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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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CÍ0<br />

viviesen en continencia, por darse mas libremente á la<br />

oración , como lo enseña el Apóstol? ¿Qué <strong>de</strong> viudas, qué<br />

<strong>de</strong> huérfanos que ánles andaban muertos <strong>de</strong> hambre y<br />

<strong>de</strong>snudos, han sido remediados por las copiosas limosnas<br />

<strong>de</strong> los pueblos? Y para <strong>de</strong>cirlo en pocas palabras, ha habido<br />

tanto fervor-y tanta porfía entre la gente, sobre el darse<br />

ú la virtud, que cada casa y cada familia parecía una Iglesia<br />

<strong>de</strong> Dios, por la bandad <strong>de</strong> los moradores y por la continua<br />

oración; y habia una admirable y excelente paz en<br />

la Iglesia, esmijiendulodos á Atanasio,y recibiendo cartas<br />

<strong>de</strong> él <strong>de</strong> suma paz y tranquilidad.» Esto dice el sanio<br />

dtector.<br />

Mas estando la Iglesia <strong>de</strong> Alejandría en tan feliz estado<br />

por la vigilancia <strong>de</strong> su pastor, los arríanos pretendieron,<br />

como solían, perlurbarla y echar á Atanasio otra vez <strong>de</strong> su<br />

silla; porque mientras estaba en ella Ies parecía que no<br />

podian prevalecer. Tuvieron ocasión para intentarlo; porque<br />

el emperador Constante, que era el único prolector<br />

y amparo <strong>de</strong> Atanasio, y á quien Constancio su hermano<br />

lenia tanto respeto, habia sido muerto á traición, y Magnencio,<br />

tirano, habia usurpado el imperio; permitiendo<br />

nuestro Señor que muriese el emperador católico y viviese<br />

el hereje para castigo <strong>de</strong>l mundo, y para afinar y apurar<br />

mas con el fuego <strong>de</strong> la tribulación á sus siervos, y apartar<br />

la paja <strong>de</strong>l grano con el viento do la persecución que <strong>de</strong>spués<br />

se levanto. Trabajaron mucho los herejes por persuadir<br />

á Constancio, que pues ya habia cesado el respeto<br />

que tenia á su hermano, mandase <strong>de</strong>sterrar á Atanasio;<br />

pero Constancio., aunque <strong>de</strong>seaba mucho hacerlo y ejecutar<br />

el enojo que contra él tenia, como se vió apretado <strong>de</strong><br />

tantas partes, y que la guerra <strong>de</strong> los persas, con los cuales<br />

habia peleado muchas veces infelizmente, no le sucedía<br />

bien, y que el tirano Magnencio se habia hecho muy po<strong>de</strong>roso,<br />

y señor <strong>de</strong> las provincias que hablan sido <strong>de</strong> su hermano-,<br />

por razón <strong>de</strong> estado no quiso por entonces intenlar<br />

cosa contra Atanasio, aguardando mejor ocasión.; áules le<br />

escribió nuevas cartas <strong>de</strong> amor y benevolencia, confirmando<br />

en ellas lo que ánles le habia prometido y ofreciéndole<br />

<strong>de</strong> nuevo su favor. Pero <strong>de</strong>spués que peleó con Magnencio,<br />

y en una reñida y porfiada batalla le <strong>de</strong>sbarató y<br />

venció, y fué obe<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> todas las provincias por emperador;<br />

usando mal <strong>de</strong> aquella prosperidad y gran<strong>de</strong>za<br />

que Dios le había dado, se volvió contra él y contra su santa<br />

fé católica , y como quien muele <strong>de</strong> represa, se <strong>de</strong>terminó<br />

<strong>de</strong> perseguirla con todo su po<strong>de</strong>r, y arrancarla, si<br />

pudiera, <strong>de</strong>l mundo. Para esto asestó todos sus Uros y máquinas<br />

centra el gran Atanasio, que era su pr incipal <strong>de</strong>fensor<br />

y columna, y por serlo le aborreció comoá capital enemigo,<br />

sin tener respeto á lo que le habia tantas veces prometido,<br />

y á la constancia que dobla guardar en su fé y<br />

palabra, por su nombre y por la majestad <strong>de</strong> su imperio.<br />

Mandó que la memoria <strong>de</strong> Atanasio fuese con<strong>de</strong>nada, y que<br />

todos los obispos que no quisiesen firmar su con<strong>de</strong>nación,<br />

fuesen <strong>de</strong>sterrados; y para apietnrlos mas, hizo juntar en<br />

Milán concilio <strong>de</strong> casi trescientos obispos, y comenzándose<br />

á celebrar en la Iglesia, le mandó trasladar á su palacio<br />

para hallarse él presente, y ser juez y testigo contra Atanasio<br />

; y privó <strong>de</strong> sus sillas á los santos Dionisio, obispo do<br />

Milán, liusebio, obispo <strong>de</strong> Verceli, Paulino, obispo <strong>de</strong> Tréveris,<br />

