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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 2. MAYO.<br />

Atanaslo, fingiendo que era el mismo Alanasio, al cual la<br />

mujer no conocia, le dijo: Di, mujer, ¿yo fui huésped en<br />

tu casa? ¿Yo le he hecho fuerza, y mancillado tu castidad?<br />

Y como ella respondiese ágrari<strong>de</strong>s voces y con muchas<br />

lágrimas fingidas que sí, y que él era el que la hahia <strong>de</strong>shonrado<br />

y quitado su limpieza, y jurase que era verdad<br />

lo que <strong>de</strong>cia, y pidiese á los jueces que le castigasen: con<br />

esto se vino á <strong>de</strong>scubrir loda aquella maraña y enredo, y<br />

paró cu risa esta primera acusación. El segundo fué, <strong>de</strong><br />

un brazo que los herejes <strong>de</strong>cian, que Alanasio habia cortado<br />

á un lector ó presbítero suyo llamado Arsenio, para<br />

sus hechizos y nigromancia; aunque el mismo san Alanasio<br />

dice, que Arsenio fué obispo; y en efecto, trajeron un<br />

brazo corlado allí <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> lodos, creyendo que con falsos<br />

testigos podrían convencer á Alanasio; porque habia<br />

mucho tiempo que Arsenio no parecía, así porque los mismos<br />

herejes le hablan ocultado, como porque <strong>de</strong>spués el<br />

mismo Arsenio, lemiendo que no le matasen, para hacer<br />

verda<strong>de</strong>ra su mentira y salir con su intento, se habia escondido,<br />

Pero por voluntad <strong>de</strong> Dios, cuando supo la lela<br />

que urdían y tejían los arríanos contra el santo obispo, y<br />

el peligro en que estaba, vino á él la noche antes y le <strong>de</strong>scubrió<br />

lo que pasaba: y con esto, cuando se propuso la<br />

acusación <strong>de</strong>l brazo corlado, dijo Alanasio: ¿Hay aquí alguno<br />

que conozca á Arsenio? Y como muchos respondiesen<br />

que sí, mandóle parecer allí en el concilio, y dijo:<br />

¿Es esle Arsenio? Y habiéndole reconocido, le quitó el<br />

manto. Hé aquí, dice, esle es el brazo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> Arsenio,<br />

y esle es el izquierdo: este tercero ¿cuyo es? Díganlo los<br />

acusadores, y <strong>de</strong>n razón <strong>de</strong> él. Fué tan gran<strong>de</strong> la rabia <strong>de</strong><br />

los herejes por verse tan claramenle convencidos, y <strong>de</strong>scubierlas<br />

sus astucias y malda<strong>de</strong>s, que comenzaron á dar<br />

gritos contra Alanasio, llamándole engañador, embustero,<br />

mago, hechicero: y quisieron poner las manos en él y<br />

<strong>de</strong>spedazarle; y en efecto lo hubieran hecho, si él con<br />

buena diligencia no se escapara á Constantinopia, para<br />

dar razón <strong>de</strong> sí al emperador, y cuenta <strong>de</strong> lo que habia<br />

pasado.<br />

Mas ya que no pudieron los herejes ejecular su saña en<br />

la persona <strong>de</strong> Alanasio, dieron sentencia contra él, privándole<br />

<strong>de</strong> su silla, y <strong>de</strong> su iglesia y ciudad; y lo mismo<br />

conürmaron en otro conciliábulo que hicieron los mismos<br />

obispos <strong>de</strong> Tiro en Jerusalen, á don<strong>de</strong> habían ido por mandado<br />

<strong>de</strong>l emperador, para consagrar un templo magnifico<br />

y suntuoso, que él habia edificado: y en esta junta. Arrio<br />

y los que le seguían fueron admitidos á la comunión <strong>de</strong><br />

la iglesia; dando á enten<strong>de</strong>r al emperador que estaban<br />

arrepentidos <strong>de</strong> sus errores, y conocida la verdad <strong>de</strong> la<br />

Iglesia católica, aparejados para seguirla. Pudieron tanto<br />

los herejes con sus arles y mañas diabólicas, que viniendo<br />

á Conslanlinopla Alanasio con algunos obispos <strong>de</strong> su<br />

parle para hablar al emperador, nunca pudo hallar entrada,<br />

m quién le diese la puerta, estando todas las guardas<br />

ya corrompidas <strong>de</strong> los herejes, y queriendo sus principales<br />

ministros dar contento á su hijo Constancio, que ya estaba<br />

tocado <strong>de</strong> la herejía <strong>de</strong> Arrio, y habia sido <strong>de</strong>clarado<br />

por César sucesor suyo, y tenían mas cuenta con lisonjearle,<br />

que con obe<strong>de</strong>cer á sn padre, mirando mas al sol que<br />

nace que al (píese pone: y así, fué forzado Alanasio á<br />

aguardar un día que el emperador entraba en Conslanlinopla,<br />

y hablarle en la calle: lo cual alcanzó con mucha<br />

dificultad; porque la guardia le apretaba y no le <strong>de</strong>jaba<br />

llegar; y aun el mismo Constantino no conociéndole,<br />

daba <strong>de</strong> mano para que le <strong>de</strong>sechasen ; hasta que con gran<br />

libertad Alanasio le dijo: No pido, señor, sino que vengan<br />

dolante <strong>de</strong> vos los que me han con<strong>de</strong>nado, para que en<br />

vuestra presencia me pueda quejar <strong>de</strong> ellos. Entonces mandó<br />

que los obispos, jueces <strong>de</strong> aquella causa, pareciesen<br />

en Constanlinopla, para dar razón <strong>de</strong> lo que habían hecho.<br />

Vinieron los mas principales <strong>de</strong> los obispos enemigos<br />

<strong>de</strong> Alanasio y <strong>de</strong> la verdad; pero vinieron tan armados<br />

