Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 15. AGOSTO. .17
Igli'siu de Dios, que no esle debajo de su amparo y prolección.
La caridad y celo que tuvieron los apóstoles: la
foilaleza y constancia de los mártires: la sabiduría y luz
de los doctores: la humildad y penitencia de los confesores
: la castidad y pureza de las que so consagraron á
Dios; y todo el ornato, gracia y gloria de la Iglesia católica,
es fruto y obra de su intercesión: especialmente
las religiones, que son como los escuadrones bien ordenados
déla milicia de Dios, y los que adornan y defienden
su Iglesia, están debajo de su sombra y de sus alas:
y los fundadores de las mismas religiones fueron devotísimos
de la Virgen, y por su medio alcanzaron del Seilor
tan grande gracia para sí y para sus hijos. Pues ¿qué diré
del gobierno y conservación de los reinos? ¿Qué de las
batallas y victorias de los cristianos? ¿Qué de la administración
de la justicia de los jueces? ¿ Qué de la limpieza
de las vírgenes? ¿De la continencia conyugal de las casadas?
¿De la honestidad de las viudas? ¿De la buena vida
de los justos, y de la conversión y lágrimas de los pecadores?
¿Quién, siendo tentado, no cayó, sino porque la
Virgen le detuvo? ¿Quién , después de caido se levantó,
sino porque ella le dió la mano?¿Quién jamás la invocó,
que no hallase remedio en sus necesidades? Kn el trabajo,
en la pobreza, en la enfermedad, en la infamia, en la
cárcel, en cualquier angustia, desamparo y afán, en el
mar, "en la tierra y en los abismos ; ella es nuestro refugio
, nuestro consuelo y nuestro remedio: y así dice san
Germán, arzobispo de Constantinopla, hablando con la
Virgen, estas palabras : «Ninguno se salva sino por vos,
¡ó Virgen santísimaI Ninguno es libre de los males, sino
por vos, ¡ó Virgen purísima! Ninguno hay que reciba
dones de Dios, sino por vuestra mano, ¡ó Virgen castísima
! De ninguno tiene Dios misericordia, sino por vos, ¡ó
Virgen bendilííima! ¿Quién después de vuestro bendito
Dijo tiene tanto cuidado del linaje humano como vos?
¿Quién así nos defiende de nuestras tribulaciones ? ¿Quién
tan presto nos socorre, y nos libra de las tentaciones que
nos acosan y persiguen? ¿Quién con sus piadosos ruegos
así intercede por los pecadores, y los excusa y les
alcanza perdón, y los libra de las penas que por sus pecados
merecen?Por esto recurre á vos el que está afligido,
el que se siente agraviado;y el queso halla angusliado y
combatido de las furiosas ondas de esle mar tempestuoso,
'nira á vos, como al norte y estrella rutilante, para que le
Suieis y llevéis al puerto. Todas vuestras cosas , Virgen
beatísima , son admirables ; todas sobre la naturaleza, todas
¡mensas, y que exceden nuestra capacidad: y así
no es maravilla, que no podamos comprender vuestras
Sractaa y favores, u Hasta aquí es de san Germán. Y pues-
'o caso que en lodos nuestros trabajos y nececidades está
S|empre la Virgen pronta y aparejada para socorrernos,
^ oye nuestras plegarias; pero mas particularmente al
''empo déla mayor necesidad,y que mases menester,
(luc os á la hora de nuestra muerte y de nucslra agonía,
cUando se va acabando la candela de la vida y del raere-
Cer i y por la flaqueza del cuerpo, turbación del alma y
ilicitud de los demonios (que por todas partes, como leonos
hambrientos, la cercan y la tientan, y pretenden que
f'ierda eternamente á Dios), hay mayor necesidad del
favor y patriocinio de la Virgen sacratísima; y ella sin
Hada socorre en aquel trance de la muerte á ios que en
