Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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podia haber en Castilla, ocasionados del conde, y los quese
podian temer de Leen, queriendo el rey su marido la corona
para sí, antes que para su hijo; convocó cortes generales
en Yalladolid, donde se decretó qife la reina doña
Berenguela era la heredera legítima de su hermano don
Enrique; y segunda vez cedió la corona en su hijo don
Fernando, y fué aclamado por rey de Castilla en una de
las plazas de Yalladolid, de donde fué acompañado de señores
y ricos hombres, é innumerable pueblo á la iglesia
Mayor, donde juró los privilegios del reino, y los vasallos
le hicieron sus acosUimbrados homenajes; y él rindió las
gracias al Rey de los reyes, poniendo á sus pies la corona,
que él mismo le había puesto en la cabeza,
En sabiendo el rey de León lo que pasaba en Castilla, y
la cautela con qu^doña Berenguela le habia quitado á su
hijo, envió á su hermano don Sancho con grueso ejérciío á
las fronteras de Caslilla, y luego entró él con otro mayor
por la tierra de Campos, haciendo lanías hostilidades en
las tierras de su hijo, como si fueran del mayor enemigo.
No quisieron doña Beitínguela ni don Fernando hacer
guerra ásu esposo, y padre: trataron de paces; pero el
rey de León, persuadido de su ambición, y de las promesas
del conde don Alvaro, que como mal contenió se puso
de su parte, no dió oidos á los obispos de Burgos y Ávila,
que le envió su hijo por embajadores, y prosiguió sus hostilidades
hasta Burgos, pretendiendo apoderarse de aquella
ciudad por fuerza de armas; pero saliéndolcs al opuesto
un ejército de castellanos, aunque muy inferior en el
número al de los leoneses, como le favorecía la justicia, y
|e acompañaba el valor, hizo retirar al rey de León y á
l0s suyos con mas priesa que habia venido. Con este buen
suceso enviarou á Fernando sus embajadores, para darle
3 obediencia, algunas ciudades engañadas del conde don
Alvaro, y áól le quitó por fuerza de armas oíros pueblos,
que tenia tiranizados.
Celebró corles en Burgos, y ganó lanía fama de prudente
y religioso príncipe, que luego se le rindieron muchos
lugares que estaban á devoción del conde: y cogió
el mismo conde, y usando de grande clemencia, le perdonó
la vida y le admitió en su gracia, y á don Fernando,
hermano del conde, que aun se resislia y no quería entregar
á Castrojeriz y á Oración, le concedió por vía de
concierto que tuviese en nombre del rey los pueblos, de
que se nombraba señor. Pero volviendo el rey de León con
su ejército reclulado á Caslilla, los Latas se volvieron á
inquietar, y á llamarse señores de los lugares; y el santo
con fuerza de armas los hizo huir de CasUlla, y pasarse á
León : pero estando para darse la batalla entre los dos
ejércitos de Castilla y de León, no pudiendo sufrir el santo
rey que se derramase la sangre de sus vasallos, que lo
ímh^*' y 10 llabian deser desPues, ni que se dijese que
tire '/eV*""?^ COn tan ^USla CalISa, hac¡a gUCrra a 811 t>a~
' ^Crilj¡ó una carta en que se queja amorosamente,
felicidad 3 gUerra s'n causa)liebiendo alegrarse de su
• Y concluye, que no teme hacer guerra á ningún
rey del mundo: pero que no puede hacérsela á él, que es
padre y señor, y que por eso le conviene sufrir, hasta
que conozca lo mal que hace. La respuesta de su padre
lJ«, que le movía á hacer la guerra el interés de cantidad
e maravedises, en que estaba defraudado su reino: á que
-uádo0 Pr0ntaniente eI rey don Uñando, sin mas averin
? Y f on eslo se ajustaron las paces. Aunque el san-
TOMO u.
MAYO.
f«a
lo rey era castísimo, sin verse en él señal alguna, que
olieseá ménos pureza; con todo esto, cuando tuvo edad
competente, pareció ála reina dona Berenguela su madre,
que se casase: y paráoslo eligió ála infanta doña Beatriz,
hija de Felipe, que fué emperador de Alemania, y de su
mujer la emperatriz doña Irene. Ajustáronse las bodas, y
fué traída la infanta á Caslilla, donde se desposó con el rey
don Fernando en la ciudad de Burgos, velándolos el obispo
de Burgos Mauricio, habiendo celebrado el día ánlcs misa
de pontifical en el monasterio de las Huelgas, en que el
sanio rey se armó á sí mismo caballero. Fué la reina doña
Beatriz, como dice el arzobispo don Rodrigo, excelentísima,
hermosa, sabia y honesta, y diólc al rey siete hijos, don
Alonso, don Enrique, don Felipe, don Sancho, don Manuel,
doña Leonor, que murió niña, y doña Berenguela,
que tomó el hábito en el convenio de las Huelgas de Burgos.
Muerla doña Beatriz, casó segunda vez con doña Juana
hija de Simón, conde de Poitiers; y deeste matrimonio
le nacieron Iros hijos, don Fernando, llamado de Poiliers,
doña Leonor, y don Luis. Mas volviendo al hilo de nuestra
narración; sucedió la muerte del conde deLara, y su hermano
don Fernando, con que cobró mayores esperanzas de
paz Castilla; y así le fué mas fácil al santo rey sosegar algunas
alteraciones de menor monta, que se levantaron: y
en viendo reprimidas las parcialidades de Castilla, y sosegadas
las alteraciones, para hacer vasallos leales, de los
que habían sido infieles, y porque la paz fuese perpetua y
durable, dió perdón general á todos los que le habían deservido,
y mandó que todos sus vasallos hiciesen lo mismo,
y olvidasen las enemistades que entre sí tenían, y Jos
agravios recibidos: ganó á los nobles con honras y mercedes,
y á los plebeyos con liberalidad y agrado. Para el
gobierno de las ciudades nombró á los que en virtud y
prudencia se adelantaron á los demás, y á los que entendía
ser mas aceptos á los vasallos ; proveyó que en los tribunales
se hiciese justicia, y se mirasen con misericordia
las causas de los pobres. Entraron por entonces en España
algunos herejes albigenses; y el santo era tan enemigo do
ellos, que no contento con hacerlos castigar por sus ministros,
él mismo Iraia la leña en sus hombros, y la aplicaba,
para quemarlos. Finalmente, puso buen órden en todas
las cosas de su reino, con tanto acierto y prudencia, como
si hubiera reinado muchos años, y le hubiera enseñado la
larga experiencia el arte de reinar; pero enseñábaseie
Diosen la oración, en que gastaba mucho tiempo, pidiendoluz
para acertar, diligenciándola conayunos, penitencias
y frecuencia de sacramenios. Con estas y otras virtudes
tenia tan ganados á sus vasallos, que era mas rey de sus
corazones, que de las ciudades y lugares de su reino.
Aprovechándose el rey de esta buena voluntad de sus
vasallos, y conociendo que Dios le habia puesto en una
mano el cetro, para que tomase en la olra mano la espada
vengadora de sus injurias, determinó hacer guerra á los
moros, que tiranizaban gran parte de España, y conquistar
los reinos y ciudades que poseían: nó para extender
los límites de su imperio, sino para aumentar los términos
de la religión cristiana. Con saber que el rey salia
á pelear, se le juntó luego un buen golpe de ejército, y
entre ellos los señores y caballeros mas principales de su
reino. Con esta noticia, y algunas entradas que hicieron en
el reino de Valencia los de Cuenca, Huele, y otros de aquella
comarca; el rey moro de Valencia, que se llamaba
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