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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 18. MAYO. 93<br />

Dios os lo perdone, padre. Tal era el rigor <strong>de</strong> Félix contra<br />

su cuerpo, que parece no tener otro <strong>de</strong>seo que maltratarle,<br />

y á ese fin solia llevar una cota <strong>de</strong> malla á raiz <strong>de</strong> sus<br />

carnes, aun cuando visitaba las siete iglesias <strong>de</strong> Roma.<br />

Movido <strong>de</strong>l mismo afecto que tenia á las penalida<strong>de</strong>s,<br />

con aborrecimiento <strong>de</strong> sí mismo, sufria con admirable paciencia<br />

las enfermeda<strong>de</strong>s. Apretóle en una ocasión con mas<br />

vehemencia que otras veces un dolor cólico, y visitado <strong>de</strong>l<br />

médico, llamado Lorenzo Gallar<strong>de</strong>o, le preguntó ¿cómo<br />

lo pasaba? Respondióle sonriéndose: Este cuerpo quiere<br />

huir <strong>de</strong>l azote , pero mal <strong>de</strong> su grado ba <strong>de</strong> aguantarlo.<br />

Animóle el módico con <strong>de</strong>cirle: Recurrid á la divina asistencia<br />

, é invocad el nombre dulcísimo <strong>de</strong> Jesús , que al<br />

sonido <strong>de</strong> este nombre recibiréis enteramente la salud, así<br />

como con él la dais vos á otros. Replicóle entonces san Félix<br />

, y le dijo : Habéis <strong>de</strong> saber que si yo me babia <strong>de</strong> librar<br />

<strong>de</strong> esta dolencia pronunciando el nombre <strong>de</strong> Jesús,<br />

j amás por esto lo baria, porque si Dios es el que me visita<br />

con estos dolores, ¿ por qué queréis vos que yo me libre<br />

<strong>de</strong> ellos ? á lo menos con estas leves penas sufridas<br />

con paciencia, quiero mostrarme agra<strong>de</strong>cido á las penas<br />

Y dolores que pqr mi pasó el Re<strong>de</strong>ntor. Otras veces, cuando<br />

mas fuerleratjnte le oprimía el dolor, se ponía á cantar<br />

%unas en<strong>de</strong>cbas espirituales, y preguntándole los religiosos<br />

cuando le visitaban sobre el estado <strong>de</strong> su dolenc'a,<br />

les respondía: ¿ Qué <strong>de</strong>cís vosotros <strong>de</strong> dolencias? Son<br />

fosas y flores que produce el paraíso, y las distribuye Dios<br />

á sus amados.<br />

^o fué menor la constancia <strong>de</strong> ánimo que tuvo siempre<br />

san Félix en soportar todo lo adverso, con injurias, balones<br />

, reprensiones y <strong>de</strong>sprecios; pues jamás por ellas<br />

perdió la serenidad <strong>de</strong>l rostro, ni la tranquilidad <strong>de</strong>l alma.<br />

Quiso hacer prueba un religioso en presencia <strong>de</strong> otros.<br />

Pues asaltándole <strong>de</strong> improviso, prorumpió en estas palabras:<br />

Demasiado abusas, fray Félix, <strong>de</strong> la paciencia <strong>de</strong>l Señor<br />

y <strong>de</strong> la religión; yo no comprendo cómo los superiores<br />

pue<strong>de</strong>n soportar esta tu loca simplicidad, con la cual<br />

ofen<strong>de</strong>s á los religiosos, y escandalizas á los ciudadanos.<br />

Pero el siervo <strong>de</strong> Dios, conservando el semblante sereno,<br />

rindió las gracias al padre por el buen cuidado que tenia<br />

<strong>de</strong> su espiritual salud; y con esto, todos los circunstantes<br />

conocieron bien que fray Félix era soldado veterano y<br />

prevenido <strong>de</strong> armas para resistir á los insultos, en la escuela<br />

<strong>de</strong> Jesús. Encendido con estos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> tolerar<br />

cualquiera pena por el amor <strong>de</strong> Jesucristo, cuando visitaba<br />

á los enfermos, levantaba los ojos al cielo, y <strong>de</strong>seaba<br />

trocar las penas <strong>de</strong> los dolientes con la entereza <strong>de</strong> su salud.<br />

En cierta ocasión, viendo á un religioso mozo, penitenciado<br />

por su prelado en público capítulo por levísimos<br />

«efectos , ó por ejercicio <strong>de</strong> virtud, como se acostumbra<br />

accr,' sintió un ardiente <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> tales mortificaciones, y<br />

Endose en medio <strong>de</strong>l capítulo, pedia á los superiores<br />

^Wicasen'<br />

^ftificasen ^ él con las penas, pues era él reo <strong>de</strong> gra-<br />

VÍS1mas faltas.<br />

Estendióse la caridad <strong>de</strong> san Félix con los sanos, y con<br />

•os enfermos en el cuerpo: á aquellos socorriéndoles, si<br />

vivían divertidos , con pláticas espirituales, y con el singular<br />

ejemplo que procuraba darles; á estos, visitándoles<br />

en sus dolencias, exhortándoles á la paciencia con suaves<br />

palabras, sirviéndoles en sus necesida<strong>de</strong>s, y aun con licencia<br />

