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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA 5. v<br />

frígcno fuese mayor su sacrificio. Al cabo <strong>de</strong> cuatro aQos<br />

Je mamlaron los prelados que templase estos rigores y se<br />

conformase con los <strong>de</strong>más en la comida y bebida: y el beato<br />

por obe<strong>de</strong>cer se conformó en a<strong>de</strong>lante con la comunidad,<br />

<strong>de</strong>jando no obstante con licencia <strong>de</strong> sus prelados la mayor<br />

parte <strong>de</strong> la comida para los pobres: sus vigilias eran casi<br />

continuas: no dormia sino dos boras, y tomaba este escaso<br />

sueno sentado en el suelo sobre una tabla ó pedazo <strong>de</strong> eslera,<br />

arrimando la cabeza á la pared; y varias veces pagaba<br />

este tribulo al cuerpo sin salir <strong>de</strong>l coro arrimado á<br />

un banco y quedándose <strong>de</strong> rodillas. Cuando usó <strong>de</strong> celda<br />

no tuvo sobre las tablas mas que una manta vieja, <strong>de</strong>secho<br />

<strong>de</strong> otro menos penitente. Por muchos aflos anduvo<br />

Con los pies <strong>de</strong>snudos por las aguas y niaves en los tiempos<br />

mas rigurosos <strong>de</strong>l invierno, y no usó <strong>de</strong> sandalias hasta<br />

que se lo mandaron sus prelados, que fué según se cree,<br />

<strong>de</strong>spués que fué or<strong>de</strong>nado sacerdote; pero lomas digno<br />

<strong>de</strong> admiración es, que todo este rigor no le ofendió jamás<br />

la salud, ni se resfrió jamás en todo este tiempo. Azotábase<br />

rigurosamente todas las noches hasta quedar bañado en<br />

sangre: llevaba el cuerpo fajado <strong>de</strong> cilicios: en los muslos,<br />

piernas y brazos traia unas fajas <strong>de</strong> alambre recio,<br />

con las puntas que le pasaban las carnes: llevaba ceñida<br />

al cuerpo una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>lgada que le daba cuatro<br />

vueltas; y en las espaldas llevaba una cruz <strong>de</strong> hierro sembrada<br />

<strong>de</strong> agudos clavos que le cogia<strong>de</strong> alto á bajo : traíala<br />

colgada <strong>de</strong>l cuello con una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> hierro, también con<br />

'guales punías. Una <strong>de</strong> estes cruces se guarda hoy en el<br />

Convento <strong>de</strong> padres trinitarios <strong>de</strong> Vique, y tiene ochenta<br />

Y "n clavos, y mas <strong>de</strong> tercia <strong>de</strong> larga. De todos estos ci-<br />

1Clos usaba á un tiempo el siervo <strong>de</strong> Dios, en ios dias que<br />

fonsagraba á la penitencia; pero siempre llevaba alguno,<br />

y 0n particular la cruz <strong>de</strong> las espaldas jamás se la quitaba;<br />

''''i'iinábase <strong>de</strong> propósito á las pare<strong>de</strong>s y á los árboles <strong>de</strong><br />

'a huerta para mas lastimarse, y con estas y otras industrias<br />

fueron tantas las llagas que se le hicieron en las espaldas<br />

, que llegaba á corromperse la carne, criando materias<br />

que le calaban el hábito, y causaban un hedor que<br />

percibían todos los que se le acercaban. Compa<strong>de</strong>cidos los<br />

religiosos, dieron parte al mimslro <strong>de</strong> lo que pasaba, el<br />

cual llamando al beato Miguel, le mandó que déjaselos<br />

cilicios y que procurase curarse las llagas; á cuyo afecto<br />

mandó avisará un cirujano sin oir las razones que le daba<br />

el siervo <strong>de</strong> Dios para apartarle <strong>de</strong> aquella rcsolui'ion, diciéndoleque<br />

todo aquello era nada. Viendo el beato aqueja<br />

firme resolución <strong>de</strong>l prelado, temeroso <strong>de</strong>, que no le<br />

hiciese <strong>de</strong>jar para siempre sus amados cilicios, acudió á<br />

Dios con una ferviente oración, suplicándole no permitiese<br />

aPariarse sus espaldas <strong>de</strong> la cruz, pues el había cargado<br />

^obre las suyas la <strong>de</strong> nuestros pecados: esta oración penero<br />

los cielos, y al punto cayeron <strong>de</strong> su cuerpo unas coslas<br />

que le <strong>de</strong>jaron bueno y sano; llegó el cirujanD para<br />

^6conocer las espaldas en presencia <strong>de</strong>l prelado; y aunque<br />

leron el hábito manchado <strong>de</strong> materias recientes, no en-<br />

^traron llagas ni señales <strong>de</strong> ellas, y en vez <strong>de</strong> hedor<br />

P^'cibieron una fragancia suavísima que exahalaba su vir-<br />

8|nal cuerpo. Pero aunque Fr. Miguel era tan áusfero con-<br />

• So mismo, y tan inclinado en la mortificación <strong>de</strong> la car-<br />