<strong>de</strong> malicia, y <strong>de</strong> mentiras y nuevas calumnias contra el<br />

santo, que encendieron mas el ánimo <strong>de</strong> Constantino, y<br />

como si echaran aceite en el fuego, le inflamaron contra<br />

él: porque le dijeron, que Alanasio habia amenazado <strong>de</strong><br />

estorbar que no viniese <strong>de</strong> Egipto trigo á Conslanlinopla:<br />

que fuera quitarle el sustento y la vida, y alterar loda<br />

aquella populosa é imperial ciudad, en que vivía el mismo<br />

emperador y su córte con gran<strong>de</strong> esplendor y magnificencia,<br />

y á la cual <strong>de</strong>seaba dar gusto con la abundancia <strong>de</strong><br />

mantcnimienlos. El emperador le mandó <strong>de</strong>sterrará Francia<br />

; ó porque creyó que era verdad lo que los falsos obispos<br />

<strong>de</strong>cían, ó poique juzgó, que no tendría paz la Iglesia<br />

<strong>de</strong> Alejandría, ni fin aquellas contiendas <strong>de</strong> la religión, si<br />

Alanasio, contra quien estaban tan hosligados, no se les<br />

quitaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante; ó porque temió qne le matasen, según<br />

estaban locos y fuera <strong>de</strong> sí: y como no dio aquella sentencia<br />

como juez, porque no lo era <strong>de</strong> Alanasio, sinocomo ejecutor<br />

<strong>de</strong> la que dió el concilio <strong>de</strong> Tiro; la mayor culpa <strong>de</strong><br />

ella se <strong>de</strong>be atribuir á quien dió, y á quien con máscara<br />

<strong>de</strong> piedad engañó al emperador, y siendo lobo se le mostró<br />

oveja. Mas con todo esto, cuando Alanasio oyó el mandato<br />

<strong>de</strong> Constantino, con gran<strong>de</strong> gravedad y autoridad lo<br />

dijo: El Señor juzgará entre raí y tí, ó emperador; pues<br />

te has <strong>de</strong>jado llevar <strong>de</strong> las calumnias <strong>de</strong> mis enemigos.<br />

Salió á cumplir su <strong>de</strong>stierro el gran Alanasio, y con él fueron<br />

<strong>de</strong>sterrados otros obispos que <strong>de</strong>fendían su inocencia.<br />

Y aunque él fué muy bien recibido y regalado <strong>de</strong> Constantino<br />

el mozo, hijo mayor <strong>de</strong>l emperador, <strong>de</strong> la ciudad<br />

<strong>de</strong>Tréveris (queentonces era ciudad <strong>de</strong> Francia, y ahora<br />

lo es <strong>de</strong> Alemania), y <strong>de</strong> san Máximo, obispo <strong>de</strong> ella : todavía<br />

este <strong>de</strong>stierro causó gran<strong>de</strong> alboroto y confusión en<br />

la Iglesia <strong>de</strong> Dios, y lodos los católicos se hallaron muy<br />

angustiados y afligidos; y el gran padre san Antonio abad<br />

escribió una carta al emperador, reprendiéndole y rogándole<br />

que no se ejecutase contra un lan santo varón una tan<br />

inicua sentencia. Y Constantino, que hasta allí habia sido<br />

como un sol, que daba luz y vida al mundo, en esle caso<br />

parece que se eclipsó y obscureció, poniéndose <strong>de</strong>lante<br />

como una nube tenebrosa algunos obispos enemigos <strong>de</strong><br />

Alanasio que le engañaron.<br />

Pero no se sosegó la tempestad por haber echado en el<br />

mar á Alanasio, como á otro Jonás; ánles cobró nuevas<br />

fuerzas, y con el ánimo que habían (ornado los autores <strong>de</strong><br />

ella, creció <strong>de</strong> manera que procuraron que Arrio volviese<br />

á Alejandría, don<strong>de</strong> estando san Anastasio no habia podido<br />

enlrar; y habiendo salido con ello , y turbado <strong>de</strong> nuevo<br />

aquella ciudad (porque los católicos le aborrecian como á<br />

hereje, y <strong>de</strong>seaban á su sanio prelado), volvió á Constautinopla,<br />

y con el favor <strong>de</strong> los obispos herejes y <strong>de</strong> los cortesanos<br />

que le seguían, escribió una confesión <strong>de</strong> su fé, y<br />

juró falsamente que aquello era lo que creia y nó otra cosa;<br />

y con esto engañó al emperador, el cual le dijo: Si esto,<br />

que dices <strong>de</strong> palabra, lo sientes así en tu corazón, bien has

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