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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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374 LA LEYENDA ÜE ORO. DIA ID.<br />

la prolesíacion <strong>de</strong> la fé. lil segundo fué la práctica <strong>de</strong> la<br />

misma fé, consagrando sus fuerzas al servicio <strong>de</strong> los pobres<br />

para honrar en ellos á su divin i Majestad; y así salió<br />

viclorioáb. Mas si el indicio mayor <strong>de</strong> una fé viva y constante<br />

es la imitación <strong>de</strong> Cristo; ¿qué mayor <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong><br />

h fé <strong>de</strong> san Vicente que aquella continua práctica <strong>de</strong> las<br />

virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Cristo? Y conociendo ser esta máxima el fundamento<br />

<strong>de</strong> la perfección, la <strong>de</strong>jó impresa en las reglas<br />

que <strong>de</strong>jó á los suyos por estas palabras: «Ante todas cosas<br />

se persuadirá cada uno que la doctrina <strong>de</strong> Cristo jamás<br />

pue<strong>de</strong> engañar, y que la <strong>de</strong>l mundo es siempre falaz: por<br />

en<strong>de</strong> la congregación siempre hará profesión <strong>de</strong> obrar<br />

conforme á la doctrina <strong>de</strong>l mismo Cristo, y nunca según Ja<br />

<strong>de</strong>l mundo.»<br />

La esperanza en Dios fué la áncora con que san Vicenío<br />

en la navegación <strong>de</strong> esta vida se aseguró <strong>de</strong> sus borrascas.<br />

Argumentos son los imposibles que emprendió, las<br />

dificulta<strong>de</strong>s que venció, las adversida<strong>de</strong>s que superó, y<br />

las innumerables urgentes necesida<strong>de</strong>s que remedió; <strong>de</strong><br />

que fueron testigos <strong>de</strong> vista los <strong>de</strong> su congregación y toda<br />

la Francia. Conociendo la voluntad <strong>de</strong> Dios en cualquier<br />

negocio le emprendía con intrepi<strong>de</strong>z, y le proseguía basta<br />

el cabo , con tanto mas ánimo, cuanto mayores obstáculos<br />

se cruzaban, siendo su máxima: No falta jamás la provi<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> Dios en las cosas que <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n se empren<strong>de</strong>n.<br />

Cuando enviaba á los suyos á las misiones en países<br />

extranjeros, don<strong>de</strong> se coge el fruto á fuerza <strong>de</strong> trabajos<br />

, Ies <strong>de</strong>cía: Andad en el nombre <strong>de</strong>l Señor: él os<br />

manda por servicio suyo; y vosotros emprendéis este<br />

viaje y esta misión por su gloria: en lo <strong>de</strong>más será cuidado<br />

<strong>de</strong> su divina Majestad el guardaros y asistiros. Un<br />

día le dijo el procurador <strong>de</strong> casa, que no tenia un sueldo<br />

para el gasto ordinario, cuando para el extraordinario que<br />

se había <strong>de</strong> hacer para los ejercicios <strong>de</strong> ór<strong>de</strong>nes, que estaban<br />

para empezar, se necesitaba <strong>de</strong> crecida suma. San<br />

Vicente, lleno <strong>de</strong> esperanza, le respondió: ¡O qué buena<br />

nueva ! fiendito sea Dios: ahora sí que es necesario hacer<br />

ver que confiamos en él. Cuando le representaban que<br />

su casa no podia sustentar el gran gasto que se hacia con<br />

los ejcrcitanles, y le seria preciso rendir las fuerzas; daba<br />

la siguiente respuesta: Son infinitos los tesoros <strong>de</strong> la<br />

divina Provi<strong>de</strong>ncia, y nuestra <strong>de</strong>sconfianza la <strong>de</strong>shonra.<br />

No <strong>de</strong>jará su Majestad <strong>de</strong> proveernos <strong>de</strong> lo necesario,<br />

como nos tiene prometido; y la congregación <strong>de</strong> la Misión<br />

ánles <strong>de</strong>scaecerá por abundancia que por la pobreza.<br />

Verdad es (<strong>de</strong>cía otras veces) que es gran<strong>de</strong> el<br />

gasto que hacemos: pero no pue<strong>de</strong> ser mas provechoso.<br />

Sí la casa eslá empeñada, sabrá Dios darla medios para<br />

que salga <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>udas.<br />

Cuando se trataba en Roma <strong>de</strong> la aprobación <strong>de</strong> su congregación,<br />

y al mismo tiempo se suplicaba al parlamento<br />

<strong>de</strong> París por la confirmación <strong>de</strong> la unión <strong>de</strong>l priorato <strong>de</strong><br />

