Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

t-OS SANTOS AmSTON, CsiESCKNCI.VNO, EUTIQUAXO, UaBANO,
VDAL, JUSTO, FELICÍSIMO» FÉLIX, MABCIA Y SINFOHOSA, MÁR­
TIRES.—Durante los días en que mas encarnizada se halla-
^a '«i persecución que excitó contra los cristianos el em-
Pci ndor Dioclcciano, fueron estos santos martirizados jun-
'os en Champagne, muriendo todos degollados después
do sufrir varios suplicios.
SAXTA MONEGLNDIS, SOLITARIA.—Nació en Cbartrcs de
Padres cristianos. Era aun muy jóven cuando fué entregada
en matrimonio á un hombre respetable del pais, bueno
y piadoso. Monegundis tuvo dos hijas que bicieron todas
R"s delicias mientras vivieron, y cuando el Señor se las
(Iuitó, so abandonó á un dolor excesivo. De aquí data su
perfección: conociendo que hasta entonces había entregado
s» amor á un objeto que no era inmutable y eterno, sifio
perecedero y frágil, y que solo Dios era el único Sér
capaz de fijar nuestro corazón y llenarlo de un modo digno,
Irató de no llorar ya mas para que el tórrenlo de sus
íágrimas no ofendiese al Señor, y bendiciendo la manoquo
bi hubia herido, resolvióse á hacer una vida eatcranienle
nueva. Firmemente resuelta á abandonar un mundo pér-
"do, mandó construirse en Chartros una pequeña celda, en
'a cual con el consentimiento de su marido se encerró, pasando
todo el tiempo en oración y en la práctica de todas
'as austeridades de la penitencia. Se acostaba de noche
sobre una estera, y no tomaba mas quepan y agua. Pasados
algunos años, retiróse á Tours, y continuó el mismo
género de vida en una celdita juntó á la iglesia de San
Sla> tin, á donde se le reunieren otras gantesmiijercs, y se
"'i') un monasterio. Santa Monegundis murió el año 110,
^Pues de haber sido por mucho tiempo un cabal modelo
0 v'i'fnd y santidad.
SAN SWITUNO, CONFESOR. — Nació en Inglaterra, y pasados
los años de la niñez en que dió ya grandes pruebas
de su futura santidad, entró al servicio de la Iglesia. De
grado en grado y de virtud en virtud llegó al sacerdocio,
comijlomento para él do todos sus deseos y objeto
de sus mayores ansias. Desde aquel dia se mostró
al mundo como un ángel en carne. Fue ministro idóneo y
agradable á los ojos de Dios por su humildad, por sn modestia,
por la piedad que resplandecía en todas sus accio-
"es y por el celo con que trataba todas ias cosas de Dios.
Su fama llegó al rey de Inglaterra Fgberto, que quiso
conocerlo y tratarlo , y le confió la educación de su hijo
•Ulolfo, en cuyo cargo se esmeró el santo de tal modo,
rl"a su discípulo salió un principe perfecto á los ojos de la
'•^igion. Cuando vacó la silla episcopal de Yincester, fué
swiiuno elegido para ocuparla; pero se necesitó un mandato
expreso del pontífice para hacerle aceptar el caigo,
^eual desempeñó después con toda l;i pci fcceion que hw-
( |an esperar sus ilustres virtudes. Sus esfuerzos en el de-
^pefto de su ministerio se dirigieron principalmente á
'^''•'par los abusos , y á hacer renacer en su Iglesia la
0bservancia de la primitiva disciplina, y después de haber
!|!)rado muchos milagros, y de haber profetizado el día y
de su mnerle, entregó su espíritu á Dios, el dia 2
1 ^Ho del año 8G2. Su cuerpo fue sepuliado, según él
¡^fc» habla dispiiestó , en un lugar oscuro y humilde
**a de ]¡v iglesia, pero el año 9H , el Señor quiso de
•nievo manifestar la gloria do su siervo, descubriendo el
Rol ado depósito de su cuerpo por medio de algunos mi-
Knlonces las sagradas reliquias fueron trasladada^
JULIO. 293
á la iglesia catedral de Vincester, que el santo había gobernado
en santidad, y que fué otra vez tcsügo del poder
de su digno pastor.
