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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 13. ACiOSTO. 505<br />

pintan con una cnslodia en las manos. Olra vez estando<br />

cercada la ciudad <strong>de</strong> un ejército imperial, cuyo capitán<br />

Vital era <strong>de</strong> Aversa, hombre bravo y arrogante, y que <strong>de</strong>cia<br />

que no sehabia <strong>de</strong>partir hasta haberla tomado y <strong>de</strong>struido;<br />

santa Clara llamó á sus benditas hijas, y mandó<br />

traer ceniza : y poniéndola ella primero sobre su cabeza,<br />

les or<strong>de</strong>nó que ellas también se la pusiesen, y postradas<br />

todas en oración , suplicaron á nuestro Señor que librase<br />

aquella ciudad que por su amor tanto bien les hacia. Oyó<br />

el Señor las <strong>de</strong>vociones y plegarias <strong>de</strong> santa Clara y <strong>de</strong><br />

sus hijas; y la noche siguiente se <strong>de</strong>shizo todo aquel ejército,<br />

y poco <strong>de</strong>spués el furioso capitán violentamente acabó<br />

su vida. No fueron solos estos milagros los que Dios obró<br />

por los merecimientos y oraciones <strong>de</strong> santa Clara , sino<br />

oíros muchos y muy notables; porque con so!o hacer la<br />

señal <strong>de</strong> la cruz atormentaba á los <strong>de</strong>monios, y los echaba<br />

<strong>de</strong> los cuerpos; y dió salud á muchos que pa<strong>de</strong>cían graves<br />

y peligrosas enfermeda<strong>de</strong>s: los cuales por hallar remedio,<br />

concurrian <strong>de</strong> todas partes á su monasterio<br />

Cuarenta y dos años estuvo santa Clara en aquel convento<br />

, regiéndole con la santidad <strong>de</strong> vida admirable que<br />

habemos dicho: y la mayor prueba <strong>de</strong> su gran virtud fué<br />

la paciencia y alegría que tuvo en veinte y ocho años <strong>de</strong><br />

enfermedad que pa<strong>de</strong>ció: en los cuales estando algunas veces<br />

muy apretada, nunca se vió su rostro triste, ni se oyó<br />

palabra <strong>de</strong> queja y sentimiento; porqueel Señor que como a<br />

esposa suya la probaba, también la esforzaba y regalabaen<br />

las mismas penas que pa<strong>de</strong>cía. Y con haber estado diez y<br />

siete dias una vez sin comer bocado, alentaba y consolaba á<br />

todos los que venían á ella, rebosando aquel espíritu celestial,<br />

<strong>de</strong> que estaba llena, ó infundiéndole en los que<br />

la visitaban. Creció tanto la enfermedad y su flaqueza,<br />

que entendió ser llegada la hora que ella tanto <strong>de</strong>seaba,<br />

<strong>de</strong> ser <strong>de</strong>satada <strong>de</strong> esta cárcel, para ver y gozar <strong>de</strong> su<br />

dulcísimo Esposo. Uecibió <strong>de</strong> mano <strong>de</strong>l ministro provincial<br />

al mismo Señor encubierto, que esperaba ver <strong>de</strong>scubierto<br />

y cara á cara: y el mismo dia vino á ver á la sania<br />

(por la gran <strong>de</strong>voción y estima <strong>de</strong> su santidad) el papa<br />

Inocencio IV <strong>de</strong> este nombre, y la dió su bendición é indulgencia<br />

plcnaria <strong>de</strong> lodos sus pecados: y la virgen se<br />

regocijó mucho en el Señor, y convidó á sus hijas, y les<br />

rogó que la ayudasen á hacerle gracias, por haberse dignado<br />

aquel dia <strong>de</strong> comunicarle su sacratísimo cuerpo, y<br />

haberla favorecido con la presencia y visita <strong>de</strong> su vicario.<br />

Estaba entre las otras monjas Inés, hermana <strong>de</strong> santa<br />

Clara; la cual, viendo á su santa hermana y madreen<br />

aquel trance, con gran<strong>de</strong> afecto y tiernas y copiosas lágrimas<br />

le pedia que la llevase consigo, y que no la <strong>de</strong>jase<br />

acá en la tierra: pues hablan sido lan buenas compañeras<br />

y tan unidas en el mismo espíritu y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> agradar y<br />

servir al Señor. Consolóla la virgen diciéndole, que la vo-<br />

'•inlad <strong>de</strong> Dios era que por entonces no la acompañase;<br />

'uas que tuviese por cierto que no tardaría mucho á llevarla<br />

á gozar consigo: y así se cumplió. Lloraban todas<br />

Sl"s hijas viéndola morir, y ella las animaba y exhortaba<br />

* Mas las virtu<strong>de</strong>s, y especialmente á la humildad y al<br />

rmor<strong>de</strong> la santa pobreza. Comenzó <strong>de</strong>spués á hablar en-<br />

