Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

166 LA LEYENDA DE ORO. DIA 1.
JUNIO.
DIA í.
* SAN SIMEÓN, MONGE.—Era natural de Siracttsa en la isla
de Sicilia, y después de haber hecho sus estudios en Constanlinopla,
pasó á Jerusalcn donde permaneció siete años
visitando todos los dias los santos lugares, hasta que por
fin se dirigió al célebre monasterio situado al monte Sinaí,
donde vistió el hábito, viviendo allí muchos años. Sus virtudes
le granjearon el aprecio de aquellos monges y especialmente
de sus superiores, quienes le mandaron á desempeñar
una misión á Italia, la que efectuada se retiró á Tréveris,
donde su obispo Popon le cedió una habitación en
la torre de la catedral, en cuyo punto se dió á la penitencia
y mortificación, muchos años, hasta el dia de su muerte
que fué el dia 1.0 de junio de 1035. Muchos fueron los milagros
que el Señor obró por la intercesión de su siervo,
en vista de los cuales el papa Benedicto IX le colocó en el
número de los santos.
SAN FORTUNATO, PBESBÍTEBO.—Nació en Espoleto y habiéndose
aprovechado mucho en los estudios sagrados fué ordenado
sacerdote de aquella Iglesia. Sus virtudes fueron
tan esclarecidas, que mereció que le visitasen los ángeles,
y que se le apareciese varias veces Jesucristo. Su caridad
con los pobres fué extremada; privábase de lodo lo necesario
á la vida para socorrerlos, y después de una vida
pasada en la práctica de las eminentes virtudes, descansó
tranquilamente en el Señor, en la misma ciudad de Espoleto,
el dia 1.° de junio del año 400. Fué insigne en milagros
ántes y después de su muerte.
SAN JÜVENCIO, MÁRTIR.—Derramó su sangre por la fé
en Roma, durante los primeros siglos de! cristianismo. Sus
reliquias fueron trasladadas por los fieles á las Gallas, y
colocadas después en el monasterio de la Casa de Dios,
donde han obrado grandes milagros.
SAN REVERIANO, SAN PABLO Y OTROS DIEZ, TODOS MÁRTIUES.
—El primero fué obispo, y el segundo presbítero de la
iglesia de Autun, en Francia. En tiempo del emperador
Aureliano , por los años de 272, fueron presos con otros
diez cristianos de la misma ciudad, y permaneciendo constantes
en la f¿ fueron degollados.
SAN TESPECIO, MÁRTIR. — Reinando el emperador Alejandro,
y siendo prefecto de Capadocia Simplicio, en el
año 230, fué conducido Tespecio á la presencia del juez,
y habiéndole mandado que ofreciese incienso y adoración
á los dioses del paganismo, no solo se negó á hacerlo, sino
que se mofó claramente de aquellas divinidades. Fnlonces
fué el santo condenado al ecúleo, y á ser abrasado pollas
llamas de una grande hoguera. El Señor le libró milagrosamente
de lodos los tormentos, por cuyo motivo se
convirtieron muchos infieles á la verdadera religión , y
el santo fué degollado el dia 1.° de junio del mismo
año 230.
SAN ÍSQüittioiN i OTROS COMI-AÑERCS, MAUTUIES.—El primero
era gefe, y los demás soldados de una legión romana
acantonada en Alejandría de Egipto, y habiéndose convertido
á la fé por los milagros de los mártires, fueron también
ellos martirizados en la misma ciudad el año 2í9.
SAN FIRMO, MÁRTIR.—Durante Ja persecución del emperador
Maximiano, fué atormentado en Grecia por no querer
abjurar la religión de Jesucristo, y habiéndole apedreado,
consumó el martirio.
SAN FELINO Y SAN GRACINIANO, MÁRTIRES. — Eran estos
dos santos gentiles, de gran nobleza y de no común sabiduría,
y estaban empleados en el palacio del emperador
Decio. Por los años de 230 fueron enviados desde Roma á
Perusia, á dar providencias contra los cristianos que no
querían ceder á la violencia de la persecución; pero cuando
vieron la sobrenatural constancia de aquellos esforzados
atletas, y los portentos que obraba el ciclo en medio de sus
suplicios, abrieron ambos los ojos á la luz del Evangelio,
reí ibieron el bautismo, y poco después la corona del martirio.
SAN PRÓCÜLO, MÁRTIR.—Fué natural de Bolonia en 11aiia,
y murió mártir en esta misma ciudad por los años
de 303.
SAN SEGUNDO, MÁRTIR.—Padeció martirio por la fé en la
ciudad de Amelia en Umbría, durante el reinado del emperador
Diocleciano. Los tormentos á que se le sujetó fueron
tan extraordinarios, que una infinidad de gentiles creyeron
en Jesucristo á la sola vista de la constancia y de la
admirable fortaleza del mártir.
SAN CRESCEÍÍCIANO , MÁRTIR.—Natural de Italia, y muy
dado á la vida contemplativa desde su conversión al cristianismo,
vivia en un lugar solitario, ocupado en prácticas
de devoción, cuando se encendió la persecución en el reinado
de Diocleciano. En ella fué envuelto nuestro sanio, y
después de varios y dolorosos suplicios, permaneciendo
siempre constante en la fé, fué al íin degollado. Su cuerpo
se venera en la ciudad del Castillo en Italia, y su sepulcro
es célebre por los milagros obrados por su inlercesion.
SAN CAPRASIO, ABAD.—Lo fué del monasterio de Lerins,
y floreció en el siglo V. Habiendo sido espejo de virUules
monásticas, murió santamente el año 430.
SANENECON, ABAD Y CONFESOR.—Nació en España de padres
piadosos á fines del siglo X. Sus raras prendas le hicieron
el mas amable y el mas distinguido de lodos los
jóvenes de su época ; pero él, que solo quería vivir para
Jesucristo, renunció al mundo y sus pompas, y se reinó á
un monasterio de benedictinos, junto á Burgos, donde tomó
el hábito religioso. Fué ejemplar de humildad y paciencia,
mereció ser nombrado abad de aquella casa, la
cual gobernó con prudencia y santidad, y después de una
vida ilustre en milagros y en ejemplos de imitación, murió
santamente el dia 1.0 de junio del año m .
LOS SANTOS PÁNFILO, PRESBÍTERO ; VALENTE, DIÁCONO; PA­
BLO, Y OTROS NUEVE, TODOS MÁRTIRES.—San Pállfilo fué luilll-