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S60 LA LEYENDA DE ORO. DIA 21 .<br />
puso <strong>de</strong> otra suerte; pues envió sus soldados y santos ángeles,<br />
que iban dclíinle do los sanios mártires apartando<br />
les abrojos, y bacicudo á una y otra parle montanas<br />
<strong>de</strong> ellos. <strong>Los</strong> generales juzgaban, que aquellos ángeles<br />
eran sus falsos dioses: por lo cual aconsejaban con mas<br />
vehemencia á los santos, que adorasen los ídolos; pues<br />
usando los dioses con ellos <strong>de</strong> misericordia, los libraban<br />
<strong>de</strong>l peligro y tormento <strong>de</strong> los abrojos. Poco aprovecharon<br />
estas persuasiones , pues todos los diez mil santos á gran<strong>de</strong>s<br />
voces <strong>de</strong>cían, que solo el Crucilicado era el verda<strong>de</strong>ro<br />
Dios. Enojados los siete generales, mandaron que los<br />
diesen todos los tormentos que pa<strong>de</strong>ció el Crucificado.<br />
Al instante les pusieron en las cabezas coronas <strong>de</strong> espinas:<br />
les abrieron con lanzas los costados; y haciéndoles reverencias,<br />
los escarnecían, mofaban y herían, dándoles<br />
crueles bofetadas. Todo lo sufrían con gran constancia los<br />
invictísimos y esforzados caballeros <strong>de</strong> Cristo, y con su<br />
propia sangre teñían sus frentes, por el bautismo que no<br />
habían recibido. Hecho esto, los llevaron á crucificar; y<br />
en lugar <strong>de</strong>l monte- Calvario , porque fuese también en<br />
monte, los volvieron á subir al monte Araratb, y á la hora<br />
<strong>de</strong> tercia los cruciücaron á todos.<br />
El valeroso Acacio, estando enclavado en su cruz, á pedimento<br />
<strong>de</strong> Ilelía<strong>de</strong>s, consolaba y esforzaba á todos sus<br />
diez mil • gloriosos compaficros , viéndolos á todos en sus<br />
cruces, y les <strong>de</strong>cía el símbolo <strong>de</strong> la fé, que es el credo.<br />
Y porque la pasión y muerto <strong>de</strong> estos gloriosísimos mártires<br />
en todo fuese semejante á la <strong>de</strong>l Señor, hubo milagros<br />
y cosas extraílas á la bora <strong>de</strong> su muerte; pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
hora <strong>de</strong> sexta hasta la <strong>de</strong> nona el sol se obscureció, y hub<br />
) un gran terremoto ; <strong>de</strong> tal suerte, que muchos edificios<br />
cayeron, y muchísimas piedras muy gran<strong>de</strong>s se <strong>de</strong>sapegaban<br />
<strong>de</strong> los mas fuertes edificios, y cuantos lo veian quedaban<br />
asombrados. <strong>Los</strong> santos mártires, ántes <strong>de</strong> espirar,<br />
rogaron al Señor, que todos los que los invocasen en cualquiera<br />
necesidad,alcanzasen <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong>su petición;y que<br />
los que ayunasen en su vigilia, consiguiesen un año <strong>de</strong><br />
perdón, y remisión <strong>de</strong> las penas <strong>de</strong>bidas por sus pecados:<br />
y luego bajó <strong>de</strong> los cielos, y se oyó una voz divina que<br />
los convidaba y llamaba para el reino <strong>de</strong> los cielos, á gozar<br />
<strong>de</strong>l eterno <strong>de</strong>scanso, y les dijo : como su petición había<br />
sido <strong>de</strong> Dios otorgada. De allí á poco, siendo la hora <strong>de</strong><br />
nona, ro<strong>de</strong>ó todo el monte una gran<strong>de</strong> y rcsplandocíenle<br />
«z : y los gloriosos mártires , encomendando á gran<strong>de</strong>s<br />
voces sus almas en las manos <strong>de</strong>l Señor, se las entregaron<br />
todas: y sus santísimos cuerpos fueron bajados <strong>de</strong> las<br />
cruces por manos <strong>de</strong> ángeles, y sepultados por los mismos<br />
en el mismo monte. Celébrase su fiesta, y martirio,<br />
en unas parlesá los 21 <strong>de</strong> junio, y en otras á los 22,<br />
que sin duda fué en uno <strong>de</strong> los dos dias, ó en ambos, por<br />
os años <strong>de</strong>l Sefior<strong>de</strong> 108, Escribieron lavida y martirio <strong>de</strong><br />
estos gloriosos santos Beda, Pedro <strong>de</strong> Natalibus, i« Catalogo,Hb.<br />
v, cap. 13T. Mombricio, tom. i.Maurólico,Pedro<br />
(ialesino, los griegos en su Menologio; Anastasio, bibliotecario<br />
<strong>de</strong> la se<strong>de</strong> apostólica; Sanctoro, el Martílogio romano<br />
ylíaronio, en el tom. n<strong>de</strong> sus Anales, año 108,<br />
n. 2, y en las anotaciones al Martirologio, don<strong>de</strong> hace algunas<br />
dignas <strong>de</strong> saberse, queomito por la brevedad,reai:-<br />
tiendo al curioso á dichas anotaciones en el día 22 <strong>de</strong> jimio.<br />
El mayor mérito es el <strong>de</strong> la paciencia cristiana; pues<br />
