Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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obligaciones, peligros y xiríudes del estado sacerdotal.
A tales juntas se hallaban conlinuos no solo doctores de
la Sorbona, canónigos, curas y otros sacerdotes; mas aun
abades mitrados, obispes y arzobispos esclarecidos, sedientos
de oir y compungidos de haber oído las palabras de
san Vicente: quien á vista de este concurso y del deseo
de establecer obra tan útil, la erigió en hermandad con
nombre de conferencia eclesiástica , y fué fértil seminario
de ministros evangélicos: de la cual quiso ser informado
por boca de san Vicente el cardenal Ricbelicu, para saber
los dignos para el gobierno de lis Iglesias; y aun el rey
Luis XIII envió al padre Doneto de la compañía de Jesús,
su confesor á saber de él mismo , los que juzgaba ¡dóneos
para prelados. Esta conferencia se ha ido propagando
en las casas de la congregación de la Misión.
Veamos ahora otra singular manera de vida comun, establecida
de san Vicente de las hijas de la Caridad , en
este año de 1633, con nombre « de Siervas de los pobres.
» Habia ya el amoroso padre de pobres eslablccido
en Chatillon año de 1611 la cofradía de las mujeres, llamada
aunen oíros lugares, «para socorro de los pobres
enfermos; » pero como fácilmente acaecia, que , ó por la
asistencia de sus familias, ó por la obediencia debida á
sus maridos , á las veces quedaban los enfermos privados
de su alivio: por U;nfo fundó otra congregación distinta,
que sin embarazos se emplease en tan pió ejercicio. Esía
se compone de muchachas de suficiente edad y virtud, cpjc
después de la api ohacion de cinco años, á mas de los tres
ordinarios votos que renuevan de año en año, hacen el
cuarto de servir á los enfermos pobres , en los hospitales,
ó en sus casillas. No es fácil de explicar con qué modestia
y fervor atienden en las ciudades, villas y lugares á aplicar
medicamentos y alivios , aderezar las camas , barrer
las casas, lavar los paños , etc., y aun para las aliñasen
consolar á los afligidos y exhortar á los moribundos: rigen
escuelas para enseñar á las niñas pobres los misterios
de la fé y tornor de Dios, buena crianza, leer, y labores:
y por fin á manera de los misioneros, son sus casas igualmente
abiertas disponiéndolo así el común fundador, á
las personas de aquel sexo, deseosas de gastar algunos
dias en ejercicios espirituales. Mas de estos oficios de Marta
no separan los de María: oración mental, lección espiritual,
repetido exámen de conciencia, asistencia á la misa,
continua presencia de Dios, son sus empleos cuotidianos,
con frecuencia de sacramentos y haciendo cada año los
ejercicios espirituales. Visten paño grosero : comen pan
ordinario: beben sola agua; y sueño escaso. Trescientas y
cuarenta con corta diferencia • son hoy las casas de esta
congregación repartidas entre la Francia, Saboya, Polonia
y Alemania baja, en las cuales están sirviendo á mas
de cuatrocientos mil pobres. Para la fundación de este instituto,
suministró grandes Ayudas á san Vicente la veneranda
Luisa de Marillac, dama de calificado linaje, que
perdiendo moza al señor de Gras, su consorte, que era secretario
de la reina María de Médicis, hecho voto de perpetua
viudez año de 1625, bajo la dirección de san
Vicente , se dedicó enteramente á estas obras de misericordia.
A mas de estas dos, fundó san Vicente tercera hermandad
mas calificada , con nombre aun de la Caridad,
año de 163 i con la ocasión siguiente. Entre los hospitales
de París es numeroso y famoso, entre cuantos hay en Eu-
LA LEYENDA DE ORO- DÍA 10.
ropa, uno llamado de Noslra Dama. Con la variedad de los
tiempos y muchedumbre de enfermos, aquella gran máquina
habia llegado á tan mísero estado, queá la mayor
parte faltaban los remedios del cuerpo y del alma, haslí<
morir sin sacramentos. La piadosa madama de Gotissaut,
que empleaba sus grandes riquezas, dirigidas de san Vicente,
en socorro de pobres, hizo apretada instancia para
que emprendiese la restauración de aquel desamparado
hospital; mas él aunque tan zeloso , esperando mas claro
indicio de la divina voluntad , se excusaba con modestia
de empeño, á que inútilmente se hablan aplicado los mas
autorizados personajes del clero y del senado, cuya era
la administración. No pierde el ánimo la piadosa madama:
particípalo al arzobispo de París: quien hizo preciso mandato
á san Vicente. Obedeció y comunicó este pensamiento
á diferentes damas principales; y dentro de poco
juntó mas de ciento y veinte, á quienes después se unieron
otras de las primeras familias, no dedignándose aun de
agregarse, las dos reinas de Francia y de Polonia. Diólas
leyes prudentes, el modo de elegir las oficialas, y detener
sus juntas á sus tiempos : repartió discretamente los
empleos, para la asistencia de los cuerpos, para la enseñanza,
y para moribundos: trocóse en fin aquel hospital
con espanto de París, á quien dió Dios tal bendición, que
en el solo primer año de la institución de esta hermandad
se convirtieron á la fé mas de setecientos, entre turcos
y herejes; y délos fieles en mayor número á un vivir cristiano.
Y no estrechó san Vicente á este hospital la caridad
de estas damas, pues sacó de ellas copiosas limosnas
para grandes empresas en Europa, Africa y América.
Cerca del año de 163;i introdujo san Vicente en su colegio
de los Buenos Hijos, á los clérigos muchachos para
que desde los tiernos años fuesen educados en la buena
disciplina, en el estudio y en la práctica de los ministerios
eclesiásticos; y este fué de los primeros seminarios, que
vió la Francia para los mocitos destinados al servicio de la
Iglesia, itfas todo esto no le hizo olvidar al siervo de Dios
sus amadas misiones, pues en este año las empleó en los
fragosos montes de las Cevennas, nido á la sazón principal
de los calvinistas, donde estaba pronto y aun descoso,
como él escribió á Juan Coudré, á derramar su sangre polla
salud de sus hermanos. Asimismo envió algunos de los
suyos á las misiones de Arvernia y del Velay, en el mismo
tiempo, que san Francisco Regis, de la compañía de
Jesús , hacia las suyas con tanta bendición de Dios por las
diócesis del Vivarese, y de Yelenza , tirando unos y otros
á un mismo fin. Año de 1636 recibió órden del rey san
Vicente, para enviar al ejército veinte de sus misioneros
para misionar á las tropas. Juntó luego los que pudo: enviólos
al campo con prudentes instrucciones , órden y regla
; y en los dias libres de ataques ó escaramuzas, divididos
en varias escuadras , enseñando la doctrina, predicando,
oyendo confesiones y administrando sacramentos,
siguieron constantemente el ejército, hasta que se retiró
victorioso á los cuarteles. De las turbaciones inevitables
de la guerra, muchas personas de lodos estados aun monjas
y niñas, echadas de sus casas, se refugiaron á Pai fecoO
gran penuria , donde san Vicente y la hermandad de las
damas de la Caridad, las socorrieron á todas, encerrando a
las vírgenes sagradas y niñes en monasterios y otros lugares
pios á él sujetos. De estas refugiadas vírgenes cuatro
fueron escogidas para fundar con ayuda y consejo 2p