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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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10Í<br />

mas principal do (oda la provincia <strong>de</strong> Abruzzo , y allí fué<br />

coronado el afio <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> 1294 , siendo él <strong>de</strong> edad <strong>de</strong><br />

setenta y nueve, y tomó el nombre <strong>de</strong> Celestino V. Halláronse<br />

á su coronación el rey Carlos do Nápoles, el rey <strong>de</strong><br />

Hungría, y á lo que escriben los historiadores mas <strong>de</strong> doscientas<br />

mil personas, que concurrieron por solo verle y<br />

tomar su santa bendición. Allí en Aquila hizo doce car<strong>de</strong>nales<br />

y dió el capelo á dos <strong>de</strong> sus monges, varones santos<br />

y dignos <strong>de</strong> aquella sagrada dignidad, con los cuales habla<br />

vivido ánlcs, y <strong>de</strong>spués pensaba vivir; y los otros diez<br />

fueron también personas señaladas y <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s parles,<br />

para servir á la santa Iglesia.<br />

No se <strong>de</strong>svaneció ni se trocó un punto el antiguo anacoreta<br />

, nuevo y santo pontífice, por aquella dignidad; ánles<br />

con la misma bumildad con que antes había vivido, procuró<br />

conservarse en su manera antigua <strong>de</strong> vida , fuera <strong>de</strong><br />

lo que obligaba la nueva dignidad: y así cuando fué á<br />

Aquila para coronarse , no quiso gran<strong>de</strong> aparato <strong>de</strong> caballería<br />

, ánles se fué en un pobre jumento para imitar á<br />

Cristo nuestro Señor , sin que los reyes da Nápoles y <strong>de</strong><br />

Hungría, por muchas razones que le dieron se lo pudiesen<br />

estorbar; nó porque él con este hecbo pretendiese tachar<br />

lo que otros sumos pontífices y santísimos hablan hecho, y<br />

hoy dia hacen; sino porque como él era tan humil<strong>de</strong> y tan<br />

apartado <strong>de</strong> toda vanidad y pompa <strong>de</strong>l mundo, no pudo<br />

su corazón <strong>de</strong>jar tan presto lo acostumbrado, y lo que era<br />

mas precioso en sus ojos. Con este mismo espíritu mandó<br />

hacer en su palacio apostólico un aposento apartado <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra para retirarse en él y vivir, lo que mas pudiese,<br />

como religioso. Y como él era tan santo y criado toda su<br />

vida en mortificarse á la oración y contemplación <strong>de</strong> Dios,<br />

y no tenia uso <strong>de</strong> los negocios y malicias <strong>de</strong>l mundo;<br />

cuando se vió fuera <strong>de</strong> su puerto y quietud, y metido en<br />

un golfo tan profundo y tempestuoso, y <strong>de</strong> tantas ondas y<br />

lan contrarios vientos por todas partes combatido, no se<br />

pue<strong>de</strong> creer la angustia y congoja <strong>de</strong> corazón que cayó<br />

sobre el santo varón, temiendo que por sus pecados no le<br />

hubiese levantado Dios á la cumbre <strong>de</strong> la mas alta dignidad<br />

que hay en su Iglesia , para con<strong>de</strong>narle con mas<br />

graves penas. Por esta poca experiencia y resolución que<br />

tenia en los negocios, algunos <strong>de</strong> los que antes se hablan<br />

holgado <strong>de</strong> su elección, mirando solamente á su santidad,<br />

<strong>de</strong>spués les pesó y comenzaron á tenerle en poco por verle<br />

tan atado y encogido. Vino á su noticia lo que se <strong>de</strong>cía y<br />

murmuraba <strong>de</strong> él, y comenzó á afligirse y á tener escrúpulo,<br />

y á dudar si estaba obligado á renunciar el pontificado<br />

, y <strong>de</strong>jar aquella carga que no podia llevar. Este escrúpulo<br />

crecía mas en el pecho <strong>de</strong> san Pedro Morón ; porque<br />

un car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s letras y pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l siglo,<br />

<strong>de</strong> quien él mucho confiaba , atizaba el fuego, y con sus<br />

soplos hacia crecer aquellas llamas , dando á enten<strong>de</strong>r al<br />

papa que estaba obligado en conciencia á hacerlo, y Dios<br />

le <strong>de</strong>mandaría cuenta <strong>de</strong> lodos los daños que viniesen á<br />

la Iglesia por su culpa, que á lo que él veia y temía, serian<br />

innumerables. Y aunque el car<strong>de</strong>nal aconsejaba oslo al<br />

papa por entrar en su lugar y ocupar la silla apostólica, sí<br />

él la <strong>de</strong>jase; mas como el papa era santo, sincero y tan<br />

ayuno <strong>de</strong> semejantes artificios y astucias <strong>de</strong>l mundo, creía<br />

iVicilmentc lo que le <strong>de</strong>cía, y lo que era mas conforme á<br />

su gusto é inclinación : y así se resolvió á hacer <strong>de</strong>jación<br />