,re sí con su alma y á <strong>de</strong>cirle: Alma mía , vé segura ; que<br />

hiena guia llevas en esta jornada. Vé : porque el que te<br />

er^, le santificó, y te ha guardado siempre, y fe ha<br />

amado con un amor tierno, como suele la madre á su dulcí*imo<br />

hijo; y añadió: Bendito seáis vos, Señor mió, que<br />

TOMO II<br />

me criasteis. Preguntólo una religiosa con quién hablaba;<br />

y respondió amorosamente: Hablo con mlalma que ha sido<br />

prevenida <strong>de</strong> las humillaciones <strong>de</strong>l Señor.-Visitóle su<br />

dulce Esposo á la hora <strong>de</strong> la muerte, y la gloriosísima<br />

Virgen María nuestra Señora, acompañada <strong>de</strong> un coro <strong>de</strong><br />

vírgenes vestidas <strong>de</strong> blanco y resplan<strong>de</strong>cientes, ycou coronas<br />

<strong>de</strong> oro en la cabeza : y con tan celestiales favores y<br />

regalos, habiéndose hecho leer la Pasión, dió su benditísima<br />

alma al Señor, trocando el cilicio y hábito áspero,<br />

por la estola déla inmortalidad: la pobreza, por la riqueza<br />

eterna; y la ceniza y penitencia, por aquel gozo y vista<br />

bienaventurada que jamás tendrá fin. Causo su muerte en<br />

toda la ciudad , y en la córte <strong>de</strong>l papa que á la sazón so<br />

hallaba en Asís, gran tristeza y sentimiento. Concurrieron<br />

todos, hombres y mujeres, niños y viejos á sus<br />

exequias: y el mismo sumo pontífice Inocencio IV, con el<br />

colegio <strong>de</strong> los car<strong>de</strong>nales, se halló presente á su entierro:<br />

y queriendo los cantores cantar la misa <strong>de</strong> Bequiem, mandó<br />

que se canlase la <strong>de</strong> una santa virgen, dando muestras<br />

<strong>de</strong> quererla canonizar antes que su sagrado cuerpo fuese<br />

puesto en la sepultura. Mas porque el car<strong>de</strong>nal s-<br />

liense , que era <strong>de</strong>votísimo <strong>de</strong> santa Clara, le avisó quo<br />

aunque era muy justo lo que su santidad mandaba, por<br />

los gran<strong>de</strong>s merecimientos <strong>de</strong> la virgen; mas que convenia<br />

hacerlo con maduro censejo: y por esto aviso la misa<br />

se dijo <strong>de</strong> Réquiem, y el mismo car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Ostia predicó<br />

y dijo muchas y gran<strong>de</strong>s cosas <strong>de</strong> la excelencia y virtu<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> santa Clara. Para que el cuerpo estuviese mas seguro,<br />

le llevaron a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la ciudad , y la enterraron en la<br />

iglesia <strong>de</strong> San Jorge, don<strong>de</strong> un poco <strong>de</strong> tiempo había estado<br />

sepultado su padre san Francisco. Pasó esta gloriosa<br />

virgen <strong>de</strong> esta vida el año <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> 1253 , á los 11<br />

dias <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong> agosto, y fué sepultada á los 12 <strong>de</strong>l mismo<br />

mes, y en él se celebra su tiesta. Hizo Dios <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

su muerte muchos y muy gran<strong>de</strong>s milagros por su intercesión<br />

: por los cuales y por su vida santa , el papa Alejandro<br />

IV la canonizó el primer año <strong>de</strong> su pontificado y<br />

el segundo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> santa Clara, y el <strong>de</strong> 1255 <strong>de</strong>l<br />

Señor.<br />

* SAN EÜPLÍO, DIÁCONO Y MÁRTIR.—Cuando reinaba el em.<br />

perador Diocleciano, este santo, que era diácono <strong>de</strong> la Iglesia<br />

<strong>de</strong> Catania en Sicilia, fué preso y conducido á la sala <strong>de</strong><br />

audiencias <strong>de</strong>l gobernador. Apenas llegó ai lugar don<strong>de</strong><br />

estaba el gobernador, gritó que era cristiano, y que quería<br />

morir por Cristo. Calvisieno, que era el gobernador, al<br />

punto que lo oyó , mandó que compareciera en su presencía,<br />

loque verííicó llevando en sus manos el libro <strong>de</strong> los<br />

Evangelios. El juez le preguntó por qué llevaba un libro<br />

con<strong>de</strong>nado por las leyes <strong>de</strong>l imperio; y él contestó con<br />

tirmeza: Bienaventurados los que pa<strong>de</strong>cen persecución polla<br />

justicia, porque <strong>de</strong> ellos es el reino <strong>de</strong> los cielos: el que<br />

quiera venir en pos <strong>de</strong> mí, <strong>de</strong>be llevar su cruz y seguirme.<br />

Apenas pronunció estas palabras, cuando fué puesto<br />

sobre el caballete y atormentado cruelmente. Mientras estaba<br />

pa<strong>de</strong>ciendo, preguntóle Calvisieno si persistía todavía<br />

en sus sentimientos primitivos: y como contestara que<br />

jamás <strong>de</strong>sistiria en la confesión <strong>de</strong> sufé, y que no entregaríalas<br />

sagradas Escrituras ; Calvisieno montado en cólera<br />

escribió la siguienle sentencia: ('Mandamos que Euplio,<br />

convencido <strong>de</strong> cristiano, sea <strong>de</strong>capitado en castigo <strong>de</strong> su<br />

obstinación en <strong>de</strong>spreciar los edictos <strong>de</strong>! César , y en<br />

blasfemar <strong>de</strong> los dioses.» Dicha sentencia fué pjmiUda en<br />

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