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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA %.<br />

que ninguno <strong>de</strong> sus criados le sirviese sin salario. Hasla<br />

media noche se ocupaba en oración, y <strong>de</strong>cia sus mailincs<br />

con algunos <strong>de</strong> sus clérigos; y dichos, dornua un poco.<br />

Levanlúbasc <strong>de</strong> mafiana para <strong>de</strong>cir misa , la cual nunca<br />

<strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir sino por enfermedad. El resto <strong>de</strong>l dia gastaba<br />

en negocios tocantes á su dignidad. Y como todos le<br />

tenian por tan santo, tan recto y tan sabio, venian á él con<br />

sus negocios y pleitos, para que él los <strong>de</strong>cidiese y compusiese;<br />

porque era tan gran<strong>de</strong> su pru<strong>de</strong>ncia y el don <strong>de</strong><br />

consejo que Dios le habia dado , que aun.ánles <strong>de</strong> ser arzobispo<br />

le llamaban Antoíiiiio <strong>de</strong> los consejos. Pero eran<br />

tantos los que le venian que le cansaban mucho, y sus<br />

oficiales se quejaban que no tenian fuerzas para tanto trabajo,<br />

rogándole que se doliese <strong>de</strong> sí y <strong>de</strong> ellos; y el santo<br />

con un rostro sereno, como siempre le traia, respondía que<br />

los prelados nunca han <strong>de</strong> ser suyos sino ajenos. Visitaba<br />

por sí mismo su arzobispado, y cada domingo tenia por<br />

regla irá una iglesia parroquial, en la cual él predicaba.<br />

"S bebiendo sabido que en la iglesia catedral se<strong>de</strong>cian los<br />

maitines á la media noche in<strong>de</strong>centemente , se quiso hallar<br />

presente para qnilar aquel abuso con su presencia,<br />

sin ser parte lluvia , ni mal tiempo que hiciese, ni su mucha<br />

edad ó poca salud para estorbarle que no fuese, hasta<br />

que asentó lo <strong>de</strong>l coro como convenia. A (odas las cosas<br />

<strong>de</strong> su cargo atendía el santo pontiíice con gran vigilancia<br />

: pero en ninguna cosa se <strong>de</strong>svelaba mas que en <strong>de</strong>sarraigar<br />

los pecados y ofensas <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> la república.<br />

Echaba con gran severidad <strong>de</strong> las iglesias á las mujeres<br />

que venian á ellas para enlazar las almas muy compuestas<br />

, y á los mozos lascivos que venian á ver. No consenlia<br />

tablajes ni otras cosas escandalosas en cuanto podia; y no<br />

pocas veces quiló los dados , naipes y dineros á los que<br />

jugaban, con sus manos. Desentrañábase por los pobres,<br />

y dábales cuanto tenia: porque <strong>de</strong>cia que era <strong>de</strong> ellos y<br />

nó suyo. Hizo un hospital en que se diese limosna á los<br />

pebres honrados y vergonzantes: y para que fuese la buena<br />

obra perpetua, msüluyó una hermandad ó cofradía <strong>de</strong><br />

ciudadanos ricos y principales que tuviesen cargo <strong>de</strong> ellos,<br />

y con sus limosnas los sustentasen. Mas <strong>de</strong> tal manera hacia<br />

la limosna, que sirviese para la necesidady nó para la<br />

vanidad : y para hacerlo así, se movió con una cosa notable<br />

que le sucedió. Yendo un día <strong>de</strong> fiesta solemne por<br />

la calle, vió sobre el lecho <strong>de</strong> una pobre casa algunos ángeles<br />

, y maravillado entró en ella y halló una madre<br />

viuda con tres hijas doncellas, tan pobres que andaban<br />

<strong>de</strong>scalzas, y cubiertas con irnos andrajos ; pero lan virtuosas<br />

y honestas, que estaban trabajando y ganando su<br />

pobre sustento cotí la labor <strong>de</strong> sus manos. Informado <strong>de</strong><br />

quiénes eran , <strong>de</strong> cómo vivían , y <strong>de</strong> su pobreza y necesidad,<br />

Ies mandó dar una larga limosna con que pudiesen<br />

pasar su vida cómodamente. De allí á algún tiempo, pasando<br />

otra vez por la mi sma calle y mirando hacia la casa<br />

do la viuda, vió sobre ella nó ángeles <strong>de</strong>l Sefior, sino<br />

<strong>de</strong>monios <strong>de</strong>l infierno. Espantóse <strong>de</strong> aquella novedad,<br />

e informándose <strong>de</strong> la causa , supo que aquellas pobres<br />

mujeres con la limosna que él les había dado se<br />

habían estragado, y hecho perezosas, enemigas <strong>de</strong>l trabajo<br />

y amigas <strong>de</strong> la ociosidad y <strong>de</strong> galas, y <strong>de</strong> estarse<br />

mano sobre mano. Avisóles <strong>de</strong> lo que habia visto la<br />

primera vez y la segunda ; exhortólas al trabajo y<br />

á la virtud, y á ochar <strong>de</strong> su casa aquellas besiias infernales<br />

