Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DÍA 31.
JULIO
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dando de un lugar a otro, predicando, ensenando, catequizando
y bautizando, hasta que en la persecución de
Diocleciano fué detenido en el curso xle sus conquistas, y
martirizado, muriendo en su misma patria por los años de
300. San Pedro Damián habla de este santo con particulares
elogios, recordando sus maravillosas acciones, su fervoroso
zelo y la constancia é igualdad de ánimo con que se
sobrepuso á todas las penalidades y persecuciones de la
vida.
SANUUSO,OBISPO Y CONFESOR.—Fué francés donación,
y entró desde muy joven en la carrera eclesiástica. Pasó
por los grados inferiores de la clerecía, resplandeciendo
siempre en eminentes virtudes. Por los primeros años del
siglo VI fué elegido y consagrado abispo de Auxerre, cuya
Iglesia gobernó mucho tiempo en prudencia y santidad.
Asistió á casi todos los concilios de su tiempo; hizo tres
viajes á Roma para tratar asuntos eclesiásticos ; fué íntimo
amigo de los papas Juan l y Félix IV que le confiaron varias
comisiones importantes, y después de haber sido modelo
de pastores y espejo de toda clase de virtudes, murió
pacíficamente en el Señor, en medio de su rebano, á mediados
del mismo siglo VI. Su cuerpo fué sepultado en la
eatcdral de Auxerre, donde se han obrado grandes portentos
por su eficaz intercesión.
SAN
DIA DI.
IGNACIO DE LOYOLA, FUNDADOR.— Asi como cuando
ol pueblo hebreo estaba mas oprimido de sus enemigos
corporales, levantaba Dios esforzados capitanes, que le
librasen y defendiesen de ellos, como Moisés, Gedeon,
Sansón, Samuel, David y otros esclarecidos varones: y como
cuando el rey de Israel volvia las espaldas á Dios con
mayores idolatrías y abominaciones, tuvo un Elias que miró
con gran zelo por su honra divina; así también en la
Iglesia cristiana t cuando mas combatida ha estado de sus
enemigos espirituales, ha levantado insignes santos , que
la defiendany se opongan á la furia de sus contrarios j como
fué san Atanasio, san Agustín , san Cirilo, san Bernardo,
santo Domingo y san Francisco; y en el tiempo mas
calamitoso de todos, cuando á tan principales miembros
déla cristiandad, como Alemania, Polonia, Hungría,
Dohemia, Inglaterra, Francia y otras provincias, con mil
cabezas y bocas despedazaba á unas, y amenazaba á
otras la hidra infernal, vertiendo la ponzoña de todas las
herejías antiguas , y otras nuevas; levantó Dios un excelente
capitán, proporcionado á tan grandes necesidades,
para que defendiese su ciudad santa, resistiese á los enentigos
y reedificase por una parte lo que ellos habían asordo
por otra. Este fué san Ignacio de Loyola, que vino al
Guindo, cuando parece que todo él había de perecer, como
dice un concilio tarraconense: «Este capitán Ignacio. Dios
le dió á su Iglesia con singular providencia en esloi tiempos
, para que como atlante sustente al mundo con los
hombros de su doctrina y piedad.» Vino como un nuevo
Elías,pai avolver porla honra y gloria de Dios, que nó solo
de un reino de Israel, sino de muchos de Europa estaba
despreciada y hollada; y así tomó por blasón la mayor
^oria de Dios. Y como el zelo de Ellas se extendía á comunicar
su espíritu á Elíseo, su discípulo, y recojer otros mucl105
que mirasen por la honra divina ; también el ardiente
No de san Ignacio reventó fuera de su pecho, comunicando
su llama á san Francisuo jdvier, apóstol de la India,
recogiendo muchos otros discípulos, y animándoles con su
espíritu, con los cuales fundó la religión de la Compañía
de Jesús, para la reducción de las herejías, conversión
de la gentilidad , defensa de la silla roaiana; de lo cual
precedieron insignes profecías y prodigios.
Nació san Ignacio, para tanta gloria de Dios y remedio
deintuimerables almas , en la provincia de Guipúzcoa en
España, añode 1491 : fué hijo de Bertrán Yañez deOñoz
y hoyóla, señor y cabeza de su casa: su madre se llamó
doña María , ó Mariana Saez de Balda , hija de los señores
de la casa y solar do Balda. Son estas dos casas de Loyola
y Balda de parientes, que llaman «mayores, » y de las
principales de aquella provincia. Mostró desde niño san Ignacio
un vivo y despierto ingenio: fué enviado de sus padres
á la corte de los reyes Católicos, para que allí se criase
con otros de su calidad; y como era de altos pensamientos,
y grande y brioso ánimo, se inclinó á las armas , en
que se señaló mucho; mas entre la licencia militar tuvo
siempre respetos nobilísimos. En los lugares que los capitanes
dieron á saco á lossoldados, como fue Najara y otros,
aunque Ignacio fué el que mas peleó, no quiso tomar nada,
con ver lo mucho que se enriquecian sus compañeros.
Reverenciaba con particularidad los sacerdotes: nunca le
vieron perjurar, ni decir palabras desgarradasy de blasfemia,
como suelen los soldados. Conlos que se desafiaba,
con no tener miedo á nadie ( pues tal vez aconteció que él
solo hiciere huir una calle do hombres), por eaakpper
ocasión se reconciliaba de corazón, quedándoles fidelísimo
amigo. Á sus enemigos no les mostraba mala voluntad;
antes les hacía presentes con muestras de buena voluntad.
Su genio agudo no le empleaba en cosas lascivas; hizo entre
el ruido de las armas un poema español en bom a de san
Pedro. Sucedió que los franceses pusieron cerco al castillo
de Pamplona, estando en su defensa Ignacio, que le defendió
con admirable esfuerzo, hasta que fué heridoen la pierna
derecha, de manera, que casi le desmenuzó los huesos,
y una piedra del muro, que con la fuerza de la pelota
resurtió, le maltrató la pierna izquierda : lo cual sucedió el
segundo día de pascua del Espíritu Santo , año de 1521.
Con esto fué ganado el castillo de los franceses, que trataron
á Ignacio muyeortesmente, y le enviaron á ios suyos. El
mal creció de manera, que había poca esperanza de su vida;
pero nuestro Señor en el mayor peligro le socorrió, enviándole
la víspera de su fiesta al gloriosísimo príncipe
délos apóstoles san Pedro de quien era muy devoto, y le
apareció, como quien le venía á favorecer y le traía la salud.
Con esta visita del santo apóstol, comenzó á mejorar y
convalecer nuestro soldado , pagando el glorioso apóstol
á su devoto el poema que le había dedicado , escogiéndole
como singular defensor de su silla, en la convalecencia pidió
Ignacio algún libra de caballería para entretenerse , y
le trajeron dos libios, uno de la vida de Cristo y otros de
vidas de santos, por no haber otros. Encendióse tanto con
su lección, que determinó hollar el mundo totalmente y
no seguir sus pisadas; para lo cual determinó irá Jerusalen
para ayudar allí á los cristianos que hubiese, y reducir
á los infieles, hecho predicador de los turcos y moros
basta alcanzar el martirio. Una noche se levantó de la cama
(como muchas veces solía) á hacer oración, y puesto
de rodillas delante de una imagen de nuesíro Señor con
humilde y fervorosa confianza se ofreció por medio de la