<strong>de</strong>l sumo pontificado, y volverse á su recogimiento y antigua<br />

soledad: pero ánles que lo ejecutase, habiéndose<br />

LA LEYENDA DE ORO. DÍA 19.<br />

entendido esta <strong>de</strong>liberación, oslando en la ciudad <strong>de</strong> Ñapólos,<br />

el rey Carlos mandó hacer una solemnísima procesión,<br />

para suplicar á nuestro Señor, que no permitiese<br />

que aquel santo varón <strong>de</strong>jase el gobierno <strong>de</strong> la nave do<br />

su Iglesia, y le lomase otro que diese con ella al través;<br />

y pasando la procesión que era <strong>de</strong> gente innumerable<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l palacio <strong>de</strong>l papa, que estaba mirándola <strong>de</strong> una<br />

ventana, el arzobispo <strong>de</strong> Nápoles, puesto <strong>de</strong> rodillas con<br />

muchas lágrimas, comenzó á <strong>de</strong>cir con voz alta: Beatísimo<br />

Padre , no <strong>de</strong>jéis la que Dios os dió; no creáis á quien os<br />

quiere engañar : gobernad vos la Iglesia <strong>de</strong> Dios , y no<br />

tengáis escrúpulo ninguno; que esta es la voluntad <strong>de</strong><br />

Dios. Tras estas voces se levantó una grita <strong>de</strong> todo el pueblo,<br />

llorando, y diciendo : Padre santo, no nos <strong>de</strong>samparéis,<br />

ni nos pongáis en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> algún lobo que nos<br />

<strong>de</strong>suelle. No se alteró ni mudó ol santo pontífice por esías<br />

voces y lágrimas; ánles mandó á uno <strong>de</strong> los obispos que<br />

con él estaban que respondiese <strong>de</strong> su parte que él haría lo<br />

que Dios or<strong>de</strong>nase y fuese servido. Ninguna diligencia<br />

bastó para hacerle mudar <strong>de</strong> propósito: tanto había cavado<br />

el escrúpulo en su pecho, y tanto las palabras <strong>de</strong>l<br />

cardonal y fingido amigo le habían persuadido hacer la<br />

miunciacíon. Mas porque se comenzó á dudar sí <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />

se podía hacer; por consejo <strong>de</strong>l mismo car<strong>de</strong>nal hizo<br />

nn estatuto y <strong>de</strong>claración que asi como los prelados inferiores<br />

pue<strong>de</strong>n exonerarse <strong>de</strong> la carga <strong>de</strong>sús prelacias, así<br />

lo pue<strong>de</strong> hacer el sumo pontífice, especialmente conociéndose<br />

inliábil ó insiili<strong>de</strong>nte para ejercitar su oficio como<br />

<strong>de</strong>be: y este <strong>de</strong>creto confirmó <strong>de</strong>spués Bonifacio VIII, que<br />

le sucedió en el pontificado , y lo mandó poner en el <strong>de</strong>recho.<br />

Hecho este <strong>de</strong>creto, el santo pontífice hizo luego<br />

.solciiiiiisima renunciación <strong>de</strong>l pontificado, el diaántos <strong>de</strong><br />

santa Lucía, á 12 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong>l mismo año <strong>de</strong> 129í,<br />

habiéndolo lenído solo seis meses, y dió libre facultad á<br />

los cardonales que pudiesen elegir pontífice á su volunlad:<br />

y <strong>de</strong>jando las insignias pontificales con mas contenió que<br />

ninguno jamá^ las lomó , el que era papa y sumo pastor<br />

<strong>de</strong> todos, bajando <strong>de</strong> la silla apostólica <strong>de</strong> san Pedro, para<br />

subir mas seguramente á la <strong>de</strong>l cíelo, se poslró como un<br />

pobre monge á los piés <strong>de</strong> los que poco ánles eran sus<br />

ovejas , con admiración y espanto <strong>de</strong> lodos. Y para que se<br />

viese que el Señor aprobaba aquella estupenda remmeíacion<br />

(quealgunos reprendían, atribuyéndola nó á humildad,<br />

sino á pusilanimidad1, al dia siguiente sanó san Pe-,<br />

dro un cojo con su bendición, y <strong>de</strong>spués hizo otros muchos<br />

milagros ; y el mayor <strong>de</strong> todos fué la paciencia y<br />

alegría con que sufrió la persecución lan inhumana que le<br />

hizo Bonifacio su sucesor, y la constancia y tesón que<br />

tuvo en no tomar medio ninguno para salir <strong>de</strong> ella , que<br />

fuese contrarío á lo que había hecho , como algunos se lo<br />

aconsejaban: porque <strong>de</strong>seando el santo varón sumamente<br />

tornar á su quieta soledad, como á puerto sagrado, y<br />

yendo camino <strong>de</strong> su yermo, mas gozoso <strong>de</strong> verse libre<br />

que cuando le eligieron pontífice; Bonifacio , lemíendo alguna<br />

novedad y <strong>de</strong>sunión en la Iglesia, le mandó recoger,<br />

y finalmente encerrar en una oslrocha cárcel <strong>de</strong> una fortaleza<br />

, don<strong>de</strong> estuvo con dos <strong>de</strong> sus monges, guardado<br />

<strong>de</strong> muchos soldados, y haciendo Dios nuestro Señor muchos<br />

y gran<strong>de</strong>s milagros en aquella prisión por él. Estaba<br />

el santo en aquel trabajo tan indigno <strong>de</strong> su persona , con<br />

ncreible paz y tranquilidad <strong>de</strong> su alma; no se enojaba, no<br />

se turbaba ni se arroponlia do lo que habla hecho; ántes

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