Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

150 LA LEYENDA DE ORO.
su casa hasla que cesó aquella tempestad. Y no satisfecho
con esto, por todas aquellas tierras predicaba la consubstancialidad
del Hijo con el Padre: y porque entendió que
un obispo llamado Eufrates perdia aquella tierra , predicando
que Jesucristo no era verdadero Hijo de Dios , hizo
juntar concilio en Colonia, y habiéndose dispuesto la verdad
de lo que se habia de tener, privó del obispado á Eufrates
, y lo excomulgó. Como sus méritos eran grandes,
vino á hacer muchos y extraños milagros: volvia la vista á
ios ciegos, sanaba los paralíticos, curaba los endemoniados
, y hacia, y hasla hoy hace, oíros infinitos milagros.
Tenia por costumbre ir en peregrinación á los sepulcros
de los santos, y pedirles favor en todas sus
necesidades : por esta causa fué á Roma , y en el camino
halló á san Martin , y los dos santos obispos anduvieron
mucho tiempo juntos , pasando el trabajo del camino en
santas conversaciones. Caminando un dia, tratando de cosas
celestiales, un oso feroz Ies salió al camino, y Ies comió
un jmnenlillo que los dos llevaban para llevar su ropa
y cosas de que tenian necesidad. Advertida por los santos
la mala obra , que el oso les !,habia hecho, san Maximino
en nombre del Señor le mandó, que pues se habia comido
el animalejo que les servia , que tratase él de servirlos
, y que tomase la carga que el jumenfillo llevaba : lo
cual hizo el oso humildemente llevándola hasta un lugar
llamado Ursaria , donde Maximino lo despidió, y dió licencia
que se fuése donde quisiese, con tal que no hiciese
daño alguno; y así lo hizo humilde y obediente el fiero
animal. Tanto gustaba san Maximino de la conversación
de san Martin , que le rogó se fuése con él á Trebers, y
san Martin fué, por lo mucho que también le agradaba de
Maximino la santa conversación, y llegados los dos, bendijeron
al pueblo. Allí encomendó á Maximino m hijo espiritual
y muy querido que llevaba, llamado Lnbencio; y
el sanio se quedó con él, y le enseñó las divinas Letras
, y le ordenó de misa , é hizo rector de una de sus
iglesias.
Después de esto el glorioso Maximino vino á ver su patria
y deudos , y habiendo estado algunos dias gozando
de la conversación de sus parientes y amigos, pasó de
esla preseníe vida á la eterna, donde alcanzó del Señor
el justo galardón y premio de sus trabajos. Luego que en
Trebers se supo su muerte, eligieron por su sucesor á
Paulino , varón de grande constancia en la fó , por cuya
defensa habia sido desterrado : el cual comunicándolo primero
con su clerecía, y pueblo de Trebers, envió á Poecliers
por el santo cuerpode san Maximino; y traído, lo sepultaron
en un lugar, que por un ángel les fué mostrado,
donde después hizo, y hace siempre, infinitos milagros,
con que el santo es esclarecido, y Dios glorificado. Fué
su dichoso tránsito á los 29 de mayo, dia en que la Iglesia
celebra su fiesta por los años del Señor de 347. Escribieron
su vida Beda , Usuardo, Adon , Surio lora, m ; san
Gerónimo in Chronic. ; ¡Nicéforo , lib. ix hist., cap. 12;
Sanctoro, el Martirologio romano , y Baronio en sus ano-
(aciones y en el tom. m de sus Anales, año 336, núm. 19
y año 347. De los grandes milagros que en su sepulcro
obra, escribe Gregorio Turonense de Gloria Confessorum,
cap. 93.
Al primer hombre estuvieron sujeíos todos los animales
reconociéndole señor, el tiempo que estuvo en gracia;
mas luego que la perdió por la culpa y transgresión del
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divino precepto , con que inficionó toda su posteridad, todos
se le rebelaron justamente; pues él se habia rebelado
contra el Criador, y señor de todos y suyo: de aquí
nacen los graves daños, quede diversos animales cada
dia experimentan los hombres: mas quiere Dios, para honra
y gloria suya, y de sus siervos, que á aquellos que
de verdad lo son, estén sujetos los animales todos ; y la
naturaleza, como lo estuvo al primer hombre. Yióse esto
ser así en nuestro glorioso obispo san Maximino ; pues al
punto que mandó á un oso fiero le sirviese, luego le obedeció
humilde: no era de los prelados que no saben
salir de su casa sin carrozas y vanidades del mundo
; y así todo le estaba sujeto, porque lo despreciaba
todo : Dios quiera acertemos á imitarle por su intercesión.
Amen.
* SAN CONON Y SU HIJO, MÁRTIRES.—En el reinado del emperador
Aurelio, este santo vivia en Iconia, ciudad del
Asia ; y después de la muerte de su esposa, puso todos
sus cuidados en educar en la virtud el hijo que le diera el
cielo. Fué su hijo ordenado de diácono á la edad de doce
años, y viviendo en compañía de su padre, ambos se ocupaban
en obras de piedad , y en instruir á las gentes en
la doctrina del Evangelio difundiendo así la caridad y el
amor á Dios entre los pueblos. Mientras se dedicaban á
tan buenas obras, se promulgaron en su patria los edictos
del emperador contra los cristianos. Como era pública y
notoria la profesión de fé de Conon y su hijo, muy en breve
fueron conducidos en presencia del ejecutor de los edictos
; y al ver e! gobernador á un padre anciano y á un tierno
hijo, Ies preguntó porque hablan escogido una vida
tan trabajosa y privativa; mas ellos que no tenian mas
deseo que gozar de su Dios, le contestaron : que ellos na
amaban el mundo, y por lo mismo no vivían según el espíritu
del mundo; pues solo anhelaban adquirir en el cielo;
y como este no se alcanza sino por medio de la violencia
y sufrimenlos, por esto habían preferido una vida de humillación
á unía vida de placeres y delicias. Esta respuesta
llenó de confusión al tirano; así es que montado en cólera
mandó que padre é hijo fuesen colocados sobre unas
parrillas ardiendo, y colgados después de los pife fuesen
ahogados por el humo. Conon y su hijo manifestaron
mucho valor, en términos que el padre reprendía la
debilidad de los verdugos, de que enfurecido el tirano
dió órden para que les fuesen cortadas las manos por medio
de una sierra de madera, en cuyo tormento exhalaron
padre é hijo su último suspiro. Sucedió su muerte el dia
20 de mayo del año 273.
LOS SANTOS SiSINIO , MARTIRIO Y ALEJANDRO, MÁRTIltES.
—Estos tres santos, de los cuáfes los dos últimos fueron
hermanos, vinieron de Capadocia á Italia, durante el reinado
de Teodosio el Grande. Estuvieron algún tiempo en
Milán, donde san Ambrosio les trató con lodo el respeto
debido á sus virtudes. Habiendo san Vigilo , obispo do
Trento, ordenado de diácono á Sisinio, á Martirio de lector,
y á Alejandro de ostiario , les envió á predicar el Evangelio
á los Alpes, donde apenas era conocida la religión
cristiana. Excitaron su celo particularmente entre los habitantes
de Anania; y sin embargo de la oposición y malos
tratos que tuvieron que sufrir, al fin con su paciencia,
mansedumbre y caridad ganaron un gran número de almas
para Jesucristo. Sisinio erigió una iglesia donde juntó
á sus convertidos para completar su enseñanza. Los pa-