* vida lo merecieron y se le encomendaron; yá los que
habiéndose ántes olvidado , entonces se acuerdan y con
arrepentimiento recurren al seno de su piedad: y por este
al fin do la oración del Ave María afiade la Iglesia aquellas
palabras: «Rogad por nos ahora , y en la hora de nuestra
muerte:».y san Efren dice; hablando de la Virgen: « Estad
siempre conmigo, ó Virgen misericordiosa, y dadme vuestra
ayuda en esta presente vida , y guardad mi alma en
el punto déla muerte, echando y apartando de mí la
tenebrosa vista de los demonios, y librándome en el dia
del juicio de aquella sentencia horrible y espantosa de la
condenación eterna.» Eslasson palabras desanEfren. Tengamos,
pues, todos entrañable y especial devoción á esta
Princesa del mundo. Reina del cielo y Madre del unigénito
Hijo de Dios: acudamos á ella en nuestras necesidades,
ofrezcámosle nuestros corazones y nuestros deseos:
sirvámosla; y para que alcancemos sus misericordias,
imitemos sus virtudes. Alegrémonos y démosle el parabién
do susubidaal cielo, y por la gloria que hoy le fué dada,
siendo ensalzada sobre lodo lo que no es Dios, y colocada
en el trono de tan alta majestad y grandeza, donde con la
gloria no se ha disminuido su misericordia, sino crecido
tanto mas, cuanto mas clara y dislinlamentc veen la esencia
divina todas nuestras miserias, y encendida de aquel
fuego divino, mas las desea remediar.
De la asunción de nuestra Seíiora han escrito muchos
doctores griegos y latinos, san Juan Damasceno , Andrés
Cretense, Metafraste , Nicéforo, san Bernardo , Absalon,
abad , Pedro Damián, Honorio Augusíodunense , Güerríco
, abad ignacense, Lorenzo Justiniano y oíros que refiere
el cardenal Baronio: y san Damasceno y Nicéforo
traen la relación que Juvenal, patriarca de Jerusalen,
hizo al emperador Marciano y ála emperatriz 'Pulquería,
su mujer ,los cuales , habiendo edificado en Constantinopía
unsunluoso y magnífico templo en honra de la Virgen,
desearon traer á él su cuerpo sacratísimo para ornamento
y amparo de aquella ciudad y de todo su imperio ; y comunicando
este su deseo con el patriarca Juvenal, él les
dió cuenta, como por tradición antigua y verdadera se sabia,
que el cuerpo déla Virgen habia resucitado, y lo demás
que acerca déla asunción arriba queda referido.
Nicéforo Calixto dice que la fiesta de la Asunción de
nucslra Scfiorase instituyóen tiempo de Mauricio, emperador
, y que él la mandó guardar , nó porque el empei a-
dor instituyese la fiesta, sino porque siendo ántes instituida
por la santa Iglesia , él la mandó promulgar y celebrar
en Oriente. donde imperaba : y así san Bernardo,
escribiendo á los canónigos de León , dice que habia recibido
de la Iglesia esta solemnidad : de la cual hace mención
san Gregorio , papa, y pone prefacio particular de
ella en su Sacramentarlo. Y Nicolás , papa , I de este nombre
, hablando de los ayunos que la santa Iglesia romana
antiguamente solia guardar , pone entre ellos el de la vigilia
de esta fiesta; por donde se ve ser muy antigua : y
solíase celebrar en Roma especialmente con grande solemnidad
, y concurría nuestro Señor con particulares milagros
en ella : porque de ella dice el venerable Pedro Cluníacense,
varón de grande autoridad y contemporáneo
de san Bernardo, que solían los romanos presentar á la
Virgen, la vigilia de su Asunción, unos cirios muy grandes,
y encenderlos á hora de vísperas , y después de haber
ardido basta el dia siguiente, acabada la misa, pesados
los dichos cirios, se hallaba (pie pesaban tanto como