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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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438 LA LEYENDA DE ORO<br />

nació. Con csla visión reprimió su libeiiacly se sujetó al<br />

santo; mascón todo eso no <strong>de</strong>jó Dios <strong>de</strong> castigarle con<br />

muchos trabajos que le sucedieron. Échase <strong>de</strong> ver, cuán<br />

á su cargo lomaba Dios las injurias <strong>de</strong> este gran<strong>de</strong> siervo<br />

suyo por lo que sucedió en Alcalá, que llegando á pedir<br />

limosna á un caballero para hacer un vestido á san Ignacio,<br />

por habci'le mandado el vicario que anduviese como<br />

los <strong>de</strong>más; el caballero volviéndose al santo dijo: Quemado<br />

muera yo si este no merece ser quemado. ¡Cosa maravillosa<br />

¡Aquel díase p?gó fuego en sucisa y murió quemado.<br />

Un ermitaño llamado Antonio, <strong>de</strong> gran opinión <strong>de</strong> santidad,<br />

viendo á san Ignacio que en lo exterior hacia vida común,<br />

formó concepto quo no seria tan santocomo<strong>de</strong>c¡an,mas recogiéndose<br />

<strong>de</strong>spués á orar, como tenia costumbre, le reveló<br />

Dios que aquel á quien hahia tenido en poco, estaba lleno<br />

dcun espíritu apostólico,y qneera un vaso escogido parala<br />

salvación <strong>de</strong> muchos. Con esto muy pesaroso <strong>de</strong> su juicio,<br />

comenzóá reverenciará quien ántes menospreció. A uno<br />

<strong>de</strong> los compnfieros <strong>de</strong> snn Ignacio le vino <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vida<br />

solitaria, y h;icer compañía con este santo ermitaño <strong>de</strong><br />

tan gran fama: apenas se puso en camino, cuando le salió<br />

al encuentro un hombre armado puesto á caballo, con la<br />

espada <strong>de</strong>senvainada y los ojos muy airados: queria con<br />

lodo eso proseguir, pero arremetiendo á él el armado, no<br />

le <strong>de</strong>jó hasta que se tornó corriendo á san Ignacio, viéndole<br />

los labradores <strong>de</strong>l campo correr á toda prisa, sin saber<br />

<strong>de</strong> qué. Y no poco muestran el singular cuidado que<br />

luvo Dios <strong>de</strong> la honra <strong>de</strong> su siervo, que tanto la <strong>de</strong>sprecio<br />

por Jesucristo, las sentencias que luvo muy favorables y<br />

honrosas, siendo acusado con gravísimas calumnias en Alcalá,<br />

Salamanca, París, Venecia y Roma, muchas veces,<br />

procurando sus adversarios con lodas fuerzas y favor,<br />

y con astucias <strong>de</strong>l iníiorno <strong>de</strong>sacreditarle. Mostróse maniílcstameiite<br />

la Provi<strong>de</strong>ncia divina con este santo,<br />

cuando un luterano encubierto le acusó en Roma <strong>de</strong><br />

gravísimos dcliios , y que en España , Francia y Yenecia<br />

, habia sido con sus compañeros con<strong>de</strong>nado por<br />

hereje, y hecho otras enormes cosas pero que habian<br />

huido <strong>de</strong> la cárcel y llegado á Roma para corromper<br />

la juventud con especie <strong>de</strong> piedad; añadiendo tales cosas,<br />

que ya todos así en Roma y fuera <strong>de</strong> ella, comenzaban á<br />

sentir mal <strong>de</strong> san Ignacio y sus bijos. Pero su capitán Jesús,<br />

que le habia prometido serle favorable en Roma, previno<br />

este dan.), trayendo <strong>de</strong> Francia, España y Venecia á<br />

los mismos jueces que le habian sentenciado en tan diversas<br />

parles, para que fuesen testigos en Roma: los cuales<br />

<strong>de</strong>scubrieron la verdad, publicando la santidad <strong>de</strong> san<br />

Ignacio, y diciendo, que no solo le dieron por inocente,<br />

sino que hallaron ser santo. Fuera <strong>de</strong> esto dispuso Dios que<br />

á este tiempo llegasen carias <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> toda Italia,<br />

en las cuales habian estado sus compañeros, en que<br />

se hacian lenguas, alabando su gran celo y santidad. El<br />

uno <strong>de</strong> sus acusadores fué <strong>de</strong>spués hallado ser hereje: y<br />

pasándose á vivir enlie ellos, fué quemada su estatua:<br />

otro <strong>de</strong>sterraron afrentosamente, sin preten<strong>de</strong>rlo el santo:<br />

al otro Dios castigó con pena <strong>de</strong> muerte ántes que los jueces.<br />

