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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ÜIA 21.<br />

llevaren á la cíircel, Viénilose en ella los dos santos Oislóhal<br />

y Leovigildo, so abrazaron licrnamonle, y se animaron<br />

múiuamente para el cómbale. Pronunció conlra ellos el<br />

juez la sentencia <strong>de</strong> muerte, cuya noiicia recibieron con<br />

in<strong>de</strong>cible gozo por ver llegado el término <strong>de</strong> su esperanza.<br />

Conducidos á la plaza pública, fueron en ella <strong>de</strong>gollados,<br />

primero Leovigildo, y luego Cristóbal, el dia 20 <strong>de</strong> agosto<br />

<strong>de</strong>l año 8j2. Manió el jujz cpiii los santos cadáveres fuesen<br />

echados en una hogu.íraj pero los cristianos los sacaron<br />

<strong>de</strong> allí ánte.i qua el fuego los consumiese, y los sepultaron<br />

en la iglesia <strong>de</strong> san Zoilo, <strong>de</strong> la cual fueron <strong>de</strong>spués<br />

trasladados;» la <strong>de</strong> San Pedro <strong>de</strong> la misma ciudad <strong>de</strong> Córdoba<br />

don<strong>de</strong> hoy se veneran.<br />

DIA 21.<br />

SÍNPUIVADO, OBISPO Y MÁIITIU.—Imperando Valeriano y<br />

(«alieno, se mavió conlra los cristianos una <strong>de</strong> las mas<br />

crueles persecuciones que había pa<strong>de</strong>cido la Iglesia <strong>de</strong><br />

Dios, lauto que los jueces, apremiados <strong>de</strong> los crueles edictos<br />

que cada dia les enviaban <strong>de</strong> Roma, salían por los caminos<br />

y andaban <strong>de</strong> unas á otras parles con gran número<br />

<strong>de</strong> ministros y soldados, prendiendo á cuantos cristianos<br />

podían haber y <strong>de</strong>scubrir, sin [icrdonar dignidad, edad ni<br />

sexo: y entregándolos á los inicuos verdugos (que en tal<br />

caso todos lo eran), á unos azotaban ríguiosanienle, á<br />

oíros echaban á las fieras para que los <strong>de</strong>spedazasen, á<br />

otros al fuego para que los abrasase; y Qnalmentcá lodos<br />

quitaban las vidas cruel y rigurosamente, sin hallar mas<br />

<strong>de</strong>lilo, que el ser crislianos y servir á Dios. Tal fué la infame<br />

crueldad <strong>de</strong> estos emperadores, que la divina clemencia<br />

hubo <strong>de</strong> manifestar su justicia conlra ellos, disponiendo<br />

que cuando mas en paz y quietud se hallaban, se<br />

levantasen y rebelasen coalra ellos casi todas las bárbaras<br />

naciones, las cuales con po<strong>de</strong>rosos ejércitos, <strong>de</strong>struyeron<br />

casi lodo el Oriente y Occi<strong>de</strong>nle, sin <strong>de</strong>jar ciudad que no<br />

abrasasen, ni pueblo que no inundasen, quitando las vidas<br />

y robando las haciendas, haciendo <strong>de</strong> los mas fueries edificios<br />

y mayores poblados, <strong>de</strong>siertos y soleda<strong>de</strong>s vastas.<br />

<strong>Los</strong> alemanes, que eran <strong>de</strong> los muchos que se habían levantado,<br />

pasaron á Francia con su rey Croco, ó líero<strong>de</strong>s.<br />

Venían tantos bárbaros, que á manera <strong>de</strong> langostas cubrían<br />

la tierra; y así les era muy fácil arruinarlo y <strong>de</strong>struirlo todo.<br />

Llegaron á Ja región gavalítana, con ánimo <strong>de</strong> rendirla<br />

y <strong>de</strong>struirla toda, como hacían con las otras: lo que<br />

advertido <strong>de</strong> los habilanUís <strong>de</strong> aquellos pueblos, todos<br />

unánimes y conformes se retiraron á un monle llamado<br />

Crodon, tan eminente y difícil <strong>de</strong> rendir a los que en él<br />

se guardaban, que si el arle hubiera sudado en hacer forb'nes,<br />

torreones y otras <strong>de</strong>fensas mílilares, no pudiera llegar<br />

á lo que la diestra naturaleza había en él obrado, siendo<br />

no solo <strong>de</strong>fensa á los naturales, sino es también á los<br />

pueblos eslranjeros, y peregrinos ¡níinilos que allí venían<br />

á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> los bárbaros y sus invasiones.<br />

AGOSTO.<br />

551<br />

En esta región, pues, presidia,y tenía el gobierno espiritual<br />

el glorioso san Privado, siendo su obispo: vivía<br />

en un pequefro lugar llamado Mimal, sito al pié <strong>de</strong> dicho<br />

Uonlií, cuyo sitio eligieron por ameno los obispos, sus antecesores,<br />

colocando en él su silla y sepulcro. Pero como<br />

Pi-ivado privaba tanto con el Ucy <strong>de</strong> la gloria huyendo los<br />