ella nos acarrea lodo bien, y da la corona in<strong>de</strong>fectiblemente,<br />
como afirma el apóstol i la que tuvieron estos gloriosfsírtios<br />
diez mil soldados mártires , cualquiera que medianamente<br />
discurra, lo alcanzará ; pues vemos, que hallándose<br />
triunfantes y vencedores <strong>de</strong> mas <strong>de</strong> cien mil<br />
enemigos, estándose con sus armas hechas así á vencer,<br />
no se lee, que alguno <strong>de</strong> ellos las lomase en la mano, para<br />
ir contra los que, en lugar <strong>de</strong> darles las <strong>de</strong>bidas gracias<br />
por tal triunfo y victoria, vinieron á quitarles las vidas,<br />
con tanto género <strong>de</strong> tormentos: todo lo cual es indicio manifiesto<br />
<strong>de</strong> su gran paciencia, con la cual todo lo sufrieron<br />
por aquel Sefior, que vino al mundo á enseñarnos á tenerla<br />
en todas nuestras adversida<strong>de</strong>s, sabiendo que por ella<br />
alcanzaremos la corona <strong>de</strong> gloría, como hicieron nuestros<br />
invictos diez mil mártires, dignos por ella <strong>de</strong> imitar al Sofior<br />
y maestro <strong>de</strong> ella en la pasión y muerte: con quion<br />
viven y reinan, y nos gocemos todos. Amen.<br />
*SANEÜSEBIO, CONFESOR.—Samosata, capital <strong>de</strong> Comaneges<br />
en Siria, llamada ahora Sempsat, fué una silla<br />
episcopal antiquísima bajo el metropolitano <strong>de</strong> Hierápolis.<br />
Eusebio fué colocado en ella en un tiempo en que lodos los<br />
obispados circunvecinos estaban ocupados <strong>de</strong> arríanos,<br />
que fué el año 361. Asistió en aquel mismo tiempo á un<br />
concilio en Anüoquía, compuesto la mayor parte <strong>de</strong> arríanos<br />
, estando en aquella ciudad el emperador Constancio.<br />
Concurrió Eusebio y procuró la elección <strong>de</strong> san Melecio,<br />
patriarca <strong>de</strong> Anlíoquía, coustándole su celo por la fá<br />
católica. <strong>Los</strong> arríanos querían mucho á Eusebio , á pesar<br />
<strong>de</strong> ser contrario suyo, teniendo en él mucha confianza, y<br />
confiando á su pru<strong>de</strong>ncia la acta sinódica <strong>de</strong> la elección<br />
<strong>de</strong> san Melecio. Al ver los arríanos que este predicaba con<br />
gran fervor la fé <strong>de</strong>l concilio Níceno, escogilaron medio»<br />
para <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> 61, enviando á este fm Constancio un<br />
oficial suyo á Eusebio, para que le quitara á este la acta<br />
<strong>de</strong> aquella sinódica elección. El santo manifestó que no<br />
podia entregarla sin consentimiento <strong>de</strong> los que se la habían<br />
confiado. Amenazóle el oficial <strong>de</strong> que 1c cortaria la<br />
mano <strong>de</strong>recha si resistía entregarle el acta; y el santo,<br />
lleno valor, le presentó las dos manos, díciéndole bien<br />
podía cortarlas, pues que <strong>de</strong> ningún modo consentiría á<br />
tan injusta acción. El emperador no pudo menos que elogiar<br />
tan gran<strong>de</strong> acto. La entereza con que se opuso siempre<br />
á los errores <strong>de</strong> los arríanos, le acarreó una serie <strong>de</strong><br />
di-gustos que turbaron loda su vida. Su celo daba cada<br />
día nuevos golpes al partido arríano; do suerte que el ano<br />
374 el emperador Valente lo <strong>de</strong>sterró á Tracia. Durante<br />
este <strong>de</strong>stierro visitaba ocultamente y disfrazado <strong>de</strong> soldado<br />
las iglesias <strong>de</strong> los católicos, consolando á los perseguidos,<br />
fortificando á los débiles y confirmando á los animosos.<br />
Después déla muerte <strong>de</strong> su perseguidor, Eusebio se halló<br />
en el concilio <strong>de</strong> Antioquía, hablando en él en favor <strong>de</strong> la<br />
divinidad <strong>de</strong> Jesucristo. Después <strong>de</strong> haber visitado diferentes<br />
iglesias, procurando que las sillas vacantes fuesen<br />
ocupadas <strong>de</strong> los católicos, estando en Dolícha, una mujer<br />
arriana que le vió pasar por la calle, le tiró una teja <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
lo alto <strong>de</strong> la casa y le hirió <strong>de</strong> muerte, verificándoso<br />
esta á los pocos días, y por los años 379 o 380. En sus últimos<br />
momentos suplicó, ó por mejor <strong>de</strong>cir, obligó conjuramento<br />
á sus amigos, á que no persiguieran en tiempo<br />
alguno á su asesina ni á sus cómplices.<br />
SAN LEUTFRIDO, ABAD V CONFESOR.—Nació en Evrcu*<br />
<strong>de</strong> noble cuna, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los años empleados en lo»<br />
esludios se retiró á una soledad, don<strong>de</strong> habiéndosele reunido<br />
varios compañeros, fundó el célebre monasterio <strong>de</strong>