DIA 3.
SAN IRENEO T SANTA MUSTIÓLA, MÁRTIRES.—En tiempo
del emperador Aureliano era Turcio vicario en la ciudad
de Clusi, en la Toscana ó Etruria, que es en la Italia el estado
del gran duque de Florencia. En esta ciudad, pues,
padecieron martirio los gloriosos san Ireneo, diácono, y
santa Mustióla, virgen. Sucedió así: que habiendo el dicho
vicario Turcio martirizado en la ciudad de Sutria, en
la misma Toscana , al glorioso san Félix á 23 de junio, y
habiendo sepultado su santo cuerpo junto á los muros do
la misma ciudad el glorioso san Ireneo; llegó á noticia del
cruel vicario la piadosa obra de Ireneo : por lo cual lo
mandó prender, y radeado de cadenas lo hizo venir, siguiendo
su carroza hasta la ciudad de Clusi, donde Jo
puso en la cárcel con otros muchos cristianos presos, á
los cuales visitaba y regalaba con cuanto podía Mustióla,
doncella y señora rica , y tan noble, que era prima hermana
del príncipe Claudio.
Dieron cuenta á Turcio de la gran caridad que Mustióla
usaba con los ensílanos presos: por lo cual la mandó
prender sin reparar en su gran nobleza. Entonces hizo
degollar á todos los cristianos que tenia presos, dejando
solo con la vida á Ireneo: al cual mandó, que á vista de
flfualiota lo colgasen en el ecúleo ó potro, y lo despodaz;!-
sen con uñas de acero , y pusiesen fuego debajo, hasta
que sin quitarle del tormento perdiese la vida i lo cual
hicieron los crueles verdugos sin piedad alguna. Luego
que acabó Ireneo esta vida mortal, y se fué á gozar de la
eterna é inmortal, con la corona y palma del martirio,
mandó el impío vicario, que á Mustióla , pues no quería
sacrificar á los dioses, la azotasen con planchas de plomo
hasta quitarle la vida: lo cual también fué ejecutado, así
como mandado, y la bendita virgen fué á gozar de su Esposo,
y reinar con él para siempre: cuyos dos sagrados
cuerpos enterró cerca de los muros de la misma ciudad do
Clusi MÍIreos, varón crislianoy religioso, donde boy tienen
un suntuoso templo y hacen continuos milagros, conque es
Dios en ellos glorioso, como siempre en sus santos. Fué su
glorioso martirio á 3 de julio ¡dia en que se celebra su
fiesta) por los años del Señor de 21 [i. Escribieron sa vida
Usuardo; Surio, tom. iv; Pedro de ¡Nalalibns in Cathalogo
Ub. vi, cap. 48; el Martirologio romano ; Baronio en sus
Anotaciones, y en el tom. n, año iVó , núm. o, y otros
autores.
Parece que la piedad crislíana se (rae consigo el pr e­
mio; pues pocos ó ninguno se habrán visto usarla, qu ono
le hayan conseguido, si no de contado, por lo ménos muy
presto, en la otra vida. De esto hay infmitós eiemplaivs;
pero baste ahora el prosentc i pues vemos que la piedad
que usó Ireneo, sepultando el santo cuerpo del glorioso
mártir san Félix, le adquirió al instante la insigne corona
del martirio: y Ja que la gloriosa virgen santa Mustióla
usaba con los pobres encarcelados, fué también asimismo
causa de que luego fuese con la misma corona del martirio
premiada. Siendo pues asi, muy ciego será quien no viere,
el camino do ir á reinar con Cristo en la gloria , pues nos
ensoñan estos dos gloriosos mártires, es el do la piedad