<strong>de</strong>leites dií este mundo, vivía retirado en una cueva, que<br />

('f,n parljcnlarestadio y cuidado había hecho por sus manos<br />

en el mismo monle, don<strong>de</strong> siempre estaba encerrado'<br />

dado á la lección y contemplación <strong>de</strong> cosas divinas, siendo<br />

su trato solo con Dios, sin que jamás le viesen fuera <strong>de</strong><br />

la gruta, sino era para celebrar los divinos oficios. Relirados,<br />

pues, lodos los feligreses suyos á la fortaleza <strong>de</strong>l monte,<br />

el santo obispo se quedó fuera en su cueva, don<strong>de</strong> lo<br />

halló el furor <strong>de</strong> los bárbaros, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong>, ya que no<br />

podía con sus presentes exhortaciones, ayudaba á los suyos<br />

con súplicas y oraciones continuas que á Dios hacia,<br />

con que los <strong>de</strong>fendía, sin duda mas que el mismo monle y<br />

su fortaleza. Entretanto los bárbaios arruinaron toda la<br />

región, y por <strong>de</strong>jarla <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong>spoblada, sabiendo quo<br />

eg el monte y su fortaleza estaban los mas <strong>de</strong> sus moradores<br />

retirados con otros muchos eslranjeros, vinieron á<br />

sitiarle, y <strong>de</strong> suerte le cercó la muchedumbre <strong>de</strong> los bárbaros<br />

que yaque no podían hacer guerra alguna álos sitiados,<br />

por lo menos podían esperar que lodos, oprimidos<br />

<strong>de</strong>l sitio, ó so rendirian ó se morirían <strong>de</strong> hambre. Con esta<br />

intención permanecían en el silio los bárbaros, cuando <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> dos años, que había que duraba el cerco, llegó á<br />

sus oidos la noticia <strong>de</strong> la cueva en que vivia encerrado, y<br />

solo el obispo santo. Gozosos con lal nueva fuéron á pren<strong>de</strong>rle,<br />

persuadidos á que los sitiados, viendo preso á su<br />

obispo, se rendirian por darle la libertad; y no se engañaban,<br />

si el santo obispo no dispusiera otra cosa. Al fin llegaron<br />

á la gruta, y le prendieron y llevaron á una fortaleza<br />

que estaba en un collado, entre el monle mismo y la<br />

iglesia <strong>de</strong>l obispo, y allí le dijeron por un intérprete, quo<br />

si quería gozar <strong>de</strong> la vida, hiciese que su gente toda se rindiese,<br />

que con hacerlos á lodos sus esclavos, aplacarían<br />

su furor y les perdonarían la resistencia sin hacerles mal<br />

alguno.<br />

Animoso entonces respondió el sanio obispo: A un sacerdote<br />

no es lícito aconsejar tal <strong>de</strong>sdicha á su pueblo, y<br />

mas cuando le asisle Dios y le ha dado una habitación lan<br />

fuerte y segurísima como la <strong>de</strong> aquel monto : á mí bien<br />

podréis quitarme la vida, que por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r mis ovejas la<br />

daré por bien perdida, si es que se pue<strong>de</strong> llamar perdida<br />

la vida <strong>de</strong> un pastor que por sus ovejas muere , pero sabed,<br />

que aunque me <strong>de</strong>is los mayores tormentos, jamás<br />

se moverá mi ánimo á aconsejar tal maldad.<br />

Con.esta respuesta enfurecidos los bárbaros. Jo hicieron<br />

dar muchos palos y azotes, y luego le llevaron al lugar y<br />

casa suya, persuadidos á que el miedo <strong>de</strong>l castigo le mudaría<br />

el ánimo, y baria que se rindiesen los sitiados: pero<br />

el glorioso mártir, constante y lirme siempre, solo les dijo:<br />

Que lo que una vez había dicho, bastaba á que entendiesen<br />

no baria lo que le pedían, y que sí tuvieran razón, conocerían<br />

que en ningún modo Je ora lícito hacerlo. Entonces<br />

los bárbaros, como gente sin razón, añadieron mas<br />

tormentos y rigores, y por última fiereza, le persuadieron<br />

á que sacrificase á los ídolos, para que ya que no quería<br />

ser enemigo <strong>de</strong> su pueblo, lo fuese <strong>de</strong> su alma. Previnieron<br />

el sacrificio bárbaro, y le dijeron que ofreciese sacrificio<br />

con ellos á sus ídolos, ó se dispusiese á recibir cruelísimos<br />

tormentos que le esperaban. El santo obispo les<br />

dijo : Mucho me maravillo que <strong>de</strong> un obispo esperéis lal<br />

maldad como es sacrificar á los <strong>de</strong>monios, y darles el culto<br />

á solo Dios <strong>de</strong>bido. Quien por Dios no quiere entregaros<br />

su pueblo, ménos esperanza os pue<strong>de</strong> quedar <strong>de</strong> que <strong>de</strong>je<br />

al mismo Dios por los <strong>de</strong>monios.<br />

A esto respondieron los bárbaros: ¿por veniura te

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