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DÍA U ,<br />
uñas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos y la carne, y como viese que el santo<br />
inartir estaba muy alegre y con los ojos puestos en el cielo,<br />
y con la lengua alabando al Señor por la merced que<br />
le hacia, mandó echarle en la boca plomo <strong>de</strong>rretido. Entonces<br />
lionifacio suplicó con gran<strong>de</strong> afecto al Sefior, que<br />
le diese esfuerzo y constancia; y rogó á los otros veinte<br />
mártires que allí estaban atormentados, que le ayudasen<br />
con sus oraciones, para que por medio <strong>de</strong> ellas alcanzase<br />
<strong>de</strong> Dios lo que él por sus gran<strong>de</strong>s pecados no merecía. Hicieron<br />
los santos la oración, que Bonifacio les pidió , y éí<br />
sufrió aquel tormento con un semblante <strong>de</strong>l cielo; y todo el<br />
pueblo que estaba presente se conmovió en favor <strong>de</strong>l már-<br />
'h1 contra el tirano, y comenzó á <strong>de</strong>cir á gritos: «Gran<strong>de</strong><br />
es el Dios <strong>de</strong> los cristianos: gran Rey eres, ó Cristo; todos<br />
creemos en tí:» y diciendo esto, <strong>de</strong>rribaron un altar que<br />
estaba allí puesto, para que los cristianos que se arrepintiesen,<br />
pudiesen sacrificar á los dioses, y comenzaron á<br />
tirar piedras al presi<strong>de</strong>nte, el cual temiendo que no le matasen<br />
se retiró y escondió por entonces en su casa. Pero<br />
no por eso se enmendó y aplacó, antes al dia siguiente<br />
mandó echar á Bonifacio <strong>de</strong> cabeza en nna cal<strong>de</strong>ra gran<strong>de</strong><br />
llena <strong>de</strong> pez <strong>de</strong>rretida y ardiente : mas el Sefior envió un<br />
ángel que le amparó, para que saliese <strong>de</strong> ella sin lesión<br />
alguna, quemando la llama á muchos <strong>de</strong> los circunstantes<br />
infieles. Finalmente le mandó cortar la cabeza ; y así se<br />
hizo, pidiendo el santo un poco <strong>de</strong> tiempo para hacer primero<br />
oración, y suplicar á nuestro Sefior que no mirase á<br />
sus pecados pasados, sino á la voluntad presente que él<br />
uúsmo le daba para morir en su fft, y le contase en el núm6ro<br />
<strong>de</strong> los bienaventurados mártires y alumbrase á toda<br />
atluella gentilidad, y la librase <strong>de</strong>. su ceguedad ytinielJ'as.<br />
Acabada la oración fué <strong>de</strong>gollado, y su espíritu voló<br />
al cielo, y quinientos y cincuenta <strong>de</strong> los gentiles que alií<br />
estaban se convirtieron á la fé <strong>de</strong> Jesucristo, como Bonifacio<br />
se lo habia suplicado.<br />
<strong>Los</strong> compañeros- <strong>de</strong>l santo mártir no sabian lo que pasaba,<br />
sospechando que como hombre liviano y lascivo se<br />
enlretenia con alguna mujer <strong>de</strong>shonesta o comiendo y bebiendo,<br />
y asi lo dijeron y murmuraron entre sí: porque<br />
los hombres somos mas inclinados á creer lo malo que lo<br />
bueno, aun cuando la vida pasada y las acciones <strong>de</strong> nuestros<br />
prójimos no nos dan ocasión para ello. Salieron á buscarle,<br />
y no hallando rastro <strong>de</strong> él, encontraron con un ministro<br />
<strong>de</strong> justicia; y preguntándole si por ventura habia<br />
visto un extranjero romano que el dia ántes habia llegado á<br />
aquella ciudad, él les dijo que el mismo dia habla muerto<br />
por justicia un cristiano que parecía forastero; que no sabia<br />
si era él el que buscaban. No (dijeron ellos), no es <strong>de</strong><br />
esos: mas presto le hallaremos entretenido con una mujercilla<br />
ó en otros <strong>de</strong>leites <strong>de</strong> su gusto, que nó muriendo<br />
Ppr Cristo. Pero como por las senas que les dieron, enten-<br />
^""^quepodia ser él, fueron á la plaza, don<strong>de</strong> todavía<br />
. 1)9 su cuerpo apartado <strong>de</strong> su cabeza: viéndolo, cono-<br />
Cerón que era ei mismo buscaban, y mucho mas se<br />
^ertificaron cuando vieron su cabeza, la cunl tomaron y<br />
a J^toron con el cuerpo <strong>de</strong>rramando muchas lágrimas,<br />
Y pidiendo perdón al santo por el mal juicio que hablan te-<br />
U'do <strong>de</strong> él; y el santo mártir abrió los ojos y los miró amolamente<br />
con rostro alegre aunque difunto, como quien<br />
I08 perdonaba lo que contra él hablan pensado y dicho;<br />
que osla es la costumbre <strong>de</strong> los santos, perdonar fácilmente<br />
'a8 injurias y moslrarse blandos y benignos aun<br />
G7<br />
con sus enemigos. Pareció á los compañeros <strong>de</strong> Bonifacio,<br />