que tañan venido á ella en lugar <strong>de</strong> ángeles, por<br />

MAYO. 13<br />

haber trocado sus buenas costumbres; y con este ejemplo<br />

aprendió el santo prelado á hacer <strong>de</strong> tal manera la limosna,<br />

que con ella se remediase la necesidad <strong>de</strong> los pobres,<br />

y no hubiese exceso ni en su comida ni en su vestido. Tenia<br />

un pobre hombre muchas hijas ja gran<strong>de</strong>s y casa<strong>de</strong>ras,<br />

y por consejo <strong>de</strong> san Autonino iba muchas veces á hacer<br />

oración á nuestra Señora <strong>de</strong> la Anunciación <strong>de</strong> Elorencia{que<br />

en aquella ciudad y en toda Italia es <strong>de</strong> gran<br />

Yeiieracion), y á suplicar á la sacratísima Virgen que remediase<br />

á sus hijas y las pusiese en estado, porque él no<br />

tenia con qué. Yendo un día á esta <strong>de</strong>voción, como solia,<br />

halló dos pobres ciegos, que sin saber que él los oia, trataban<br />

<strong>de</strong> las ganancias que habían hecho, y <strong>de</strong> lo que cada<br />

uno <strong>de</strong> ellos habia allegado <strong>de</strong> las limosnas <strong>de</strong> los fieles; y<br />

el uno <strong>de</strong>cía que tenia doscientos escudos <strong>de</strong> oro cosidos<br />

en su caperuza, y el otro trescientos en su sombrero. Avisó<br />

<strong>de</strong> ello á san Anlonino; mandó traer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí á los<br />

pobres, cogióles el dinero, y reprendióles por haberse fingido<br />

pobres teniendo tanto, y quitado á otros mas pobres<br />

las limosnas que les dieran; y <strong>de</strong>jando al uno veinte y<br />

cinco escudos, y al otro treinta, mandó dar el resto á aquel<br />

pobre hombre para dote <strong>de</strong>sús hijas; y los ciegos pasaron<br />

por ello por reverencia <strong>de</strong>l santo prelado, y porque temían<br />

otro mayor castigo. Otra vez le presentó un pobre hombre<br />

una cestilla <strong>de</strong> fruta, pensando que él, como tan amigo do<br />

pobres y tan liberal, se la habia <strong>de</strong> pagar bien y darle otra<br />

cosa <strong>de</strong> mayor valor. El santo no le dió nada, sino con<br />

rostro alegre alabó su fruta y el buen ánimo <strong>de</strong>l que se la<br />

habia dado, y díjole : Dios os lo pague, hermano. Parecióle<br />

al bombreque habia empleado mal su fruta, y perdido<br />

aquel lance, ó íbase quejando do sí mismo y <strong>de</strong>l arzobispo.<br />

Súpolo el santo, y mandóle llamar y traer papel y tinta y<br />

un peso; escribió en el papel solas aquellas palabras que<br />

habia dicho, Dios os lo pague, y puso el papel en una balanza,<br />

y en la otra la cestilla <strong>de</strong> fruta que el hombre le<br />

habia dado ; y levantando el peso, la balanza que tenia el<br />

papel bajó hasta el suelo, y la otra subió todo lo que pudo<br />

con la fruta. Entonces, volviéndose al hombre, le dijo:Mirad<br />

como yo no os hice agravio; que mas os di, que recibí;<br />

mostrando Dios con este milagro que da á logro e]<br />

que hace limosna. Yendo una vez á Roma, topó en el camino<br />

un pobre, <strong>de</strong>sabrigado y <strong>de</strong>snudo; y movido <strong>de</strong><br />

comp ision, diólc la capa <strong>de</strong> fraile que llevaba. Cuando llegó<br />

á Roma, se vió que el santo llevaba otra capa muy buena,<br />

sin po<strong>de</strong>rse enten<strong>de</strong>r <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> la hubiese habido, ó<br />

quién se la hubiese dado ; y así entendió que se le habian<br />

gaviado <strong>de</strong>l cielo. Y no se contenlaba el sanio <strong>de</strong> dar á los<br />

pobres todo lo que tenia, sino cuando no tenia qué dar lo<br />

buscaba y pedia á otros; y los sumos pontífices, sabiendo<br />

cuán bien lo gastaba , le enviaron gran<strong>de</strong>s canlida<strong>de</strong>s do<br />

dinero para que las repartiese á los pobres.<br />

El que con los pobres era (an benigno y piadoso, no era<br />

ménos conslante y animoso en reprimir á Jos insolentes y<br />

po<strong>de</strong>rosos, y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r constantemente la auloridad y juaisdiccion<br />

<strong>de</strong> la Iglesia, sin tener respeto á las personas<br />

por gran<strong>de</strong>s que fuesen, excomulgando y mandando hacer<br />

penitencia pública á los que quebrantaban la liheriad<br />

ó inmunidad <strong>de</strong> la Iglesia. Y puesto caso que algunos le<br />

pretendieron espantar con amenazas, siempre estuvo fuerte<br />

y en sí, diciendo: que él no era digno <strong>de</strong> ser coronado<br />

con los santosmárlires, y que si le quitasen el arzobispado<br />

le harían un sumo beneficio, porque le tenia <strong>de</strong> lan nuda

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