., Ajamas se le cala <strong>de</strong> la boca «sla voz penitencia, petototot<br />

con todo era benigno y compasivo con los otros,<br />

|t hiendo que cada uno se diese á la mortificación <strong>de</strong>]<br />

rPo conforme á sus fuerzas y robustez; peroqueria que<br />

TOMO 11.<br />

JULIO<br />

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los que no podian hacer penitencia á causa <strong>de</strong> su débij<br />

complexión, supliesen su falta con poner mayor cuidado<br />

en la mortificación <strong>de</strong> sus pasiones y en el ejercicio <strong>de</strong> la<br />

paciencia <strong>de</strong> la humildad, <strong>de</strong>l silencio y retiro <strong>de</strong> las criaturas.<br />

Por medio <strong>de</strong> esta inorlificacion <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong> la<br />

interior délas pasiones, se aparejaba nuestro beato para<br />

el ejercicio <strong>de</strong> la santa oración, en la cual fué favorecido<br />

<strong>de</strong> Dios nuestro Señor en una manera muy extraordinaria.<br />

No tenia sino cinco años, cuando le comunicó el<br />

Señor liernísimos sentimientos <strong>de</strong> su santísima pasión, que<br />

le hacían <strong>de</strong>rretir en lágrimas; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este tiempo la oración<br />

fué la principal ocupación <strong>de</strong> su vida; todo el tiempo<br />

que vivió en la or<strong>de</strong>n, estaba continuamente puesto en<br />

oración, en la celda ó en el coro; y aunque la obediencia<br />

le llamase á otros ejercicios exteriores, no se distraía<br />

<strong>de</strong> la oración, porque estaba su espíritu tan íntimamente<br />

unido con Dios, que apenas atendia á lo que hacia, viviendo<br />

en un perpetuo enajenamiento y olvido <strong>de</strong> las cosas<br />

exteriores; <strong>de</strong> suerte que algunas veces no sabia si<br />

comia, ó bebía, ó dormia, ó si estaba en el convento ó<br />

fuera <strong>de</strong> casa. Preguntóle su provincial, Fr. Francisco <strong>de</strong><br />

santa Ana, ¿cuántas horas tenia cada dia <strong>de</strong> oración? á<br />

que respondió el siervo <strong>de</strong> Dios, que siemp: e estaba en<br />

oración; pero cuando vacaba con mas quietud y mayor<br />

fervor en este divino ejercicio, era en el silencio <strong>de</strong> la noche<br />

, que gastaba toda en oración, fuera <strong>de</strong> dos horas en<br />

que dormia. De este continuo trato con Dios procedía<br />

aquella pureza como <strong>de</strong> un ángel, que lodos admiraban<br />

en nuestro beato; el menosprecio <strong>de</strong> sí mismo y <strong>de</strong> todas<br />

las cosas <strong>de</strong>l mundo; el amor <strong>de</strong> las celestiales, el suspirar<br />

continuamente por la patria feliz <strong>de</strong> los santos y<br />

aquella alegría <strong>de</strong> su rostro, que manifestaba el júbilo<br />

interno <strong>de</strong> su alma, y aquel afecto ardiente con que amaba<br />

á su Criador, suspirando continuamente por mas y mas<br />

amar al único dueño <strong>de</strong> su alma, hasta que la suave fuerza<br />

<strong>de</strong> su amor le quitase la vida.<br />

Llegaba muchas veces á tanta intensión este sagrado<br />

incendio que le salía al rostro, y redundaba tanto en el<br />

cuerpo, que para templarle, aunque fuese en el tiempo<br />

mas frió <strong>de</strong>l invierno, se salía á la huerta, se <strong>de</strong>scubría<br />

el pecho y aplicaba á él agua fria ó hielos cuando los encontraba.<br />

En estas ocasiones nunca hallaba fria el agua,<br />

y solia <strong>de</strong>cir que nunca la había bebido, <strong>de</strong> modo que le<br />

refrigerase; y era por fin tal el calor que sentía, que dijo<br />

en un ocasión, en que los oíros no podian subir el frío,<br />

que se arrojara con mucho gusto en un estanque helado.<br />

Abrasado <strong>de</strong> amor <strong>de</strong> Dios, extrañaba <strong>de</strong> que hubiese<br />

hombres que no le amasen, y preguntaba : ¿ Quién no<br />

quiere y ama áDios? y arrebatado <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong> su espírilu,<br />

varias veces clamaba: ¡ Ah, hijos <strong>de</strong> Adán! ¿hasí<br />

cuándo, hasta cuándo habéis <strong>de</strong> amar la vanidad y buscar<br />

la mentira? Otras veces.<strong>de</strong>cia: ¡Ah, si conocieran<br />

ios hombres á Dios, y experimentaran la suavidad con<br />

que trata á los suyos, cómo se murieran lodos <strong>de</strong> amor<br />

por él! i Oh, si las almas conocieran aquella suma bondad,<br />

cómo no le ofendieran, antes se abrasaran en su<br />

amor! Aunque el beato estaba tan encendido en el amol<strong>de</strong><br />

Dios, no estaba satisfecho <strong>de</strong> su amor, y pedia incesantemente<br />

á Dios que se le acrecentase: á este fin, en una<br />

ocasión, no se sabe el año en que sucedió, en que pedia<br />

al Señor le cambiase su corazón con otro mas encendido<br />

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