que habiendo venido á buscar reliquias <strong>de</strong> mártires, no<br />
podían llevar otras mas ciertas ni que mas agradasen á<br />
Aglaes que las <strong>de</strong>l mismo Bonifacio : pidieron su cuerpo y<br />
compráronle por quinientos sueldos, porque <strong>de</strong> otra manera<br />
no se lo quisieron dar; y envolviéndole en aquellos<br />
lienzos y iingüenf os olorosos que traían, lellevaroná Roma,<br />
en don<strong>de</strong> Aglaes ya por revelación <strong>de</strong>l cielo sabia lo que<br />
pasaba, y un ángel <strong>de</strong>l Señor le habia.avisado que recibiese<br />
á Bonifacio, nó como á criado, sino como á su Señor,<br />
porque era mártir <strong>de</strong> Cristo, y por él le haría Dios á<br />
ella gran<strong>de</strong>s merce<strong>de</strong>s: y así le salió á recibir con grandísima<br />
solemnidad y acompañamiento <strong>de</strong>l clero, y le edificó<br />
un templo, en que el santo mártir fué colocado, y Dios<br />
hizo gran<strong>de</strong>s milagros por él. Aglaes por su intercesión<br />
vino á ser gran santa, y á dar líbelo <strong>de</strong> repudio á todas<br />
las cosas <strong>de</strong>l mundo. Repartió sus riquezas á los pobres,<br />
dió libertad á sus esclavos, encerróse en un monasterio,<br />
dándose á la oración y macerando su carne con ayunos y<br />
penitencias; y en esta vida perseveró quince años y acabó<br />
santamente, y fué sepultada junto á san Bonifacio: para<br />
que no nos admiremos <strong>de</strong> las misericordias <strong>de</strong>l Señor, que<br />
saca tan gran<strong>de</strong>s bienes <strong>de</strong> nuestros males, y <strong>de</strong> pecadores<br />
hace santos, y convierte los lobos en ovejas, y los vasos<br />
inmundos y <strong>de</strong> corrupción en vasos <strong>de</strong> gloria preciosísimos.<br />
Mas lo es <strong>de</strong>jar la rienda á nuestro apetito, y olvidarnos<br />
<strong>de</strong> Dios, confiando presunluosamente en su misericordia,<br />
y tomando ocasión <strong>de</strong> la que él hizo á Bonifacio<br />
y á Aglaes con tan largas manos, pues vemos que comunmente<br />
á la mala vida se sigue mala mnerte; pero el que<br />
hubiere caído no <strong>de</strong>sespere: ejercítese siempre en obras<br />
<strong>de</strong> piedad como hizo Bonifacio: tómelos santos como intercesores<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor, dése á penitencia, llore sus<br />
pecados, y haga lo que estos dos santos hicieron; que<br />
así podrá esperar la gracia que ellos alcanzaron <strong>de</strong>l Señor.<br />
El martirio <strong>de</strong> san Bonifacio fué á los 1 i <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong>l año<br />
<strong>de</strong> nuestra salud <strong>de</strong> 305, imperando los emperadores que<br />
habernos dicho, Constancio, Cloro y Galerio Maximiano,<br />
en el segundo año <strong>de</strong>l pontificado <strong>de</strong> san Marcelo, papa.<br />
La iglesia <strong>de</strong> San Bonifacio es principa! en Boma, y en ella<br />
estuvo sepultado san Alejandro, y fué una <strong>de</strong> las veinte y<br />
dos abadías que habia en aquella santa ciudad, como se<br />
saca <strong>de</strong>l antiguo Ceremonial romano. De san Bonifacio, á<br />
mas <strong>de</strong>Metafraste que escribió su vida, hacen mención los<br />
Martirologios romano, <strong>de</strong> Usuardo y Adon, y el padro<br />
Fr. Lorenzo Sudo en el tercer tomo <strong>de</strong> las vidas <strong>de</strong> ¡os<br />
santos.<br />
SAN PACOMIO, ABAD Y CONFESOR.—San Pacomio, aba:l,<br />
padre y maestro <strong>de</strong> innumerables monges, y varón perfeclísirao,<br />
nació <strong>de</strong> padres gentiles en la Tebaida, don<strong>de</strong><br />
se crió sin lumbre ni conocimiento <strong>de</strong> Cristo: pero luego<br />
que comenzó á vivir, se entendió que Dios le había escogido<br />
para sí; porque si le daban á beber vino ó cualquiera<br />
otro licor que se hubiese ofrecido á los ídolos, en lomándolo<br />
luego lo tornaba á echar por las náuseas que sentia su<br />
estómago. Lleváronle una vez á cierto sacrificio <strong>de</strong> sus falsos<br />
dioses; y estando él presente, nunca los <strong>de</strong>monios pudieron<br />
respon<strong>de</strong>r á las preguntas que les hacian, ni los sacerdotes<br />
hacer sus ceremonias ; ántes se enojaron en gran<br />
manera contra los padres <strong>de</strong> Pacomio, porque habian traído<br />
á aquel templo un enemigo <strong>de</strong> sus dioses, mandándoles<br />
que le echasen luego <strong>de</strong> allí, y ellos lo hicieron, temiendo