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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA G. JULIO. 309<br />

''•s (lebcmos rcntófenL-iar y no escudrinar, pues ponnilio<br />

Mué sania Godoleva cayese en manos <strong>de</strong> un verdugo y<br />

y monstruo <strong>de</strong> la naluraleza , como fué Berlulfo ántesque<br />

se convirtiese, para que labrase, aliñase y martirizase con<br />

TOS malos tratamientos y finalmente le quitase la vida, pala<br />

qm» ella gozase eternamente <strong>de</strong> la que es verda<strong>de</strong>ra<br />

vida en el cielo yaca en la (ierra fuese ilustrada con mudios<br />

milagros; adorada por santa <strong>de</strong> los fieles, é imilada<br />

<strong>de</strong> las mujeres, que sin culpa suya son afligidas <strong>de</strong> sus<br />

maridos, para que conformándose en la paciencia y sufrimiento<br />

con ella, alcancen la corona <strong>de</strong> la gloria que ella alcanzó.<br />

SAN GTOAR, PRESBiTiíito y CONFESOR.—Fué san Goar francés<br />

<strong>de</strong> nación, <strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong> Gascuña: su padre se<br />

ÍJamó Jorje y su madre Valeria, personas por sangre ilus-<br />

Ires. Dns<strong>de</strong> nifíofué muy bien inclinado, <strong>de</strong>amable aspecto,<br />

humil<strong>de</strong> y honesto, y dadoá todas las obras <strong>de</strong> virtud.<br />

Creció tanto en el temor <strong>de</strong> Dios, que con su ejemplo movía<br />

á oíros á seguirle, y á enmendar sus vidas y vivir crislianaaicnle.<br />

Or<strong>de</strong>nóse <strong>de</strong> presbítero, y abrasado <strong>de</strong>l fuego<br />

<strong>de</strong>l amor divino, <strong>de</strong>terminó <strong>de</strong> dar mano á todas las cosas<br />

<strong>de</strong> la (ierra; <strong>de</strong>jando á sus padres y á sus <strong>de</strong>udos y amigos,<br />

se partió <strong>de</strong> su patria peregrinando, y se fué á un lugar<br />

<strong>de</strong>l obispado <strong>de</strong> Tréveris, que se llamaba Wocara,<br />

don<strong>de</strong> hizo una iglesia con licencia <strong>de</strong>l obispo Félix, y colocó<br />

en ella algunas reliquias <strong>de</strong> santos con mucha <strong>de</strong>vo-<br />

Bu este lugar vivió muchos años, dándose á la oraci()n.<br />

ayunos y penitencia, y á ejercitar cuanto podía, la<br />

^ospiiaiídad y acigimiento <strong>de</strong> los pobres y peregrinos.<br />

ILbia aun muchos gentiles en aquella tierra, los<br />

^'us con la vida tan ejemplar y con la predicación<br />

1,6 san Goar, salieron <strong>de</strong> las tinieblas <strong>de</strong> su ceguedad, y<br />

iie convirtieron á nuestra santa religión, y para que lo<br />

hiciesen mas fácilmente, obró el Señor muchos milagros<br />

ljOr su siervo, echando los <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> los cuerpos que<br />

atormentaban, dando vista á los ciegos, pies á los cojos,<br />

y sanando á muchos dolientes <strong>de</strong> varias enfermeda<strong>de</strong>s.<br />

Decía cada día misa con gran<strong>de</strong> ternura y <strong>de</strong>voción,<br />

y rezaba todo el salterio, y <strong>de</strong>spués se ocupaba en obras<br />

<strong>de</strong> caridad, sirviendo á ios pobres y albergando á los peregrinos<br />

con tanto afecto, como quien veia en ellos á Jesutnsto.<br />

Tuvo el <strong>de</strong>monio envidia <strong>de</strong> la santidad <strong>de</strong> Goar, y<br />

saña por el gran fruto que hacia en las almas, y movió á<br />

dos criados <strong>de</strong>l obispo, que ya era, y se llamaba Rústico,<br />

M'ie lo acusasen <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su amo, diciéndole que era hipócrita<br />

y embustero, interpretando mal las honestas acciones<br />

<strong>de</strong> san Goar. Creyó el obispo fácilmente lo que fallamente<br />

se le había dicho: mandó venir al sanio <strong>de</strong>lanie<br />

^ sí, y envió por él á los mismos acusadores. El cual,<br />

Cuundo supo que le llamaba el obispo, hizo gracias á nuosll0<br />

Señor, porque su prelado se había acordado <strong>de</strong> él, (e-<br />

|"éndose por indigno; sin po<strong>de</strong>r sospechar lo que quería.<br />

tecilj¡ó con alegría, y acarició con mucha humildad á los<br />

"'Visajeros <strong>de</strong>l obispo, y al día siguiente dijo su misa, rezó<br />

Su Sal'Crio y cumplió con sus <strong>de</strong>vociones, como solía, y<br />

•'¡^'•ejóles la comida para partirse luego con ellos; mas<br />

0s no quisieron aguardar sino partirse luego ; y él les<br />

' Cotnida para el camino, l'ero el Señor que es justo juez<br />

^ Vt>ii< sus corazones, y lo que urdían y tramaban contra<br />

^"lo, los afligió <strong>de</strong> manera, que se hallaron tan can-<br />

' md8^ 61 cam'no, (Jue no Pl,^'eron P3831' a<strong>de</strong>lante, y esnmerlos<br />

