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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 1 o. MAYO.<br />

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drid á cobrar el <strong>de</strong>recho que llamaban <strong>de</strong> la marlinicga: i<br />

el cual como á primera noche oyese contar muchas maravillas<br />

que Dios obraba por aquel santo labrador, no lo<br />

crcia, diciendo que no se persuadía que un trabajador y<br />

quintero pobre hubiese sido tan santo. Acostóse <strong>de</strong>spués;<br />

pero no pudo pegar los ojos <strong>de</strong> una gran pena y aflicción<br />

mortal que scntia en su corazón. Echó <strong>de</strong> ver que aquello<br />

era castigo por lo que habia dicho contra el santo; comenzó<br />

á dar voces y <strong>de</strong>spertar á sus criados , llamándolos á<br />

prisa para que le socorriesen luego; porque tal enfermedad<br />

y pena no habia sentido en su vida, reconociendo<br />

que Dios le castigaba por haber hablado y sentido mal <strong>de</strong><br />

«an isidro: pidióles que ellos y los huéspe<strong>de</strong>s, y otros<br />

amigos suyos le ayudasen y llevasen al sepulcro <strong>de</strong>l siervo<br />

<strong>de</strong> Dios, y no sosegó hasta que en amaneciendo se hizo<br />

x llevar allá con una procesión <strong>de</strong> mucha gente que le acompañó,<br />

todos con velas enc endidas en las manos; y llegando<br />

al sepulcro <strong>de</strong>l santo le pidió perdón con muchas lágrimas<br />

, y ofreció algunos dones : con lo cual se sosegó y<br />

fué libre <strong>de</strong> aquel acci<strong>de</strong>nte, volviendo ásu casa muy consolado,<br />

y sano ya <strong>de</strong>l cuerpo y alma, siendo <strong>de</strong> allí<br />

a<strong>de</strong>lante un perpetuo pregonero <strong>de</strong> las alabanzas <strong>de</strong>l santo.<br />

Murióscles á dos buenos casados un hijo que tenian: pidieron<br />

al santo (teniendo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su sepulcro la criatura<br />

muerta), les tornase su hijo vivo: oyólos san Isidro; y<br />

allí luego les restituyó su hijo, sano y bueno. Una lámpara<br />

que estaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l sepulcro <strong>de</strong>l siervo <strong>de</strong> Dios, se encendia<br />

cada sábado por manos <strong>de</strong> ángeles: la cual fué tarahien<br />

vista que la traían los ángeles por la iglesia <strong>de</strong> San<br />

And^s.<br />

E1 ano <strong>de</strong> lílO, un hombre honrado, llamado Juan<br />

^omingo^ vecino <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Córdoba, habiendo ido á<br />

^a guerra contra los moros, fué cautivo <strong>de</strong> ellos: rogaba<br />

continuamente á Dios que le sacase <strong>de</strong> aquel trabajo y tiranía<br />

; oyó Dios su petición; y apareciéndole san Isidro le<br />

dijo: Dá gracias á Dios, que le ha oido y se ha compa<strong>de</strong>cido<br />

<strong>de</strong> tí, y me envia á que te libre do las manos <strong>de</strong> tus<br />

enemigos. Con esto se le cayeron las ca<strong>de</strong>nas y prisiones,<br />

y el santo le fué guiando hasta que le <strong>de</strong>jó en parte segura.<br />

Por este milagro hizo voto <strong>de</strong> ir á Madrid á visitar el<br />

sepulcro <strong>de</strong>l siervo <strong>de</strong> Dios; pero <strong>de</strong>scuidándose en cumplirle,<br />

fué otra vez cautivo <strong>de</strong> moros. Reconoció su culpa;<br />

pidió perdón <strong>de</strong> ella al glorioso san Isidro, suplicándole que<br />

se compa<strong>de</strong>ciese <strong>de</strong> él otra vez, y le librase <strong>de</strong> aquella<br />

esclavitud. Oyóle el santo: y libróle tan milagrosamente<br />

como ántes lo habia hecho. Viéndose libre, se fué á su casa<br />

y contó á todos los suyos las maravillas que el Señor habia<br />

obrado por su siervo, dando las señales <strong>de</strong> su rostro, estatura<br />

y disposición , no habiendo visto retrato <strong>de</strong> san Isidro<br />

ni oído <strong>de</strong> él cosa alguna. Fué luego á cumplir su voto,<br />

ofreciendo algunos dones al sepulcro <strong>de</strong>l santo. Otro hom-<br />

'e' ñamado Pedro García, fué acusado <strong>de</strong> haber hechd<br />

^neda falsa j ai cabo <strong>de</strong> diez meses <strong>de</strong> prisión fué sentenciado<br />

á muerto. Daba voces el hombre, viéndose inocente,<br />

Y <strong>de</strong>cia: O bienaventurado san Isidro, ayudadme y libradme<br />

<strong>de</strong> este trabajo y <strong>de</strong> la muerte. Aparecióle el santo,<br />

diciéndole: Pedro, no temáis, que no prevalecerán vuestros<br />

enemigos contra vos; porque mañana os hallareis sin<br />

gnllos. Sucedió como el santo lo dijo, que libró aquel<br />

hombre por este modo <strong>de</strong> la muerte.<br />

, 7n ^ayordomo <strong>de</strong> la cofradía <strong>de</strong> san Isidro, habiendo<br />

d0 <strong>de</strong> coraer á diez y seis pobres por mandado <strong>de</strong> los<br />

otros cofra<strong>de</strong>s, sobró en la olla un pedazo <strong>de</strong> carne: vinieron<br />

dos pobres mas, á los cuales dieron <strong>de</strong> comer bastantemente<br />

con aquello poco, que se multiplicó por virtud divina.<br />

Hallaron <strong>de</strong>spués la olla, que había <strong>de</strong>jado vacia,<br />

llena <strong>de</strong> carne,como si no hubieran lo:ad J á otros e!la; y<br />

así llamaron á otros pobres , y les dieron <strong>de</strong> comer cumplidamente.<br />

