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192 LA LEYENDA DE ORO. DIA 10.<br />
ligaba. Si veía alguno conocidamente malo, le amonestaba<br />
y corregia con humildad y cariño; y á los buenos aconsejaba<br />
y pedia fuesen mejores. Reformó y redujo á buenas<br />
muchas malas costumbres que babia en aquel reino<br />
<strong>de</strong> Escocia, ayudando á su ejemplo, y por darle gusto en<br />
todo, su esposo el rey, con que con facilidad consiguió<br />
vencer los ánimos fieros <strong>de</strong> aquella gente, sacarlos <strong>de</strong> sus<br />
errores que lenian muchos en la observancia <strong>de</strong> nuestra<br />
ley católica, y reducirlos á vida quieta, pacífica, amable,<br />
y que guiaba sus almas á la salvación. Cuando trataba<br />
con su confesor cosas tocantes a su salvación, se <strong>de</strong>shacía<br />
en lágrimas. En la iglesia guardaba perpetuo silencio y<br />
oraba sin cesar, sin tratar jamás en ella <strong>de</strong> cosas <strong>de</strong>l mundo,<br />
sino es <strong>de</strong> solo orar y <strong>de</strong>rramar lágrimas. Tuvo una<br />
grandísima enfermedad causada <strong>de</strong> su gran<strong>de</strong> abstinencia<br />
y rigor gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> que consigo solo usaba, siendo así que<br />
con los otros ninguna hubo mas piadosa y benigna, y<br />
mas caritativa, especialmente con los pobres á quienes no<br />
solo daba cuanto tenia, no solo hasta <strong>de</strong>jar pobre el tesoro<br />
<strong>de</strong>l rey muchas veces, sino es que á sí misma quisiera darse<br />
<strong>de</strong> muy buena gana si posible fuera; y así venia á ser<br />
mas pobre que los pobres todos: porque ellos sin tener<br />
cosa alguna <strong>de</strong>seaban tener; pero ella lodo cuanto tenía<br />
daba, sin reservar ni <strong>de</strong>sear cosa alguna para sí. Saliendo<br />
en público, era para dar gracias á Dios ver la multitud <strong>de</strong><br />
viudas, huérfanos, y todo género <strong>de</strong> pobres que la seguían<br />
como á piadosísima madre, y á todos daba socorro, alivio<br />
y consuelo. No solo era piadosa con los pobres <strong>de</strong> su<br />
reino, mas también con los extraños; que á todos se estendia<br />
su gran caridad y amor, libertando cada día á expensas<br />
propias infinitos cautivos y encarcelados. Tenia<br />
también exploradores repartidos por las provincias, que<br />
mirasen si se hacia alguna injusticia ó inhumanidad,<br />
oprimiendo á los pobres como suele suce<strong>de</strong>r, y que lo<br />
remediasen todo, y en todo se obrase con amor y caridad.<br />
A los ermitaños, y dados á la soledad, visitaba <strong>de</strong>vota,<br />
encomendándose á sus oraciones, socorriéndolos y haciendo<br />
cuanto le pcdian. Á prima noche <strong>de</strong>scansaba un<br />
poco, y luego se levantaba y entraba en la iglesia, y rezaba<br />
maitines déla Santísima Trinidad, <strong>de</strong>spués déla santa<br />
cruz, y luego <strong>de</strong> la soberana Reina <strong>de</strong> los ángeles y Madre<br />
<strong>de</strong> Dios María, sin pecado concebida; y estos acabados,<br />
rezaba el oficio <strong>de</strong> difuntos y todo el salterio, y cuando<br />
los capellanes entraban en el coro, si habia acabado el salterio,<br />
le volvía <strong>de</strong> nuevo á comenzar, y sino le acababa.<br />
Acabadas las horas se volvía á su cuarto, y á la mañana<br />
lavaba los piés á seis pobres, besándolos humil<strong>de</strong> aunque<br />
estuviesen leprosos y llenos <strong>de</strong> llagas, y luego les daba<br />
larga limosna. Luego le traian nueve niños pobrecitos, y<br />
puesta <strong>de</strong> rodillas les daba <strong>de</strong> comer comidas regaladas<br />
y <strong>de</strong>licadas, según pedia la edad <strong>de</strong>licada y tierna, poniéndoles<br />
ella misma los bocados en la boca. Después venían<br />
trescientos pobres, y puesto el rey <strong>de</strong> una parle y<br />
ella <strong>de</strong> otra, les daba <strong>de</strong> comer y beber regalada y abundantemente<br />
; y esto concluido, se volvía á la iglesia, y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> haberse ofrecido á si misma en sacrificio á Dios<br />
con muchos gemidos y lágrimas, oía cinco ó seis misas, y<br />
la mayor. Antes <strong>de</strong> sentarse á comer, daba <strong>de</strong> comer con<br />
sus manos á veinte y cuatro pobres: <strong>de</strong>spués comia ella,<br />