<strong>de</strong> los prelados , buscándoles alguñ regalo , y <strong>de</strong><br />

todo esto resultó librar á no pocos <strong>de</strong> los males <strong>de</strong>l cuerpo,<br />

y á muchos <strong>de</strong> los males <strong>de</strong>l alma. Un dia había <strong>de</strong><br />

hacerse en Roma una procesión solemne, y movido <strong>de</strong> caridad<br />

y bien <strong>de</strong> los prójimos , dijo á su compañero, que<br />

él estaba <strong>de</strong>terminado á predicar al pueblo en aquel dia.<br />

Salióse <strong>de</strong>l convento con un paso muy grave, con los ojos<br />

muy bajos, y con los piés <strong>de</strong>scalzos, y se encaminó por<br />

la calle <strong>de</strong> mas gente, por don<strong>de</strong> había <strong>de</strong> pasar la procesión,<br />

y volviéndose luego al convento, preguntóle el<br />

compañero , si acaso se había olvidado <strong>de</strong>l sermón, que<br />

movido <strong>de</strong> la caridad con los prójimos <strong>de</strong>seaba hacer aquel<br />

dia; y el santo le respondió, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la salida <strong>de</strong>l convento<br />

hasta la entrada no habia hecho otra cosa que<br />

predicar; pues el buen ejemplo y la mortiücacion <strong>de</strong> sentidos<br />

era una elocuente y muda voz para salvar las almas.<br />

Mas, otras veces cuando iba por la ciudad, si encontraba<br />

personas viciosas, ú oia algunas palabras <strong>de</strong>scompuestas,<br />

ó hallaba algún jó ven en las puertas sospechosas, los reprendía<br />

movido <strong>de</strong> caridad , y les <strong>de</strong>cía acercándose á sus<br />

oídos. ¡Ah pobrecitos, cómo os <strong>de</strong>speñáisl ¿No veis que<br />

estáis á las puertas <strong>de</strong>l infierno? En otra ocasión pidió una<br />

limosna á una señora <strong>de</strong>vota <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n, y poniéndose<br />

esta á conversar con san Félix , no le respondía.<br />

Admiróse <strong>de</strong> la novedad la señora, y viendo que <strong>de</strong>rramaba<br />

san Félix amargas lágrimas, le preguntó la causa, y<br />

<strong>de</strong> tan estrecho silencio. Respondió entonces san Félix:<br />

No tengáis á mal el oirme, que no puedo callar, movido<br />

<strong>de</strong> caridad por vuestro provecho; creedme, que vos ofendéis<br />

á Dios, y no poco á vuestra reputación, andando con<br />

el pecho <strong>de</strong>scubierto. Oyendo esto la mujer, cubriéndose<br />

el pecho y <strong>de</strong>rramando amargas lágrimas <strong>de</strong> dolor, exclamó<br />

: Sea, fray Félix, bendita tu lengua. Otras veces, si<br />

venia á su noticia que alguna persona noble fuese murmurada<br />

por la ciudad, movido <strong>de</strong> su salud espiritual ibu<br />

á su casa, é introduciendo alguna <strong>de</strong>vota conversación, le<br />

manifestaba con sagacidad el hecho que corría contra su<br />

reputación y contra su honor, con el peligro <strong>de</strong> su alma, y<br />

cuando no se enmendaban con eficaces persuasiones, ó negaban<br />

el hecho , el santo repetía los avisos con mas ásperas<br />

palabras.<br />

Hallándose en ia casa <strong>de</strong> un abogado, vió le enviaban<br />

<strong>de</strong> regalo una ternera con una carta, y mientras el señor<br />

doctor leía la carta, dió la ternera unos mugidos. Tomó <strong>de</strong><br />

esto ocasión el santo, y avisó al señor doctor <strong>de</strong> la recta<br />

administración <strong>de</strong> la justicia, diciéndole: ¿ Entendéis con<br />

vuestras letras el lenguaje <strong>de</strong> esta ternera? Mirad que os<br />

convida á que juzguéis á favor <strong>de</strong>l que la envia ; mirad<br />

lo que haréis, porque semejantes regalos son la con<strong>de</strong>nación<br />

<strong>de</strong> muchas almas; y entonces el abogado agra<strong>de</strong>ció<br />

el aviso <strong>de</strong>l santo.<br />

Es donoso el caso que sucedió con doña Felicia Colona.<br />

Habíale prometido san Félix algunas crucecilas, <strong>de</strong> las<br />

que distribuía á las personas bienhechoras; en el fntérin<br />

se las pidió otra persona, á la cual no pudo negárselas:<br />

llegando <strong>de</strong>spués san Félix á la presencia <strong>de</strong> esta dama, le<br />

preguntó por las cruces : respondiendo que ya las habia<br />

distribuido, porque se las habían pedido, le dijo : Oh ¡ qué<br />

linda cosa, prometer y no cumplir! No cayó en tierra esla<br />

palabra, porque prontamente dijo san Félix á la señora:<br />

¡Ah señora, cuántas cosas prometemos á Dios y no las<br />

guardamos 1<br />

De aquí resultó, que aun las personas que en aquel<br />

tiempo resplan<strong>de</strong>cian con fama <strong>de</strong> santidad, procuraban

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