Lucífero, obispo <strong>de</strong> Cáller en Ccr<strong>de</strong>ña, porque no<br />

quisieron firmar la sentencia <strong>de</strong> su con<strong>de</strong>nación , <strong>de</strong> loe<br />

cuales Ensebio y Dionisio murieron en el <strong>de</strong>stierro; y por<br />

LA LEYENDA DE OHO<br />

DIA 2.<br />

la misma causa el sumo pontífice y cabeza <strong>de</strong> la Iglesia<br />

Liberio, que habia sucedido á Julio, ya difunto, no habiéndole<br />

podido ablandar con dones, ni espantar con amenazas,<br />

ni persuadir con cartas y mensajes, ni con las. razones<br />

que, traído á Milán, le dijo el mismo emperador, le envió<br />

<strong>de</strong>sterrado á Berea <strong>de</strong> Tracia; también apretó á Oslo, obispo<br />

<strong>de</strong> Córdoba, varón por su ancianidad, letras y autoridad,<br />

y por haber sido padre y maestro <strong>de</strong> los obispos, y presidido<br />

en los concilios Niceno y Sardicense, tenido en suma<br />

veneración [juzgando que importaba mucho que un tan excelente<br />

prelado con<strong>de</strong>nase á Atanasio, para que todos le tuviesen<br />

por con<strong>de</strong>nado justamente), y le afligió sobremanera.<br />

Pero ninguna cosa <strong>de</strong> estas aprovechó para que estos<br />

venerables prelados con<strong>de</strong>scendiesen con su mal intento y<br />

dañada intención, queriendo antes pa<strong>de</strong>cer cualquiera calamidad<br />

y dura muerte, que con<strong>de</strong>nar á un varón tan insigne<br />

é inocente, cuya causa estaba tan trabada y enca<strong>de</strong>nada<br />

con la <strong>de</strong> la fé católica, que lo mismo era con<strong>de</strong>narle<br />

á él que á ella; y por esto lo pretendian con todas<br />

sus fuerzas los arríanos, echando el resto para salir con su<br />

voluntad.<br />

No se pue<strong>de</strong> fácilmente creer cuan horrible y espanlosa<br />

fué esta persecución, que con color y capa <strong>de</strong> Atanasio<br />

movió Constancio contra la Iglesia católica, y á dón<strong>de</strong>llegó<br />

la braveza y furor <strong>de</strong> aquella tempestad, que como un diluvio<br />

inundó y anegó todas las.provincias <strong>de</strong> Oriente, y no<br />

perdonó á las <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte. La impiedad <strong>de</strong> Constancio<br />

era igual ásu po<strong>de</strong>r. La emperatriz Eusebia era hereje, sagaz<br />

y mañosa, y echaba leña continuamente en el fuego<br />

que ardia en el pecho <strong>de</strong> su pobre marido. El artificio y<br />

violencia <strong>de</strong> los herejes era increíble : la solicitud <strong>de</strong> los<br />

ministros, á quienes se encomendaba la ejecución y la lisonja<br />

con que pretendian ganar gracias con su amex, no se<br />

pue<strong>de</strong>n encarecer: el <strong>de</strong>monio, como enemigo <strong>de</strong> Jesucristo,<br />

los incitaba á lodos^, y encendía cuarenta codos en<br />

alto el horno <strong>de</strong> Babilonia; y el Señor lo permitía para<br />

castigo <strong>de</strong> los malos y prueba <strong>de</strong> los buenos, y mayor gloria<br />

<strong>de</strong> su santií fé; la cual al cabo triunfó maravillosamente<br />

<strong>de</strong> tantos y tan po<strong>de</strong>rosos contrarios y crueles enemigos.<br />

Innumerables obispos fueron echados <strong>de</strong> sus Iglesias y <strong>de</strong>sterrados;<br />

los clérigos, diáconos y presbíteros afligidos y<br />

maltratados; los monges y santos que estaban escondidos<br />

en sus cuevas y vivían en los <strong>de</strong>siertos, presos, afrentados<br />

y perseguidos, en tanto grado, que san Basilio dice que fué<br />

tan atroz y tan espantosa esta persecución <strong>de</strong> Conslancio,<br />

que él pensó que era el principio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l Anlicristo, do<br />

la cual habla san Pablo en la epístola que escribió á los<br />

lesalonicenses. Pero <strong>de</strong>jemos aparte lo <strong>de</strong>más, y digamos<br />

lo que sucedió á Atanasio en Alejandría. Mandó Gonst;iiu io<br />

qqe fuese obispo <strong>de</strong> ella un hombre <strong>de</strong>salmado , Cero y<br />

cruel que se llamaba Jorge, y envióle muy acompañado<br />

<strong>de</strong> capitanes y gente <strong>de</strong> guerra , que llegaban á cinco mil<br />

hombres, y con ellos entró Siriano, que era cabeza <strong>de</strong> todos,<br />

en la iglesia don<strong>de</strong> estaba Atanasio orando, y <strong>de</strong> repente<br />

dió en el pueblo que estaba con su santo pastor, tomando<br />

las puertas para que no se pudiese escapar Atanasio,<br />

el cual se estuvo en su cátedra exhortando á todos los<br />

suyos á que hiciesen oración, y no queriendo huir porque<br />

ellos no peligrasen. Mas el Señor <strong>de</strong> tal manera cegó á los<br />

mismos soldados que le buscaban y estaban junto á él, que<br />

por medio <strong>de</strong> ellos, entre algunos monges y sus clérigos,<br />

salió <strong>de</strong>l templo y se salvó por particular provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>Dios.

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