no tomando el manjar para <strong>de</strong>leite como muchos, y regalo,<br />
sino es solo para conservar la vida; y era tan parca en<br />
el comer, que mas parecía escilar la hambre que salisfa -<br />
cerla. La cuaresma era un ayuno continuado, <strong>de</strong> suerte,<br />
que en (oda ella solia no comer bocado : y tanta vino á<br />
ser su abstinencia y rigor <strong>de</strong> los ayunos, que no solo como<br />
ya dijimos, cayó por ella en una gravísima enfermedad,<br />
sino es que hasta morir vivió siemprecon grandísimos<br />
dolores <strong>de</strong> estómago, sin que por vivir así enferma, omitiese<br />
jamás obra alguna <strong>de</strong> virtud y penitencia. Un libro que<br />
tenia ricamente adornado <strong>de</strong> oro y piedras preciosas,<br />
en que rezaba y leia conlinuamente, se cayó en un estanque<br />
<strong>de</strong> agua por <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> quien le guardaba,<br />
don<strong>de</strong> estuvo un dia y una noche sin que el agua le<br />
tocase.<br />
Enlendiendo se le acababa la vida, llamó á su confesor<br />
é hizo una confesión general, con tantas lágrimas y suspiros<br />
que se anegaba con ellas, y acabada le dijo: Queda^<br />
padre, en paz; sabe que yo viviré muy poco tiempo,<br />
y lú me seguirás muy presto; dos cosas te pido; una es,<br />
que el tiempo que vivieres le acuer<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mi alma en<br />
tus sacrificios y oraciones; la otra, que tengas especial<br />
cuidado <strong>de</strong> mis hijos, enseñándolos á temer á Dios; y si<br />
vieres que alguno sube á la dignidad <strong>de</strong>l reino, cuida <strong>de</strong><br />
serle padre y maestro, amonestándole, y si necesariofuere,<br />
reprendiéndole severamente; no sea, que por la prosperidad<br />
<strong>de</strong>l mundo pierda la felicidad <strong>de</strong> la vida eterna.<br />
Pasados seis meses, le apretaron <strong>de</strong> suerte los dolores y<br />
achaques, que no podia levantarse <strong>de</strong>l lecho, y cuatro<br />
dias antes <strong>de</strong> su muerle, como hubiese el rey su esposo<br />
salido á una batalla, se puso muy triste y dijo á los que la<br />
asistían: Hoy ha sucedido al reino <strong>de</strong> Escocia el mayor<br />
mal que podia, ni ha visto muchos años ha. Con brevedad<br />
vino la nueva, <strong>de</strong> que el mismo dia que la reina sania<br />
habia dicho, fueron muertos en la batalla el rey y el príncipe<br />
Eduardo su bijo,á quien ella sabedora do lo porvenir,<br />
habia hecho gran<strong>de</strong>s instancias y súplicas para que no<br />
fuese entonces con el ejércilo, que fué, como advertimos<br />
al principio, líi única cosa en que no quiso obe<strong>de</strong>cerla y<br />
darle gusto; mas le cosió la vida. Al cuarto dia, <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l rey, agravándosele la enfermedad, pensaron<br />
que espiraba; mas <strong>de</strong>spués, aliviándosele <strong>de</strong> repente<br />
algún tanto, le dió lugar y ánimo para levantarse, é<br />
ir al oratorio á oir misa y recibir el sanlísimo Sacramento<br />
<strong>de</strong> la Eucaristía, para fortalecer su alma con tan divino viático;<br />
y al punto volviéndose á la cama, le apretó <strong>de</strong> suerte<br />
la enfermedad, que solo le <strong>de</strong>jó ánimo para tomar una<br />
cruz y abrazarse con ella y besarla tiernamente. A ese<br />
punió volvió <strong>de</strong>l ejército el príncipe Edgaro su hijo, y entró<br />
en el aposento á ver su madre; á quien ella, luego que<br />
le viópregunló por su padre y hermano; mas él temiendo<br />
no espirase su santa madre, oyendo la nueva <strong>de</strong> la muerte<br />
<strong>de</strong> su padre, le dijo que quedaban buenos. Pero ella, dando<br />
un tierno suspiro dijo; i Ay hijo! que sé muy bien todo<br />
lo que pasa, y así no tienes que negarme la verdad: la<br />
cual por Dios te ruego rae digas. Enloncesél, conociendo<br />
que ya todo lo sabia, le confesó como su padre y hermanos<br />
eran muertos en la batalla: lo cual oído levantó como otro<br />
Job las manos y los ojos al cielo, y dando gracias á Dio»<br />
dijo así: Gracias y alabanzas infinitas te doy, mi Dios,<br />
y Señor, porque al fin <strong>de</strong> mi vida me has enviado tantas<br />
angustias y penas, para que llevándolas con paciencia,<br />
mi alma, como espero en tu misericordia infinita, se<br />
limpie y purifique <strong>de</strong> toda mancha <strong>de</strong> pecado.