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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

iu'iizuit, lemcroso tic la guerra que amenazaba á susfronleras,<br />

envió á pedir licencia al rey don Fernando, para<br />

verseconél en Cuenca, que habia hecho su plaza <strong>de</strong> armas,<br />

y el sanio rey le recibió con mucho agasajo, y le dió silla<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su dosel: y el moro, vencido <strong>de</strong>l agasajo, mas<br />

que antes <strong>de</strong>l temor le ofreció perpetuo vasallaje, y se volvió<br />

á Valencia : y hay quien diga que poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>jó<br />

la secta <strong>de</strong> Mahoma, y recibió la ley <strong>de</strong> Jesucristo. Hizo<br />

entrada el santo rey eu Andalucía, y pasando Sierra Morena,<br />

vinieron embajadores <strong>de</strong>Mahomad, rey <strong>de</strong>Baeza, á<br />

ofrecerle la obediencia, y que estaba pronto para rendirle<br />

la ciudad, y asistirle con dineros y vituallas, conlra los<br />

que le hiciesen re3ÍslenL'ia. Kstos dos reyes tributarios<br />

fueron las dos primeras victorias, que le dió el Señor sin<br />

sangre, por prenuncio <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>spués le habia <strong>de</strong> dar<br />

en lo restante <strong>de</strong> su vida. Y si quisiéramos contar todas<br />

sus guerras y conquistas, fuera cosa muy prolija, y ajena<br />

<strong>de</strong> nuestro propósito; basta <strong>de</strong>cir ahora, que en treinta<br />

y cinco años que reinó, andando siempre en campaña con<br />

las armas en la mano, no intentó empresa con que no saliese,<br />

ni entró en batalla que no venciese, ni silió ciudad ó<br />

fortaleza que no rindiese, ni acometió reino que no avasallase.<br />

¡Cosa prodigiosa y mayor que toda admiración!<br />

Unos reyes se le rendían vencidos <strong>de</strong>l temor <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r,<br />

olios ganados <strong>de</strong> su afabilidad y trato, otros <strong>de</strong> la fuerza<br />

<strong>de</strong> sus armas; y en todas ocasiones era singularísiinamente<br />

favorecido <strong>de</strong> Dios, en quien ponia toda su conüanza,<br />

nó en sus escuadrones. Repetia en todas sus peleas las<br />

palabras <strong>de</strong>l profeta David : Dominus mihi adjutor : non<br />

limebo, quid facial mild homo: El Señor está en mi ayuda:<br />

no temeré cuanto me pue<strong>de</strong> hacer el hombre, y favorecíale<br />

Dios tanto; porque en todas sus batallas no buscaba su<br />

propia gloria, sino la gloria <strong>de</strong> Dios. Preguntado, cuál seria<br />

la causa <strong>de</strong> que sus dichas eran mayores que las <strong>de</strong><br />

sus antepasados; respondía: Pudo ser que mis antecesores<br />

cuidasen á veets mas <strong>de</strong> exten<strong>de</strong>r su gran<strong>de</strong>za, que <strong>de</strong><br />

introducir lafé : <strong>de</strong> multiplicar vasallos, que <strong>de</strong> aumentar<br />

altares; y con esto se malograsen sus <strong>de</strong>signios. Y en él<br />

mismo escuadrón, y ocasión <strong>de</strong> acometer, solia levantar<br />

los ojos y las manos al cielo, y <strong>de</strong>cir con gran<strong>de</strong> afecto:<br />

Tú, Señor, que conoces los corazones, y te son patentes los<br />

mas secretos pensamientos, sabes que no busco mi gloria,<br />

sino la luya, y que no <strong>de</strong>seo tanto el aumenlo <strong>de</strong> los reinos<br />

caducos <strong>de</strong> la tierra, cuanto el aumenlo <strong>de</strong> la fé católica<br />

y religión cristiana. Cuando habia <strong>de</strong> salir á batalla,<br />

principalmente en la conquista <strong>de</strong> Sevilla, so armaba el<br />

pecho y los brazos con un interior cilicio. Antes <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r<br />

la guerra y mientras duraba, precedían y laacompañaban<br />

sagradas romerías, oraciones y sacrificios, implorando<br />

el favor <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> María santísima y <strong>de</strong> los<br />

ángeles y santos, á cuyo culto y veneración <strong>de</strong>dicó siempre<br />

los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> sus victorias, y consagró los lugares<br />

<strong>de</strong> sus triunfos; y con eso no es maravilla que pelease por<br />

él el cielo, y que la victoria se alistase <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sus ban<strong>de</strong>ras,<br />

y que se cuenten sus batallas por sus victorias, y<br />

sus empresas por sus triunfos.<br />

Después <strong>de</strong> haber entrado en el reino <strong>de</strong> Castilla, y pacificádole<br />

sin sangre, nó sin particular favor <strong>de</strong>l cielo, le<br />

introdujo Dios aun con provi<strong>de</strong>ncia mas maravillosa en el<br />

reino <strong>de</strong> León. Murió por los afios <strong>de</strong> 1232 el rey don Alonso<br />

su padre, <strong>de</strong>jando por here<strong>de</strong>ras á doña Sancha, y doña<br />

Dulce, hijas <strong>de</strong> su primera mujer doña Teresa, <strong>de</strong>shere-<br />

