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u 8. JULIO. 319<br />
Tuerzas contra su padre. Y el rey como estaba tan sentido<br />
y disputado con su hijo, creyó fácilmente las mentiras<br />
que en esta sazón le dijeron y arrebatamente, y con enojo<br />
y furor echó á la reina <strong>de</strong> Santaren, don<strong>de</strong> él estaba; y<br />
ella con gran paz <strong>de</strong> su alma y maravillosa mansedumbre<br />
, se fué á la villa <strong>de</strong> Alenquer. Allí se recogió y acrecentó<br />
sus asperezas, oraciones y limosnas, suplicando á<br />
nuestro Señor por la paz y tranquilidad <strong>de</strong> su reino. Y<br />
puesto caso que algunos gran<strong>de</strong>s seiiores, celosos <strong>de</strong> su<br />
servicio, la quisieron alentar y animar, para que por fuerza<br />
<strong>de</strong> armas procurase ser restituida á su <strong>de</strong>bido lugar y<br />
estado, ofreciéndole sus ayudas y servicios, nunca la<br />
santa reina dióoidos á semejantes ofertas y consejos, antes<br />
agra<strong>de</strong>ciéndoles su buen celo, Ies rogó que no tratasen<br />
<strong>de</strong> ello y no diesen nuevas ocasiones al rey su señor,<br />
<strong>de</strong> disgustos, sino que todo lo remitiesen á la provi<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> Dios nuestro Señor, el cual como padre piadoso lo remediaría<br />
, y volvería por su inocencia, como lo hizo, porque<br />
el rey, entendiendo lo que pasaba, admirado <strong>de</strong><br />
la maravillosa bondad . humildad y paciencia <strong>de</strong> la sania<br />
reina, la tornó á su compañía , y la amó y reverenció<br />
mas.<br />
Para todos estos encuentros tan rigurosos se armaba la<br />
santa reina con la oración y con la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que<br />
Dios era su padre, y que ninguna cosa le podía venir a<br />
ella, que no pasase por su mano, y que viniéndole <strong>de</strong> tal<br />
mano no tenia que temer, ni espantarse <strong>de</strong> los vanos juicios<br />
y palabras <strong>de</strong>satinadas y agravios temerosos <strong>de</strong>l<br />
futido. A mas <strong>de</strong> esto era <strong>de</strong> condición mansa y pacifica,<br />
>' muy amiga <strong>de</strong> potier paz y unión entre los <strong>de</strong>sunidos y<br />
discor<strong>de</strong>s, y dióle nuestro Señor para esto singular gra-<br />
^s, como lo mostró en pacificar á sus vasallos entre sí, y<br />
C(>n su rey y señor, y aun al mismo rey, su marido, con<br />
d príncipe don Alonso, su hijo (como habernos dicho), y<br />
3l rey <strong>de</strong> Castilla don Fernando el IV su yerno, con don<br />
Alonso <strong>de</strong> la Cerda, su primo hermano, y también con el<br />
rey don Jaime el II <strong>de</strong> Aragón, hermano <strong>de</strong> la reina, y<br />
para cgto ella y el rey su marido fuéron á Castilla y Aragón<br />
, y se concluyeron entre los dos reyes las paces tan<br />
<strong>de</strong>seadas por medio <strong>de</strong> la santa reina, la cual, aunque<br />
en toda la vida había mostrado el amor gran<strong>de</strong> que tenia<br />
al rey su marido, pero mucho mas lo mostró al tiempo<br />
que el rey murió, que fué en la villa <strong>de</strong> S mtaren, á 7 <strong>de</strong><br />
enero <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> 1323; porque fué extraña la ansia y cuidado<br />
con que la santa reina procuró servirle en la postreí<br />
;' enfermedad y que el rey muriese con dolor y arrepentimiento<br />
<strong>de</strong> sus pecados; y las misas, oraciones y limosnas<br />
que ofreció ai Señor, para que le llevase en buen estado,<br />
como <strong>de</strong> su divina clemencia se pue<strong>de</strong> esperar que le<br />
"evó. En la hora que«l rey falleció, se recogió la sania<br />
'^•mn á un aposento y se cortólos cabellos y se vistió <strong>de</strong>l<br />
'1;ibiio <strong>de</strong> santa Ciara, y luego volvió adon<strong>de</strong> estaba el<br />
Cl,erpo <strong>de</strong>l rey, y <strong>de</strong>spués le acompañó hasta Oliveras, mo-<br />
"aslerio <strong>de</strong> monjas <strong>de</strong> san Bernardo, en que el rey se<br />
había mandado entonar. Allí estuvo algunos meses,<br />
'ni>'idandü hacer muchas limosnas y sufragios por el alma<br />
.rcy, como su fiel testamonlaria. Después partió á pié,<br />
^ s'ri ser conocida (á lo que se escribe) , en romería para<br />
auiiag0) y estuvo en su casa al propio día <strong>de</strong>l santo após-<br />
' Y le hizo una ofrenda riquísima <strong>de</strong> muchas piezas <strong>de</strong><br />
plata, piedras preciosas y ornamentos <strong>de</strong> sedas y<br />
*'0^ulos, sinotras gran<strong>de</strong>s limosnas. De allí volvió á Oliveras<br />
, para hacer el cabo <strong>de</strong> año <strong>de</strong> su marido, como lo<br />
