>monio por otra parle le perseguía<br />
y procuraba turbar su oración, contemplación y quietud<br />
; pero siempre quedaba con las manos en la cabeza, y<br />
rendido á sus piés. No pocas veces estando en oración, oyó<br />
músicas y consonancias <strong>de</strong>l cielo, y una vez yendo á la<br />
iglesia <strong>de</strong> la santísima Yírgen, en medio <strong>de</strong> un coro <strong>de</strong> innumerables<br />
vírgenes, que cantaban suavísimamente, y le<br />
acompañaron hasta que llegó á la iglesia á don<strong>de</strong> iba. Entre<br />
otros favores que tuvo <strong>de</strong>l Señor, mereció ver la hermosura<br />
<strong>de</strong> las almas santas, y quedó con esta vista tan<br />
encendido su amor, que <strong>de</strong>spués no podia tratar sino <strong>de</strong> la<br />
salud <strong>de</strong> las almas, y <strong>de</strong> arrebatarlas tras sí al cielo. Un<br />
dia <strong>de</strong> la gloriosa Ascensión <strong>de</strong>l Señor, estando contemplando<br />
en su iglesia la gloria y triunfo <strong>de</strong> Cristo, vió entrar<br />
una multitud innumerable <strong>de</strong>hombres vestidos <strong>de</strong>blanco<br />
y resplan<strong>de</strong>cientes, con coronas <strong>de</strong> oro en la cabeza, y<br />
vió que lo <strong>de</strong>cían <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios, que si estaba<br />
aparejado se fuése con ellos para celebrar en el cielo aquella<br />
festividad con mayor solemnidad. El santo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber hecho gracias al Señor por aquel incomparable<br />
DIA 19-<br />
beneíicio, respondió que su oficio era enseñar al pueblo,<br />
que estaba allí aparejado para oírle, la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la gloria<br />
y triunfo <strong>de</strong> Cristo, y el modo con que la habían <strong>de</strong><br />
imitar y seguirle con los corazones al cielo, y que por esta<br />
causa no podia aquel dia ir con ellos : y los santos aceptando<br />
la escusa, le avisaron quo estuviese á punto el sábado<br />
siguiente, para ir con ellos, y cantar Sanio, Sanio,<br />
Santo eternamente : y él dijo, que así lo haría ; y entendió<br />
que el Señor lo quería hacer merced <strong>de</strong> llevarle <strong>de</strong> esta<br />
vida, como fué: porque estando ya muy viejo, y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> haher vencido tantas veces á los <strong>de</strong>monios, y sufrido<br />
graves persecuciones <strong>de</strong>sús ministros, y obrado cesas<br />
maravillosas en servicio <strong>de</strong>l Señor y bien <strong>de</strong> las almas;<br />
avisado con esta revelación <strong>de</strong> Dios, alegre y gozoso se<br />
partió <strong>de</strong> esta vida, y subió á la eterna, y fué presentado<br />
<strong>de</strong> los ángeles <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l acatamiento, <strong>de</strong>l que para tanta<br />
gloría suya le había criado. Entre otras gracias <strong>de</strong>l Señor<br />
tuvo don <strong>de</strong> profecía : y habiendo sido sublimado al reino<br />
Ethehedo, por muerte <strong>de</strong> san Eduardo, á quien su madrastra,<br />
y madre <strong>de</strong> Ethehedo, habia hecho matar para<br />
que su hijo reinase; el Señor le profetizó, que no le fallaría<br />
la espada <strong>de</strong>l Señor, mientras quo viviese en su casa,<br />
y que el reino pasaría á otra casta y gente, cuya lengua y<br />
costumbres los ingleses no sabían; y lodo se cumplió como<br />
el santo lo dijo. <strong>Los</strong> milagros que el Señor hizo por él,<br />
fueron muchos. Dió vista á tres ciegos : sanó á un paralítico,<br />
que era clérigo noble y rico, y so habia metido entre<br />
la gente popular á pedir favor al santo : pero <strong>de</strong>spués<br />
corriéndose él, porque le <strong>de</strong>cían que había estado entre<br />
aquella gente baja y pobre, y negando, luego le volvió<br />
el mal y le quitó la vida, como á hombre vano y <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido.<br />
<strong>Los</strong> <strong>de</strong>más milagros véanse en su vida: escrihióla<br />
Osberto, monge canluaricnse, que floreció por los<br />
años <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> 1020; tráela el P. Fr. Lorenzo Surío en<br />
su tercer tomo, y hace mención el Martirologio romano á<br />
los 19 <strong>de</strong> mayo, y Trítemío en el libro <strong>de</strong> los Varones ilus.<br />
tres <strong>de</strong> la ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san Benito, libro ui, cap. 221, y lib. iv,<br />
capítulo 100. Murió el aflo <strong>de</strong>l Sefior<strong>de</strong> 988, á los solenta<br />
<strong>de</strong> su edad, y á los treinta y tres <strong>de</strong>spués que lo hicieron<br />
arzobispo, como lo dice el mismo Triteraio, y lo refiere el<br />
car<strong>de</strong>nal Baronío en sus anotaciones, y mas largamente en<br />
el décimo tomo <strong>de</strong> sus Anales.<br />
SAN PEDRO CELESTINO, PAPA, Y CONFESOR. —San Pedio<br />
Celestino nació el año <strong>de</strong> 1215, en Esernia, que hoy so<br />
llama Sergne, ciudad do la Tierra <strong>de</strong> Labor, que es provincia<br />
<strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Ñapóles ; sus padres eran pobres; pero<br />
virtuosos y buenos cristianos i su padre se llamó Angelorico,<br />
y su madre María. Tuvieron estos casados doce hijos,<br />
y rogaban siempre á nuestro Señor, que <strong>de</strong> ellos escogiese<br />
alguno, que fuese todo suyo, y le <strong>de</strong>dicase perpeluamente<br />
á su servicio. Escogió el Señor á Pedro, que como<br />
otro José fué el onceno entre sus hermanos : y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
vientre <strong>de</strong> su madre mostró que le habia escogido Dios<br />
para sí; porque cuando salió á luz, salió como vestido <strong>de</strong><br />
una vestidura <strong>de</strong> religioso. Cuando tuvo seis años, era tan<br />
inclinado á todas las obras <strong>de</strong> virtud, que hablandocon su<br />
madre, le solía <strong>de</strong>cir: Madre, yo quiero ser buen siervo <strong>de</strong><br />
Dios. Murió su padre, y la madre con gran cuidado le puso<br />
al estudio; aunque el <strong>de</strong>monio por muchos caminos se<br />
lo pretendía estorbar. Era Pedro muchacho sincei isimo, y<br />
cuando comenzó á apren<strong>de</strong>r á leer el salterio, enlei necíaso<br />
al mirar tina imagen, diquela santísima Virgen y san