Estando en París san Ignacio con<strong>de</strong>nado á azotar públicamente<br />

por los maestros <strong>de</strong> aquella universidad, trocó<br />

Dios el corazón <strong>de</strong>l rector <strong>de</strong>l colegio <strong>de</strong> Santa Bárbara, <strong>de</strong><br />

manera, que tomando á san Ignacio por la mano, entró<br />

on el aula, don<strong>de</strong> estaban los maestros con sus varas aguardando<br />

para ejecular aquel afrentoso castigo; y echando-<br />

DIA 31.<br />

aelc á sus pies, y publicando gran<strong>de</strong>s alabanzas <strong>de</strong>su vblud,<br />

satisfizo su honra.<br />

Llegó entre muchos (<strong>de</strong> los cuales es Uno el papa Marcelo<br />

II) á tener san Ignacio tanta opinión <strong>de</strong> santidad, que<br />

sus dichos veneraban como sentencias canónicas creyendo<br />

hablaba en él el Espíritu Santo. Lo que mas es, que en su<br />

tierra (no siendo nadie profeta en su patria) por el concepto<br />

que lenian <strong>de</strong>su santidad, como si estuviera ya en el<br />

cielo, le salieron á recibir en procesión con toda la clerecía.<br />

Kl beato Francisco <strong>de</strong> Borja recibía arrodillado las<br />

cartas <strong>de</strong> san Ignacio, como también san Francisco Javier<br />

le escribía las carias <strong>de</strong> rodillas y siempre que le nombraba<br />

lo llamaba ífsanto ó boato;» y traía por reliquias juntamente<br />

con un huesecilo <strong>de</strong> santo Tomás, apóstol, una<br />

Grma suya: <strong>de</strong> modo que no le faltó, aun estando en estado<br />

mortal, sino, como san Pedro, <strong>de</strong>dicarlo templo en su<br />

vida.<br />

Yeamos ahora cómo correspondió san Ignacio á tantos<br />

favores <strong>de</strong>l cielo, y granjeó con los talentos que. su Criador<br />

<strong>de</strong>positó en su bendita alma. Antes que bajemos á lo<br />

parlícular <strong>de</strong> sus virtu<strong>de</strong>s, diré alguna cosa en general con<br />

que se muestre la excelente santidad para que Dios le escogió<br />

para salvación <strong>de</strong> muchos: porque como en otros<br />

santos ha sucedido que para consuelo y utilidad <strong>de</strong> la<br />

Iglesia ha permitido la Majestad divina que sin menoscabo<br />

<strong>de</strong> su humildad hayan manifestado <strong>de</strong> sí los dones que<br />

han recibido <strong>de</strong> su mano; asi el mismo Señor hizo á san<br />

Ignacio que dijese algunas cosas <strong>de</strong> las muchas que pasaban<br />

en su corazón para edificación <strong>de</strong> los buenos y admiración<br />

<strong>de</strong> lodos: que no es contra la virtud conocer los<br />

dones <strong>de</strong>l cielo; ántes santa Teresa llamó falsa humildad á<br />

la que los ignoraba. Andaba san Ignacio con un cuidado<br />

infatigable <strong>de</strong> aprovechar y a<strong>de</strong>lantarse cada día en el espíritu<br />

por agradar mas á su Criador: y así conforme al<br />

consejo <strong>de</strong> san Juan Clímaco y san Juan Crisóstomo, cotejaba<br />

el aprovechamiento <strong>de</strong> un día con otro. Es cosa admirable<br />

que, haciendo cada dia esle cómputo, hallase<br />

siempre haber aprovechado mas en el dia presente que en<br />

los pasados. Con esto vino á tan alto punto <strong>de</strong> perfección,<br />

que <strong>de</strong>l estado en que estuvo en Manresa, don<strong>de</strong> hizo una<br />

vida <strong>de</strong> espantosa penitencia y maravillosa santidad, <strong>de</strong>cía<br />

que era su niñez y como primeros borrones; verificándose<br />

en él lo que santo Tomás dice: que los que participan<br />

los dones <strong>de</strong> Dios, conocen que los tienen, conforme el<br />

apóstol dijo: «Sepamos qué cosas nos ha dado Dios.» Era<br />

tan fácil en él obrar actos <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s heroicas, y cada dia<br />

mayores, que el padre Andrés Frusio, hombre que por su<br />

gran pureza y virtud fe llaman todos ángel, <strong>de</strong>cía que en<br />

san Ignacio la gracia era como connatural y como ingénita.<br />

Podía san Ignacio <strong>de</strong>cir seguramente los favores que <strong>de</strong><br />

Dios recibía por tener totalmente rendido el apetito <strong>de</strong> honra.<br />

Confesó sencillamente al P. Juan <strong>de</strong> Polanco , que ningún<br />

vicio temia menos (pie la vanagloria: y luego añadió<br />

que <strong>de</strong> mil parles <strong>de</strong> los dones que habia recibido <strong>de</strong> Dios,<br />

ni una podia <strong>de</strong>cir, por la incapacidad <strong>de</strong> los que leoyeran<br />

que es cosa admirable teniendo siempre consigo varones<br />

muy santos y doctos , y muy ejercitados en espíritu, y <strong>de</strong><br />

excelentes ingenios: señal clara <strong>de</strong> lo mucho que excedía<br />

al común estado y órdon <strong>de</strong> otros santos. Confirmación <strong>de</strong><br />

estoes, que teniendo san Ignacio suma eslima y veneración<br />

á lodos los santos <strong>de</strong> la Iglesia, creía que eran<br />

mucho mas, y que fueron mas llenos <strong>de</strong> gracia y favores

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