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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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i>un.<br />

^'Hagio, y padociese los mas Ioniblos dolores; aunque<br />

libró <strong>de</strong> la muerte, reservándole para otras mayores<br />

Apresas <strong>de</strong> su gloria.<br />

Des<strong>de</strong> aquel tiempo se sintió el siervo <strong>de</strong> Dios mas encendido<br />

en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> dar la vida por Cristo, procurando<br />

'a salud eterna <strong>de</strong> sus prójimos. Deseó pasar á África para<br />

Predicar nuestra santa lé á los moros, y pidió con instancias<br />

á sus superiores le diesen á este fin su licencia, pero<br />

"o pudo jamás conseguirla. Sabiendo <strong>de</strong>spués que el seflor<br />

^lipelí, rey <strong>de</strong> España, habla <strong>de</strong>lerminado enviar á las<br />

'"(lias occi<strong>de</strong>ntales misioneros <strong>de</strong> ta ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san Francisco,<br />

para que predicasen el santo Evangelio en la América<br />

meridional, solicitó con eficacia y obtuvo con extremado<br />

contento suyo, ser elegido para esla misión, y <strong>de</strong>stinado<br />

predicarcon otros religiosos en la provincia <strong>de</strong>Tucuman:<br />

y en el ano 1Ü89 se embarcó con el virey <strong>de</strong>l Perú, que<br />

d)a á Lima para pasar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esta ciudad al lugar <strong>de</strong><br />

8u <strong>de</strong>slino. En osla navegación que fué larga y peligrosa,<br />

ejercitó el santo su caridad con la gente <strong>de</strong>l navio, insll"uyendo<br />

y exhortando á lodos á vivir crislianamenle; lo<br />

Que ejecutó con un zelo apostólico en un funesto naufragio<br />

(iue pa<strong>de</strong>ció el navio : porque habiendo sido arrojado por<br />

furia <strong>de</strong> la tempestad en un banco <strong>de</strong> arena, se dieron<br />

todos por perdidos, y el capitán <strong>de</strong>l navio procuró salvar<br />

cu la lancha las personas mas principales, entre las cuales<br />

Quiso fuese comprendido el santo misionero, rogándole<br />

lasase á la lancha para salvar su vida : pero el santo rehusó<br />

coiijlanlemenle esta distinción, diciendo: Guár<strong>de</strong>me<br />

d cielo <strong>de</strong> que para conservar yo esta mi vida temporal,<br />

Uiealeje <strong>de</strong> estos mis hermanos que eslan en peligro <strong>de</strong> per-<br />

% la vida temporal y la eterna: y así quiso permanecer<br />

en el navio, para fortalecer y ayudar espiritualmenle á<br />

Ruellos miserables, que se hallaban en peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r<br />

d cuerpo juntamenle con el alma. En efecto, no se pasó<br />

^Ucho tiempo cuando la furia <strong>de</strong> la tempestad dividió en<br />

partes el navio , pereciendo en esta ocasión muchas<br />

personas pero con fundada esperanza <strong>de</strong> su salvación, por<br />

^0s socorros espirituales que recibieron <strong>de</strong>l santo; el cual<br />

P0r espacio <strong>de</strong> tres dias permaneció junto con los <strong>de</strong>más<br />

Hue escaparon <strong>de</strong> la muerte, en una <strong>de</strong> las dos partes <strong>de</strong><br />

a nave echada sobre una roca: alentaba en esta ocasión<br />

/ftncisco á aquellos infelices, asegurándoles que volverla<br />

a buscarles la lancha que había llevado á los otros á sal-<br />

Vaiuenio , como se verificó al cabo <strong>de</strong> dichos tres dias:<br />

c,ubarcáronse todos en ella , pero san Francisco para asedarse<br />

que ninguno quedaba en tierra, quiso ser el úlli-<br />

1110 ? y <strong>de</strong> este modo llegaron todos salvos á la costa.<br />

I ti • • •<br />

í'iore el santo <strong>de</strong>l naufragio, prosiguió su viaje por lier-<br />

^hasta la ciudad <strong>de</strong> Lima, capital <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong>l Perú;<br />

don<strong>de</strong><br />

„ aquellos países ..<br />

^'mcr conocimiento <strong>de</strong>l Evangelio otros religiosos <strong>de</strong> su<br />

^cu; pero la mayor parte <strong>de</strong> aquellos pueblos yacian<br />

^n en las linieblás déla infi<strong>de</strong>lidad. El santo quese veia<br />

^stinado por la divina Provi<strong>de</strong>ncia para cultivar aquella<br />

v,'la que era entonces una horrorosa selva, se armó con las<br />

^ lu<strong>de</strong>s quo el ejemplo <strong>de</strong> los apóstoles le ensenó ser ne-<br />

¡2**?* Pira una tan ardua empresa. Se entregó pues con<br />

cion1 fcrvorá la oración, al ayuno, á la morliücaso11<br />

^cai'nti Y ;i Ia práctica <strong>de</strong> una suma pobreza , que<br />

'^Uufeslaba en sus vestidos, en la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> ¿us pies<br />

