Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

m 10. AGOSTO.
chas de hici ro oncendulo, y fiualiuonte acabaron su vida
degollados en el ano 251. Sus cuerpos fueron recogidos
por los cristianos, y por su intercesión obró el Sefior muchos
milagros.
Los SANTOS FIRMO T RÚSTICO, MÁRTIUES.—Eran naturales
de la ciudad de Bérgamo y habian abrazado la fé, ilustrados
por la gracia de Dios á vista de un ruidoso milagro
ÍJUO aconteció en su presencia. En el reinado del emperador
Maximiaho, por órden del procónsul Andino fueron
presos y enviados á Verona, en cuya ciudad terminaron
su vida con un glorioso y célebre martirio, el cual
consumaron con una muerte santa.
SAN DOMICIANO, OBISPO X CONFESOR.—Fué enviado por el
Apóstol san Pedro a Chalons de Francia, de cuya ciudad
fué el tercer obispo. Trabajó eficazmente en la conversión
de aquellas regiones, y murió en la paz de Dios á principios
del siglo 11.
DIA 10.
SAN LORENZO,, MÁRTIR.—El martirio del gloriosísimo y
fortísimo iraártir san Lorenzo, gloria de España, fué tan
ilustre y tan esclarecido en toda la Iglesia de Dios , que
dice el gran doctor san Agustín estas palabras: « La gloria
del martirio de san Lorenzo es tan grande , que con
su pasión ha alumbrado al mundo universo. Alumbró sin
duda Lorenzo al mundo con aquella hambre con que él estaba
abrasado: y con las llamas que padeció, encendió los
corazones de todos los fieles; » esto dice san Agustín : y
él y los demás insignes doctores y lumbreras de la Iglesia,
traían muy particularmente su martirio: de los cuales y
délos Actos antiguos de san Lorenzo y de los Martirologios,
sacaremos aquí su vida y muerte preciosa. Fué san Lorenzo
español de nación , natural deiHuesca ( ^ , ciudad
on el reino de Aragón, Su padre se llamó Orenejo; su madre
Paciencia: fueron santos, y de ellos reza y celebra
fiesta la IgJcsia do Huesca. De su niñez, juventud y de cómo
haya ido á Roma no se sabe; solamente sabemos, que
fué arcediano de la santa Iglesia de Roma , y que el santo
papa Sixto, 11 do esto nombre, ledió en guarda los tesoros
de la Iglesia, que debiaa ser algunos dineros para sustento
de los ministros de ella, y para hacer limosna á los
pobresy algunos vasos ricos de oro y plata, y vesli-
(') La opinión que so deja aqni sentada ca controvortl-
'>lo. Varias son las ciudades de España que reclaman el ho-
"'^ de haber sido cuna del ilustre manir san Lorenzo,
Zuragoj-.a, Valencia, y aun la villa do Loret, se oponen íi
'as pretensiones de Huesca. ¿ Cual de ellas so apoya en
razones mas valederas? es difícil decidirlo. Olra ciudad, la
de Córdoba, reclama la misma gloria , y tal vez es la que
s6 funda en dalos mas fidedignos. Ello es quo en la biblio-
^ca del convento de San Pablo de aquella ciudad oxisiia
^1 breviario gótico del siglo VIH ó IX quo en el dia 10 de
Agosto dociu asi: «In festo saneli Laure?üii COHDUBBSSIS in
ftorna átsatí,* Y en la lección primera: tíLnurentius argentifius
^^/mtiice rfgi'inix ducibui e.v Dri promissi'tne IS COHDUllA
()HTUS EST.* En la biblioteca del cabildo de la sania Iglesia
Córdoba hay un Flos sanctorum de letra gótica, que, se-
8lln demostró el docto magistral Bravo, es del siglo Xlíl
(1260), y dice al •10 do agosto: «Lnureittius martyr el levita
GOñQÜBM NATUS.» El himno de Pedro Uoset á san Lorcn-
J0 dice quu nació ullma in Hesperia, palabras que excluyen
"aquellos pueblos y favorecen la pretensión de Córdoba.
b'n embargo, la cuestión oslá todavía en litigio, y de desour
^ria (¡uo nuestros doctos anticúanos hiciesen nuevas in-
*aU8acloaeé para aclararla.