hizo con gran solemnidad y aparato, acompañada <strong>de</strong>l rey<br />
don Alonso, su hijo, y <strong>de</strong> otros muchos y gran<strong>de</strong>s señores<br />
<strong>de</strong>l reino. Habiendo cumplido con esta obligación, se vino<br />
<strong>de</strong> asiento á Coimbra, don<strong>de</strong> en vida <strong>de</strong>l rey, su marido,<br />
había comenzado un suntuoso monasterio <strong>de</strong> Santa Clara:<br />
el cual acabó y dotó <strong>de</strong> muchas rentas y posesiones, <strong>de</strong>shaciéndose<br />
<strong>de</strong> lodo lo rico y precioso que tenia, y empleándolo<br />
en remedio <strong>de</strong> los pobres. Y queriéndose encerrar en<br />
aquel monasterio para vivir y morir en él <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />
regla <strong>de</strong> santa Clara ¡cuyo hábito con este intento se había<br />
vestido), lo <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> hacer; porque personas religiosas y<br />
siervos <strong>de</strong> Dios le dijeron que si entraba en el monasterio,<br />
innumerahle gente honrada y pobre que vivía <strong>de</strong>bajo<br />
<strong>de</strong> su sombra y amparo quedaría <strong>de</strong>samparada y no tendría<br />
qué comer: y así posponiendo su gusto y <strong>de</strong>voción al<br />
remedio y provecho <strong>de</strong> sus prójimos, quedó con el hábito<br />
<strong>de</strong> penitencia <strong>de</strong> la tercera ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l padre san Francisco,<br />
y edificó para su morada unas casas junto al monasterio<br />
<strong>de</strong> Santa Clara, don<strong>de</strong> se recogió, y entrando cuando<br />
quería en el monasterio, y tratando con las monjas (que<br />
eran noventa, y muchas <strong>de</strong> ellas <strong>de</strong> ilustre sangre) familiar<br />
y santamente, y sirviéndolas algunas veces en el refectorio<br />
con rara humildad, acompañada <strong>de</strong> la reina doña<br />
Beatriz, su nuera. Hallábase también con las monjas en los<br />
oficios divinos, y ella los rezaba aparte con cinco religiosas<br />
ancianas <strong>de</strong> gran perfección, y oía todos los días dos<br />
misas cantadas, la pr imera <strong>de</strong> difuntos por el rey, su marido,<br />
y la segunda <strong>de</strong> la fiesta que se celebraba aquel dia.<br />
Después <strong>de</strong> comer se ocupaba en <strong>de</strong>spachar peticiones,<br />
oír á los pobres, repartir limosnas, y en visitar un hospital<br />
que mandó editicar junto á su casa, con nombre <strong>de</strong><br />
Santa Isabel <strong>de</strong> Hungría, y en él mantenía treinta pobres<br />
(como dijimos); y habiendo cumplido con estos santos ejercicios,<br />
volvía al <strong>de</strong> la oración y contemplación en que la<br />
santa mas que en otro ninguno se regalaba.<br />
Pero estando la santa reina en su recogimiento, supo<br />
que el rey donAlonso <strong>de</strong> Portugal, su hijo, estaba muy encontrado<br />
con el rey <strong>de</strong> Castilla, también don Alonso, su<br />
nieto, y que se iba emprendiendo un fuego entre los dos,<br />
que si no se atajaba, pudiera abrasarlos dos reinos <strong>de</strong> Castilla<br />
y Portugal. Afligióse sobremanera la santa reina, y<br />
lloró muchas lágrimas, y suplicó intensamente á nuestro<br />
Señor, que ántes se la llevase <strong>de</strong> esta vida, que ella viese<br />
tan gran<strong>de</strong>s males. Y como era tan amiga <strong>de</strong> Dios y déla<br />
paz'y concordia, <strong>de</strong>terminó <strong>de</strong>jar su quietud y sosiego, y<br />
partirse luego para Eslremoz don<strong>de</strong> estaba el rey su hijo,<br />
para aplacarle y concordarle con el rey <strong>de</strong> Caslilla; y dado<br />
que sus criados le suplicaban, que no se pusiese en el camino<br />
hasta que pasasen los excesivos calores <strong>de</strong>l verano,<br />
que entonces hacían, respondió que en ninguna cosa podía<br />
gastar mejor su salud y acabar su vida que en estorbar<br />
los gran<strong>de</strong>s males que se temían, sí su hijo y nielo viniesen<br />
á rompimiento <strong>de</strong> guerra: y así se partió luego para<br />
Estremoz, don<strong>de</strong> en llegando, le dió una recia calentura,<br />
y entendió la santa reina que el Señor la quería llevar<br />
para sí y dar <strong>de</strong>scanso á sus largos y gloriosos trabajos.<br />
Confesóse muchas veces, y recibió el santo sacramento <strong>de</strong><br />
la Eucaristía por viático, postrada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l altar, é hizo<br />
testamento. Fué visitada en la hora <strong>de</strong> su muerte <strong>de</strong> la<br />
Reina <strong>de</strong> los ángeles nuestra Señora, <strong>de</strong> quien en vida<br />
había sido <strong>de</strong>votísima: y viendo que llegaba la boca