JULIO.<br />

411<br />

y en la escasez y calidad <strong>de</strong>l alimento do que usaba ¡ y<br />

con un espíritu <strong>de</strong> mansedumbre , <strong>de</strong> zelo y <strong>de</strong> caridad<br />

empezó á seguir aquellos bárbaros paises; predicando la<br />

ley <strong>de</strong> Jesucristo con las palabras, con el ejemplo y con<br />

el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> los peligros <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida , en que á<br />

cada paso se encontraba. Fué muy copioso el fruto <strong>de</strong> su<br />

predicación, y fueron muchísimos los que (obrando la<br />

gracia <strong>de</strong> Dios en sus corazones), abrazaron la ley cristiana<br />

, movidos <strong>de</strong> la eficacia <strong>de</strong> sus palabras, y cu vista <strong>de</strong><br />

los muchos milagros que obraba, en testimonio <strong>de</strong> la verdad<br />

que predicaba. A este propósito, no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

referirse lo que aconteció un jueves santo mientras Francisco<br />

estaba con sus nuevos cristianos, ocupado en las<br />

sagradas funciones <strong>de</strong> aquel dia; porque sobrevino <strong>de</strong> improviso<br />

una gran multitud <strong>de</strong> indios bravos, prevenidos <strong>de</strong><br />

armas para <strong>de</strong>spedazar y comer <strong>de</strong>spués (según su bárbara<br />

costumbre), á todos los cristianos <strong>de</strong> aquella pequeña<br />

iglesia : avisado el santo <strong>de</strong>l peligro, salió al encuentro<br />

<strong>de</strong> aquella furiosa gente, sin otras armas que la palabra<br />

<strong>de</strong> Dios; habló, pues, Francisco á aquellas gentes salvajes<br />

<strong>de</strong> los misterios <strong>de</strong> la religión cristiana con tanto espíritu<br />

, que nó solo <strong>de</strong>sarmó su furor, sino que muchos <strong>de</strong><br />

ellos se convirtieron á nuestra santa fé. Como aquellos<br />

salvajes no tenían conocimiento <strong>de</strong> la lengua española, en<br />

que les hablaba el santo, su repentina mudanza fué un<br />

manifiesto núlagro <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. Des<strong>de</strong> este prodigioso<br />

acontecimiento, creció mucho mas la fama <strong>de</strong> este<br />

admirable misionero, y so vieron mas copiosos efectos<br />

<strong>de</strong> sus apostólicas fatigas.<br />

Después que el siervo <strong>de</strong> Dios se hubo ocupado por algunos<br />

años, en el santo minislerio <strong>de</strong> predicar la palabra<br />

<strong>de</strong> Dios en la provincia <strong>de</strong> Tucuman, sus superiores le<br />

llamaron á Lima, don<strong>de</strong> primero le nombraron vicario y<br />

prefecto, y <strong>de</strong>spués guardián <strong>de</strong>l nuevo convento <strong>de</strong> Santa<br />

Haría <strong>de</strong> los Ángeles; pero aunque el siervo <strong>de</strong> Dios,<br />

por obe<strong>de</strong>cer á sus superiores aceptó el oficio, luego que<br />

pudo lo renunció porque <strong>de</strong>seaba ser subdito y no supoz ior<br />

<strong>de</strong> otros. En lo restante <strong>de</strong> su vida fué la ciudad <strong>de</strong> Lima<br />

el teatro <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esle varón apostólico; en ella<br />

predicaba con frecuencia por las calles y plazas públicas,<br />

y don<strong>de</strong> se juntaba la gente con peligro <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rá Dios;<br />

y renunciando á-todo humano respeto hablaba con tal fervor<br />

<strong>de</strong> espíritu, que redujo á innumerables pecadores al<br />

camino <strong>de</strong> la penitencia. Una vez con un solo sermón movió<br />

á toda la ciudad á hacer penitencia pública, para<br />

aplacar la indignación <strong>de</strong> Dios, que la amenazaba con un<br />

gravísimo castigo: oía continuamente las confesiones <strong>de</strong><br />

los que acudían á él, y Dios le concedía muchas veces el<br />

don <strong>de</strong> conocer en espíritu los pecados ocultos <strong>de</strong> sus penitentes;<br />

visitabaá los enfermos en los hospitales públicos,<br />

consolaba é instruía á las monjas en los monasterios ; ea<br />

una palabra, no había obra <strong>de</strong> caridad hacía el prójimo<br />

que no la emprendiese el santo, y que no la concluyese<br />

felizmente ayudado <strong>de</strong> Dios. La muchedumbre y continuación<br />

<strong>de</strong> tahtas ocupaciones dirigidas al bien espiritual <strong>de</strong><br />

sus prójimos, no le impedia el aten<strong>de</strong>rá la confcmplaciou<br />

y santificación <strong>de</strong> su propia alma. A veces pasaba las noches<br />

enteras meditando la vida y pasión <strong>de</strong> Jesucristo, do<br />

la cual era <strong>de</strong>votísimo; como lo era también <strong>de</strong>l augustísimo<br />

Sacramento <strong>de</strong>l altar; por lo que celebrando la santa<br />

misa, parecía á los ojos <strong>de</strong> los circunstantes tan lleno <strong>de</strong><br />

espirita <strong>de</strong>l cíelo, que se sentían movidos á singülarter-

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