Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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t^yla [n^dia fuiidamenla] déoslo nuevo edificio habia de
ser san'a Juaii;.I'Yancisca; comunicóla ol sanio oliispo el discflo
dol nuevo insliluío que meditaba,y ella luegoíe abrazó
con sumo júbilo de su alma, pero le fué forzoso guardar
muy socreto en su corazón este santo pensamiento, pnes
prevcia que su anciano padre y todos sus parientes liarian
los posibles esfuerzos para impedir su ejecución. En efecto,
no puede bastantemente ponderarse lo que nuestra santa
sufrió en este particular: porque viviendo en Dijon en casa
de su padre, un caballero de buen aspecto, muy noble
y rico, que frecuentaba mucbo aquella casa, prendado de
la suavidad del trato de Juana y de sus amables calidades,
h pidió por esposa al presidente, de quien era muy amigo
, ofreciendo casar al mismo tiempo dos hijos suyos con
dos hijas de Juana. Como este trato era sumamente ventajoso
á toda la familia, todos los parientes instaban á Juana
acéptasela proposición, no admitiendo la excusa que daba
de haber hecho voto de castidad; en fin le dieron tan fuertes
balerías, que sintiéndose en estremo molestada de
aquella tentación, para rebatirla de una vez, y confirmarso
mas en el propósito que tenia de consngrarse enteramente
al divino servicio, hizo fabricar una lámina de
hierro en que estuviese escrito el santísmío nombre de
Jesús, y cuando la tuvo, la puso en el fuego, y así que
fué hecha toda una ascua, inspirada de Dios se la aplicó
animosa sobre el pecho, é imprimió sobre él este
sanísimo nombre, para denotar con esta acción extraordinaria,
que toda sin la menor reserva se consagraba
á su servicio y amor. Después de esta heroica acción empezó
á descubrir á su padre el designio de fundar una
nueva congregación, que san Francisco de Sales habia formado
, queriendo que ella fuese la primera religiosa de este
nuevo instilnlo; y por fin vencidas generosamente con
AGOSTO
la asistencia de Dius lodas las demás diíicullades, que el ¡ las palabras !»
en J62ij. Pero como lu clausura impedia á las religiosas
e! andar por las casas á visitar y servir á ios pobres enfermos
, que habia sido el primer objeto de la congregación
, por esto el sanio ordenó en sus constituciones que
fuesen recibidas en sus monasterios aun aquellas mujeres,
que , ó por enfermedad, ó por otros defectos no hallaban
entrada en los otros, mieniras sus enfermedades no fuesen
contagiosas, ó de tal éalidad que las hiciesen para siempre
incapaces de observar las constituciones. A cuyo fin el
mismo san Francisco escribía después á nuestra santa:
cf que amase también las cojas, las corcovadas, las tuertas
y las ciegas , con tal que quisiesen ser derechas de intención
, pues que por semejantes defectos no dejarían do
ser hermosas en el cielo.» Y como tenia el santo obispo
muy arraigado en el corazón, que la caridad y humildad
habían de ser las virludes que principalmente resplandeciesen
en la nueva religión, quiso que en ella no se hiciese
caso alguno de la nobleza , ni de las riqueaas; pero sí
de la mansedumbre y de las demás virtudes cristianas,
de manera, que una doncella adornada de las mismas,
aunque de bajo linaje, debia ser preferida á una princesa
que se hallase de ellas desprovista. No quería el santo,
que por falta de dote se dejase de admitir jamás alguna
que tuviese verdadera vocación ; porque Jesucristo (decia)
de tal manera amó á ios pobres, que la mayor parte de
los apóstoles fueron tales. Y de este mismo espíritu estaba
tan poseída nuestra sania , que se mostraba mas contenta
y alegre cuando recibía en su monasterio doncellas pobres
y de ninguna consideración en el mundo , que cuando admitía
otras ricas y respetables por su nacimiento; por lo
que en una carta escrita á san Francisco de Sales, hablando
de este asunto, le dice: «iOh, y cuánto estimo esle
artículo (de admitir las pobres) 1 i y qué preciosas son esdemonio
y el mundo supieron levantar contra la ejecución
de este santo proyecto, con consenlimienlo de su padre
y hermano, la mujer fuerte con otras dos compañeras,
á 6 de junio de ICIO , se fué á la ciudad de Annesí,
donde tiene su residencia el obispo de Ginebra {después
que esla ciudad ha sido ocupada por los herejes), á establecer
la primera casa de esla congregación, nombrada
de la Visitación de María Santísima. Hizo en ella un año
de noviciado con increíble fervor de devoción, a! cabo del
cual hizo su profesión que consistia en dos votos simples
de castidad y obediencia, á los cuales ja santa anadió el
de la pobreza, que las otras no hacían en los principios de
la congregación. Después de la profesión se dedicó á visitar
por las casas de la ciudad á los pobres enfermos, según
estaba ordenado en su instituto, con fruto maravilloso de
los mismos enfermos, y con tanta edificación del pueblo,
que muy presto se esparció por lodas parles la fama del
nuevo insülulo y llegó hasta países muy distantes.
De ah: provino que muchos desearon teñeron sus ciudades
tan laudable instituto , y la santa era la que por orden
de san Francisco do Sales iba á hacer las fundaciones.
Mas al cab.) de algunos años se juzgó convonienle cambiar
esta congregación de oblatas en una verdadera y formal
r^l¡gion , con clausura y votos solemnes. A este lin las
dió el mismo san Francisco de Sales la regla de san
Agustin, á la cual anadió algunas constituciones llenas de
'«z y sabiduría, que fueron aprobadas primeramente por
«i pontífice Paulo V en 1618 , y después por Urbano VIII
Ri'vestida , pues, perfeclamenle la bendita siena de
Dios del espíritu de este instituto, del cual junto con san
Francisco de S;des era fundadora, aunque siempre rehusó
esle nombre, pareciendo á su humildad demasiadamente
honroso, lo extendió en muchas ciudades, habiéndose
fundado cu el tiempo de su vida con su diligencia y trabajo
ochenta y cuatro monasterios. Todas las religiosas de la
Visitación la miraban como á madre común, y ]p.s del
monasterio de Annesi, que era el primero de lodos, la
quisieron siempre por su superiora , hasta que poco í ntes
de morir, vencidas de sus repelidas instancias, consintieron
á que renunciase el oficio. En este cargo de superiora
precedía á lodas las religiosas con sus santos ejemplos;
fucobservantí.sima no solo de los tres votos comunes á les
otras teligicnes, sino también do cualquiera regía de su
insliiulo por mínima que fuese. De esla observancia quería
la santa que el amor de Dios fuese toda el alma. «Es
menester (decia á sus religiosas) que por amor de Dios
guardemos el silencio; que por su amor nos sujetemos y
recibamos las humillaciones; que por su amor suframos
cualquiera incomodidad y las cosas mas penosas con alegría;
haciéndonos tan diligentes y exactas en la observancia
, que no dejemos de cumplir el mas pequeño ápí; e: en
suma, que esto celestial amor sea nuestro principio, nuestro
fin y nuestra perfección.»
Era ta santa una regla viva de su inslitu'o, y lodr.s las
religiosas podían aprender de ella lodas las virtudes que
debian practicar en la religión; peto la virtud en que mas