A un hombre, llamado Hernando Domínguez,<br />

habieiulo cegado totalmente, le llevaron sus parientes al<br />

sepulcro <strong>de</strong>l santo; pidióle la vista y salud <strong>de</strong> sus ojos con<br />

tanto afecto, que luego fué oido, sinlicndose con vista.<br />

Vuelto á casa sin guía alguna, para hacer algún servi ­<br />

cio agradable á san Isidro, dió <strong>de</strong> comer á muchos pobres.<br />

Fué cosa maravillosa que toda la harina y vino que en<br />

esto se gastó no se disminuyó, sino que quedó otro tanto,<br />

con gran<strong>de</strong> admiración <strong>de</strong> todos los que lo vieron.<br />

Recibió un caballero, para que cultivase sus tierras, á<br />

un quintero, y para pagarle algo a<strong>de</strong>lantado le pidió fiador,<br />

y no teniendo quién le fiase, le prometió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l<br />

sepulcro <strong>de</strong> san Isidro que cumpliría su palabra, y sino,<br />

que el santo le castigase: con lo cual el caballero le pagó<br />

toda su soldada y le fió. Mas <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido aquel hombre,<br />

no haciendo caso <strong>de</strong> su promesa, se huyó sin acabar <strong>de</strong><br />

servir el tiempo concertado. Pasó <strong>de</strong> noche sin repar ar en<br />

ello por la iglesia <strong>de</strong> San Andrés , don<strong>de</strong> está el cuerpo do<br />

este siervo do Dios: y fué cosa maravillosa, que andando<br />

corriendo todo la noche , no se apartó <strong>de</strong> la iglesia, sino<br />

que toda se le fué en dar mil vueltas al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> ella,<br />

hasta que por la mañana, yendo el amo á quejarse <strong>de</strong> san<br />

Isidro y pedirle cumpliese su fianza, halló su quintero allí,<br />

dando mas y mas vueltas, sin po<strong>de</strong>rse haber apartado <strong>de</strong><br />

aquel sitio. Pidió perdón al santo y á su amo; al cual satisfizo<br />

<strong>de</strong>spués enteramente por su trabajo.<br />

Estándose muriendo un hombre, vió que muchos <strong>de</strong>monios<br />

le ro<strong>de</strong>aban, porque estaba en pecado mcrtal; imploró<br />

el favor <strong>de</strong> san Isidro, cuyo <strong>de</strong>voto era; y vino el<br />

santo á favorecerle, apareciéudosele visiblemente; y almyenfó<br />

con su presencia los malos espíritus, dándole lugar<br />

para que se confesase. A otro hombre, estando acostado en<br />

su cama, se le apareció en sueños el <strong>de</strong>monio en una horrible<br />

figura, y lomándole <strong>de</strong> la mano lo quería echar en un<br />

pozo; pero apareciéndosele entonces el bienaventurado<br />

san Isidro, dijo al común enemigo: No tienes po<strong>de</strong>r en este<br />

hombre, porque yo soy su fiador. Replicó el <strong>de</strong>monio:<br />

¿Cómo le has fiado; porque está en pecado mortal? El<br />

santo dijo: Ha muchos días que es mí <strong>de</strong>voto ; y el po<strong>de</strong>r<br />

y gracia <strong>de</strong> Cristo le quitará <strong>de</strong> tus manos. Al punto <strong>de</strong>sapareció<br />

el <strong>de</strong>monio; y el santo dijo á aquel hombre: Toma<br />

mi consejo , y confiesa luego tus pecados con verda<strong>de</strong>ro<br />

dolor, sin callar cosa alguna. No vió labora <strong>de</strong> amanecer,<br />

cuando luego se fué á confesar con gran<strong>de</strong>s lágrimas y<br />

sentimiento, quedando libre <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio espíiíUialmonte.<br />

Estos milagros y otros muchos que seria largo <strong>de</strong> contar<br />

refiero Juan Diácono, y <strong>de</strong>spués acá son sin número ¡os<br />

que ha hecho y hace este grandísimo amigo <strong>de</strong> nuosli o<br />

Dios verda<strong>de</strong>ro.<br />

A un moro que serv¡a.al licenciado Benito <strong>de</strong> Lujan, estando<br />

un día una hermana <strong>de</strong> su amo y otras mujeres<br />

ochando suertes <strong>de</strong> santos, le dijeron si quería le metiesen<br />

en ellas; él, haciendo burla <strong>de</strong> esto, dijo que hiciesen ID<br />

que quisiesen. Ellas le metieron; y saliéndole san Isidro,<br />

le dieron el papelillo en que estaba escrito el nombre <strong>de</strong>l<br />

santo, encargándole que le guardase; él le tomó; pero siq

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