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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 4<br />

por ra/.oo <strong>de</strong> sus oficios <strong>de</strong>ljia hacer, se servia <strong>de</strong> un obla- |<br />

to para eulregar y recibir dinero; y esto con tal parsimo-<br />

•ria, que una vez habiéndole las lluvias precisado á <strong>de</strong>tenerse<br />

dos diasen un mesón, mientras visitaba los conventos<br />

como provincial, le faltó el dinero para pagar la posada<br />

Y hubo <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar en prenda al mesonero un lienzo <strong>de</strong> María<br />

Santísima que traía para el convenio do la Puebla <strong>de</strong>l Duque.<br />

Cuando murió no se halló en su celda alhaja que valiese<br />

dos reales. Decia que no observan la pobreza evangálica<br />

aquellos á quienes nada falta <strong>de</strong> lo preciso en vestido<br />

y alimento, y que es un gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>fecto en un religioso<br />

no querer carecer <strong>de</strong> ninguna cosa necesaria. Por<br />

'0 que toca al voto <strong>de</strong> castidad, á mas <strong>de</strong> lo que se ha d\-<br />

cho <strong>de</strong> su extremo recato, consta por el testimonio <strong>de</strong> los<br />

(iue le trataron familiarmcnle, y <strong>de</strong> los sacerdotes que le<br />

confesaron , que no amancilló en toda su vida con culpa<br />

alguna grave el candor <strong>de</strong> su virginal pureza. Huyó siempre<br />

el visitar y tratar familiarmente con mujeres, aunque<br />

fuesen parientas suyas muy cercanas. Muchos testigos<br />

<strong>de</strong>pusieron en los procesos hechos para su beatificación,<br />

que solo al observar la mo<strong>de</strong>stia <strong>de</strong> su rostro ú oir su celestial<br />

conversación, sentían ar<strong>de</strong>r su pecho en el amor<br />

<strong>de</strong> la castidad. En cuanto á la obediencia la ejercitó en tal<br />

grado, que una leve insinuación ó un solo gesto <strong>de</strong>l superior<br />

bastaba para hacerle abrazar las cosas mas repuguanlcs<br />

á su inclinación. En todas sus empresas, y hasta en<br />

'as acciones mas lijeras y menudas, se gobernaba por la<br />

voluntad <strong>de</strong> sus superiores. ¡No solo obe<strong>de</strong>cía puntualmente<br />

á eslos, sino también á los inferiores, particularlnerile<br />

en todo aquello <strong>de</strong> que estaban respectivamente en-<br />

Cargíídos; <strong>de</strong> manera , que luego que el novicio ó sacris-<br />

'an le avisaban para <strong>de</strong>cir misa ó para confesar, ó que la<br />

^uipana lo llamaba á otro acto, no habia ocupación por<br />

grave que fuese, que no la <strong>de</strong>jase para cumplir con la<br />

Obediencia. Nombrado que fué provincial, no habiendo<br />

podido lograr con reiteradas súplicas <strong>de</strong>l padre general<br />

que le admitiese la renuncia <strong>de</strong> dicho oficio, eligió á su<br />

confesor por su superior inmediato, rogándole encarecidamenle<br />

le corrigiese y dirigiese como sí fuera el úliimo<br />

novicio, y nunca sin su licencia comulgó en su última prolija<br />

enfermedad. Por fin , fué tal su exactitud en el Ctímplimiento<br />

<strong>de</strong>l cuarto voto <strong>de</strong> vida cuadragesimal, que <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> su muerte los religiosos, los médicos y criados <strong>de</strong>l<br />

eonvento <strong>de</strong> San Sebastian, en que tomó el hábito , vivió<br />

lo mas <strong>de</strong>l tiempo y finalmente murió, pudieron <strong>de</strong>poner<br />

conjuramento, que en todo el tiempo que vivió en la religión,<br />

solo en los últimos dias <strong>de</strong> su vida, y obligado <strong>de</strong> la<br />

obediencia , consintió en gustar la carne; y lo que causa<br />

mayor asombro es , que <strong>de</strong>clararon ellos mismos, que jrmás<br />

le advirtieron la mas mínima inobservancia en la re-<br />

, ni por sus continuas enfermeda<strong>de</strong>s y dolores, ni por<br />

Su grado <strong>de</strong> provincial, ni por la edad <strong>de</strong> septuagenario:<br />

COsa ciertamente fácil do <strong>de</strong>cirse, pero difícil <strong>de</strong> practi-<br />

^•'se, sino por quien esté poseído como Gaspar <strong>de</strong>l espi<strong>de</strong><br />

una sublime mortificación y penitencia.<br />

. Todos los dias tomaba tan rigurosas disciplinas, que su<br />

,nocente cuerpo quedaba bafiado en sangre ; traía contí-<br />

"uamente un cilicio <strong>de</strong> cerdas anudadas , no dormía sino<br />

dos ó tres horas echado sobre el duro suelo ó sobre las<br />

<strong>de</strong>snudas tablas, sus ayunos eran cr.si perpetuos, y ordinilriamenie<br />

