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78 LA LEYENDA DE ORO<br />
petisamiento <strong>de</strong> hacerse crisliano, aunque su amo se lo había<br />
exhortado mucho, prometiéndole que le daría luego la<br />
libertatl; mas él respondía que mas quería ser esclavo toda<br />
su vida, siendo moro, que libre siendo cristiano. Sucedió<br />
que cayendo su amo en la cama, le mandó que fuése por<br />
un cántaro <strong>de</strong> agua á la fuente <strong>de</strong> san Isidro; trájole, y<br />
á la noche estando durmiendo y á oscuras, oyó que le daban<br />
voces per su nombre, que era Amete, pareciendo que<br />
le tiraban por los cabellos, para socarle <strong>de</strong> la cama. Despertó<br />
muy espantado y halló el aposento lleno <strong>de</strong> claridad<br />
: saüó al palio déla casa á ver si le llamaba alguno;<br />
y no sintiendo nada, se tornó á echar en la cama, y luego<br />
tornó á oír ta misma voz que le <strong>de</strong>cia : «Amete, hazte cristiano;<br />
que san Isidro, <strong>de</strong> cuya fuente trajiste el agua, telo<br />
dice;» pareciéndoletambién que le tiraban, para sacarle<br />
<strong>de</strong> la cama; y volviendo en sí halló el aposento con la misma<br />
claridad. Levantóse á ver si era <strong>de</strong> dia ó si topaba<br />
alguno; y viendo que era <strong>de</strong> noche, se tornó á acostar bien<br />
temeroso í mas sucediólo lo mismo tercera vez. Con esto<br />
acabó <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r que aquello era cosa milagrosa, y ála<br />
mañana pidió luego á su amo que le hiciese cristiano, sin<br />
otra merced alguna: porque no quería libertad ni olro<br />
premio, por lo que tan bien le estaba ; y así, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
bien catequizado le bautizaron.<br />
Una beata, llamada Catalina <strong>de</strong> Lerma , estando muy<br />
apretada <strong>de</strong> tercianas dobles, pidió al santo la sanase : el<br />
cual la vino á visitar <strong>de</strong>l cielo, y poniéndosele junto á la<br />
cama, con lo cual nunca mas vino el acrecimiento.<br />
Juan López, portugués, habiendo recibido la extremaunción<br />
y los <strong>de</strong>más sacramentos, estando <strong>de</strong>sahuciado <strong>de</strong> los<br />
médicos, mandó en su testamento diez ducados para la<br />
canonizaciun <strong>de</strong> san Isidro: «na noche que entendían se<br />
moriría, amaneció á la maflana sano y bueno, diciendo<br />
que ya no tenia necesidad <strong>de</strong> médicos, porque un médico<br />
<strong>de</strong>l cielo le había sanado. Preguntándole ¿qué médico?<br />
respondió que aquella noche habían estado en su compañía<br />
unos niños, y entre ellos un hombre, y que pensando<br />
que venían por la limosna <strong>de</strong> ciertas misas, que él habia<br />
dicho las pagasen, respondió el hombre: «No venimos<br />
por esa limosna, sino á visitarte; que yo soy san Isidro;;)<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces quedó el enfermo sin calentura, bueno y<br />
sano.<br />
Con mas rigor ejecutó otra manda que se habia hecho<br />
para la eanonízaciou <strong>de</strong> san Isidro, su santa mujer María<br />
déla Cabeza, por lo que interesaba que se tratase <strong>de</strong> ella,<br />
no solo por la parte <strong>de</strong> la honra que le cabía, en que su<br />
glorioso marido tuviese en la Iglesia militante título <strong>de</strong><br />
santo, canonizado solemnemente por el vicario <strong>de</strong> Jesucristo,<br />
sino también porque <strong>de</strong> ahí se habia <strong>de</strong> tomar ocasión<br />
para colocar sus santos huesos en lugar mas digno, y tratarse<br />
<strong>de</strong> su canonización con veras. En la información plenaria<br />
<strong>de</strong> esta sierva <strong>de</strong> Dios, hecha en Madrid ante el<br />
nuncio <strong>de</strong> su santidad y otros jueces apostólicos, el año<br />
<strong>de</strong> 1616, consta como doña Ana María Remesal prometió<br />
á san Isidro, que el dia que casase á su hermana doña María<br />
Remesal, daría cierta cantidad <strong>de</strong> dinero para ayuda<br />
<strong>de</strong> su canonización. Casóla; y ocupada en los embarazos<br />
<strong>de</strong> las bodas, se olvidó <strong>de</strong> la promesa. Luego al otro dia,<br />
estando á su parecer durmiendo, le pareció que entraba<br />
una labradora vestida <strong>de</strong> colores, como está pintada en<br />
AuoslraSeriora <strong>de</strong> Atocha la sierva <strong>de</strong> Dios, María <strong>de</strong> la<br />
Cabeza, con una presencia muy grave y una toca reboza-<br />
D1A 15.<br />
da, la punta postrera suelta, y traía consigo junto á ella<br />