LA LEYENDA DE ORO<br />

DIA 30.<br />

dando sin razón ni justicia al santo rey. Fué este á tomar<br />

la posesión <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> León, y le halló mas llano <strong>de</strong> lo<br />

que pensaba; porque los pueblos le abrían las puertas, y<br />

le festejaban llamándole rey pió y bienaventurado, con<br />

otros títulos y renombres. La ciudad <strong>de</strong> Toro fué la primera<br />

que le envió la obediencia por sus cartas; y así mereció<br />

la honra <strong>de</strong> que se coronase en ella el santo por rey<br />

<strong>de</strong> León. Con lodo eso, en la ciudad <strong>de</strong> León resistían á la<br />

posesión y entrada <strong>de</strong>l santo rey, algunos hombres po<strong>de</strong>rosos,<br />

por sus particulares intereses, apoyando el <strong>de</strong>recho<br />

<strong>de</strong> las infantas, queriendo mas ver el cetro en manos <strong>de</strong><br />

una mujer, que <strong>de</strong> un rey tan po<strong>de</strong>roso, por po<strong>de</strong>r ellos<br />

tener mas parte en el mando. Entre los <strong>de</strong>más se señaló<br />

particularmente don Diego López <strong>de</strong> Ilaro, hijo <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa<br />

doña Sancha, haciéndose fuerte cortsus aliados en la<br />

iglesia y torre <strong>de</strong> San Isidro, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> publicaban por<br />

reinas álas infantas; pero el cielo con un suceso milagroso<br />

lo pacificó todo, y facilitó al santo rey la posesión;<br />

porque <strong>de</strong> repente le sobrevino á don Diego López <strong>de</strong> Haro<br />

un dolor <strong>de</strong> cabeza tan vehemente, que le parecía le sacaban<br />

los ojos y que se le acababa la vida. Apareciósele<br />

san Isidro, y amenazóle con la muerte, si no se rendía al<br />

santo rey; y obligado <strong>de</strong>l dolor, sin ver con quién hablaba,<br />

le oían repetir con alaridos disformes: « Déjame <strong>de</strong> atormentar,<br />

Isidro; que yo hago voto á Dios, y te prometo <strong>de</strong><br />

dar la obediencia al rey don Fernando.» Con esto sintió<br />

alivio en su dolor, y entregó al obispo <strong>de</strong> León don Rodrigo<br />

la iglesia y torre; y este al santo rey don Fernando,<br />

que fué recibido en León con pompa real, y en esta ciudad<br />

fué coronado solemnemente <strong>de</strong>l obispo don Rodrigo. Milagroso<br />

fué también el triunfo que alcanzó el santo rey <strong>de</strong><br />

los moros <strong>de</strong> Jerez <strong>de</strong> la Frontera. Envióá esta conquista al<br />

príncipe don Alonso, su hijo, y á don Alvar Pérez <strong>de</strong> Castro,<br />

con tan poca gente, que para cada cristiano habia diez<br />

moros. Trabóse la batalla con gran<strong>de</strong> soberbia y confianza<br />

<strong>de</strong> Abanuth rey <strong>de</strong> Jerez, que tenia la victoria por<br />

segura, pero pfesto se <strong>de</strong>claró la victoria por los cristianos,<br />

que quitaron la vida á innumerables moros, que<br />

habían visto al patrón <strong>de</strong> las Españas, Santiago, y á otros<br />

hermosísimos caballeros, vestidos <strong>de</strong> blanco peleando por<br />

los cristianos.<br />

No fué ménos maravilloso el suceso <strong>de</strong> Marios, cuando<br />

la con<strong>de</strong>sa doña Irene con solas mujeres, por los méritos<br />

<strong>de</strong>l santo rey, <strong>de</strong>fendió aquella fortaleza <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>roso<br />

ejército <strong>de</strong> moros, hasta que le vino socorro. Habiendo <strong>de</strong>samparado<br />

<strong>de</strong> noche secretamente el maestre <strong>de</strong> Galatrava<br />

y los cristianos el alcázar <strong>de</strong> Baeza, don<strong>de</strong> estaban <strong>de</strong><br />

guarnición, juzgando imposible el conservarle, por hallarse<br />

cercados y acometidos <strong>de</strong> innumerables moros, volviendo<br />

losojos hacia el castillo, que habían <strong>de</strong>jado, vieron sobre<br />

su homenaje una cruz resplan<strong>de</strong>ciente en el aire, y entendieron<br />

que el cielo marcaba aquella ciudad por los cristianos,<br />

y los llamaba para entregársela. Volvieron al alcázar,<br />

y se conservaron en él hasta que viniéndoles socorro, ganaron<br />

la ciudad; alribuyendo todo este milagroso sucesoá<br />

lasoracionesy mérito <strong>de</strong>l santo rey. Cuando el rey <strong>de</strong>terminó<br />

conquistar á Sevilla, envió á don Pelayo Correa,<br />

maestre <strong>de</strong> Santiago, con parte <strong>de</strong> sus tropas, á la otra parte<br />

<strong>de</strong>l Guadalquivir á vista <strong>de</strong> Arnalfarache, villa fuerte y<br />

muy poblada <strong>de</strong> moros, don<strong>de</strong> hizo cosas hazañosas; mas<br />

un día saliendo <strong>de</strong> su alojamiento con buen número <strong>de</strong><br />

gente hácia Sierra Morena y confines <strong>de</strong> Estreínadura,

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