á pan y agua. En las muchas enfermeda<strong>de</strong>s<br />

Mué pa<strong>de</strong>ció no quería <strong>de</strong>snudarse la túnica <strong>de</strong> lana , ni<br />

JULIO. 2ü«<br />

comer carne como se ha dicho. Hallándose postrado en la<br />

cama en el día <strong>de</strong>l viernes santo, <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> su üilima<br />

enfermedad que habia seis meses pa<strong>de</strong>cía , y viendo que<br />

no podía asisiir á la disciplina <strong>de</strong> la comunidad, se arrodilló<br />

como pudo sobre la cama <strong>de</strong>lanle una imágen <strong>de</strong><br />

Jesucrislo, y lomando las disciplinas, se dió con ellas tan<br />

<strong>de</strong>sapiadados golpes, que oyéndolos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el corredor el<br />

padre Cristóbal Arifío , entró en la celda <strong>de</strong>l beato y vió<br />

que la sangre le corría por todas sus espaldas. <strong>Los</strong> religiosos<br />

que vivieron mas tiempo con él , alesügnan unánimes<br />

no haberle visto jamás salir <strong>de</strong>l convento por sola recreación<br />

, ni salir aun <strong>de</strong> la celda para pasearse por el<br />

huerto, claustros ó dormitorios, sino únicamente para ir al<br />

coro, á la iglesia ó el confesonario, ó para visílar algún<br />

enfermo. La candad, que es el alma <strong>de</strong> todas las otras<br />

virtu<strong>de</strong>s , ocupaba enteramente el corazón <strong>de</strong> Gaspar: no<br />

sabía pensar sino en Dios; le miraba presente con los ojos<br />

<strong>de</strong> la fé en todas las criaturas, y todas sus acciones dirigía<br />

á él, procurando en todas su mayor gloría ; por lo que las<br />

ocupaciones exleríores, léjos <strong>de</strong> disfraerle su interior recogimiento,<br />

le servían como <strong>de</strong> gradas para elevarse á<br />

Dios. De aquí provino el prolongar tanto su oración en el<br />

coro, don<strong>de</strong> varios religiosos le vieron algunas veces elevado<br />

<strong>de</strong> la tierra por espacio <strong>de</strong> una buena hora inmóvil,<br />

y sin dar mas senas <strong>de</strong> vida que las ardientes lágrimas y<br />

suspiros que <strong>de</strong> cuando en cuando ochaba. Entrando una<br />

vez el padre Pedro Pérez, sub-sacrislan, para tocar ámailínos,<br />

al abrir la puerta vió el coro lleno <strong>de</strong> una luz y resplandor<br />

tan gran<strong>de</strong>, que quedó inmóvil y como ciego,<br />

hasta que cesando la iluminación Advirtió que estaba ailí<br />

arrodillado el beato Gaspar, quien levanlámlosc, le mandó<br />

con precepto <strong>de</strong> obediencia , pues era entonces superior,<br />

que <strong>de</strong> ningún modo revelase á nadie lo que acababa<br />

<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>rle.<br />

La misma caridad que le tenia tan unido con Dios , lo<br />

hacia amar con in<strong>de</strong>cible ternura á sus prójimos. So <strong>de</strong>rretia<br />

en lágrimas al ver las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los pobres. En<br />

todos los conventos que fué corrector , su primer cuidado<br />

fué or<strong>de</strong>nar al dispensero diese limosna á todos los pobres<br />

que llegasen á pedirla á la porteiía. Todos los dias <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> prima y <strong>de</strong> tercia, bajaba á la cocina para ver<br />

como se preparaba la olla para los pobres, y <strong>de</strong>cía al dispensero<br />

: Carísimo hermano, mientras haya pan en el<br />

convento no <strong>de</strong>jéis <strong>de</strong> dar limosna, porque si sois remiso<br />

en esta parte me daréis la mayor pesadumbre, y seria<br />

una gran <strong>de</strong>sgracia para el convento, (pie llegase un pobre<br />

y se fuése <strong>de</strong>sconsolado sin haber recibido ningim<br />

socorro. En los dias mas solemnes mandaba hacer mayor<br />

limosna á los mendigos, diciendo que siendo los religiosos<br />

mejor tratados en aquella solemnidad, ora razón lo fuesen<br />

también los pobrecítos. Cierto diasiendo corredor <strong>de</strong> Alaquás<br />

en un año <strong>de</strong> gran miseria, so juntó á las puertas <strong>de</strong>l<br />

convento tal multitud <strong>de</strong> gentes acosadas <strong>de</strong>l hambre,<br />

que enternecido el santo superior, mandó se les distribuyese<br />

todo el pan que habia en la casa. Llegada la hora <strong>de</strong><br />

ir al refectorio , el dispensero lodo turbado le represenló<br />

que no habia quedado pan sino para tres ó cuatro personas,<br />

siendo veinte los conventuales, sin contar la gente <strong>de</strong><br />

servicio. Sin embargo, el beato le maridó hiciese la acostumbrada<br />

señal con la campanilla, y llegada la comunidad<br />

al refectorio , lleno <strong>de</strong> confianza en la divina previ<strong>de</strong>ncia,<br />

bendijo cuatro panecillos, y repartiéndolos i\ pe-

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