San Lázaro á la misma congregación, cosas entrambas<br />

tan necesarias para su estabilidad; el siervo <strong>de</strong> Dios, sin<br />

embargo <strong>de</strong> las gallardas oposiciones que se le hicieron,<br />

tuvo tal confianza en Dios, que escribió á un sacerdote<br />

<strong>de</strong> la congregación oslas palabras: o Yo temo <strong>de</strong> mis pecados<br />

y nó ya <strong>de</strong>l suceso en las bulas <strong>de</strong> Roma, ni <strong>de</strong>l<br />

negocio <strong>de</strong> San Lázaro en París, que lar<strong>de</strong>ó presto se<br />

conseguirá lo uno y lo otro:» y esto <strong>de</strong>cia, fundado en<br />

esta verdad, quií repelía muchas veces: Habiendo Dios<br />

oomenz idu á InMK'ficiar una criatura, no falla á favorecerla<br />

como ella no se haga indigna. De osla perfecta confianza<br />

en Dios nacía el <strong>de</strong>spego que tenia <strong>de</strong> todas las criaturas,<br />

hasta <strong>de</strong> sus misioneros, que por mas útiles que fuesen,<br />

no reparaba <strong>de</strong> enviarlos á misiones remotas y peligrosas<br />

: y tal era su arrimo á la divina Provi<strong>de</strong>ncia, que<br />

jamás se valió <strong>de</strong> medios humanos para a<strong>de</strong>lantar su<br />

congregación; y así dijo un día: Cuando no fuese menester<br />

otra cosa, para que la congregación lograse fundaciones<br />

en las ciuda<strong>de</strong>s principales, óempleos <strong>de</strong> estimación<br />

ósugetos para ella, mas que <strong>de</strong>cir una sola palabra,<br />

yo no la proferiría. Finalmente, so conservó san Vicente<br />

tan amante <strong>de</strong> la divina Provi<strong>de</strong>ncia , que su práclica<br />

ordinaria en cualquier negocio, ánles <strong>de</strong> valerse <strong>de</strong> los<br />

medios humanos, era recurrir á los divinos, porque (como<br />

<strong>de</strong>cia) la provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios hace qne les salgan bien<br />

los negocios á aquellos que procuran seguirla sin jamás<br />

prevenirla.<br />

Amaba el corazón <strong>de</strong> san Vicente á Dios sin modo;<br />

pues no le guardó en obrar para agradará Dios. Lus<br />

liernas palabras en que repelidas veces prorumpió, eran;<br />

¡O Salvadorl ¡O Señor mió! ¡O divina bondadl ¿Cuándo<br />

me haréis gracia <strong>de</strong> que yo sea enteramente vuestro,<br />

y que no ame otra cosa, que á Vos? Acusóse una vez<br />

uno <strong>de</strong> los suyos <strong>de</strong> haber 'obrado por respetos 'humanos;<br />

y san Vicente le reprendió severamcnle, diciendo: Qm<br />

era mejor ser echado en el fuego alado do piés y manos,<br />

que obrar por agradar á los hombres. Temía tanto el<br />

siervo <strong>de</strong> Dios caer en esta falta, y que el amor propio<br />

manchase la intención pura <strong>de</strong> agradar á solo Dios, que<br />

siempre que se senlia inclinado con vehemencia á alguna<br />

obra, aunque muy santa, la diferia hasta que se serenasesu<br />

corazón. Kl abundante fruto <strong>de</strong>sús primeras misiones<br />

le ocasionó extraordinaria alegría, por ver que ganaba<br />

lanías almas á Dios; y continuando este ejercicio'reparó<br />

que aquella solicitud le quitaba aquella paz que ánles<br />

gozaba : por cuyo motivo se retiró á hacer unos ejercicios<br />

espirituales, y conoció que aquella sobrada solicitud<br />

y extremado contento <strong>de</strong> su fruto, era en parle parlo<br />

<strong>de</strong>l amor propio; y pidiendo perdón á Dios y que lo trocase<br />

su corazón, le oyó su divina Majestad, y se halló libre,<br />

y en a<strong>de</strong>lante solo atento en acrecentar el amor divino.<br />

En este ejemplo <strong>de</strong>ben esludiar, los qne llevados<br />

<strong>de</strong> zelo impuro, solo tienen por bueno lo que aquel<br />

fervor les dicta; y si tal vez se ven privados <strong>de</strong> aquel<br />

empleo, que miran lodo sanio, quedan inquietos. Fsle<br />

honor divino fué el blanco <strong>de</strong> lanías empresas <strong>de</strong> que<br />

le hizo promotor divino, sin que <strong>de</strong> esto le hubiesen<br />

diverlído los respetos <strong>de</strong> personas tan calificadas y supremas<br />

con quienes concurrió ; <strong>de</strong> modo qne mucho<br />

tiempo ánles <strong>de</strong> morir dijo en cierta ocasión: Quedaba<br />

infiíiilas gracias á la divina bondad, que Ircinla años<br />

habia que no sabia haber hecho cosa alguna <strong>de</strong>liberadamente,<br />

que no hubiese sido en<strong>de</strong>rezada á mayo''<br />

gloria <strong>de</strong> su divina Majestad: que es cosa <strong>de</strong> no pequeña<br />

admiración.<br />

De la hoguera <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios que ardía en el pecho<br />

<strong>de</strong> miesfro sanio, salían aquellas ceñidlas por sus laliios<br />

que abrasaban los corazones <strong>de</strong> los oyentes. Tesligos so»<br />

<strong>de</strong> esta verdad los <strong>de</strong> su congregación , los concurreiiU'*''<br />

<strong>de</strong> la Conferencia, las damas <strong>de</strong> la Caridad y todos te*<br />

<strong>de</strong>más que merecieron oir si:s fervorosas pláticas : <strong>de</strong> qtf^<br />

nacia, que muchas personas nobles y plebeyas, suspensa*

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