<strong>de</strong> hambre y sed, no hallaron en las alforjas<br />

la comida que el santo les había dado, ni otra cosa que<br />

comer, ni una gota <strong>de</strong> agua en un arrojo que allí había.<br />

Conocieron su error, pidieron perdón al santo, y al improviso<br />

aparecieron tres ciervas gran<strong>de</strong>s, y el santo las<br />

mandó parar y las or<strong>de</strong>ñó, y dió <strong>de</strong> beber <strong>de</strong> aquella leche<br />

á los tristes mensajeros <strong>de</strong>l obispo, y los perdonó y<br />

echó su bendición; y con esto ellos hallaron en su alforja<br />

la comida, y en el arroyo agua que por voluntad do Dios<br />

había <strong>de</strong>saparecido; y volvieron al obispo y le conlaron<br />

lo que pasaba. Mas él estaba ya tan impresionado y enojado<br />

con san Goar, que cuando él vino á su presencia le d a­<br />

tó mal, atribuyendo todo loque había hecbo, nó á virlud<br />

divina, sino á arte mágica, apretándole mucho para que<br />

<strong>de</strong>clarase quién era, y dón<strong>de</strong> había estudiado aquellas malas<br />

arles que ejercitaba.<br />

Finalmente, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varias pláticas y razones que<br />

tuvieron éntrelos dos, trajeron un niño <strong>de</strong> pechos <strong>de</strong> solos<br />

tres días, y dijo el obispo á san Goar. Ahora veremos<br />

si tú eres mago como yo creo, ó siervo <strong>de</strong> Dios: díaos,<br />

quiénes son los padres <strong>de</strong> este niño. Entonces san Goar se<br />

afligió mucho por lo que le mandaba el obispo, pareciéndole<br />

por una parteque era presunción y sobre sus merecímienlos<br />

pedir á Dios que le revelase, quiénes eran los padres<br />

<strong>de</strong> aquella criatura; y por otra, que sino lo hacia, so<br />

ponía en peligro dj ser <strong>de</strong>tenido por encantador, y maltratado<br />

<strong>de</strong>l obispo. Volvióse á Dios : suplicóle que le favoreciese<br />

en un Irancc tan riguroso, y que volviese por su<br />

inocencia: y confiado en él y movido con su insiirito,<br />

maadó al niño que <strong>de</strong>clarase por sus nombres á su padre<br />

y ásu madre. Entonces el niño, exlendiendo la manocila<br />

hácia el obispo con voz clara, como si fuera <strong>de</strong> muchos<br />

años, dijo: Esle es mi padre, Rústico, obispo, y mi madre<br />

se llama Flavia. Quedó el obispo corrido y confuso, y toda<br />

la gente admirada alabando al Señor, porque asi volvía<br />

por la honra <strong>de</strong> su siervo, y caslígaba al obispo, que la<br />

quería oprimir, <strong>de</strong>scubriendo sus flaquezas, para que. conociéndolas<br />

el obispo, las llorase amargamente, c hiciese<br />

peoitencta <strong>de</strong> ellas: porque san Goar, viendo que el obispo<br />

babia caído en el lazo, que le había querido armar, y<br />

que por su causa, aunque sin culpa suya, Dios había «mnifcs'.ado<br />

públicamente las secretas culpas suyas, tuvo<br />

grandísimo dolor, y no se podía consolar <strong>de</strong> aquel suceso.<br />

Habló al obispo, y suplicóle con lágrimas y sollozos, queso<br />

reconociese, y con la penitencia diese satisfacción al pueblo;<br />

pues le había dado lau gran<strong>de</strong> escándalo, y ofreciólo<br />

ayudarle con sus oraciones, y con hacer siete años <strong>de</strong> dura<br />

penilencia por él.<br />

Publicóse luego todo lo qua había sucedido, y llegó la<br />

fama al rey Sigiberto. que á la sazón reinaba: el cuai<br />

mandó llamar á san Goar, y quiso saber <strong>de</strong> él la h sloria<br />

<strong>de</strong> lodo lo que había pasado; mas el santo, por no <strong>de</strong>cir<br />

cosa que pudiese redundar en alabanza suya, ó en infamia<br />

<strong>de</strong>l obispo, cerróse y no lo quiso <strong>de</strong>cir: y apretándole<br />

mucho el rey, y mandándole que lo dijese, respondió el<br />

santo que le suplicaba, que primero le dijese él lo que había<br />

oído. Díjoselo el rey, y era puntualmente la verdad <strong>de</strong><br />

lo que habia pasado entre Goar y el obispo. Entonces dijo<br />

Goar al rey: Pues yo no tengo que <strong>de</strong>cir mas <strong>de</strong> lo que<br />

ha oidoy me ha dicho vuestra majestad. Todo el pueblo<br />

que habia sabido el caso, se levantó contra el obispo, clamando<br />

que era indigno <strong>de</strong> serlo, y que Goar le había <strong>de</strong><br />

sustituir en su lugar; y el rey vino en ello y tomó lodos

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