un hombre moreno y grosero, con una vara en la mano,<br />
tomo portero <strong>de</strong> vara, el cual traía un perronegro tras olla<br />
con una ca<strong>de</strong>na. La labradora poniendo la mano en la dicha<br />
doña María, dijo al portero: Esta es la que <strong>de</strong>be el dinero<br />
para la canonización <strong>de</strong> san Isidro. El alguacil echándola<br />
el perro, la asió <strong>de</strong> los vestidos; y volvióse con gravedad<br />
la labradora para irse. La presa daba voces con<br />
gran temor, que ella llevaría el dinero. Entonces la mandó<br />
soltar y <strong>de</strong>sapareció. No habia visto jamás doña Ana María<br />
pintada á la santa mujer <strong>de</strong> san Isidro, María <strong>de</strong> la Cabeza;<br />
pero cuando la vió en Atocha, en la ermita <strong>de</strong> san<br />
Isidro, dijo que era la que le habia aparecido. Luego cumplió<br />
su promesa, porque no sosegó su corazón, pareciendo<br />
que la sierva <strong>de</strong> Dios habia venido <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios, y san<br />
Isidro á ejecutarla.<br />
El año <strong>de</strong> 1609, sucedió en la cofradía <strong>de</strong> san Isidro<br />
otro milagro aun mas maravilloso que el que arriba referimos<br />
haber acontecido antiguamente, llabiéndosejuntado<br />
los cofra<strong>de</strong>s <strong>de</strong> san Isidro <strong>de</strong> Madrid un dia á comer juntos<br />
como suelen; por haber concurrido muchos á la comida,<br />
quedó menos <strong>de</strong> lo que habían menester para dar limosna<br />
á veinte pobres, No obstante eso, Gerónimo Fex, tesorero<br />
<strong>de</strong> la cofradía, vino tar<strong>de</strong> á comer, y trajo consigo cosa do<br />
trescientos pobres. Viéndoles los oficiales <strong>de</strong> la cofradía,<br />
dijeron: que ¿para qué traía lanía gente, no habiendo comida<br />
ni para veinte, porque todas las ollas estaban vacías,<br />
sino solo una don<strong>de</strong> había comida para solos muy pocos?<br />
Él respondió: que Dios y san Isidro lo remediarían. Hizo<br />
sentar á todos ; y habiéndoles dado <strong>de</strong> comer abundantemente,<br />
sobró mucho para dar á otros pobres. Fué también<br />
notable maravilla que no habiendo mas que una redoma <strong>de</strong><br />
vino en la cofradía, se multiplicó <strong>de</strong> manera que habiéndose<br />
satisfecho á todos, sobró muchp vino en ella.<br />
Es un continuo milagro la incorrupción <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong><br />
san Isidro; y el suave olor que echa <strong>de</strong> sí, muy diferente<br />
<strong>de</strong> todos los olores que produce la naturaleza y pue<strong>de</strong> componer<br />
el arte. Marineo Siculo dice estas palabras: «Yo he<br />
visto su santo cuerpo, y está tan entero, que no parece sino<br />
que ha dos ó tres meses que murió: y lo que admira es que<br />
en cualquiera cuerpo lo primero que empieza á faltar es<br />
la punta <strong>de</strong> la nariz, y los blancos <strong>de</strong> los ojos: esto tiene<br />
tan entero, que admira; y cuándo así lo vi, me acordé <strong>de</strong><br />
aquel lugar <strong>de</strong> la sagrada Escritura, que dice: Capillus <strong>de</strong><br />
capile vestro non perifñt.» Esto es <strong>de</strong>l autor citado: y los<br />
que viven ahora pue<strong>de</strong>n ser testigos <strong>de</strong> lo mismo, como<br />
yo lo soy, que he visto entero el cuerpo <strong>de</strong> este glorioso<br />
santo, con gran admiración y consuelo <strong>de</strong> mi alma.<br />
La reina doña Juana, mujer <strong>de</strong>l rey don Enrique H, por<br />
la <strong>de</strong>voción que tenia al santo, quiso trasladar un brazo <strong>de</strong><br />
su santo cuerpo; mas no pudo salir <strong>de</strong> la capilla por sohrevenirle<br />
un mal repenlipo: por don<strong>de</strong> conoció que no<br />
era la voluntad <strong>de</strong> Dios que se apartase aquel brazo <strong>de</strong>l<br />
resto <strong>de</strong>l cuerpo; y volviéndole á restituir cobró al punto<br />
salud. Habiendo sanado la reina doña Isabel la Católica <strong>de</strong><br />
una grave enfermedad, por intercesión <strong>de</strong> san Isidro, fué<br />
á visitarle, y una dama <strong>de</strong> la reina, llegando á besar los<br />
piés <strong>de</strong>l santo, le quitó con los dientes el <strong>de</strong>do segundo <strong>de</strong>l<br />
izquierdo; pero cuando la reina se iba y toda la gente,<br />
aquella dama que cortó el <strong>de</strong>do no pudo salir <strong>de</strong> la capilla,<br />
basta que viniendo esta maravilla á oídos <strong>de</strong> la reina, y<br />
(ICM ubriendo la dama lo que habia hecho, mandó la