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montos y aderezos preciosos para ellteervicio del altar. Andaba
la persecución en tiempo del emperador Valeriano
contra los cristianos, muy brava; en ella fué preso el pontífice
Sixto; y llevándole á la cárcel, Lorenzo, deseoso de
acompañarle en aquel sacriQcio, como diácono á su sacerdote
, y como hijo á su dulcísimo padre, le salió al camino,
y con muchas y tiernas lágrimas, salidas de su entrañable
y abrasado afecto de morir por Cristo, le rogó
que no le dejase, sino que le llevase en su compañía,
pues la muerte temporal seria vida bienaventurada para
él, alegando muchas razones, que refiere san Ambrosio,
y nosolros las escribimos en la vida de san Sixto, mártir,
y poroso ñolas repetimos aquí. Enternecióse san Sixto
con las palabras de Lorenzo: consolóle: animóle: diólo
esperanza que presto raoriria por el Señor; y con espíritu
profético le anunció, que sus tormentos serian mas rigurosos
y la'victoria mas gloriosa que por ellos del tirano
alcanzaria. Encomendóle que repartiese á los pobres los
tesoros de la Iglesia; y con eso se despidió de él. Lorenzo^
por cumplir el mandato del sumo pastor, y porque aquellos
tesoros temporales no le fuesen estorbo para alcanzar
el tesoro inestimable de la corona del martirio que él tanto
deseaba; luego con gran diligencia salió á buscar todos
los pobres cristianos y personas miserables, que estaban
escondidas, para socorrerlas conforme á su necesidad.
Entró encasa de una viuda , llamada Ciríaca, que padecia
un fortísimo dolor de cabeza, y tenia en su casa muchos
clérigos y cristianos escondidos; y la primera cosa quo
hizo, fué echarse álos pies de ellos, y postrado en el suelo,
lavárselos con una profundísima humildad: y después
con aquellas mismas manos, con quo los habia lavado,
haciendo la señal de la cruz, y poniéndolas sobro
la cabeza de Ciríaca, le quitó el dolor que padecia, y les
dió entera salud, y repartió largas limosnas á los pebres
que allí estaban. De esta casa pasó á otra de un cristiano,
llamado Narciso, donde halló gran número de cristianos,
angustiados, temerosos y afligidos; consolóles: esforzólos:
lavóles asimismo los pies : y dióles limosna, y vista
á un ciego, llamado Crescencio, haciendo la señal de la
cruz sobre sus ojos. De allí fué á una cueva de Nepociano
donde estaban encerrados como sesenta y tres cristianos,
entre hombres y mujeres: entró el santo á ellos , dándoles
nn ósculo de paz, con muchas lágrimas: lavo los pies k
los hombres: y repartió á todos de los tesoros que llevaba:
y viendo allí á un santo presbítero, llamado Justino, que
habia sido ordenado de san Sixto, Lorenzo se derribó á
sus piés para besárselos, teniendo respeto al grado do
sacerdote que tenia Justino, superior al suyo de diácono:
Justino también se echó en el suelo para besar los piés á
san Lorenzo; y los dos estuvieron postrados en lien-a, con
una santa y religiosa contienda, sobre quién los besaría
á quién. Al fin venció san Lorenzo, y Justino se dejó lavar
los piés; entendiendo que aquella era la voluntad
de Dios, y que no era bien ir á la mano á san Lorenzo,
que por aquella humildad se aparejaba por el martirio.
En estas obras gastó el santo diácono toda aquella noche,
cumpliendo enteramente la voluntad de san Sixto: al cual
el dia siguiente llevaron á degollar: y como Lorenzo
le viese, corrió á él, y con voz alta y llorosa, le dijo:
No me desampares, padre santo; ya cumplí tu mandamiento
y distribuí á los pobres los tesoros que me encargaste.