Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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tierro ol dia 18 de julio dd año 8T2 , siendo m sepulcro
glorioso en pórtenlos,
DIA 16.
EL TRIUNFO DE LA. CHUZ.—Entre las otras señales y gloriosas
victorias que Dios nuestro Señor ha dado á ios cristianos
contra los iníieles y enemigos suyos, es muy ilustre
y admirable la de las Navas de Tolosa , que alcanzó el
rey do Castilla don Alonso el YIII, hijo del rey don Sancho
, en compañía de los reyes de Aragón y de Navarra,
con matanza y estrago de una multitud innumerable de
moros; lo cual sacado de la hisloria que escribió don Rodrigo
Jiménez, arzobispo de Toledo, que se halló en la
batalla al lado del rey, y de la carta que el mismo rey
don Alonso escribió al papa Inocencio, III de este nombre,
en que 1c da cuenta de la guerra y victoria , es de esta
manera.
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Deseando el rey don Alonso volver por la honra y gloria
de Dios, y reprimir el orgullo y furor de los moros, que
estaban victoriosos, y librar á los cristianos sus vasallos
de los gravísimos daños que de tan perversos y pertinaces
enemigos continuamente padecían; con acuerdo de los
prelados, grandes y prudentes hombres de su reino, confiado
en la bondad y poder de Dios, que nunca desampara
á los que de verdad le invocan , determinó juntar todas las
fuerzas de sus reinos, y convocar en su ayuda y faver á
los reyes sus vecinos y aliados , y á otros principes extranjeros,
y hacer cruda guerra al enemigo. Para esto
envió primero á Roma , Francia y Alemania, al arzobispo
de Toledo don Rodrigo Jiménez , varón sapientísimo
y de gi'andc autoridad, para suplicara! sumo ponlilice,
que á la sazón era Inocencio III, que concediese la cruzada
á todos los que viniesen á aquella guerra para servicio
de Dios y bien de la cristiandad, y los otorgase las mismas
gracias é indulgencias que se concedían á los que iban á la
conquista do la Tierra santa. El papa lo concedió lodo como
se lo suplicó, y por la buena diligencia é industria del
arzobispo don Rodrigo, se divulgó luego por toda la cristiandad
esta empresa, y que el rey de Marruecos había
blasfemado y amenazado, que pelearla con cuantos adoraban
la cruz, y procurarla extinguir el culto y veneración
de ella. Fué tan grande el concurso de las gentes que se
juntaron de toda España y de fuera del reino en la ciudad
de Toledo, que no bastando lo poblado de la ciudad , ni
los lugares de su comarca, fué necesario que estuviesen
en tiendas por las vegas y campos de la ribera del Tajo: y
de Francia é Italia asimismo llegaron grandes compañías,
y muchos prelados y señores principales , con devoción
de servir á nuestro Señor en esta santa guerra : y púsose
en órden uno de los mas lucidos ejércitos que en España
se hablan visto. Salió de Toledo á 20 dias del mes de junio
del año 1212. Pasóse mucho trabajo por el camino;
poi que los moros con su rey Mahomat tenian tomados todos
los vados y pasos diílcultosos , y sembl ado el mismo
camino de abrojos de acero , para mancar los caballos y
bestias de carga : mas con el favor de Dios y con el buen
ánimo que llevaba la gente , se vencieron todas las dificultades
, y se ganaron algunos pueblos, como Malagon
y Calatrava , de mano dolos bárbaros. Pero porque se viese
que la victoria que después alcanzaron era don de Dios
\ (pie á él se debia la gloria, permitió el Señor que lúe-
I DE ORO DÍA 1G.
LA LKYKND
go (pie se ganó Calalrava (que fué el postrero dia del mes
de junio) , sucediese en el ejército cierto motin , que casi
todos los cruzados exlranjeros se volviesen á sus casas.
Pero aunque ellos eran muchos , no desmayó el rey don
Alonso; antes prosiguió su camino con el rey de Aragón
don Pedro, y poco después se le juntó con buena gente el
rey don Sancho de Navarra. Llegaron al puerto que llaman
del Muradal, en donde estaba el rey Mahomat con su
ejército muy grande y poderoso, con intención de solo estorbarles
el paso ; porque aun no sabia que los extranjeros
hablan desamparado al rey don Alonso. Mas después
que snpo de sus espías lo que había pasado , determinó el
rey esperar-encampo raso, y darle la batalla; y asi se
retiró un poco á los llanos hácia Raeza , dejando en las
Navas de Tolosa (que es un paso muy estrecho) parte de
su gente , para hacer daño en los cristianos. El camino era
muy trabajoso y áspero, y con dilicultad se podían tener
en pié los caballos , y el ejército de los enemigos (que era
innumerable) estaba ya á la vista : y habiendo diversos
y conlrariospareceres acerca de pasar adelante (porque
parecía imposible ), ó volver atrás (que era muy peligroso);
el rey don Alonso animó á los demás, para que pasasen
adelante, y confiasen en la providencia y misericordia
del Señor : el cual en tiempo oportuno les envió un
pastor muy práctico de toda aquella tierra (que algunos
tuvieron por ángel venido del cielo): este los guió por
la ladera del monte, de tal manera, que llegaron al lugar
que deseaban , viéndolos los enemigos, sin poder estorbarles
el paso. El rey Mahomat presentó luego la batalla
á los cristianos; mas el rey don Alonso, viendo que la gente
venia cansada y fatigada del camino, no la aceptó por
entonces, porque su ejército descansase, y él tuviese
tiempo de ver la disposición y órden de ios escuadrones
del enemigo. Y pensando el rey moro, que el no querer
pelear naeia de temor de los nuestros , y nó de aviso y
prudencia militar , se desvaneció y escribió á los suyos
que esf/iban en Jaén y en Baeza , que tenia cercados á
tres reyes , y que dentro de tres dias los tomarla: y lleno
de hinchazón y orgullo, el día siguiente se puso en batalla
, y desplegó sus estandartes , provocando á los reyc?;
que con singular constancia se estuvieron en sus reales,
sin querer pelear hasta su tiempo: porque nunca el buen
capitán ha de pelear cuando quiere el enemigo, sino cuando
juzga que le está bien á él. Mas llegada la noche del
domingo , todos los cristianos so aparejaron para la batalla
con la confesión y comunión , y con las misas que se
dijeron, y con el jubileo plenísimo , que en nombre de su
santidad les publicaron los prelados que allí estaban : y
habiendo ordenado el ejército en escuadrones, levantando
las manos y los ojos al cielo, y los corazones encendidos
con el deseo del martirio , alegres y esforzados salieron
con gran denuedo en campo, invocando al santísimo nombre
del Señor, y suplicándole que les diese victoria de
aquellos bárbaros y fieros enemigos, que pretendían oprimir
su religión, y extinguir la gloria de su cruz. Los moros
eran innumerables, y el rey Mahomat con gran pompa
y majestad venia vestido sobre sus armas de una capa
negra, que habia sido de Abdulmuni, el que habia dado
principio á los Almohades , y llevaba delante de sí un*
espada y el Alcorán de Mahoma. Vinieron á las manos los
dos ejércitos: y aunque al principio por su gran mullitoí'
parecía que llevaban lo mejor los moros; el rey don Alón-